Creatividad al poder
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Creatividad al poder

  1. 424 páginas
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Creatividad al poder

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Información del libro

La industria del cine muestra el desarrollo de un país, su imagen. Sus grandes profesionales se encuentran hoy en día en una verdadera encrucijada cultural, y sus proyectos gozan de una influencia sin precedentes.El autor, apoyándose en una documentación inédita y en su trato cercano con muchos de estos creadores, investiga la industria del entretenimiento y la producción de cultura, el nacimiento y desarrollo de las grandes películas, sus grandes creadores y las agencias de talentos, Hollywood y, en especial, la original contribución de Pixar.

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Información

Año
2014
ISBN
9788432144455
Categoría
Arte
Categoría
Arte general
1. CINE, TELEVISIÓN Y LITERATURA: IMPORTANCIA ECONÓMICA Y POLÍTICA DE LA NARRATIVA[*]
Ficción, imaginación, consumo
Uno de los principales problemas de los estudios académicos es que, pretendiendo comprender totalmente el objeto, tienden a reducir progresivamente sus propios objetos y campos de investigación. Al buscar las hierbas más pequeñas, corremos el riesgo de no ver siquiera a los elefantes que pasean tranquilamente por nuestro jardín.
El símil pretende describir lo que pasa con la influencia social y económica de los medios de comunicación modernos, especialmente los contenidos de las grandes narraciones. Por ejemplo, en un libro publicado hace varios años[1], he intentado demostrar que, aunque la mayor parte del mundo académico analiza la literatura y el cine como si fueran medios muy distintos, casi extraños, la realidad es que los dos fenómenos están muy relacionados. La mayoría de las películas que vemos en las pantallas del mundo son adaptaciones de novelas. En el mundo angloamericano sobre todo, es común que los autores de novelas también escriban para el cine, y viceversa. Los guionistas leen mucha literatura, y es frecuente que los escritores sean grandes cinéfilos[2]; y también los grandes directores son ávidos consumidores de literatura[3]. El público del cine europeo está altamente escolarizado, y los espectadores del teatro también son buenos lectores. En cuanto a la ficción televisiva, el panorama es muy semejante, sobre todo en lo que respecta al intercambio de autores y a su cultura.
Un hecho así no debería resultar sorprendente, ya que en ambos casos se trata de narraciones, contadas por medio de las páginas de un libro o de la pantalla. Por un medio u otro, nos presentan unos personajes, una trama y una sucesión de hechos. Todas tienen un comienzo, un desarrollo y una conclusión. Las dos atraen a su público de forma similar, apelando de una forma compleja a su razón y a sus emociones; también comparten los mismos principios retóricos básicos[4]. Los ingleses han creado un solo término para designar el producto de la creación narrativa, sea en cine o en literatura: fiction, del que viene el español «ficción».
La ficción es como una palabra mágica, suficientemente poderosa como para sacar de sus hogares a millones de personas, para que inviertan su tiempo y su dinero en ver la misma historia. Y lo hacen en lugares tan diferentes entre sí como Argentina y Japón, India y Suecia, Rusia y Australia. Titanic, en 1997, produjo un fenómeno que dio mucho que pensar, porque cientos de miles de personas en todo el mundo, en su mayoría chicos y chicas jóvenes, acudieron a los cines para ver, emocionarse, sentir compasión y esperanza, llorar y alegrarse, verse tristes y felices a un tiempo compartiendo la misma historia. La acogida de esta película fue tan entusiasta que muchos espectadores, sobre todo adolescentes, volvieron a verla otra vez. Después, se ha repetido el mismo fenómeno con Harry Potter, El Señor de los Anillos (adaptaciones de novelas), o Avatar.
Haciendo propia la terminología típica de las tecnologías de la información (software, hardware), calificaría por analogía esta experiencia como «blanda» (soft), aunque al mismo tiempo es muy profunda e íntima. Con todo, sus consecuencias llegan a ámbitos considerados «duros», como la economía, la política, o las tendencias sociales en sentido amplio.
Televisión, cine y desarrollo económico
Un trabajo importante —menos conocido de lo que merece— del sociólogo inglés Colin Campbell[5] pone de relieve que la difusión de la narrativa, a finales del siglo XVIII y en el XIX, fue un factor decisivo para la expansión de la sociedad de consumo. Como fenómeno social, la difusión de novelas se produce desde los primeros años del siglo XIX. Campbell muestra que la imaginación romántica, alimentada por las novelas, despertó el deseo de adquirir nuevos bienes. El desarrollo de la imaginación, acostumbrada por la ficción a desear, a ver cosas nuevas y experimentar nuevos sentimientos, tuvo como consecuencia el afán de aumentar los bienes, o de cambiar de estilo según los dictados de la moda. Es decir, la imaginación narrativa alimenta la ilusión de una felicidad alcanzable con la posesión de un determinado bien material o la adquisición de un estatus.
A su vez, esta tendencia fomenta el desarrollo económico e industrial porque ningún bien humano puede satisfacer ese deseo ilimitado. Cualquier objeto concreto es necesariamente imperfecto y limitado, por contraste con el deseo que es infinito[6]. El dinamismo de la adquisición de bienes se compone de imaginación e ilusión, y la ilusión conduce a nuevas fantasías, a nuevos deseos y a nuevos objetos. Según Campbell, la sociedad consumista en la que vivimos no existiría sin ese estímulo decisivo que supuso la expansión de la imaginación romántica, debida a la difusión de las novelas.
Charles Taylor expresaba una idea semejante en su importante libro Fuentes del yo, sobre las raíces del yo moderno[7]. Campbell añade que resulta sorprendente que los movimientos vanguardistas, que empiezan con una fuerte propaganda de la creatividad libre y del abandono total de las reglas, acaben por convertirse en el caldo de cultivo del consumo. Es lo que sucedió en el caso de las vanguardias artísticas del París de finales del siglo XIX, y también con el movimiento hippie de los años sesenta en California.
Si la tesis de Campbell es cierta, la aceleración del consumismo y de los cambios sociales debe mucho a las novelas de Jane Austen o Walter Scott. Pero eso nos lleva a considerar, entonces, el impacto mucho mayor que debe tener un medio como la televisión, tan rico en historias, rostros, lugares, objetos y nuevas visiones del mundo. Además, el uso de este medio es muy intensivo, ya que la media de consumo común en los países desarrollados supera las tres horas diarias[8].
En la mayoría de países europeos, la televisión ha sido impulsada por los Estados, de los que ha seguido dependiendo durante muchos años[9]. El desarrollo de las redes televisivas privadas se produjo solo en un segundo momento y estas, que suelen incluir muchos anuncios invitando a comprar y a consumir, han demostrado ser un fuerte motor del desarrollo económico. En mi opinión, el hecho puede ser bueno para la sociedad; pero se vuelve problemático cuando la gente aumenta con demasiada rapidez su estatus social, antes de ser capaz de dominar el uso del dinero[10]. El rápido enriquecimiento personal, y el desarrollo económico acelerado de una sociedad van frecuentemente acompañados de corrupción, de la atribución de una importancia exagerada a los objetos, o del olvido de la primacía de los valores espirituales. Algunos estudios recientes sobre la «economía de la felicidad» demuestran que el desarrollo económico normalmente no conlleva un desarrollo del bienestar personal, de una mayor satisfacción humana, en definitiva de eso que podemos llamar una vida feliz[11].
Cuando la mayoría de las televisiones era estatal, probablemente ya resultaba muy clara esta necesidad de prestar atención a la relación entre el medio y la totalidad del mercado[12]. En Italia, durante muchos años la Sipra (empresa que vende los espacios publicitarios de la Rai) vendía pocos espacios publicitarios y a precios muy bajos. Las empresas tenían verdadera avidez de promocionar sus productos en televisión, ya que pronto comprobaron la gran eficacia de cada spot: movía a los consumidores a comprar esos productos, y además con un coste de televisión muy bajo. La estrategia se aprovechó para convencer a las empresas de que valía la pena comprar espacios publicitarios en otros medios «amigos»: por ejemplo, los periódicos de los partidos políticos. Así, la relación entre televisión y empresas se convirtió en una especie de regalo para el sistema industrial italiano porque, gracias a la facilidad para llegar al gran público, logró dar impulso al desarrollo industrial.
A treinta años de distancia, podemos decir que la llegada de las redes privadas, que se consolidaron en Italia durante los ’80, supuso la aparición de un nuevo propulsor del sistema económico, dotado de un potencial enorme. Mientras se impone este nuevo modelo de televisión, los ’80 también son años de un rápido desarrollo económico y del consumo. Por otra parte, ese crecimiento llevó consigo bastantes problemas, sobre todo el aumento de la corrupción política. De hecho, uno de los «méritos» sociales que se atribuyen los directivos de Mediaset es que sus canales de televisión han contribuido al crecimiento económico del país, gracias al poder de convicción de la publicidad que emitían, que se tradujo en un aumento del consumo.
Las historias populares siempre han influido en la solidez de una sociedad y de su cultura, aunque es difícil establecer hasta qué punto esto se ha explicitado. Este factor explica el apoyo que los dos «imperios» más importantes del mundo han dado a su cine nacional. Es posible que esto lleve a pensar, ante todo, en el cine con intencionalidad de propaganda política, como el que han hecho muchos dictadores y gobiernos totalitarios, por ejemplo el fascismo italiano o el socialismo soviético. Pero no me refiero principalmente a este tipo de cine, sino al realizado en sociedades libres y democráticas, que han decidido dar un fuerte apoyo al cine porque entendieron que es un medio muy importante para dar a conocer una imagen completa y atractiva del propio país y, con la imagen, de todo lo demás: estilo de vida, turismo, productos nacionales, cultura, música, etc.
Uno de los mejores y más completos estudios recientes sobre historia del cine es el de David Puttnam, único europeo que ha dirigido uno de los grandes estudios de Hollywood, aunque fue por poco tiempo[13]. El título del libro, Guerra no declarada, responde ...

Índice

  1. PORTADA
  2. PORTADA INTERIOR
  3. CRÉDITOS
  4. ÍNDICE
  5. INTRODUCCIÓN
  6. AGRADECIMIENTOS
  7. NOTA A LA EDICIÓN ESPAÑOLA
  8. 1. CINE, TELEVISIÓN Y LITERATURA: IMPORTANCIA ECONÓMICA Y POLÍTICA DE LA NARRATIVA*
  9. 2. HOLLYWOOD COMO SISTEMA
  10. 3. EL ALMA DE HOLLYWOOD
  11. 4. ENTRELAZAMIENTO ENTRE CINE Y TELEVISIÓN, EN LA INDUSTRIA AMERICANA Y EN LA EUROPEA
  12. 5. EL MODELO ALTERNATIVO DE PIXAR Y SU INCREÍBLE ÉXITO
  13. BIBLIOGRAFÍA
  14. ARMANDO FUMAGALLI