Grandes fortunas en el Perú: 1916-1960
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Grandes fortunas en el Perú: 1916-1960

Riqueza y filantropía en la élite económica

  1. 460 páginas
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Grandes fortunas en el Perú: 1916-1960

Riqueza y filantropía en la élite económica

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El libro se ocupa de la génesis de la llamada oligarquía peruana durante el siglo XX y descubre que los viejos estereotipos que la consideraban como una simple continuación histórica de la aristocracia mercantil de la Colonia o de la plutocracia costeña de la época del guano carecen de sustento. A partir de una vasta y nueva evidencia documental proveniente del Archivo de Sucesiones de Lima, se muestra que, en el período de la reconstrucción postbélica hacia finales del siglo XIX, nuevos ricos encontraron en algunos sectores de la economía peruana (agricultura, inmuebles urbanos, comercio e industria) lucrativas fuentes de negocios en las cuales invertir sus capitales. La élite económica que emergió como resultado de esta nueva dinámica empresarial estuvo compuesta no solo por limeños y provincianos, sino también por inmigrantes provenientes de Italia, Alemania, España, Francia e Inglaterra. Muchos de los que amasaron grandes fortunas, dejaron en sus testamentos múltiples obras caritativas y filantrópicas dirigidas hacia los grupos sociales más desprotegidos. Se trata de un libro que abre nuevos horizontes para una más profunda comprensión de la historia de las clases altas en el Perú.Es D.Phil. en Sociología, St. Antony's College, University of Oxford; Magíster en Sociología con mención en Población y bachiller en Ciencias Sociales con mención en Sociología, Pontificia Universidad Católica del Perú. Actualmente es jefe del Departamento Académico de Ciencias Sociales y Políticas de la Universidad del Pacífico, donde es profesor principal. Ha sido rector de la Universidad del Pacífico y director de su Centro de Investigación, y presidente de su Fondo Editorial entre 1991 y 2009. Es autor, coautor y editor de varios libros, así como también de documentos de trabajo y artículos académicos sobre historia económica, responsabilidad social empresarial, corrupción, políticas sociales, tercer sector, filantropía, voluntariado, capital social y democracia.

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Información

Año
2017
ISBN
9789972572791
Edición
1
Categoría
Economía
PARTE II
LAS RUTAS DEL CAPITALISMO Y DEL ATRASO

CAPÍTULO II

TIPOLOGÍA DE LAS GRANDES FORTUNAS
“Hero for some, villain for others, [...] [the bourgeois] has been the shaper of
the present and the destroyer of the past” (Wallerstein 1988).
En el capítulo anterior habíamos señalado que detrás de cada categoría ocupacional existían importantes diferencias en la forma como fueron administradas las fortunas de los miembros de la élite económica. No todos los grandes ricos del período bajo estudio tuvieron una racionalidad orientada hacia la maximización de beneficios, la capitalización de sus propiedades o a la innovación tecnológica de sus procesos productivos. Algunos de ellos mantuvieron un estilo de vida señorial y aristocrático sobre la base de una herencia recibida, y poco les importó expandir, o siquiera preservar, sus negocios. ¿Quiénes fueron los propietarios portadores de una mentalidad empresarial moderna organizada con criterios de mercado? ¿Quiénes fueron aquellos otros cuya preocupación central estuvo más asociada al mantenimiento de su estatus y prestigio social que a una gestión eficiente, moderna y capitalista de sus negocios? ¿Cómo se ven reflejados estos dos tipos de comportamientos empresariales en la composición de sus fortunas al momento de morir? ¿Qué tipo de estrategias empresariales están implícitas en las diversas estructuras patrimoniales revisadas? ¿Qué nos pueden decir estas últimas acerca de los cambios experimentados por la economía peruana en general?
Para responder a estas preguntas, el presente capítulo ha sido organizado en dos secciones. En la primera, se analizan aquellas fortunas que pueden ser caracterizadas como modernas a partir de las cuatro categorías ocupacionales que muestran un mayor dinamismo empresarial: hacendados, comerciantes, mineros e industriales. En la segunda sección, nos concentramos en la otra cara de la moneda, es decir, en las fortunas más tradicionales que tienen en cierto tipo de hacendados, en rentistas y urbanizadores a sus más claros exponentes. El procedimiento en cada caso será el siguiente: tras una breve síntesis del contexto en el cual se encontraba el sector de la economía que corresponde a cada categoría ocupacional, pasaremos a analizar algunos casos emblemáticos de patrimonios cuya composición permitirá identificar patrones de acumulación más generales del desarrollo capitalista en el Perú. Si bien una aproximación como la propuesta corre el riesgo de parecer excesivamente casuística y descriptiva, nuestro objetivo es proporcionar evidencia nueva que cuestione el paradigma de una oligarquía homogénea, sin fisuras, casi idéntica a sí misma. De ahí que los casos seleccionados pretenden dar cuenta, precisamente, de la enorme heterogeneidad que existe incluso entre grupos de empresarios cuya principal actividad económica es la misma. Al final de este recorrido estaremos en capacidad de identificar los patrones de comportamiento más estables de estos dos tipos de fortunas. Concluiremos con algunas reflexiones a partir de las secciones anteriores.

1. FORTUNAS MODERNAS: LAS RUTAS DEL CAPITALISMO

1.1 Hacendados: el capitalismo agrario
Es historia conocida y ampliamente documentada la recuperación económica que experimentaron los principales sectores exportadores luego de la Guerra del Pacífico{85}. Como resultado de un notable período de capitalización previo y de un proceso de concentración de las mejores tierras en manos de algunas familias notables, sobre todo en el norte del país, hacia 1890 era claro que la agricultura de exportación había encontrado enormes márgenes de beneficio en volcar su producción hacia el exterior{86}. El proceso de concentración de tierras habría de volverse incluso más intenso en las primeras décadas del siglo siguiente{87}.
Como veremos, la prosperidad de los hacendados fue de tal magnitud que los incentivos a la diversificación de sus inversiones hacia otros sectores de la economía fueron más bien limitados aunque no inexistentes. Son varios los casos que se pueden citar acerca del éxito económico que significó dedicarse a la agricultura de exportación. Examinaremos algunos de esos casos para luego extraer conclusiones de orden más general{88}.
El hacendado más acaudalado de la élite económica dentro del período de estudio fue Luis José de Orbegoso González, quien nació en Trujillo en 1870 y falleció en la hacienda Chiquitoy en 1945{89}. Se casó con Guillermina Tudela, con quien tuvo seis hijos varones y tres mujeres. La composición de sus activos se concentraba alrededor de los negocios agrícolas, que representaban cerca del 86% del total de su patrimonio. Los activos más importantes en este rubro eran su participación en la propiedad de la Negociación Chiquitoy, los fundos Moncada (330 ha), Santuco (3.071 ha), Vallejos (96 ha) y el Molino de Guadalupe (709 ha), y, en menor medida, la Negociación Agrícola Araqueda. Lo interesante en el caso de Luis José de Orbegoso es que la mayor parte de sus fuentes de ingreso provenían no directamente de la explotación que él realizaba de sus propiedades sino, más bien, de los derechos de arrendamiento que recibía de la Grace por concepto de la administración de la Negociación Araqueda, cuyos ocho fundos superaban las 57.000 ha, y de la Negociación Chiquitoy, ambas dedicadas a la producción de azúcar a gran escala.
Otro de los aspectos que llaman la atención de este patrimonio es la considerable magnitud del rubro de efectivo en bancos, que alcanzaba el 9% de su patrimonio. Si se examina con cuidado la composición de este segmento de su activo, se advertirá que la mayor parte de su dinero, nominado en dólares y libras esterlinas, se encontraba depositado, bajo la forma de cuentas corrientes, en instituciones financieras con sede en el exterior y, en mucha menor medida, en instituciones nacionales. Así, para solo citar algunos ejemplos, en el Anglo South American Bank of London, Guaranty Trust Co. of New York, National City Bank of New York, National City Bank of London, First National Bank of Boston y en la propia Casa Grace tenía casi el 80% de su dinero en efectivo, mientras que en el Banco de Crédito, Banco Wiesse, Banco Internacional y Banco Popular tenía solo el saldo restante.
Asimismo, fue propietario de numerosos denuncios mineros en Cajamarca y de unos relaves en la hacienda Araqueda, activos que representaban la porción más importante de su patrimonio en ese sector, pero que apenas significaban el 4% de su fortuna. Dos amplias casonas en la ciudad de Trujillo que sumadas superaban los 5.000 metros cuadrados, algunos créditos a terceros y una acción del Club Nacional constituían el resto de sus activos.
Enrique de la Piedra del Castillo nació en Lambayeque en 1883 y murió en Lima a los 65 años en 1948{90}. Tuvo seis hijos: dos de ellos con Elena Elías Larrabure, su esposa, y los cuatro restantes fuera de su matrimonio. A principios del siglo XX, en asociación con sus hermanos Ricardo y Augusto, formó la Negociación Agrícola Viuda de la Piedra e Hijos, en la cual cada uno de ellos participaba en partes iguales con 2.000 acciones. El activo que concentraba el 65% de su patrimonio fue, sin embargo, la Sociedad Agrícola Pomalca, de la cual también era propietario de una tercera parte con 4.000 acciones. El 34% estaba constituido por su participación en la empresa agrícola familiar antes mencionada. El saldo restante de su patrimonio estaba conformado por un inmueble urbano en Lima, una modesta cantidad de dinero depositada en la Caja de Ahorros de Lima y dos autos. Es interesante anotar que, si bien Enrique de la Piedra no dejó al morir una gran variedad de activos, la Negociación Agrícola Viuda de la Piedra e hijos era la poseedora directa, entre otros bienes, de diversos inmuebles urbanos y acciones. Los primeros llegaban a constituir casi el 50% del valor de sus activos. Por otro lado, respecto a los valores nacionales, las inversiones más significativas fueron 111.774 acciones de la Compañía Peruana de Cementos Portland, 328 acciones de la Compañía del Ferrocarril y Muelle de Pimentel, 1.000 acciones de Agencias de Lambayeque y 268 acciones de Enrique Ferreyros y Compañía. Todos estos valores, sumados a inversiones menores en algunas empresas mineras, laneras y de seguros, alcanzaban el 10% de los activos totales de la Negociación, demostrando con ello la existencia de una cauta diversificación hacia actividades no exclusivamente agrarias.
José Ignacio Chopitea nació en Trujillo en 1857 y murió en Lima en 1923 a la edad de 68 años{91}. Con su esposa Fortunata Heudebert tuvo tres hijos varones y dos mujeres, además de un hijo varón producto de otra relación. Sus padres fueron “el distinguido caballero y prominente industrial Manuel Antonio Chopitea y la virtuosísima matrona Dolores Luna Victoria, ambos de elevada alcurnia y respetable posición” (Paz Soldán 1917: 132). Sus estudios primarios y secundarios los realizó en su ciudad natal, mientras que para los universitarios fue enviado a París, lugar donde se graduó de ingeniero. Europa le sirvió como un campo de exploración propicio a su peculiar talento empresarial puesto que “hizo excursiones y visitó los principales centros industriales de las naciones más adelantadas” (1917: 133). A su regreso al Perú y luego de un corto período de práctica al lado de su padre, le pidió en arrendamiento la hacienda Laredo, dedicada por entonces al cultivo de caña de azúcar en pequeña escala. Al fallecer su padre quedó a cargo de la hacienda e inició su proceso de consolidación como uno de los más importantes hacendados del norte del país, lo que consigue no solo convirtiéndose en arrendatario de otras propiedades del valle de Santa Catalina sino también comprando algunas de ellas{92}. En efecto, entre 1880 y 1895 adquiere la hacienda Bambas de la familia Meléndez, el fundo San Isidro de Galindo de José Pedro de Rivero y el fundo Menocucho de la familia Pinillos Rosell. A estas adquisiciones suma, en 1916, los fundos Quirihuac, San Blas y La Esperancita, los dos primeros propiedad de José Antonio Pastor Chopitea y el tercero de Gustavo de la Torre{93}.
Por la magnitud del capital invertido, la más importante de sus haciendas fue, no obstante, la Negociación Azucarera Laredo. De su interés por la modernización de la maquinaria y equipo de su hacienda da testimonio Paz Soldán en el siguiente recuento:
En 1912, estando en Europa, y no obstante que su ingenio azucarero era bastante nuevo, decidió invertir una fuerte suma de dinero en uno más moderno. [...] Aprovechando su estadía en Francia, discute él mismo con los fabricantes de maquinaria los planos para la nueva instalación, escoge y compra todos los materiales para ella. [...] En agosto de 1914, la nueva instalación inicia sus operaciones [...]. De quince a veinte mil quintales de producción de azúcar que tenía Laredo [... ] el nuevo ingenio llegará muy pronto a elaborar quinientos mil. (1917: 133)
De otro lado, aunque la mayor parte de su tiempo lo dedicó a sus negocios, tuvo algunas incursiones en la política. Como miembro activo del Partido Civil, fue senador en dos oportunidades por el departamento de La Libertad. La primera vez fue elegido en 1909 pero prácticamente no intervino en los debates hasta el año 1913 en que regresó de Europa. Como resultado de la crisis que sobrevino con la Primera Guerra Mundial, fue uno de los principales impulsores de la creación del billete bancario, más conocido con el nombre de “cheque circular”, cuyo propósito era suplir la escasez de metálico con un medio de pago emitido y garantizado por los principales bancos del país. Sin embargo, en 1915, él mismo se opuso al fraccionamiento de ese billete argumentando que ello traería consigo el ocultamiento definitivo del numerario de plata. De acuerdo con Paz Soldán, Chopitea fue el único hacendado que mantuvo el pago en metálico a sus peones cuando el resto de propietarios emitieron vales de papel para hacer frente al pago de jornales. Incluso llegó a conseguir que en el Congreso se aprobase una ley prohibiendo la emisión arbitraria de papeles que tuvieran valor como medio de pago en las haciendas (1917: 134).
Una rápida mirada a la composición de su patrimonio muestra que su fortuna estaba concentrada en casi un 90% en sus propiedades agrarias y, en menor proporción, en efectivo en bancos, valores nacionales y algunos inmuebles urbanos ubicados en Miraflores, en el departamento de Lima. Al igual que en el caso de Luis José de Orbegoso, la mayor parte de su efectivo estaba constituido por letras sobre Londres y Nueva York depositadas en instituciones bancarias de esas ciudades, algunas cuentas corrientes y solo un depósito a plazo indefinido. Fuera de un paquete de casi 2.000 acciones de la Compañía Minera Santa Inés y Morococha, de dos pólizas de la Compañía de Seguros La Previsora y de 4.000 acciones del Banco del Perú y Londres, la estructura de su patrimonio revela que la mayor parte del excedente obtenido en la actividad agrícola era reinvertido en el mismo sector.
Conviene anotar como información complementaria que doce años más tarde, en 1935, falleció en Francia su hija María con una estructura patrimonial compuesta mayoritariamente por su participación accionaria en la Negociación Laredo, un crédito otorgado en favor de esta última y por 1/10 de la propiedad de tres casas en Miraflores cuya extensión conjunta era de 10.000 metros cuadrados. Su madre, muerta un año más tarde en el exclusivo barrio de Manhattan, en ...

Índice

  1. PORTADA
  2. PORTADILLA
  3. CRÉDITOS
  4. INTRODUCCIÓN
  5. PARTE I
  6. PARTE II
  7. PARTE III
  8. CONCLUSIONES
  9. BIBLIOGRAFÍA
  10. ANEXOS