El terrorismo, la guerra y la paz explicado con principios de coaching sistémico
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El terrorismo, la guerra y la paz explicado con principios de coaching sistémico

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El terrorismo, la guerra y la paz explicado con principios de coaching sistémico

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Estamos en guerra. No sé si cuando este libro caiga en tus manos habrá estallado ya una guerra abierta entre la modernidad y el fundamentalismo religioso que quiere imponer su ley por la fuerza, o habremos logrado reducir los efectivos terroristas lo suficiente como para afirmar que nuestra modernidad está a salvo.El enfoque sistémico en relación a la guerra, el terrorismo y la paz, nos lleva a entender cómo se organiza el principio de belicismo, terror y violencia, o la acción pacífica y amorosa, para actuar en este contexto global que es el mundo.

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Información

Editorial
Kolima Books
Año
2016
ISBN
9788416364572

II. LA IDEA DE GUERRA Y SU ANTAGONISTA, LA PAZ

¿Qué es la guerra?

Solemos asociar la palabra guerra a los conflictos armados que desencadena una situación de tensión socio-política prolongada en el tiempo, y que en algún momento se hace insostenible estallando en lo que comúnmente conocemos como una guerra.
También solemos hablar de guerra en contextos de mercado y economía, cuando decimos que una empresa ha declarado la guerra a otra para ganar cuota de mercado, o más específicamente, para robarle parte de su cuota de mercado a su contrincante. La guerra sucede entre pueblos, entre vecinos, e incluso entre hermanos. No es necesario que haya belicismo armamentístico en un sentido estricto. La guerra se hace también con el silencio, con la acción comercial coordinada y dirigida con un objetivo de victoria, incluso a través de la paz, aunque ésta sea una forma anómala de guerra que rechaza cualquier idea de violencia.
La idea de que la paz sea también una forma de guerra puede llegar a producirnos rechazo. Los pacíficos negamos esta posibilidad porque rehusamos ser partícipes de nada que genere o promueva violencia a nuestro alrededor. Sin embargo, la acción pacífica es susceptible de generar altas dosis de violencia en el interior de quienes están acostumbrados a recibir una respuesta violenta a sus propias acciones violentas, poniendo en grave peligro la estabilidad interna del atacante. Es una guerra al orden interno, que lo hace estallar por los aires.
Esto explica que el acto pacífico de comprensión y perdón que, por ejemplo, han protagonizado personajes de nuestra historia como el Papa Juan Pablo II, pudiera conducir al arrepentimiento a quien atentó contra su vida. La historia posterior de Alí Agca, el hombre que quiso matar al entonces Papa en mayo de 1981, está llena de contradicciones, de idas y venidas a favor del Islam, de posible conversión al cristianismo, de avisos al Papa Benedicto de posibles atentados contra su vida en Turquía, de declaraciones mesiánicas, de intentos de entrevistarse con el actual Papa Francisco, y predicciones sobre un inminente fin de la Humanidad. No podemos saber si el atacante se arrepintió de su acto de guerra a mano armada, pero parece lógico deducir de toda la reactiva posterior protagonizada por Alí Agca, autobiografía incluida, que la acción pacífica del entonces Pontífice hizo quebrar en buena medida el orden interno de su atacante. La paz hizo su propia guerra contra el ejército organizado en el interior del ejecutor.
Esto es importante para entender la guerra y su fundamento desde una perspectiva sistémica. Los sistemas se organizan de diferentes maneras:
  1. En relación de autoidentidad.
  2. En relación de polaridad, conflicto o tensión.
  3. En relación de complementariedad y generación de sinergia.

Sistemas en relación de autoidentidad

La relación de sistemas que operan de forma autoidéntica en diferentes escalas, desarrolla dos tipos de estructura:
  1. Una estructura que podríamos llamar de anillos concéntricos, de forma que cada sistema es idéntico a aquellos con los que comparte esta relación, pero actúa a diferente escala, de mayor a menor o a la inversa.
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    Figura 1. Representación de sistemas autoidénticos
  2. Una estructura más compleja, que en línea con lo anterior podríamos llamar de anillos paralelos, que a su vez pueden mantener cada uno relaciones de estructura concéntrica con tantos otros sistemas idénticos y a mayor o menor escala. Para entenderlo, imaginemos el sistema que conforman una serie de planetas alrededor de una estrella, pero en diferentes galaxias. En una panorámica más amplia, igual que en el caso de la estructura anterior, conforman un solo sistema. Siguiendo el ejemplo anterior, ese sistema global alberga estrellas en diferentes galaxias, y planetas girando alrededor de esas estrellas. Es el llamado Infinito. Sistemas engarzados en una estructura única, independientes, podríamos decir operativamente hablando, pero actuando en conjunción, por orden de un sistema mayor. La conjunción es invisible, un nexo de unión que nuestra mente humana no puede percibir. Para eso existe la ciencia que poco a poco va desgranando sus verdades sobre el misterio de la existencia. Otros preferimos la propuesta noética por la que el conocimiento directo que procede de nuestro interior (esto nos lleva a la figura de algunos seres excepcionales que con su extraordinario saber marcaron hitos de nuestra Historia) es tanto o más válido que la ciencia empírica.
    Pero lo que aquí nos interesa es tratar de buscar una analogía estructural que ayude a comprender cómo operan las partes dentro de un sistema, cómo los sistemas son partes de sistemas mayores, y cómo, el espacio y el tiempo que conocemos imponen límites a la comprensión de la totalidad que gobierna la existencia. Todo lo que haya existido, existe o existirá, es idéntico entre sí.
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    Figura 2. Representación de sistemas paralelos y relación de autoidentidad en diferentes planos
Ambas estructuras, concéntrica y paralela, son ejemplos de expansión de un sistema regido por los mismos principios de acción y con un mismo fin. Con variantes tácticas según su marco de referencia para la acción, cada sistema de forma independiente y en su «territorio», sigue objetivos comunes y persigue un «bien» igualmente común. Este es el principio que explica la expansión de movimientos de masas, tanto pacifistas como belicistas. Personas en diferentes lugares, que pueden ser afines a ideologías distintas, hombres o mujeres, de distintas edades, que jamás han entrado en contacto, e incluso en diferentes momentos históricos, conforman una suerte de sistema que comúnmente llamamos el Bien (elección de causar «beneficio» a otros seres vivos mientras perseguimos nuestro propio «bien»), o su opuesto el Mal (elección de causar «daño» y/o indiferencia por la idea de «bien» para con los otros, mientras perseguimos lo que (creemos) que a nosotros nos repercutirá algún tipo de «bien»).
Creo útil hacer en este punto un inciso en línea con la idea de totalidad ya expuesta. La propuesta de sistema que abordamos aquí no está asociada solamente a nuestra experiencia presente, o dicho de otro modo, se pretende aprehender los sistemas como entes activos aun en estado de latencia. Aunque tengamos la tendencia a concebir el presente tangible como lo que está actuando directamente sobre la vida y causando efectos en ella, esta obra propone que hay una especie de lenguaje o programación subyacente que está activa y perdura en el tiempo aunque no parezca manifiesta, por ejemplo, durante todo un período de la Historia. Por eso la anticipación es fundamental para la corrección de los sistemas antes de que se desencadenen circunstancias nocivas para el propio sistema. Saber que el silencio o aparente inmovilidad guarda dentro de sí toda la información de lo que puede llegar a manifestarse, es clave para el discurrir armónico del sistema.
La imagen visual que se me ocurre, es la de un río (por ejemplo en España nuestro río Guadiana), que a lo largo de kilómetros (y el tiempo que tardamos en recorrerlos), desaparece de la vista y discurre bajo tierra, para salir de nuevo a la superficie cuando las condiciones lo propician. La guerra, como sistema, también subyace a la armonía y la paz. El movimiento subyace a la aparente inmovilidad o estabilidad. En tiempos de paz, la guerra discurre bajo tierra, porque es un sistema vivo que busca las condiciones idóneas para salir a la superficie y mostrarse. La guerra como sistema siempre está viva.

Sistemas en relación de polaridad

La relación de polaridad, es el paso inmediatamente anterior a la guerra. La polaridad encierra tensión subyacente, y esto es el alma de todo conflicto. Tratemos de verlo a nuestro alrededor en todos los pares de opuestos que conforman la existencia humana. Lo masculino entra en conflicto con lo femenino porque son polos opuestos, o tienen entre sí una relación de polaridad. La izquierda política establece su conflicto con la derecha porque son dos extremos en inevitable tensión. La luz rompe la oscuridad, y la oscuridad extingue la luz. Siendo los opuestos la misma cosa, grados de la misma esencia, nuestro mundo físico es una constante de tensión entre polos que en su síntesis son lo mismo. Pero mientras que la rotura del día cuando se hace la noche, no provoca un río de dolor en nuestras emociones, la rotura de la paz a base de violencia y muerte, nos hiela la sangre. Aunque todo sea idéntico, algo ha de ir mal si nuestros actos como consecuencia de la tensión entre opuestos, provocan heridas sangrantes.
Podemos concluir, entonces (y dejando por ahora al margen la conclusión de que lo humano viene a ser igual pero también a cambiar el programa esencial), que la polaridad o tensión entre opuestos es una ley necesaria para la vida. Como también lo es la tendencia a la armonía o búsqueda de armonización entre opuestos. Por ejemplo el nacimiento de un bebé es la armonía resultante del encuentro entre opuestos. También una obra creativa es el efecto resultante de un conflicto o tensión interior del artista.
La guerra se da porque existen polos opuestos a una síntesis única. Hay guerra porque ambos polos confrontan intereses, y hay armonía cuando los polos se acercan al interés común. Cuando se alcanza la síntesis, la esencia común a ambos polos. El resultado son los tratados de paz, los acuerdos, las alianzas y los nacimientos de nuevos proyectos, nuevas configuraciones territoriales, fusiones de empresas… Cierto que toda manifestación nueva, guarda en sí la tensión. De modo que, de nuevo, el efecto resultante de un acuerdo entre opuestos, tiene polos opuestos dentro de sí. Por eso la solución a la tensión, o violencia interna que está presente en todo sistema, requiere un ejercicio constante de síntesis, una elevación a la esencia o naturaleza común. No sirve con que atendamos solo a la realidad manifiesta; eso sería como prestar atención solamente al Guadiana que discurre sobre tierra, olvidando que también lo hace a nivel subterráneo. Nuestro conocimiento debe ampliarse a base de atención a lo que no es manifiesto, a lo potencial, a la naturaleza esencial de las cosas, desarrollando una capacidad de acción sobre eso no manifiesto. Entramos aquí en el ámbito del potencial desconocido de nuestra conciencia.

Sistemas en relación de complementariedad

Por último, la relación de complementariedad y generación de sinergia, ofrece dos posibles tendencias:
  1. La tendencia a la armonía
  2. La tendencia al caos
El potencial de ambas tendencias es sin embargo el mismo: alternancia de armonía y caos en una constante de oleaje (por dibujar una imagen gráfica que nos lleva de nuevo a la idea de un flujo de agua discurriendo de forma continua), que en sí misma traza una secuencia armónica, en tanto es una constante de retorno a la tendencia contraria.
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Figura 3. Representación del flujo que dibuja la alternancia de tendencias contrarias
Los diferentes sistemas de funciones dentro del cuerpo humano s...

Índice

  1. Portada
  2. Título
  3. Copyright
  4. Dedicatoria
  5. Introducción
  6. I. ENFOQUE SISTÉMICO
  7. II. LA IDEA DE GUERRA Y SU ANTAGONISTA, LA PAZ
  8. III. EL TERRORISMO
  9. IV. EL INDIVIDUO: LA IDEA DEL YO ANTE LA GUERRA, EL TERRORISMO Y LA PAZ
  10. V. EL SISTEMA: MÁS QUE UNA SUMA DE YOES
  11. VI. ¿QUÉ NOS ORGANIZA EN SISTEMAS?
  12. VII. ¿CÓMO GANAR LA GUERRA A LA GUERRA?
  13. CONCLUSIONES
  14. Autora