IV.
La perplejidad del quetzal Tesis y lecciones sobre la construcción de la paz en Guatemala
1.
Planteamiento
El presente ensayo no pretende ofrecer un análisis completo del cómo, qué y por qué del proceso que llevó, hace diez años, a la firma de los Acuerdos de Paz de Guatemala y posteriormente a su ejecución. Pretende, en esta fecha simbólica, constituir un instrumento para la reflexión sobre el proceso guatemalteco, de creación de pensamiento para la acción, volver la vista atrás para contribuir a crear hojas de ruta hacia adelante; plantear preguntas, hipótesis, análisis, sugerencias, que contribuyan a la alquimia de transformar la memoria en esperanza. Pues si, como decía María Zambrano, ni el pasado ni el futuro existen, sino el presente del pasado, o la memoria, y el presente del futuro, o la esperanza, la memoria puede transformarse en esperanza, y necesita para ello sus alquimias, sus parteras.
No pretende, tampoco, afirmar, sino sugerir. Responde a una vocación mayéutica, de contribuir mayéuticamente a unas jornadas mayéuticas, con ocasión del décimo aniversario de la firma de los Acuerdos, de reunión de muchos de quienes estuvieron en su negociación y ejecución para hacer un alto en el camino y extraer lecciones sobre el proceso, sus luces y sus sombras, que puedan resultar útiles para la construcción de la Guatemala del futuro.
Se trata, desde luego, de una reflexión y visión personal, desde uno de los muchos posibles vértices de una realidad poliédrica, con la vocación no tanto de convencer a quienes la contemplen desde otros vértices, sino de despertar su pasión o interés en otros de iluminar desde su vértice el proceso guatemalteco y ofrecer y compartir su visión.
Pretende para ello realizar un recorrido intelectual en cuatro etapas, partiendo de unas consideraciones previas sobre la problemática de la construcción del Estado, la paz, la democracia y el desarrollo en Guatemala, y siguiendo por una visión global de la negociación, una visión global de la ejecución, especialmente desde la perspectiva de la Comunidad Internacional, para acabar nuestro viaje en la formulación de algunas tesis, preguntas y lecciones aprendidas que puedan resultar útiles para la definición de una hoja de ruta mirando hacia delante.
2.
Consideraciones previas. La problemática de la construcción del Estado, la paz, la democracia y el desarrollo en Guatemala
¿Cuál es el punto de partida? Toda aproximación a Guatemala y su proceso debería tal vez hacerse desde la pregunta sobre cuál es, cuáles son, los problemas y los retos que afronta Guatemala globalmente, como tantas otras naciones, en su proceso histórico.
Podríamos destacar entre ellos la problemática y reto de su construcción nacional, determinada en buena medida por su componente indígena. De construcción de un nosotros en que nos=otros, de cultura compartida y al tiempo de respeto y aprecio de la diversidad cultural.
La de su viabilidad socioeconómica, en ese edificio de cinco pisos con condiciones de vida, desarrollo y esperanza radicalmente desiguales, metáfora con que Edelberto Torres-Rivas nos describe la sociedad guatemalteca. Lo que nos lleva a la problemática y reto de su modelo de crecimiento y de distribución de la renta y de su estructura social. Cuya evolución futura está fuertemente condicionada por las posibles reformas en los ámbitos agrario y fiscal.
La de la participación política y el ejercicio efectivo de la ciudadanía, y de estructuración del sistema político, de la capacidad de articulación de las demandas de los ciudadanos y de respuesta efectiva de éste a las mismas. Lo que nos lleva a la problemática y retos de las políticas públicas, a la necesidad de un Estado no anémico, a la configuración de la cultura política.
Preguntas frente a las que caben diferentes respuestas conceptuales o posibles caracterizaciones de la problemática y retos de Guatemala, ideas fuerza o palabras talismán:
• Democracia. Pues si bien en Guatemala la transición a la democracia puede darse definitivamente por concluida, ésta ha sido –siguiendo la conceptualización del informe sobre el estado de la democracia en América Latina del pnud– a la democracia electoral, a partir de la cual avanzar en la construcción de la social y ciudadana.
• Desarrollo humano, que implica, a su vez, democracia y Estado, y respeto y promoción de la diversidad cultural como componente esencial del mismo (Informe de desarrollo humano 2004).
• Precariedad del Estado. Problemática de su anemia o robustez, de los medios de que dispone para desarrollar políticas públicas y responder efectivamente a las demandas de los ciudadanos, de su legitimidad, eficacia y movilización –factores definidos como determinantes de la estabilidad y cambio político por Leonardo Morlino–.
• Paz. En la que pueden confluir todas las caracterizaciones o ideas fuerza anteriores si adoptamos el concepto de paz positiva, que Galtung define como ausencia de violencia directa, estructural (ausencia o deficiencia, en definitiva, de democracia y desarrollo) y cultural, determinada por cosmovisiones que alientan el conflicto.
Paz, pues en definitiva abordamos el proceso guatemalteco como proceso de paz, sobre la que procede señalar algunas hipótesis o ideas subyacentes, relevantes a la hora de abordar el proceso guatemalteco. Como que la paz no es estática, sino dinámica: se construye continuamente, y continuamente se puede destruir. O como que no hay paz absoluta ni conflicto absoluto, sino diferentes grados de paz. Y de conflicto. La paz no es un estadio, sino por definición un objetivo. O como que la paz es un proceso. Lo que plantea como objetivo de nuestro análisis no tanto, o no sólo, el proceso de paz, sino la paz como proceso. O como que el conflicto es consustancial e inherente a la naturaleza humana, y el reto de la construcción de la paz es transformarlo por la vía no violenta.
Ideas a la luz de las cuales la construcción de la paz en Guatemala no consiste, sólo, en la supresión de la violencia directa de manera estructurada, con pretensión de legitimidad y construcción de un sistema político alternativo, de modo que todos los actores relevantes acepten las reglas del juego político y, en expresión de Linz, la democracia sea “el único casino de la ciudad”. La construcción de la paz en Guatemala y su reto es, también, la supresión, superación o transformación de la violencia estructural y de la violencia cultural.
A la hora de afrontar la pregunta sobre los logros y fracasos de los Acuerdos de paz de Guatemala, se plantea a mi juicio una hipótesis inspiradora a modo de consideración previa: la de que los Acuerdos de paz tienen siempre, por definición, un componente utópico, simbólico, que tiene valor en sí mismo con independencia de su traslado del papel a la realidad. Valor, en el caso de Guatemala, único en su proceso de construcción histórica, verdadero texto constituyente de la nación, pues difícilmente ningún otro texto ha concitado la participación, representación y esfuerzo en su alumbramiento como referente fundacional de la Guatemala del futuro. Constitución subyacente que afirma su valor tanto en el qué como en el cómo. Pues si en el segundo la asociación de la Asamblea de los Sectores Civiles, el Grupo de Amigos y otros mecanismos posibilita la confluencia de la más amplia representación de las voces relevantes de la sociedad nacional e internacional en el proceso negociador, y su carácter de acuerdos de principios y mecanismos abren cauces de participación de los actores relevantes en las comisiones que instituyen, en el primero se constituyen en su contenido los Acuerdos en el diagnóstico de las grandes cuestiones de la agenda nacional para la paz positiva, rostro/ensueño de la Guatemala deseable y deseada, Ítaca hacia la que navegar. Así, más allá o más acá de su traslado del papel a la realidad, los Acuerdos constituyen, ya en sí mismos, un gran cambio fundacional para Guatemala. Valor de tener un papel que trasladar a la realidad, una meta hacia la que definir nuevas hojas de ruta, o al menos una base a partir o sobre la que definir nuevas metas. Tal es el sentido último de celebrar un seminario sobre su décimo aniversario, de volver la vista atrás para reflexionar sobre ellos en clave de construcción de futuro con ocasión de este; el de intentar seguir contando con ellos, utilizarlos, para la construcción de la paz.
Se plantean, al volver la vista atrás, las preguntas de qué, por qué y cómo pasó, en la negociación y la ejecución, el reto de extraer las lecciones aprendidas para la construcción de la paz, para de ellas, de los Acuerdos y su contenido, desde una concepción de paz positiva definir elementos para nuevas hojas de ruta.
3.
La construcción de la paz en Guatemala y la negociación de los Acuerdos de Paz
La foto de la firma del Acuerdo de Paz Firme y Duradera entre el Gobierno de Guatemala y la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca (urng) el 29 de diciembre de 1996 constituyó al mismo tiempo el símbolo de la culminación de un largo camino recorrido y del inicio de otro, planteando a quien desee comprender su significado último el doble interrogante respecto a los caminos de los que constituyó fin y principio.
En el origen del proceso negociador
En el origen de la negociación el conflicto que la hace necesaria. En el del conflicto, una realidad estructural y unas circunstancias o acontecimientos históricos. La realidad de un país de 108.889 km2 y más de 10 millones de habitantes, de los cuales más del 60% indígenas, principalmente de origen maya, más del 40% analfabetos y el 59% población rural. Donde se habla además del español 20 idiomas mayenses y se registran notables desigualdades en la distribución de la renta, tanto geográficamente como entre la población. Un país situado en una zona considerada por Estados Unidos como vital para su seguridad nacional, condicionada históricamente en su evolución interna por su inserción internacional. Un país que se ha planteado históricamente, se plantea, partiendo de su realidad, la construcción de su viabilidad en lo económico, lo social y lo político. Reto también de la participación de la mayoría de la población en la construcción de ese modelo viable, al que en sus circunstancias históricas pretendieron responder las políticas de los presidentes Arévalo (1945-1950) y Arbenz (1950-54), tanto en el fondo, al impulsar reformas estructurales, como en la forma, al promover la participación política de la ciudadanía.
El golpe militar del coronel Carlos Castillo Armas con el apoyo de Estados Unidos, siguiendo los vientos de la Guerra Fría, truncará bruscamente la “primavera guatemalteca” y helará sus flores, inaugurando una larga etapa de congelación tanto en el fondo –mantenimiento sin alternativas del “statu quo”– como en la forma –cierre de los espacios para la participación política–. Congelación justificada por un discurso de seguridad nacional –del Estado guatemalteco y de los Estados Unidos de la Guerra Fría– y traducida en una dinámica de recurso a la violencia para defender el mantenimiento del modelo económico, social y político, o su evolución alternativa. Golpe de 1954 en definitiva clave explicativa insustituible tanto del conflicto como –cuarenta y dos años, más de ciento cincuenta mil muertos, un millón de desplazados y cien mil refugiados después– de su solución negociada, en relación con el que el Acuerdo de Paz Firme y Duradera –diagnóstico y proyecto completo de las reformas a realizar...