El reconocimiento como presupuesto del lenguaje, de la intersubjetividad y del sujeto moral
Julio de Zan
Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, Buenos Aires
El término «reconocimiento» adquirió rango filosófico a fines del siglo XVIII y comienzos del XIX, a partir de Fichte y, especialmente, con Hegel. Estos antecedentes son bien conocidos, pero el significado del término en aquellos filósofos del idealismo alemán se ha oscurecido o ha sido dejado de lado. Me parece que puede resultar interesante volver a las fuentes para confrontar con ellas las actuales teorías del reconocimiento. Este artículo se ocupa, en primer término, de recuperar el significado histórico-filosófico de la figura fenomenológica de la lucha por el reconocimiento en el pensamiento de Hegel. Esta interpretación se realiza desde un punto de vista ligado al giro lingüístico de la filosofía del siglo XX, el cual permite explicitar de otra manera los resultados de la reconstrucción de Hegel para la explicación de los presupuestos de la filosofía teórica. Se examina la comprensión del reconocimiento como una condición necesaria de la posibilidad del significado y de la validez intersubjetiva del saber en general. Se revisa, finalmente, la relación y la diferencia entre el paradigma moral del reconocimiento y la filosofía política, y se confrontan las propuestas de actualización del modelo de la lucha por el reconocimiento como principio ético en los planteamientos de Axel Honneth y Paul Ricœur.
1. Reconocimiento e intersubjetividad en Hegel
Ludwig Siep, en su ya clásico libro sobre el tema, había puesto de relieve que el reconocimiento es el principio fundamental de la filosofía práctica de Hegel en Jena (1979). Sin embargo, considero que habría que ampliar esa comprensión para decir que la significación del reconocimiento va más allá de Jena y de la filosofía práctica, porque es también el presupuesto básico para explicar la realidad de la comunicación y el funcionamiento del lenguaje. En el contexto del giro pragmático de la teoría del significado y del conocimiento, hay que decir, por tanto, que el reconocimiento es también un supuesto de la filosofía teórica y del saber en general, porque se trata del elemento constitutivo fundamental de la intersubjetividad humana.
En el llamado sistema de la madurez, el método de Hegel es más analítico-conceptual y la tematización explícita de esta figura fenomenológica tiene un lugar menor. Sin embargo, el modelo dialéctico del reconocimiento está presente en el propio concepto de espíritu, clave de toda su filosofía. «Al pensar Hegel el espíritu, incluso más tarde, como el estar consigo mismo en el ser-otro (Beisichselbstsein im Anderssein), en esta dinámica interna está actuante siempre precisamente el reconocimiento» (Düsing, 1986, p. 307).
La figura de la lucha por el reconocimiento en los escritos del Hegel de Jena no es un modelo descriptivo de una situación primitiva ni de las luchas sociales y políticas en la sociedad civil y en el Estado moderno. No tiene una determinada referencia empírica, aunque el lenguaje de la exposición use términos y relaciones tomados de diferentes contextos históricos. En su significado fundamental, se trata de una reconstrucción racional de los presupuestos o condiciones de posibilidad del proceso de formación de la intersubjetividad humana, o del logos en general (en cuanto lenguaje y razón), de la apertura universal de la conciencia, de la formación del espíritu y de la superación del estado de naturaleza mediante la creación de la sociedad civil.
La filosofía contemporánea se ha planteado de nuevo en el nivel teórico (o gnoseológico) el problema de cómo es posible el conocimiento de los otros «sujetos en cuanto tales». Pero este saber no es un mero conocimiento objetivo, sino que se trata de la relación intersubjetiva del reconocimiento, que es una forma de «interacción» en la que intervienen sentimientos como la simpatía y el respeto moral del otro como persona.
El reconocimiento implica la existencia de la intersubjetividad. De manera semejante a Fichte, y como después también lo hace Husserl, Hegel no considera, sin embargo, la existencia de la intersubjetividad como algo simplemente dado (o como una experiencia inmediata) y se propone, entonces, demostrar cómo se produce, para un individuo autoconsciente, la génesis del significado de la expresión «otra autoconciencia». La exposición de la génesis de este significado no es, empero, para Hegel, ninguna deducción a partir del ser ahí (Dasein) del otro, como tampoco lo era en la teoría fichteana de la exhortación (Aufforderung) y no lo será en la teoría de la apresentación de Husserl (1986, p. 313).
El reconocimiento mutuo es el primer paso de la construcción de la comunidad intersubjetiva, la cual, para el Husserl de las Meditaciones cartesianas, es «la única garantía del mundo objetivo, el cual aparece como el correlato de la intersubjetividad que lo constituye».
El Hegel de Jena ha mostrado de manera muy convincente que la explicación de la Anerkennung no es un problema gnoseológico, de conocimiento o de fundamentación, sino una cuestión que se plantea ante todo en la acción y que se resuelve en el campo de la praxis como una victoria recíproca sobre el encapsulamiento egocéntrico de las individualidades. El aprendizaje del reconocimiento «del otro como sí mismo y de sí mismo como un otro» es condición de la intersubjetividad, del lenguaje y lo que nos constituye también, al mismo tiempo, como sujetos morales y como personas. La génesis originaria del reconocimiento no se puede explicar, por lo tanto, a partir de la comunicación o del discurso, ni a partir del derecho o de una actitud moral del sujeto, porque todas esas explicaciones incurren en petición de principio.
El relato de la lucha por el reconocimiento no es, entonces, la descripción de un estado real existente en algún momento histórico, sino que se trata de la reconstrucción de las condiciones que tienen que ser pensadas para explicar la salida del estado de naturaleza y la creación del mundo social, del derecho y del Estado. El «estado de reconocimiento mutuo» entre los seres humanos y la intersubjetividad no son fenómenos naturales, algo simplemente dado en la experiencia; por tanto, hay que reconstruir el proceso que explica cómo ha sido posible esta transformación esencial y su reproducción en el tiempo. El reconocimiento o la comprensión del significado de la expresión «otra conciencia» es el presupuesto de la creación del mundo intersubjetivo y de todos los significados. El espacio entre los sujetos que se reconocen es el lugar en el que se produce a lo largo de la historia la construcción cooperativa de los significados intersubjetivos del lenguaje en general.
En el primer capítulo de la Fundamentación de la metafísica de las costumbres Kant decía que «el concepto moral de la buena voluntad ya se encuentra en el sano entendimiento y no necesita ser enseñado» (AA IV, p. 397) sino solamente aclarado y bien formulado para que pueda desarrollarse y regir nuestras prácticas. Pero el «sano entendimiento» de Kant, en el que encontramos ya dado ese sentido moral de la justicia consistente en tratar a los demás conforme a la misma regla con la que queremos ser tratados, es un entendimiento ya formado en nosotros, que en alguna medida se ha naturalizado, pero que no es un fenómeno de la naturaleza, sino un resultado de la historia y de una civilización que ha aprendido a reconocer al otro como fin en sí mismo, que no debe ser instrumentalizado. La reconstrucción hegeliana se puede leer precisamente como la genealogía de ese «entendimiento» y de ese «nosotros» al que se remitía Kant, la explicitación de los presupuestos o las condiciones de posibilidad de la transformación que ha dado lugar al desarrollo de la moralidad y de la racionalidad constitutivas de lo humano.
En el despertar primigenio de la conciencia de sí, escribe Hegel, «el todo» es la conciencia y su propio mundo; «ella es el ser ideal del mundo», y toda singularidad, o toda cosa, es para ella, o «es solamente esto, que es lo que es con referencia a mí» (GW 6, pp. 307-308). El otro aparece a la conciencia como parte de su propio mundo, como otro objeto má...