La palabra manipulada
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La palabra manipulada

  1. 120 páginas
  2. Spanish
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La palabra manipulada

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Información del libro

El manipulador es astuto en el uso del lenguaje y procura despojar de recursos al manipulado. Este libro estimula el sentido crítico para pensar con precisión y buscar lo verdadero a toda costa.

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Información

Año
2015
ISBN
9788432145629
Edición
1
Categoría
Philosophy

SEGUNDA PARTE

ANÁLISIS PORMENORIZADO DE TEMAS DECISIVOS

I. EL PRESTIGIO SEDUCTOR DE LOS TÉRMINOS «TALISMÁN»

Según hemos indicado, en cada época existen vocablos que, por diversas razones, se cargan de un prestigio tal que se evaden a toda revisión crítica y se convierten en el suelo intelectual sobre el que se mueven confiados los hombres y los grupos sociales. Ejercen función de polos en torno a los cuales se vertebra la vida humana en cuanto a pensar, sentir, querer, actuar.
La palabra «orden», vinculada de antiguo al número, la armonía, la proporción, la medida o mesura, y, de consiguiente, al origen de la belleza y la bondad, adquirió en los siglos XVI y XVII un rango elevadísimo merced a su vinculación con las estructuras cultivadas por la ciencia moderna, entonces en su albor. Pensar con orden equivalía a pensar rectamente. Proceder con orden significaba actuar de modo ajustado, justo, recto, eficaz. El término «orden» producía un hondo estremecimiento en los espíritus que asistieron a la génesis de la gran ciencia moderna porque era el gozne enigmático entre las estructuras matemáticas y las estructuras físicas, entre el mundo que el hombre puede considerar en buena medida como configurado por su mente y el mundo exterior en el que está instalado y que le supera amplísimamente.
Al cobrar conciencia, sobrecogido, de lo que implica el orden, el hombre del siglo XVIII concedió rango de talismán a la facultad humana destinada a hacerse cargo del mismo: la «razón», palabra mágica que constituye el orgullo y la fuerza del Siglo de las Luces.
Esta época de exaltación de la racionalidad humana culminó en la Revolución Francesa (1789). Revolucionario era el hombre de progreso que luchaba por elevar el ser humano a planos de dignidad. El contrarrevolucionario era un ser reaccionario, enemigo de las luces de la razón y del modo genuino de ser hombre. A lo largo del siglo XIX se consagró con rango de talismán el término «revolución».
Las grandes revoluciones de este siglo se desencadenaron con el fin de conseguir la libertad, la igualdad y la fraternidad que corresponden al ser humano. De modo creciente, en el siglo XX se impusieron como talismán los términos «libertad» y sus correlativos: «autonomía», «independencia», «democracia», «autogestión», «cogestión»…
La poderosa fuerza de sugestión que posee el lenguaje queda patente al observar el dinamismo que imprimen estos vocablos talismán a las personas y grupos sociales. Hacia 1976, algunos grupos de profesores recabaron adhesiones entre los colegas para solicitar la autonomía universitaria. Si alguien, antes de acceder a firmar, rogaba que se precisara un tanto el alcance y sentido del término «autonomía», no recibía sino una respuesta automática y supuestamente obvia: «no hay nada que explicar». Se daba por descontado que esta palabra mágica desprendía luz sobrada para dejar claro su sentido. En realidad, arrojaba un tipo de luz cegadora, la propia de un término talismán sometido a uso y abuso estratégico. Es chocante que estamentos de la sociedad llamados a ser ejemplo de pensamiento crítico se hayan dejado llevar gregariamente a un movimiento reivindicativo de gran repercusión intelectual y social sin someter el concepto clave a una mínima revisión rigurosa. Incluso grupos que se autocalificaban de contestatarios se mostraban perplejos cuando alguien les hacía ver ciertas dificultades graves que podría acarrear a los estudiantes la autonomía universitaria.
El poder fascinante de los términos talismán es tal que inhibe el poder crítico de las gentes y fomenta la entrega pasiva a toda clase de iniciativas demagógicas. Por humillante que resulte aceptarlo, es un hecho que los términos talismán pueden ser utilizados de modo abusivo con el mayor descaro sin que ello suscite el rechazo de las personas afectadas, incluso cuando estas son altamente cualificadas. Esto pasó con numerosos estudiantes universitarios que vieron con sobresalto cómo la ansiada autonomía, al permitir a cada universidad la implantación de planes de estudios propios, les impedía convalidar sus estudios al cambiar de centro universitario.
Para convertirse en «talismán», un término debe presentar un significado capaz de difractarse en varios sentidos. De ahí el prestigio creciente de ciertas palabras afines a «libertad»: justicia social, igualdad, autonomía, cambio, cogestión, diálogo, coexistencia, paz, independencia… La riqueza interna de los términos talismán se traduce en versatilidad, capacidad para presentar distintos sentidos en diversos contextos y prestarse, consiguientemente, a múltiples usos y fines.
Para sacar pleno partido a esta flexibilidad y elasticidad semánticas, se utilizan tales términos de forma analógica, metafórica, a fin de permitir todo tipo de deslizamientos de sentido. En pueblos tensados por un afán secesionista se utilizó profusamente el término «diálogo». Jugó el papel de término talismán porque se lo consideraba como opuesto a la decisión de los gobiernos fuertes, determinados a defender con firmeza la unidad nacional. Al postular el diálogo, se pedía suavemente cierta libertad para disentir, con objeto de ir abriendo grietas en la decisión unánime de impedir toda fragmentación del país. Una vez y otra se les pedía que concretasen los temas sobre los que deseaban departir, y nunca respondían a tal demanda, pues lo que les movía no era el afán de clarificar ideas sino de quebrar unanimidades.
Vemos con creciente claridad que el manipulador opera, como el falsario Don Juan, en la oscuridad, por ser el clima propicio para sus tergiversaciones. Analicemos este eslogan: «Soberano es cosa de hombres», que nos sugiere al oído una bella señorita. No se indica en qué sentido exacto se utiliza el término universal «hombre», pero, al ir vinculado al prestigioso término «soberano», sugiere la idea de algo valioso, viril, auténtico, fuerte, colmado; una realidad cuya plenitud irradia atractivo y halago. El que ha ideado este hábil lema propagandístico no ignora que, a menudo, la entrega a la bebida, por alta que sea la calidad del líquido ingerido, no conduce a los hombres a la cima de su libertad y madurez, sino a una vinculación esclavizante. Este aspecto sombrío es dejado de lado. Se proyecta, simplemente, sobre la marca de la bebida un término —«hombre»— entendido, en plan ambiguo, como algo prestigioso.
La fascinación de lo ambiguo
Los vocablos «talismán» triunfan en un clima de ambigüedad, porque su peculiar poder sugestivo lo adquieren merced a la fascinación que ejercen las promesas indefinidas. «Beba Soberano y se hará todo un hombre»: es la sugestiva frase que se adivina bajo el lema antedicho. No se lo afirma expresamente. Se prefiere la forma escueta, telegramática y enigmática, que enardece la imaginación y nos invita a romper límites.
Tal poder sugestivo nos impacta, al darnos la sensación de estar ante algo importante y valioso. Esta fascinación de lo recóndito prometedor constituye una especie de «mística», venerable término que se limita aquí a sugerir la impresión oscura de hallarse en tierra no hollada, rodeada de un misterio especial. La palabra «talismán» gusta de mostrarse como algo emboscado, a fin de presentar el atractivo secular que posee el bosque merced a su espesura misteriosa. «Lucus a non lucendo», decían los antiguos. El bosque atrae por su sombra, por mitigar la luz cegadora que marca los límites de forma abrupta y lo deja todo al trasluz, sin matices, sin juegos de luz y sombra, sin recodos de enigma. Lo que se presenta de forma clara y abierta, sometible a todo tipo de análisis, no ofrece pábulo a la imaginación y a la fruición de lo escondido y misterioso; queda sometido a la luz fría del entendimiento analítico. Por eso basta con explicitar y matizar debidamente los distintos sentidos de las palabras «talismán» para restarles poderío y dejarlas, por así decir, «exorcizadas», privadas de su peculiar embrujo.
Si prestamos atención al significado de un término y a los sentidos que puede adquirir en diversos contextos, tendremos libertad de espíritu ante el demagogo que pretenda hacernos valer un sentido inadecuado. ¿Qué se entiende exactamente por hombre cuando se dice que «Soberano es cosa de hombres»? Si se alude a una «figura cabal» de ser humano, ¿en qué circunstancias nos ayuda esa bebida alcohólica a conseguir tal cota de desarrollo? Estas preguntas desarman al manipulador. Si permitimos, por el contrario, que el término «hombre» opere sobre nuestra mente con toda la carga emocional que lleva en dicha frase, entramos en el proceso de fascinación que pretende desencadenar el manipulador para vendernos la mercancía a cualquier precio.
Las palabras talismán y la valoración por vía de rebote
Desde hace años, se cultiva la propaganda de todo orden contra el fascismo y el nazismo. De esa forma, merced al procedimiento de «valoración por vía de rebote», las palabras libertad, democracia, autonomía, independencia… ganan un valor incuestionable, altísimo, indiscutible.
Para provocar una adhesión ferviente, el demagogo suele destacar, en principio, una situación sangrante y presentarse a sí mismo con la vitola de redentor. Esta táctica inspira buen número de las caricaturas que se hacen de reales o supuestos adversarios a fin de provocar la reacción de las gentes, su pendulación automática hacia el lado contrario, y elevar gratuitamente la cotización de las propias posiciones por parte del pueblo. A esta finalidad responde la táctica de cargar el acento de la crítica más implacable sobre el fascismo y el nazismo y subrayar, al mismo tiempo, que se trata de orientaciones de «extrema derecha». Para ello se destaca en tales movimientos políticos su carácter de cultivadores de la disciplina y el orden, condiciones a su vez de los grupos políticos denominados «la derecha». Con este simple avecinamiento, se arroja sobre «la derecha» una sombra de aversión a las libertades.
En un espacio televisivo consagrado al tema del fascismo, uno de los coloquiantes —que, por su profesión, está obligado a saber matizar las ideas y términos—, no se recató en afirmar que «la derecha europea» ve con buenos ojos el surgimiento de movimientos juveniles de neofascismo porque el temor al carácter extremista de estos puede inducir al pueblo a optar por movimientos políticos amantes del orden y la disciplina, pero cuidadosos de no caer en excesos. Obsérvese cómo el demagogo subraya siempre el lado de los conceptos que favorece su interés del momento y deja en sombra los aspectos que no se ajustan a sus intenciones. En este caso, resultaba rentable destacar el ...

Índice

  1. Portadilla
  2. Índice
  3. Prólogo
  4. Introducción
  5. Primera parte. La manipulación mediante el lenguaje. Visión sinóptica
  6. Segunda parte. Análisis pormenorizado de temas decisivos
  7. Créditos