El bolivarianismo-militarismo, una ideología de reemplazo
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El bolivarianismo-militarismo, una ideología de reemplazo

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El bolivarianismo-militarismo, una ideología de reemplazo

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El presente volumen, compilado a partir de un seminario de graduados impartido en el Center for Latin American Studies de la Universidad de Florida, reúne diversos ensayos y ponencias del historiador Germán Carrera Damas que analizan las perversiones que a lo largo de la historia, y en el presente venezolano, han asaltado al culto a Bolívar. El autor sostiene que, desde Páez a Guzmán Blanco, desde Gómez hasta Chávez, se ha recurrido a la figura de El Libertador convirtiendo el bolivarianismo en un fundamentalismo, en un culto sacralizado que, sumado al elemento militarista, resulta en un evidente extravío ideológico, mezcla de rancio autoritarismo y demagogia. Carrera Damas nos entrega un análisis de inobjetable rigurosidad intelectual que complementa y enriquece su extensa labor de investigación iniciada con "El culto a Bolívar" y que constata la permanente preocupación del autor por el destino de la democracia en Venezuela.

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Información

Año
2017
ISBN
9788417014421

Notas

1. Ponencia básica para un seminario dictado en la Universidad de Florida, Centro de Estudios Latinoamericanos, Cátedra de la Familia Bacardí para Investigadores Eminentes. Gainesville, FL., Estados Unidos de Norteamérica, semestre de otoño de 2000.
2. Como cabía esperarlo, la desorientación ideológica tiene expresiones colectivas e individuales. Pero no siempre es posible, mucho menos fácil, separar tales expresiones atendiendo a su índole y alcance. Es justamente en esta franja de indefinición donde encuentran terreno propicio las que en el presente estudio denomino «ideologías de reemplazo», como también los movimientos mesiánicos, los fundamentalismos y las actitudes mesiánicas, relacionados en mayor o menor escala con esas ideologías.
Se ha ofrecido como ejemplo de desorientación ideológica colectiva el reciente movimiento estudiantil que paralizó durante unos nueve meses la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Al parecer en su desarrollo se practicaron procedimientos que lo diferenciaron radicalmente de las tradicionales huelgas de estudiantes universitarios. Para algunos observadores lo resaltante fue la ausencia de contenidos ideológicos, que de alguna manera se identificaran con las tendencias ideológicas vigentes hasta hace poco tiempo. El movimiento fue calificado de anárquico por exhibir la que fue interpretada como una total desorientación ideológica, si bien los recientes acontecimientos de Seattle, Washington y Praga, con motivo de importantes reuniones económicas y financieras internacionales, parecieran indicar que más que ausencia de contenidos ideológicos lo que estos movimientos sugieren es una búsqueda primaria de nuevas orientaciones ideológicas. Sin embargo, esto mismo abonaría también la tesis de la desorientación ideológica.
En un artículo titulado «Young and Anarchic, the Angry Left is Reborn in Mexico», Julia Roberts dice que lo sucedido en la UNAM «...revealed a new kind of leftist movement, one whose new foe is the global economy (...) But the conundrum for their movement was that the new adversary –globalism– was faceless. It was a product of commerce and technology more than of government or guns. It was emerging everywhere at once, with no clear alternative in sight».
La explicación de esta conducta parece sencilla: «If the student were confronting anarchic change, they met it with an anarchic movement. The strike steering committee took over the campus, using barbed wire to keep other students out. They elected no outstanding leaders and took their decisions in chaotic all-night assemblies. Over the months the university conceded demand after demand, but the strikers only upped the ante».
En suma, «...it seemed that the strike had been an end in itself, a form of complete resistance against social and economic changes they could never hope to control».
Un acabado ejemplo de desorientación ideológica individual se ofrece en una larga entrevista, recogida por Agustín Blanco Muñoz en un volumen intitulado Venezuela del 04F-92 al 06D-98. Habla el comandante Hugo Chávez Frías, concedida por el teniente coronel golpista sobreseído Hugo Chávez Frías, cuando era candidato a la Presidencia de Venezuela.
El declarante comenzó haciendo una rotunda afirmación: «Con frecuencia nos conseguimos con gente que habla del fin de la historia, del fin de la ideología comunista. Eso no significa que el comunismo no tenga un planteamiento científico como idea y como método. No estamos señalando que no sirva para nada. Pero estamos convencidos de que el comunismo no es la ideología a través de la cual se va a conducir el futuro venezolano. Hablo del marxismo puro. Y por otra parte, vemos esta ideología democrática neoliberal, capitalista, que hemos conocido y nos ha llevado a este desastre. Son dos líneas de pensamiento, y hasta pudiéramos optar por una tercera: la de los tecnócratas, como otra alternativa» (pp. 69-70).
Dicho esto, confesó tener un conocimiento muy rudimentario del marxismo, lo cual no le incomodó para hacer generalizaciones como la precedente y la siguiente: «Yo no puedo adueñarme ahora del pensamiento marxista y declararme como tal, porque no lo conozco. Yo nunca leí El Capital. He leído elementos del marxismo, pero de forma superficial. Para yo decir: soy marxista, debería conocerlo a fondo. ¿Soy cristiano? No, no conozco la teoría cristiana ni la practico...».
Igualmente rechazó todo intento de ubicarlo en la gama ideológica tradicional: «Ahora, una vez un periodista –estoy recordando– me preguntaba: ¿dónde se ubica usted? ¿En la izquierda o en la derecha? No sé, no me ubico. Yo me niego a ubicarme, a limitarme a un sector que además no está bien definido, cuál es izquierda y cuál es derecha. Entonces me preguntaba: pero es que todo lo que usted me ha dicho es de izquierda. Bueno, ese es su punto de vista, su enfoque. Ahora yo mismo, no estoy ubicado en ese sector» (p. 74).
Dicho lo cual se extendió en una caótica exposición de la búsqueda ideológica que llevó a los conjurados, con él, a formular la pintoresca seudodoctrina que denominan «El árbol de las tres raíces»: «Voy a tratar de explicar eso con una figura. Primero para explicarnos a nosotros mismos, en esos años, de la construcción del movimiento y de la ideología que nos movía. Después de muchas discusiones llegamos allí. Y creemos que eso explica esa aparente contradicción, que a lo mejor no es aparente, sino que está allí. Fíjate, yo te hablaba de Miranda [Francisco de], y hay otro ejemplo que estudiábamos mucho, no de pensadores, pero sí de actores, que fueron los hermanos Farfán, Francisco y Juan Pablo, que hicieron una rebelión en contra de Páez [general José Antonio] (...) Pudiésemos ampliar esto y no hacer tres, sino quinientas fuentes, y en verdad cuando decimos tres no son en verdad fuentes, hablamos de tres raíces, de tres figuras. Porque del marxismo hay que beber, del planteamiento liberal, del estructuralismo hay que beber, de muchas corrientes. Del cristianismo hay que beber, de los pensadores clásicos de la antigüedad. Son fuentes. Cuando nosotros hablamos de estas tres figuras [Simón Bolívar, Ezequiel Zamora y Simón Rodríguez], hablamos de tres raíces. Entonces la figura que te mencionaba al inicio, es el árbol de tres raíces, con un tronco, con ramas y un follaje de trescientos sesenta grados. Ese árbol toma del subsuelo y de más allá de la atmósfera, de los rayos del sol, del infinito casi, para poder crecer y vivir. Entonces toma del ambiente, del entorno, desde el sol hasta la sombra es una fuente para ese árbol, desde la luz hasta la sombra, desde el ápice de las raíces, toma. Con eso nos explicábamos, porque mucha gente nos preguntaba por Miranda [Francisco de], que fue precursor de la independencia. Estando preso, recuerdo que una vez nos llegó un afiche que hablaba de las cinco raíces, de un grupo. Y tuvimos que discutirlo bastante. Ellos planteaban Guaicaipuro, como representante de la lucha indígena. Y especialmente porque la rebelión nuestra fue cuando los quinientos años de lo que ustedes [se refiere al entrevistador] llaman los No Descubiertos. Y después apareció otro grupo que planteaba que el cantor Alí [Primera] fuese otra raíz» (pp. 74-75).
La imagen del «Árbol de las tres raíces», alusivas a Simón Bolívar, Simón Rodríguez y Ezequiel Zamora, es decir a las figuras históricas que Hugo Chávez considera personificaciones del líder, el ideólogo y el guerrero popular, respectivamente, parece corresponderse con la percepción totémica de un árbol bautizado «El Samán de Güere», por estar cerca de la población de ese nombre. Ha sido convertido en una suerte de árbol sagrado por el culto bolivariano tradicional, dada la circunstancia de que en algún momento Simón Bolívar se cobijó bajo su sombra. Muy sintomáticamente, los conspiradores, con Hugo Chávez Frías a la cabeza, se juramentaron a su pie, ritual que fue realizado igualmente por el también teniente coronel sobreseído Francisco Arias Cárdenas, ahora enfrentado a su compañero de aventura Hugo Chávez Frías, junto con algunos de sus seguidores, en marzo de 2000.
En consecuencia con la mejor tradición, no puede concebirse una conjura sin un sagrado juramento de los conjurados, si bien está visto que en el presente caso ello no fue garantía de fidelidad. Uno de los ahora seguidores de Francisco Arias Cárdenas, Yoel Acosta Chirinos, procura hoy la reconciliación con Hugo Chávez Frías: «Acosta Chirinos, quien ejerció como coordinador nacional del MVR [Movimiento Quinta República] hasta que hizo causa común con Arias Cárdenas y Urdaneta, en la llamada ‘Declaración de los comandantes del 4-F’, en la cual se hicieron duros cuestionamientos contra el Presidente y su Gobierno, cree ahora que debe estar al lado de Chávez, ‘para ir juntos en pos del cambio’». («¿Lealtad o traición? Acosta Chirinos está dispuesto a volver con Chávez». El Nacional, Caracas, 10 de noviembre de 2000).
Pero lo significativo en los casos comentados es la relación del juramento con Simón Bolívar, aunque cambie la naturaleza del objeto que lo represente. Queda revelado así que el juramento se ha prestado indirectamente ante Simón Bolívar, lo que acentuaría el significado patriótico del juramento, y se supone que también lo depura de la sospecha de encubrir censurables propósitos. William Izarra, otro de los militares conspiradores, promotor de su propio movimiento: ARMA [Alianza Revolucionaria de Militares Activos), declaró a Alberto Garrido: «Sí. Nosotros teníamos nuestro juramento. Así como se conoció que el MBR [Movimiento Bolivariano Revolucionario] hacía su juramento ante el Samán de Güere, nosotros jurábamos ante el Panteón Nacional... Y se entregaba una moneda, que era un símbolo para cada oficial que se comprometía ante el Panteón con su juramento revolucionario». (Guerrilla y conspiración militar en Venezuela. Testimonios de Douglas Bravo, William Izarra y Francisco Prada, p. 75).
Necesitados de juramentarse ante Simón Bolívar, e imposibilitados de hacerlo ante el monumento funerario, en el Panteón Nacional, lo que además habría sido imitar el ritual inaugurado por el general Eleazar López Contreras, como su primer acto público al asumir la Presidencia de la República (véase en el texto la nota N° 39), los conspiradores tuvieron que conformarse con establecer una línea indirecta con su santo patrono, bien fuera juramentándose al pie del vetusto Samán de Güere, bien fuera ante el edificio del Panteón Nacional.
Este simbolismo hace recordar lo que escribió un político y letrado venezolano de no muy loable trayectoria: «...los más letales efectos de la falsificación de la historia se producen en la conciencia histórica de los pueblos»; según Rafael López Baralt [1855-1918]: «Si se falsea la historia, se siembra en la conciencia de los pueblos errores que pueden serles fatales mañana en la escogencia de los medios á que han de pedir su salvación en casos dados». (Epígrafe seleccionado por Domingo Antonio Olavarría [Luis Ruiz], en su obra Historia patria. X Estudio histórico político. Refutación del «Manifiesto Liberal» de 1893, p. 148.
Casi un siglo después, y mediando los excesos del culto heroico bolivariano convertido en eje de la historia oficial, se ha visto confirmada la prevención del médico historiador, como lo ilustra la siguiente participación de fe conspirativa, publicada en el diario El Universal, Caracas, el 3 de noviembre de 1992: «Hago del conocimiento a [sic] los miembros de las FF.AA. [Fuerzas Armadas], y de la opinión pública en general, que pertenezco al Movimiento Bolivariano Revolucionario 200, desde su misma raíz en el año 1983, cuando en compañía del para entonces capitán Hugo Rafael Chávez Frías y Felipe Acosta Carles, juramos ante el histórico monumento [sic] del Samán de Güere rescatar la dignidad e identidad de nuestro pueblo venezolano, vilmente ultrajadas por la dirigencia política del país. (Fdo.) Tcnel. (EM) Jesús E. Urdaneta Hernández». (Germán Carrera Damas, Aviso a los historiadores críticos: «...tantos peligros como corre la verdad en manos del historiador...», Andrés Bello, p. 396).
El alcance de esta aparente ingenuidad totémica, reveladora de una falta de coherencia ideológica rayana en lo pintoresco, no debe ser desdeñado en cuanto a su poder vinculante, al ejercerse en el ámbito de una mentalidad militarista de bajo nivel cultural, como es el caso en estudio.
Pero si bien el desconcierto ideológico se da también en forma individual, y no sólo colectiva, ello no significa que no pueda darse simultáneamente en varios y diversos individuos, ni que deje de asumir grados diversos de virulencia. Puede alcanzar niveles de alta peligrosidad, como en el caso del delirante colaborador de Hugo Chávez Frías, Carlos Lanz Rodríguez, delegado y coordinador del Proyecto Educativo Nacional, encargado de convertir el área educativa en un aparato de indoctrinamiento mediante la elaboración de un Proyecto (Constituyente) Educativo Nacional. Declaró recientemente: «Soy gramsciano desde el punto de vista filosófico, y mis ideas son un compendio de la teología de la liberación, el marxismo, el bolivarianismo, la indianidad y el cimarronismo». (Pedro Llorens/Alfredo Meza, «Programa educativo del Chavismo: Ideólogo de MinEducación se inspira en Bolívar, Marx y Gramsci». El Nacional, Caracas, 27 de agosto de 2000).
Quizás por considerársele una añagaza ideológica eficaz, quizás porque ella sólo tiene de verdad el dar prueba de la capacidad demostrada por Hugo Chávez para adoptar ideas; pero quizás sobre todo por preservar el propio bolivarianismo, es decir, por supuesto, «el auténtico», al bolivarianismo de Hugo Chávez Frías le han brotado contendores. Uno de ellos es Douglas Bravo, quien fuera jefe de un derrotado frente guerrillero en los años 60. En una reciente entrevista concedida al periodista Alberto Garrido, recogida en un volumen (op. cit.), el ex guerrillero ofrece el siguiente pintoresco testimonio: «Hay un elemento que nosotros no percibíamos bien en un período determinado, pero cuando fue tomando cuerpo produjo, por sus propias peculiaridades, una doctrina autónoma, independiente, que quiso, al menos en los primeros momentos, que el marxismo bajara a nuestra geografía y tomara el contenido de los andes, el contenido de los llanos, el contenido de la selva, el contenido de la indianidad, el contenido de la negrura, que no tenía la doctrina en abstracto».
Al observarle el periodista «...que una buena parte del discurso de Chávez contiene estos pensamientos», Douglas Bravo añadió: «Exacto. Te voy a explicar. Cuando a nosotros nos expulsan del Partido Comunista es porque estamos reivindicando los elementos teóricos de Simón Bolívar, de Simón Rodríguez, de Zamora y de otros pensadores nuestros, cuyos postulados chocaban con los de la ortodoxia del pensamiento soviético. Por ejemplo, había planteamientos de Simón Rodríguez que significaban una ruptura, para usar una palabra dominguera y clásica, con la filosofía que nos llegaba de Europa. Decir por ejemplo que era necesario errar o inventar [la expresión de Simón Rodríguez, referida al tránsito desde la monarquía colonial a la República, reza: ‘O inventamos o erramos’, lo que sí tenía sentido, G.C.D.] chocaba con un pensamiento que sostenía que ya no había por qué inventar nada. Nosotros redactamos un documento que publicó Pedro Duno llamado ‘Marxismo-leninismo-bolivariano’ [aún no he podido localizarlo, G.C.D.], donde por primera vez se planteó el problema de la nacionalización del pensamiento revolucionario» (pp. 34-35). Véanse, sobre este último punto, las «Consideraciones finales» y la nota N° 40.
Simón Sáez Mérida, fundador del MIR (Movimiento de Izquierda Revolucionaria) y secretario general de AD (Acción Democrática) en la clandestinidad durante la dictadura del general Marcos Pérez Jiménez, declaró sobre esta abigarrada base ideológica del denominado «chavismo»: «El árbol de las tres raíces –Bolívar, Rodríguez y Zamora–, base teórica del levantamiento del 4 de febrero, es un planteamiento ritualista, muy del gusto rimbombante de ciertos sectores castrenses. Salvo las invocaciones devocionarias y el uso de frases fuera de contexto, no hay ninguna seriedad en el análisis del pensamiento de Simón Bolívar, sino mucho discurso vacío, mucha palabrería inútil y mucha generalización. En las piezas centrales de Bolívar existen constantes políticas e ideológicas, pero se trata de un pensamiento disperso y contradictorio que responde a situaciones políticas concretas. Sin embargo, se ha utilizado para las legitimaciones más diversas. Guzmán Blanco lo utilizó para armar su ‘religión laica’ y adocenar la historia oficial; los ideólogos del gomecismo lo ensamblaron para legitimar al ‘gendarme necesario’. Algunos de esos rituales continuaron en los 40 años de democracia bipartidista, para rebrotar ahora abrumados de palabras y algarabías, en máscaras y cartones. ¿Qué decir de la ‘raíz’ de Simón Rodríguez? Las citas han sido entresacadas con las mismas pinzas que desdentaron a Bolívar, sin tocar la densidad de su pensamiento ni su capacidad crítica y subversiva. No se aborda la riqueza de su pensamiento económico que desplumaba teóricamente el librecambismo de entonces, aunque muchos de cuyos criterios pueden ser reevaluados para análisis contemporáneo. Entonces, ¿cuál ‘raíz’? Acaso adventicia y parásita. ¿Y del gran guerrero y luchador social Ezequiel Zamora? Muy poco. Si fue leído y estudiado como estratega y táctico, muy poco se aplicó el 4 de febrero. ¿Y de su valor y tenacidad combatiente? Estamos seguros que esta ‘raíz’ será un cartelón más, y la más fantasmal de todas. Las tres ‘raíces’ están agónicas por la politiquería y la repetición, en el mismo trance del Samán de Güere» (Ramón Hernández, «Simón Sáez Mérida: El Gobierno de Chávez es la continuación de la Agenda Venezuela». El Nacional, Caracas, 12 de noviembre de 2000).
Pero la imagen de «El Árbol de las Tres Raíces», que se pretende poética, tuvo un antecedente bast...

Índice

  1. Prólogo
  2. Introducción
  3. Alternativas ideológicas en América Latina contemporánea
  4. Una ideología de reemplazo
  5. El bolivarianismo-militarismo como ideología de reemplazo
  6. El legado oculto de Simón Bolívar
  7. Dos legados ocultos y un mensaje tácito
  8. Simón Bolívar: ideologización e historiografía
  9. Bolívar, la revolución de la independencia y la creación del sistema republicano
  10. Notas
  11. Créditos