Construyendo lo global. Aporte al debate de Relaciones Internacionales
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Construyendo lo global. Aporte al debate de Relaciones Internacionales

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Construyendo lo global. Aporte al debate de Relaciones Internacionales

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Relaciones de conocimiento centro-periferia: hegemonía, contribuciones locales e hibridación, Migración internacional de colombianas en la Ciudad de México: transnacionalismo y globalización; La Unión Europea como actor global del soft al hard power: ¿una potencia civil?; El papel de los actores internos en los procesos de integración: el caso de la CAN; Secutirización en tiempos de globalización: elementos para el análisis en el área Andina; y Colombia y el nuevo panorama de la integración regional, son algunos de los temas que aborda esta obra fruto del trabajo colaborativo de 21 destacados académicos, expertos en el tema de las Relaciones Internacionales. La obra, dirigida a estudiantes de Relaciones Internacionales y Ciencia Política, así como a investigadores y profesionales en distintas materias, se propone aportar a la reflexión y al debate en temas internacionales, para contribuir a rediseñar-repensar asuntos clave de política exterior, seguridad, integración y fenómenos globales, y a la proyección de Colombia en el cambiante escenario mundial.

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Información

PARTE 1
Problemas globales
¿El fin de la doctrina Monroe?
Gerhard Drekonja-Kornat[*]
El actual presidente de Estados Unidos, Barack Obama, no sólo debe luchar contra una profunda crisis financiera-económica, sino se encuentra con una Latinoamérica que demuestra una autoconfianza inusual y reclama atención. Esto se corresponde con un desgaste del poder de Estados Unidos —su actuación unipolar en el sistema internacional ha llegado a sus límites— que hace necesarias nuevas formulaciones. En “el mundo post-americano”[1] Washington tiene que aprender a convencer y a coordinar. Los representantes de un “segundo mundo”[2] emergente empujan hacia adelante, por lo que las metrópolis tradicionales —hasta ahora intocables en su calidad de core powers— tienen que aprender a avenirse con nuevos actores. Brasil, definitivamente, forma parte de este grupo. La unipolaridad está siendo reemplazada por la multipolaridad con todas sus dificultades y riesgos implícitos, pero también con todas sus oportunidades. Es posible que en los próximos años observemos cómo un novedoso equilibrio de poder, esta vez no limitado a Europa, como lo fue en el siglo XIX, sino global, reemplaza la dominancia de Estados Unidos.
La pérdida de la unipolaridad atemoriza a quienes deciden en Estados Unidos. “Is America in decline?, preguntó la redacción de la revista Foreign Affairs en su publicación de mayo/junio de 2008. ¿Se perderá el control, articularmente, sobre el hemisferio sur? En los últimos tiempos, una cuestión que algunos analistas han tratado de forma provocativa e irónica[3]. En el último Task Force Report sobre Latinoamérica patrocinado por el Council on Foreign Relations se resume: “If there was an era of U.S. hegemony in Latin America, it is over[4]. Y todos, especialmente los colegas en los Estados Unidos, hablan de la muerte de la doctrina Monroe[5].
¿Es verdad? Si se trata de un nivel abstracto, todos tenemos razón. La doctrina Monroe, esas dos referencias cortas en el discurso del presidente James Monroe ante al Congreso del 2 de diciembre de 1823, y más dramático el “Roosevelt Corollary” del 6 de diciembre de 1904 (con la tesis que los Estados Unidos no sólo tienen el derecho, sino el deber de intervenir en la Cuenca del Caribe en caso de caos) murió. Otro asunto, sin embargo, es la política de seguridad de una superpotencia con visiones globales que implica el control de espacios estratégicos, p.e. en el Caribe y en América el Sur; es la tarea del Pentágono garantizar en tales escenarios acceso a energía, materias primas y bases militares, para lo cual se necesitan socios, voluntaria o involuntariamente.
Los diplomáticos y analistas latinoamericanos observan estos debates abiertos en el “imperio” con una mezcla de irritación, espanto y diversión: si Washington cree que nos está perdiendo, ¡algo debemos de haber hecho para poner este proceso en marcha o haberlo acelerado! Ciertamente, la pérdida de la absoluta supremacía de Washington que había originado la unipolaridad, no significa primordialmente un equilibrio en los desafíos geopolíticos del hemisferio sur. Más bien, los nuevos y decisivos centros de poder que insisten en la existencia de la multipolaridad han surgido en otros lugares: en India y China en Asia, en Rusia, en el mundo árabe, en Irán. China, fuertemente interesada en la seguridad de los recursos latinoamericanos, persigue últimamente una estrategia dedicada de forma clara al continente[6].
Brasil y México, de todos modos, antes en la periferia, hoy están en este grupo. Si bien México cojea debido a su proximidad con Washington, Brasil sí desempeña un papel crucial. Sin embargo, no son las fórmulas clásicas de poder como el territorio, la extensión geográfica, los recursos, etc.[7] lo que realmente fomenta la nueva autoconfianza, sino un sentimiento de progreso, una auto concienciación y una capacidad de modernización que el Norte ya no puede impedir o reprobar. A esta situación contribuye en parte un resurgimiento del nacionalismo, así como también actitudes antiimperialistas, siempre tan eficaces. No obstante, la naturaleza del nuevo perfil latinoamericano está fundada en la autoconfianza obtenida por la revalorización de sus recursos. El evidente impulso que permite la bonanza de los recursos que favorece a Latinoamérica ha tardado, en general, un tiempo en ser entendida.
Latinoamérica ya ha disfrutado anteriormente de una situación similar. Entre 1880 y 1930 se atravesaron diferentes ciclos de materias primas que, en términos macroeconómicos, enriquecieron partes del continente. En aquella época nadie hablaba del “subdesarrollo”. Los cambios en el comercio internacional, los logros científicos y las innovaciones tecnológicas, sin embargo, hicieron caer los precios, destruyeron los monopolios y despojaron de significado estratégico a las materias primas agrarias y minerales de Latinoamérica.
Interrumpido por un breve auge en la demanda durante la Segunda Guerra Mundial y en el tiempo de la Guerra de Corea, en la década de 1950 comienza el descenso de los bienes provenientes de Latinoamérica de forma aparentemente duradera, al mismo tiempo que se inicia la revolución electrónica. Consecuentemente, varias generaciones fracasaron en sus planes de modernización y en sus políticas de desarrollo[8]. ¿De qué manera una política y un comercio exterior autónomos podían ser posibles bajos condiciones tan adversas en Latinoamérica?, fue el tema de un apasionado debate teórico a través de todo el continente que, por ejemplo, planteaba el paso directo de las industrias pesadas a una futura industria del saber desprovista de materias primas[9]. Especial énfasis hay que hacer en los fructíferos debates dentro de RIAL (Programa Conjunta de Relaciones Internacionales de América Latina) entre 1978 y 1990: mientras los académicos internacionales abrazaban la teoría de la dependencia, en RIAL se comenzó a teorizar en torno a la “autonomía relativa”.[10]
Sin embargo, la trampa de la deuda en la que cayeron grandes partes del continente latinoamericano en los años ochenta, convirtió tales proyecciones en obsoletas. Latinoamérica tuvo que ceder ante el dictado de la reforma neoliberal, que desmanteló la burocracia estatal históricamente propiciada por la doctrina cepalina[11], por lo que más de veinte años, entre los años ochenta y los noventa, han pasado a la historia como la “década perdida”.
En el período de 1989/1990, después de la implosión de la Unión Soviética, el triunfo hegemónico de Estados Unidos parecía ser permanente, especialmente en lo relacionado a Latinoamérica. Una vez superadas las dos primeras crisis del petróleo (1973/1974 y en los ochenta), el precio de los hidrocarburos se desplomó como consecuencia de la abundancia de todo. Al final de la década de los noventa no sólo abundaban los productos agrarios y las materias primas a precios bajos, sino también la energía, para regocijo de los principales países industriales. América Latina, por su parte, pronto comenzó a exportar masivamente mano de obra barata; surgió el fenómeno de las migraciones.
A partir de 2001, los sucesos del 9 de septiembre en Nueva York conmocionaron el sistema internacional permanentemente y dejaron a Estados Unidos paralizados por el terror. A raíz de estos sucesos pasó desapercibido, en un primer momento, el inicio del alza en los precios de los bienes agrarios, minerales y energéticos, un aumento que no se había considerado posible, como consecuencia del ascenso económico de Asia, con India y la China continental a la cabeza. En cuanto a Latinoamérica, se necesitaría un discurso de Enrique Iglesias, en aquel entonces Presidente del Banco Interamericano de Desarrollo, durante la reunión anual de este instituto financiero celebrada en Lima en 2004, quien imploró a la audiencia que dejara por fin de lamentarse por los injustos “terms of trade” y que aprovechara la bonanza de los precios y sus efectos sobre el futuro económico y político de Latinoamérica. Entretanto, el precio del petróleo de exportación a veces oscila erráticamente debajo o encima de los 100 dólares por barril, todos los recursos minerales obtienen excelentes precios y la era en la que los bienes agrarios eran baratos ha llegado a su fin. El año 2009 implica simplemente una pausa para esta tendencia.
Latinoamérica dispone de estos tres recursos (minerales, energéticos y agrarios) y puede, por lo tanto, participar en el sistema internacional con una inusitada fuerza de negociación. Ni siquiera los mejores pro...

Índice

  1. CUBIERTA
  2. PORTADILLA
  3. CRÉDITOS
  4. AGRADECIMIENTOS
  5. EDITORES
  6. INTRODUCCIÓN
  7. PARTE 1 - PROBLEMAS GLOBALES
  8. PARTE 2 - SEGURIDAD E INTEGRACIÓN
  9. PARTE 3 - RELACIONES INTERNACIONALES DE COLOMBIA
  10. CONTRAPORTADA