1.1 Introducción
No hay duda que las necesidades del siglo XXI exigen enseñar a pensar. Estamos en un mundo cambiante que cada día recibe mayores retos que atentan contra la supervivencia del ser humano. Para poder responder a estos retos exitosamente, es necesario que enseñemos a pensar a los estudiantes desde temprana edad, con el fin de que contribuyan a mejorar la sociedad. Para dar respuesta a la necesidad de asegurar la formación de individuos con las competencias necesarias para contribuir al desarrollo de la ciencia, la tecnología y la innovación del mundo surge, entonces, la Clase para Pensar.
Actualmente, los avances en el conocimiento y la tecnología son alarmantes. Lo que aprendemos ya es obsoleto minutos más tarde. En el siglo pasado, los estudiantes se graduaban de bachilleres con el 75% de la información que iban a adquirir el resto de su vida. En la actualidad, los estudiantes se gradúan con el 2% de la información que van a adquirir el resto de la vida. ¿Cómo van a adquirir estos conocimientos los estudiantes si el 98% de lo que van a aprender lo van a hacer cuando estén fuera de los colegios? Estos hechos exigen un cambio en la forma como enseñamos y en aquello que enseñamos.
Es apenas lógico pensar que necesitamos brindar herramientas a nuestros estudiantes, para que aprendan a aprender y a aprendan a pensar. Es indiscutible que el conocimiento es necesario, ya que no podemos pensar sobre lo que no sabemos. Estamos educando a otra generación. Los estudiantes de hoy, en colegios y universidades, nacieron en un momento diferente. Este año ingresa a la universidad la primera generación de jóvenes nacidos, criados y educados en la era digital. No hay duda que esto nos exige modificar las formas tradicionales de enseñar y aprender. Los jóvenes y los niños de hoy aprenden de manera diferente, y esto hay que valorarlo, respetarlo y facilitarlo. Los lineamientos de aprendizaje nacionales e internacionales indican que el progreso de la sociedad requiere de ciudadanos críticos, capaces de analizar la información y realizar escogencias responsables, no solo de individuos que recuerden lo aprendido. De hecho, las teorías de aprendizaje han demostrado que los estudiantes no recuerdan mucho lo que aprenden de clases magistrales. El aprendizaje complejo surge como resultado de aprender haciendo, con significado, y de enfrentar conflictos cognitivos.
Los estándares de aprendizajes contemporáneos requieren de una educación que se enfoque en el desarrollo conceptual del pensamiento creativo, de la resolución de problemas y de la formulación y comunicación de argumentos. En esta misma línea, los estándares de evaluación exigen un cambio en las pruebas, de las que evalúan la memorización de datos, a las evaluaciones auténticas, de desempeños articulados a las actividades de aprendizaje.
Los resultados deficientes de los estudiantes en pruebas que exigen pensar y resolver problemas son evidencia de que muchos docentes tienen escaso dominio de las herramientas para enseñar a pensar y para evaluar el pensamiento. Un alto número de profesores mantiene prácticas tradicionales fundamentadas en la transmisión de conocimientos. Los lineamientos curriculares, aun cuando lo solicitan, no brindan las estrategias necesarias para que el profesor pueda diseñar clases para pensar.
Fundamentación teórica y científica
A continuación presento un análisis de la evolución de mis estudios, la investigación y el desarrollo de mi pensamiento hasta gestar la Clase Para Pensar. Este análisis es necesario para comprender desde su fundamentación teórica y científica lo que es la Clase para Pensar y el porqué de la misma.
El desarrollo de la conceptualización de la Clase Para Pensar y el de la investigación relacionada con su implementación los he llevado a cabo durante los últimos veinte años. Este trabajo se inició con mis estudios de pregrado de Psicología en la Universidad del Norte. La asignatura de Psicología Educativa, satisfizo muchas de mis inquietudes intelectuales, dada la orientación cognitiva que le brindó mi querida profesora y amiga, Silvia Echeverry. Mis estudios en infancia y sociedad, culminaron en una tesis de pregrado dirigida por el Dr. José Amar, quien orientó mi enfoque hacia el diseño de un programa educativo para las madres comunitarias en torno a la estimulación temprana. El Dr. Amar inspiró sabiamente mi orientación hacia la educación, el aprendizaje y hacia el trabajo con la comunidad, señalándome los derroteros intelectuales y profesionales a seguir.
Este trabajo se continuó con mis estudios doctorales en Columbia University, en la ciudad de Nueva York, bajo la dirección de los profesores Herbert Ginsburg, Ph.D; Stephen Peverly, Ph.D., y Ann Boehm, Ph.D. Este acompañamiento ha sido fundamental para la realización del modelo de la Clase para Pensar que presento en este libro.
Inicio este recuento con las vivencias, experiencias y exploraciones teóricas personales, las cuales perfilan la orientación que he dado a la Clase para Pensar. Tomé la decisión de realizar estudios de postgrado con el objetivo de comprender mejor el aprendizaje humano y las estrategias para enseñar a pensar. Estaba muy preocupada por los niños a quienes se les dificulta aprender, y por las deficiencias que presentaban muchos niños y jóvenes para resolver problemas, crear y criticar. Realicé un doctorado y dos maestrías en el programa de Conocimiento Humano y Aprendizaje de la Universidad de Columbia de Nueva York, el cual había sido cuna del gran Edward Lee Thorndike, considerado uno de los padres de la psicología conductista estadounidense. Yo me había formado en psicología en la Universidad del Norte, en esa misma escuela conductista, por lo que pensé que me iba a encontrar con tradiciones intelectuales de este orden. Sin embargo, al llegar a Columbia pude darme cuenta que, en respuesta a las necesidades de la sociedad, esa escuela había también gestado otra revolución en el conocimiento, re-orientándose hacía las Ciencias del Aprendizaje. A pesar de que me produjo un “shock” intelectual, esta visión del aprendizaje me puso en contacto con grandes pensadores en las áreas de Inteligencia Artificial, Cognición Humana y Aprendizaje y Desarrollo conceptual, así pude comprender las diferencias fundamentales entre el Conductismo y las Ciencias del Aprendizaje y observé los beneficios y desventajas de cada uno.
Tuve la gran suerte de estudiar en Columbia University con el profesor Herbert Ginsburg, egresado de Harvard University y discípulo de Jean Piaget, quien me introdujo en el mundo de la ...