Temas teológicos del evangelio de San Juan. III. Cristo, María, la Iglesia
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Temas teológicos del evangelio de San Juan. III. Cristo, María, la Iglesia

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Temas teológicos del evangelio de San Juan. III. Cristo, María, la Iglesia

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Tras dos volúmenes sobre los aspectos teológicos de La Creación y los conceptos de Verdad y Libertad en el Evangelio de san Juan, el autor completa su estudio con un tercer y último volumen, sobre Cristo, María y la Iglesia.Desarrolla los temas de Cristo Cordero de Dios, Nuevo Templo: él sigue presente y operativo en medio de los hombres, con el fin de salvarlos. La segunda parte trata sobre La Iglesia en oración, rememora las grandes Fiestas judías y su hondo sentido para los cristianos. La última parte trata de los sacramentos, en especial el Bautismo, la Eucaristía, la Penitencia y el Sacerdocio.

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Información

Año
2014
ISBN
9788432144332
Categoría
Religión
1. CRISTO, CORDERO DE DIOS
Posibles raíces semánticas
Cordero de Dios[1] es un título llamativo y poco usual, una de esas expresiones cargadas de misterio y de rico contenido teológico, que intentan explicar lo inefable. Fórmula todavía vigente, como lo muestra Juan Pablo II al hacerse eco de las palabras del Bautista, «mostrando con nuevo vigor a Cristo, el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo (Jn 1, 29), el Redentor, el Señor de la Historia»[2].
En el Nuevo Testamento, para designar a un cordero, se usan los vocablos griegos ἀμνος, αῤνίον, ἀρήν, amnós, arníon, arén. Los términos ἀμνος y αῤνίον, amnós y arníon sólo se aplican a Jesús. Por otro lado, mientras que en los escritos joánicos se identifica y representa a Cristo como un cordero[3], en los demás escritos neotestamentaros sólo se le compara con dicho cordero[4].
Para comprender el sentido de este título, podemos señalar cinco modos de aparecer la figura del cordero: a) como víctima del sacrificio de expiación; b) como cordero pascual; c) como representación del Siervo paciente de Is 53; d) como Mesías apocalíptico; e) referente al sacrificio de Isaac[5].
Así, pues, en primer lugar, el sentido sería sacrificial, como se deduce de los LXX, que lo usan un centenar de veces con referencia al sacrificio de los corderos. Esta connotación de sacrificio y debilidad habría inducido al autor del Apocalipsis a preferir αῤνίον, arníon, porque expresa mejor el aspecto de la debilidad del cordero, puesto que ἀμνος, amnós, sirve también para designar al guerrero triunfante que pisotea a sus enemigos[6]. Esta observación no significa que el Cordero en el Apocalipsis aparezca débil e indefenso, abatido e inerme. En más de una ocasión se habla de su poder y superioridad frente al enemigo, de su bravura y gallardía. Así vemos que la bestia y su secuaces «lucharán contra el Cordero; pero el Cordero y sus seguidores, los vencerán, porque es Señor de señores y Rey de reyes»[7].
El uso de ἆμνός, amnós, en el Evangelio de Juan podría derivarse de ciertos desarrollos teológicos, relacionados con la idea de expiación, sugeridos por el ambiente cristiano primitivo. De todas formas parece que la fórmula «Cordero de Dios» se hallaba en una tradición antigua, que Juan asume por estar en conformidad con su concepto cristológico[8]. Sin embargo, se puede pensar que el título se remonta al Bautista, aunque en un primer momento no se supiera bien qué significaba la fórmula en su campo semántico y teológico[9]. Barret estima posible que el Bautista, o al menos los primeros cristianos, pensara en el Mesías como el cordero apocalíptico destinado a ahuyentar el mal. No obstante, la teología cristiana reflexionó sobre la muerte de Jesús, y la liturgia primitiva desarrolló el concepto de la pascua cristiana. Por su parte, el evangelista Juan condensó la riqueza de este material en un término que, como otros usados por él, era al mismo tiempo judaico y helenístico, teológico y litúrgico. De esa forma se puso en el centro de la teología cristiana, de la liturgia y del arte la imagen del Agnus Dei qui tollit peccata mundi[10].
La idea del sufrimiento de Cristo era ajena a la tradición judaica, aunque hubiera algunos indicios de ella en diversos pasajes del Antiguo Testamento. La realidad de la muerte del Mesías impulsó a la comunidad cristiana primitiva a revisar ese acontecimiento a la luz de la Escrituras. De ahí que el título de Cordero de Dios sea el resultado de una combinación de nociones complementarias, relativas a la salvación. El evangelista las habría refundido pues se realizaron en Jesús. Por tanto, no es sorprendente que, bajo la misma imagen del cordero, se hayan entrelazado diversos temas[11].
Respecto al cordero como víctima de expiación, es cierto que el animal ordinario de los sacrificios expiatorios no era el cordero sino un toro o un macho cabrío[12]. Sin embargo en diversos pasajes se habla del sacrificio del cordero con valor de purificación y de remisión del pecado[13]. Además, tenemos el sacrificio llamado en hebreo תמיך, Tamyd. Era diario y se ofrecían en él dos corderos, uno por la mañana y otro por la tarde[14]. Este sacrificio pudiera ser fundamento de la expresión «el que quita el pecado del mundo»[15], avalada por las referencias del Apocalipsis a la sangre del cordero inmolado, derramada para el perdón de los pecados[16]. Aunque la repetición del sacrificio no armoniza con el sacrificio único de Jesús, es una posibilidad para afirmar que la muerte de Cristo como sacrificio es extraña al IV Evangelio[17].
Se puede admitir que el tema de la muerte expiatoria de Cristo, en el IV Evangelio, sea un tema secundario, pero de ninguna forma que esté ausente[18]. Por otro lado, tenemos que la concepción de la muerte de Cristo, como sacrificio expiatorio es importantísima en el Apocalipsis y en la primera epístola de Juan, en la que Cristo viene presentado como el que se ha manifestado para quitar el pecado[19], como redención (ἰλασμός, hilasmós) por los pecados del mundo[20].
Los que relacionan a Jesús con el cordero pascual, sostienen que, precisamente por esa relación, Juan señala la hora de su muerte, la de sexta, por ser la misma en que se realizaba la inmolación de los corderos en el Templo[21]. Por otro lado, hay más detalles que permiten pensar en el cordero del sacrificio. Así ocurre con el hisopo usado para darle vinagre, pues sugiere el hisopo que se usaba para untar las jambas de las puertas de las casas israelitas[22]. Lo mismo sucede con el rito de no romper ningún hueso al cordero del sacrificio[23], lo cual ocurre con Jesús, en contraposición con los dos ladrones cuyas piernas son quebrantadas, rotas. Por otro lado, en la legislación rabínica hay dos normas que pueden considerarse como apoyo de la relación de Cristo con el cordero pascual. Primero el mandato de desangrar la víctima[24], que recuerda la lanzada en la transfixión. Por otro lado el cordero era colocado sobre dos palos cruzados para asar al cordero, lo que evoca la crucifixión de Jesús. Son detalles, sin embargo, cuyo valor es discutido por diversos autores[25].
Respecto a la relación de Jesús con el Siervo de Yahwéh, es cierto que la comunidad primitiva lo identificaba con el Siervo de Deuteroisaías. El título de paîs, usado en los Hechos de los Apóstoles[26], fue pronto abandonado porque se consideró demasiado humilde en una etapa posterior[27]. En base a tales referencias el Bautista habría visto en Jesús al Siervo, pero no el que sufre según Is 53, sino el que se presenta como profeta y doctor según Is 42, 1-9[28].
Schnackenburg estima que, aunque...

Índice

  1. PORTADA
  2. PRÓLOGO
  3. PRESENTACIÓN
  4. I. CRISTO Y LA IGLESIA
  5. 1. Cristo, cordero de Dios
  6. 2. «Tanto amó Dios al mundo...»
  7. 3. Cristología joánica
  8. 4. Muéveme el verte...
  9. 5. El hijo del hombre
  10. 6. La Madre de Jesús
  11. 7. María en el calvario
  12. 8. Caná, Misterio luminoso
  13. 9. Evocación de la Iglesia
  14. 10. Iglesia, templo de Dios
  15. 11. Iglesia e iglesias en los escritos joaneos
  16. II. LA IGLESIA EN ORACIÓN
  17. 1. Culto y liturgia en San Juan
  18. 2. «Adorar en espíritu y en verdad»
  19. 3. Las fiestas en el IV Evangelio
  20. 4. En torno a la Verbum Domini
  21. 5. La religiosidad popular en el Nuevo Testamento
  22. 6. La flor del heno
  23. III. LOS SACRAMENTOS
  24. 1. Teología de los Sacramentos
  25. 2. El bautismo en el IV Evangelio
  26. 3. Sacramento de la penitencia en el IV Evangelio
  27. 4. Cristo, el pan vivo
  28. 5. Teología bíblica del sacerdocio. Aspectos joanneos
  29. 6. La escatología joánica
  30. 7. La palabra en la liturgia