LAS REVELACIONES DEL SER
De la Tristeza a la Alegría
Cierto día me dijo una mujer viuda y que estaba abatida por el fallecimiento de su esposo:
“Háblame un poco, de la alegría y la tristeza”
y consultando en mi voz interior, mi SER, me transmitió un mensaje para aquella mujer llena de tristeza.
“La alegría y tristeza caminan juntas por el mismo camino. Cuando más triste estás, más asimilarás después la alegría, cuando se desplace vuestra tristeza, al mismo tiempo se origina vuestra risa. A menudo salen vuestras lágrimas, pues pueden saltar las lágrimas igual al reír que al llorar, siendo auténticas ambas, y no puede ser de otra manera. Cuando más hondo sea el dolor de vuestro corazón y de vuestra tristeza, más capacidad interior se generará para llenaros de alegría. No es igual el cántaro que va a la fuente cuando está vacío que cuando regresa lleno. No es lo mismo la música celestial, que la música ensordecedora de esas almas locas que están llenas de sustancias químicas que les hacen enloquecer.
Es más dulce la melodía que os da la paz, que la música que os excita, más suave es la piedra que el cincel del escultor que la trabaja. Cuando hay alegría en vuestro SER, observar en vuestras profundidades y entonces os acordaréis de los momentos tristes y agradeceréis al mismo tiempo, esta inmensa alegría. Cuando te encuentres abatido y triste, mira siempre la naturaleza y verás como el corazón se alegra por estar vivo, y aquel vacío que teníais por el ser amado y perdido, rezareis por él y os sentiréis felices. La alegría os causará delicias y veréis como la alegría es más grande que la tristeza.
Otros dicen que en la vida, la mayoría de cosas que nos ocurren son tristes, pero es porque no están en estado positivo, pero yo te digo mujer que la alegría y la tristeza caminan por el mismo camino, como también en este camino de vez en cuando, hay que descansar, porque la tristeza y la alegría, van juntas y son inseparables. Son vías paralelas que nos llevan al transcurrir de los días que nos han prestado para vivir aquí y ahora. Hay también quien dice que la tristeza, es la mayor de las desventuras, pero yo te digo que si juntas van cogidas de la mano, cuando una viene a descansar, la otra está en actividad. Recuerda siempre que cuando la tristeza duerme, la alegría vive y está despierta.
Estamos siempre suspendidos por el fenómeno del sentimiento. Es como una balanza de justicia, que una vez se declina hacia la alegría y otra vez se vence hacia la tristeza, y cuando estáis tristes, estáis más equilibrados que cuando estáis alegres, porque la alegría excita el pensamiento y el intelecto y no deja ver las cosas con claridad.
Cuando estamos en alerta permanente, es cuando vuestro centinela interior, guarda mejor la alegría. Cuando estáis alocados y estáis sin equilibrio, la tristeza os hace bajar de ese estado de satisfacción. Pues bien, camina con la tristeza y con la alegría, y dales en cada momento lo que cada una de ellas te pida y entonces estarás equilibrado y sacarás el partido de ambas, de una manera correcta y satisfactoria”.
Un día me sentía triste y abatido, por razones emocionales de la vida, y pensé
¿Por qué estoy triste y tan melancólico?,
de repente en mi interior alguien me habló y me dijo: “De la tristeza, a la alegría sólo hay un paso, solamente depende del canal que tú quieras abrir, en tu sistema emocional y en tu sistema de vida. Si inviertes el mismo pensamiento negativo en positivo, cambiará tu estado de ánimo y lo que antes te hacía llorar, ahora te hace reír”.
Hoy el mundo es así de complicado. Hay quien dice que la tristeza no es buena, pero la verdad es que lo triste sirve para que valoremos la alegría. En realidad para valorar ambas cosas, sólo hay que pensar en una de ellas. Es muy fácil de escoger, la que más te convenga. Cuando alguien se enamora y rompe la relación, sólo por haberlo hecho tiene una tristeza enorme, pero no sabe si esa ruptura le puede proporcionar una alegría nueva en su vida.
La vida de mucha gente puede llegar a destruirse totalmente, por no saber encauzar la alegría o la tristeza. Pues bien, tú sigue adelante y verás cómo te vuelves a enamorar de la vida o de alguien, de otra persona, que te aportará incluso más felicidad y bendecirás la hora que dejaste lejos a la otra persona o la otra situación. Sólo tenemos que mover el potencial adecuado en cada momento, para resolver cualquier problema. Como dijo una vez un filósofo: “La paciencia, es la madre de todas las ciencias”, todo en la vida está a nuestra merced y a nuestro alcance, sólo tenemos que accionar lo necesario, para cogerlo. A veces pasamos por la vida y no sabemos valorar nuestra fortuna, o nuestro buen signo, sintiéndonos tristes sin motivos, o alegres sin apariencia ninguna. Muchas veces decimos:
¿Cómo es posible que me cause tristeza la vida, si lo tengo todo?
A veces recordamos momentos de felicidad, que nos ha aportado nuestro propio destino. Yo pensaba en todo aquello que estaba oyendo, en aquel consejo y en aquella forma de vida que me estaban regalando mí SER, y pensé que después de cincuenta años de matrimonio y seis de relaciones, ya no puedo dejar de pensar que la alegría no es aburrimiento, el pensar en todo ello te causa felicidad, porque has descubierto que tu vida no ha sido inútil, que ha valido la pena vivirla.
Desde el día de tu nacimiento, hasta el día de tu muerte, debes sentirte feliz por haber vivido.
La Pareja y la Familia
Un día del mes de abril, cuando descansando en un montículo, me vino a la mente un pensamiento:
¿Por qué el ser humano necesita crear una familia, y tener una pareja, para compartir su vida?
Entonces afloró a mí mente todas las cosas buenas y menos buenas que yo había experimentado en mi vida de pareja, en mi vida del matrimonio, incluso en mí mismo.
Como siempre le pregunté a mí SER interior:
“Tú que riges todos los sentimientos y acciones cuéntame ¿qué es la vida en pareja o en la sociedad, en el amor conyugal y cómo debe comportarse el ser humano para que funcione bien y pueda sacar la sustancia y la riqueza de dicha unión y dicho comportamiento?”
Un pensamiento interior invadió mi mente como si algo importante fuera a suceder en mi vida y la misma voz interior me contestó: “Habéis decidido estar juntos y así debéis de permanecer siempre, hasta el final de vuestros días y para que no se rompa la relación y la convivencia, como todo en la vida, hay que llevar un orden en las cosas”.
Como un edificio que se construye fuerte y robusto, con equilibrio y con diseño, siempre estará rígido al viento y las tormentas y no lo derrumbaran. Acuérdate que el junco cuando sopla el viento fuerte, se dobla y cede, volviendo otra vez a su posición normal. De la misma forma deben ceder los cónyuges cuando hay algún tipo de problema, para que el viento de la discordia del otro, no lo rompa y cuando viene la calma, todo es paz y armonía.
El matrimonio es como un trípode, formado por tres patas. Si quitamos una de ellas, todo lo que soporta se derrumba. Para conocer bien esas tres patas, o esos tres puntos de apoyo, les pondremos nombres y acciones. La primera de ellas y por este orden la llamaremos “Confianza” la segunda la llamaremos “Respeto” y la tercera la llamaremos “Diálogo”. Sin estas tres cosas, ningún matrimonio se puede mantener en pie. Pero no solamente no se puede tener en pie ningún matrimonio, no se puede tener en pie, ningún negocio, ninguna amistad, ningún equilibrio. Todo se basa en los trípodes de la vida, porque nunca podremos conseguir nada de nadie, ni de ningún tipo de negocio, ni de la propia vida, si no tenemos confianza en ella, si no le guardamos un respeto y no dialogamos con la propia naturaleza, del tipo que sea y de cada cosa que realicemos en nuestra vida.
Hemos repetido que si basáramos todo, en conocernos a nosotros mismos, no habría ningún vendaval, ningún ciclón, ni ninguna tormenta de la vida que nos pudiera tumbar, o nos pudiera hacer daño.
Lo que sucede es que no nos conocemos. Conocerse a sí mismo es conocer todo lo que va a ocurrir con antelación, y para ello hay que comprender y examinarse asimismo, para que no nos pueda sorprender la ignorancia y el sueño de la vida.
Yo me sentí cada vez más contento y más alegre de haber tenido esta conversación con mí Íntimo, con mí SER. Vi que dentro de mí, estaba toda la riqueza necesaria para poder alcanzar cualquier meta que me propusiera. Había un “ente” que mediaba y me llevaba, y en un momento surgió la gran pregunta, el gran trípode de la vida:
¿Quién soy, a qué he venido y que debo hacer?
Cuando él preguntó quién era, ¿Quién eres?, me dijo y yo le contesté como un ignorante que ignoraba la vida: “Yo soy Juan” y él me contestó: “Y si te hubieran bautizado en el nombre de Pedro, ¿Quién serías? “Pues entonces sería Pedro” le contesté y él me dijo: “pues no, serías el mismo. El nombre no tiene que ver con el SER, el SER no tiene nombre. Tú eres lo que eres, pero debes saber quién eres, y cuando...