Mujeres situadas
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Mujeres situadas

Las parteras autónomas en México

  1. 488 páginas
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Mujeres situadas

Las parteras autónomas en México

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Mujeres situadas. Las parteras autónomas en Méxicocaptura un panorama global, histórico y regional del contexto de las parteras, examina cómo se mueven dentro de las estratificaciones de la sociedad al mismo tiempo que se posicionan en intersecciones complejas en términos de género, clase social, etnicidad y la (de)colonialidad. Contiene historias obtenidas durante los encuentros con la autora. "¿Cómo negociar la lucha por la partería en el mundo poscolonial?", es la pregunta de fondo.

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Información

Año
2019
ISBN
9786078429387
Edición
1

1. Conocimientos situados

Las teorías viajan, he escuchado, y cuando llegan a otros lugares lo hacen transformadas, transculturadas. ¿Pero qué sucede cuando las teorías viajan a través de la diferencia colonial? ¿Cómo están siendo transculturadas? También he escuchado que, cuando las teorías llegan a lugares en donde los legados coloniales aún están en la memoria de los estudiosos e intelectuales, las teorías que viajan pueden percibirse como nuevas formas de colonización, más que como nuevas herramientas para iluminar la inteligencia del servidor de las teorías o para revelar una realidad que no hubiera podido percibirse sin el viaje de la teoría o sin invitar a la teoría para quedarse […] Las preguntas entonces son: ¿dónde se producen las teorías? ¿De dónde son? ¿Se trata de posiciones desde la perspectiva de los servidores de las teorías ambulantes? ¿Qué función desempeñaba la teoría X en el lugar en que emergió y cuál es la función que tal teoría jugó en el lugar a donde viajó o se exportó? La cuestión es, ¿cuál es el ratio entre la ubicación geohistórica y la producción de conocimiento? ¿Cuáles son sus historias locales? (Mignolo, 2000: 173, traducción propia).
El concepto de “conocimiento situado” deriva de estudios enfocados en cuestiones de raza, etnicidad, subalternidad, género y pueblos indígenas, y se ha aplicado a temas variados que se extienden desde las historias de esclavitud y colonialismo, hasta las críticas al capitalismo, el imperialismo y el patriarcado. Estos estudios o subdisciplinas se han originado, por su parte, en los movimientos sociales de oposición, sobre todo en los movimientos de derechos humanos, de mujeres y de liberación del tercer mundo a partir de la década de 1960 (Mohanty, 2004: 197). Por lo general, están influidos por las tendencias posmodernas y poscoloniales, sustentados en la crítica a la ciencia occidental universal (el eurocentrismo) y en la demanda por el propio conocimiento e historia, en otras palabras, por las voces subalternas que marcan historias diferentes invisibilizadas por la ciencia occidental dominante.
En este sentido, el concepto de conocimiento situado, utilizado frecuentemente en los estudios posmodernos y poscoloniales, se define como una política de posicionamiento (politics of location), lo cual subraya las diferencias marcadas por historias, geografías y culturas distintas frente a la tendencia universalizante de la ciencia occidental. Las teorías del conocimiento situado argumentan que tal ciencia invisibiliza y reprime otros conocimientos e historias no occidentales, al mismo tiempo que ignora su propio posicionamiento en la historia y en la política mundial para esconderlo detrás de una falsa objetividad, neutralidad y universalidad, lo que se considera como una forma de dominación en la producción de conocimientos. Hacen además un llamado para explorar y reconocer las formas en que toda la producción de conocimientos está de alguna manera situada histórica, geográfica y culturalmente.
Eso es lo que indica y describe Walter Mignolo en la cita anterior al preguntarse: ¿cuál es la relación entre la ubicación geohistórica y la producción de conocimientos?, ¿dónde se producen las teorías?, ¿cuáles son sus historias locales?
En efecto, Walter Mignolo introduce la noción de “diferencia colonial” para enmarcar la forma en que las teorías viajan y son recibidas en lugares con memoria colonial (2000, 2002). Además, analiza cómo ciertas teorías e investigaciones se perciben como nuevas formas de colonización fuera del ámbito occidental/eurocéntrico.
Las nociones de Mignolo de diferencia colonial y de conocimiento situado están enraizadas en los estudios subalternos y en las teorías críticas de América Latina orientadas por “la colonialidad del poder y del saber”, concepto sobre todo introducido por Aníbal Quijano (Mignolo, 2000, 2002; Lander, 2002), así como también por las teorías del sistema-mundo y de la dependencia de Immanuel Wallerstein (1999, 2000). Cada uno desde su propia perspectiva, estos estudiosos se enfocan en las diferencias producidas por la historia colonial/moderna, en el eurocentrismo de la epistemología y en los diferentes rostros cambiantes coloniales en la historia y en el sistema-mundo. Básicamente se trata de la consideración de la diferencia colonial silenciada por los discursos del centro sobre la modernidad, la posmodernidad y la civilización occidental. Argumentan que lo que se ha dejado fuera es precisamente el posicionamiento y la ubicación del pensamiento, obscurecido por la epistemología moderna universal, de modo que la diferencia colonial es invisible.
Lo que pretenden hacer, entonces, es descolonizar las ciencias sociales, lo que significa producir, transformar y diseminar conocimiento que no sea dependiente de la epistemología de la modernidad del Atlántico Norte (Mignolo, 2002) ni de las normas de las disciplinas y problemas de ese mismo enclave, sino, por el contrario, responder a las necesidades de las visiones subalternas a lo colonial.
Esto es importante ya que, en los estudios subalternos en especial, se ha presentado una fuerte crítica a cómo han sido investigados, calificados, definidos o categorizados por la ciencia occidental las regiones y pueblos situados fuera del Atlántico Norte (ver, por ejemplo, Tuhiwai Smith, 2005). Son teorías y críticas que brotan desde todo tipo de márgenes o fronteras, más bien espaciales, que se han considerado como periféricos en la política mundial. Asimismo, también proceden de los pueblos, grupos y movimientos que han sido menos visibilizados en la ciencia social y política dominante. A pesar de que se perciben de un modo marginal en el marco de la academia, en términos prácticos su rol en la política mundial ha aumentado (Bordering Actors, en prensa). En segundo lugar, los márgenes o fronteras se pueden entender en términos epistemológicos u ontológicos como prácticas de conocimiento que retan a las ciencias sociales dominantes cuestionando en qué condiciones y cómo producir conocimientos para la humanidad (Casas, Osterweil y Powell, 2008).
Desde estos márgenes (teorías, movimientos y pueblos) se enfatiza precisamente la naturaleza situada de los conocimientos y la importancia de reconocer la responsabilidad política y ética de los investigadores, en particular a la hora de escuchar y respetar los conocimientos subalternos (Bordering Actors, en prensa).
Una de las investigadoras pioneras en plantear el concepto de conocimiento situado es Donna Haraway (1988). Más que en la historia colonial-imperial, ella se enfocó en las teorías feministas en Estados Unidos de la década de 1980 y en la cuestión de la objetividad científica. Haraway observó que la objetividad feminista en las ciencias significaba sencillamente la valoración de los conocimientos situados, lo que implicaba la naturaleza “parcial” del conocimiento. Desde su punto de vista, la objetividad científica se lograba rompiendo con la falsa visión universal y transcendental, y sustentándose más bien en la perspectiva parcial subjetiva, lo que contribuía, en general, a alcanzar más objetividad, realismo y transparencia:
No hay una fotografía sin mediación o una cámara oscura pasiva en las descripciones científicas de los cuerpos y máquinas; sólo existen posibilidades visuales altamente específicas, cada una con una forma maravillosamente detallada, activa y parcial de organizar mundos. […] Este ensayo es un argumento a favor de los conocimientos situados y encarnados, y un argumento en contra de muchas afirmaciones no localizadas y, por lo tanto, irresponsables. […] Argumento a favor de una política y unas epistemologías de localización, posicionando y situando, en donde lo parcial y no universal es la condición de ser escuchado para hacer afirmaciones racionales de conocimiento (Haraway, 1988: 583-589, traducción propia).
No EXISTE una fotografía fija o cámara pasiva para describir científicamente los fenómenos, argumenta Haraway, sólo hay posibilidades visuales específicas, cada una con una forma detallada y activa, pero parcial, de organizar mundos. Por lo tanto, el conocimiento situado implica una política y una epistemología de posicionamiento en donde la parcialidad, y no la universalidad, es la condición para hacer reivindicaciones de conocimiento racional.
Vale la pena notar, sin embargo, que Donna Haraway (1988: 583-584) ejercía su crítica a partir de tres cuestiones relacionadas con el concepto de conocimiento situado que se han debatido, y confundido, ampliamente en estos campos de estudio. En primer lugar, ella subraya los riesgos de adoptar posiciones subalternas, sobre todo de romantizar o apropiarse de la visión de los menos poderosos. La capacidad de ver y analizar desde abajo, argumenta la autora, no es sencilla ni carece de problemas y relaciones de poder, incluido cuando “nosotros” naturalmente habitamos el espacio subterrestre de los conocimientos subyugados. Los puntos de vista de los subalternos no son posicionamientos del todo inocentes, ni los investigadores somos inocentes al adoptarlos.
En segundo lugar, Donna Haraway distingue su interpretación de conocimiento situado del relativismo. El conocimiento situado, como ella lo entiende, es más bien un conocimiento parcial, localizable y crítico. El relativismo, según ella, es una forma de estar en “ningún lado” mientras se reivindica la posibilidad de estar en todos los lados. La igualdad del posicionamiento, para ella, es la negación de responsabilidad y de investigación crítica.
Por último, esta autora diferencia su concepto de conocimiento situado de la política de identidad. Según ella, no se puede estar inmerso —como una mujer, como una persona colonizada, como un trabajador, etcétera— si se busca ver desde estos posicionamientos de forma crítica. En este sentido, su concepto de conocimiento situado se aleja de “entretener desde una identidad inocente” un posicionamiento subjetivo que establece una conexión parcial. Los conocimientos situados se refieren a visiones y comunidades, no a individuos aislados.
La adopción de un punto de vista subalterno, relativismo/particularismo, y la política de identidad son debates clave en los estudios que promueven el concepto de conocimiento situado.[8] Lo que más bien quiero destacar aquí es que, mientras autores como Mignolo (2000, 2002) se enfocan en descolonizar la ciencia y tomar en cuenta, de manera epistemológica, el conocimiento situado y la diferencia colonial, otros estudiosos no reducen la idea de conocimiento situado a la teoría si no está tejida con la práctica, sobre todo con el activismo político. Por eso el concepto de conocimiento situado se liga tan íntimamente con la problemática de la política de identidad: se trata de mujeres situadas o pueblos situados, no sólo de una teoría situada o de un autor científico situado.
Con base en lo anterior, a continuación plantearé de manera breve el concepto de conocimiento situado en relación con las mujeres, como teoría encarnada (Moraga y Anzaldúa 1988): una mezcla de conocimiento situado parcial enclavado tanto en la teoría, como en la práctica. Tras ubicarme a mí misma como autora en un lugar “situado”, en el apartado que sigue narro cómo las parteras son de igual manera mujeres situadas como agentes políticos. En tal sentido, en este libro no se trata solamente de que la teoría —la perspectiva desde donde se mira el caso de las parteras— sea situada o de que sólo su autora se sitúe como investigadora nórdica residente en México, sino que se busca demostrar cómo las propias parteras son también mujeres situadas en un contexto de estratificación de la sociedad compleja.

1.1. Mujeres situadas

Tal como antes mencioné, en la década de 1980 se produjo, sobre todo en Norteamérica, la tercera ola del feminismo, que retaba de manera significativa a las feministas blancas de clase media que habían realizado reivindicaciones solidarias con base en la hermandad universal. Las feministas afrodescendientes plantearon la cuestión de la “interseccionalidad”, que no sólo consideraba la condición de género como algo universal y aplicable en todas partes, sino también la problemática de la clase social y la etnicidad/raza que afectaban a mujeres situadas en historias, formas y contextos diferentes. Obras influyentes, como Esta puente, mi espalda, editada por Moraga y Anzaldúa (1988), promovieron el concepto “encarnado” de posicionamiento subjetivo y situado que implicaba no solamente una teoría situada, sino un posicionamiento político y personal basado en la identidad y la práctica política en movimientos sociales y políticos.
Un ejemplo clave sobre el conocimiento situado sustentado en la política de posicionamiento e interseccionalidad es la obra Borderlands / La frontera de Gloria Anzaldúa (1987). Ella planteó el concepto de frontera (borderlands) para describir una conciencia (mestiza) nacida de las culturas mexicana y anglosajona, en la frontera entre Estados Unidos y México. Postuló el uso de este concepto desde su identidad como mujer con herencia mestiza, india y texana, como lesbiana sujeta a una triple discriminación, y que vive concretamente en la región entre México y Estados Unidos, con consciencia de su posición fronteriza y de su lenguaje fronterizo-chicano: entre lo hegemónico y lo periférico. Pero su conceptualización fue más allá de una zona concreta, pues concibió la frontera como una conciencia plural que precisa de múltiples entendimientos entre los conocimientos contradictorios que contiene, y no del simple posicionamiento ante ellos. Para Anzaldúa, la conciencia de la frontera emerge del intento de observar las ambigüedades y las contradicciones, por lo que se trata de una conciencia simultáneamente individual y colectiva, localizada en la teorización desde el “estar en frontera” (Laako...

Índice

  1. Portada
  2. Agradecimientos
  3. Presentación: Georgina Sánchez Ramírez
  4. Prólogo: Rosalba Icaza
  5. Introducción
  6. 1. Conocimientos situados
  7. Historias y caminos de las parteras autónomas en México
  8. 2. Las parteras como mujeres situadas y actoras políticas: las batallas por el territorio en el mundo occidental
  9. Historias y caminos de las parteras autónomas en México
  10. 3. Un intento de construcción de genealogía de la partería mexicana
  11. Historias y caminos de las parteras autónomas en México
  12. 4. Las parteras ante la globalización. Movimientos sociales y redes transnacionales
  13. 5. En el mundo no occidental. Las parteras frente a la política de desarrollo global y los derechos humanos
  14. Historias y caminos de las parteras autónomas en México
  15. Conclusiones
  16. Referencias bibliográficas
  17. Notas