El cristianismo y el imperio cristiano
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El cristianismo y el imperio cristiano

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El cristianismo y el imperio cristiano

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eBook Interactivo. El final del Imperio romano se ve transformado política y económicamente (y por tanto artísticamente) por el cristianismo y las invasiones bárbaras. Es una época de decadencia, sin duda, pero también original en muchos sentidos, como se puede comprobar en esta colección que presentamos actualmente.

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Información

Editorial
Hiares
Año
2015
ISBN
9788415874904
Edición
1
Categoría
Historia

ARTES PLÁSTICAS

La creencia cristiana de que el mundo es el destierro del hombre y que la verdadera vida se halla más allá de la muerte, le obligan a despreocuparse por el mundo material, que sólo es una «sombra de las ideas divinas». Esta creencia tuvo importantes consecuencias en la filosofía y en las artes plásticas. El artista cristiano se desentiende del aspecto exterior de sus obras para concentrarse en su aspecto interno. En arquitectura busca originales espacios interiores, desde las catacumbas hasta las grandiosas basílicas romanas de los siglos IV y V, cuya prolongación son las bizantinas del siglo VI y sucesivos. Por eso los monumentos bizantinos tienen al exterior un aspecto pobre y descuidado, materiales humildes (ladrillo) que nunca se revisten de mármol ni mosaicos como en los templos paganos, gruesos estribos que deforman la silueta exterior del templo, etc.; en fin, toda una serie de consecuencias de esta creencia en la intrascendencia de lo exterior, que es pura apariencia. Del mismo modo el exterior del templo cristiano es sólo apariencia, sombra de la verdadera idea que lo anima. En cambio, el interior es mucho más interesante que los templos paganos. El espacio está distribuido jerárquicamente, con sitios para los sacerdotes, fieles y catecúmenos, e incluso con una separación especial para las mujeres en algunos casos. Además, las paredes se encuentran revestidas de mármol con bajorrelieves, de bellos mosaicos o de pinturas. Se aprovechan los arcos y los capiteles, todos los elementos arquitectónicos para acopiar un motivo decorativo. Ahora bien, ¿cómo es esta decoración?, ¿cómo es la escultura y pintura cristianas? La escultura pagana se había preocupado por representar la belleza exterior y sensible, hasta llevarla a unos límites insuperables. En cambio, la escultura y la pintura cristianas nos sorprenden por su tosquedad, ingenuidad y primitivismo. Parece como si fuera obra de principiantes. Y esa es la explicación que se ha dado a veces del arte cristiano. Lo cierto es que los cristianos pasan muchos siglos en esa postura, repitiendo los mismos modelos y que sólo en el siglo XIII comienzan a salir del hieratismo y primitivismo medieval, porque en este sentido el arte románico sólo es una prolongación del cristiano antiguo. La verdad es que el artista cristiano se desentiende de la forma externa, lo mismo que en arquitectura, y concentra su atención en expresar el interior de su sentimiento artístico. ¿Y cuál es el interior del arte? Sin duda alguna, el símbolo. La obra de arte no es más que un símbolo revestido de una forma exterior. El artista puede subrayar uno de estos elementos: o lo que tiene de símbolo (también podría decirse de fondo) o lo que tiene de forma exterior. Hemos visto que el cristiano es un extremista, se despreocupa totalmente del mundo exterior, lo subvalora, prescinde de ello, casi lo considera un enemigo. Por eso no pone ningún esfuerzo en representar la belleza sensible. Porque sólo anulando ésta se puede subrayar debidamente lo que el arte tiene de simbólico y de expresivo. Así, la escultura y pintura cristianas son muy simples y sencillas, toscas de ejecución, pero ello no se debe a la falta de habilidad de sus artistas, sino a una mentalidad especial, la del hombre cristiano de los primeros siglos.
Las catacumbas (FIG. 2) eran los cementerios de las clases humildes romanas. Las más antiguas se remontan al siglo II y fueron excavadas para el enterramiento de gentes sin distinción de credo. En principio, recibieron nombre de los propietarios de los terrenos en que fueron excavadas, pero cuando los cristianos comenzaron a utilizarlas para determinados ritos y ceremonias -nunca como lugares de reunión- se designaron por los nombres de los santos y mártires enterrados en ellas.
Los enterramientos de las catacumbas son normalmente muy sencillos, consistiendo en simples nichos excavados en las paredes de sus ambulacros o pasillos. Algunos, que probablemente son más ostentosos por las mayores posibilidades del difunto, están hechos en arcosolio (FIG. 3), apareciendo decorados con pinturas el frente, el intradós del arco y el tímpano.
No puede hablarse de arquitectura de las catacumbas, aunque en algunos espacios en que la excavación se amplía - criptas (FIG. 4) - aparezcan elementos estructurales arquitectónicos, modelándose columnas, frontones o añadiendo arcaturas. En algunas catacumbas de Nápoles (San Jenaro y Siracusa) se presentan estructuras más complicadas.
Aunque las catacumbas más célebres y numerosas son las de Roma -Domitila, Calixto, San Sebastián, Santa Inés, Priscila, etc…, no faltan en ningún rincón del Imperio, y las encontramos en Francia, España, Alemania, Hungría, Crimea, Siria, África del Norte, etc.
Entre las muestras de arte encontradas en las catacumbas, las más interesantes son sus numerosas pinturas. En general, se trata de representaciones simbólicas, que en ocasiones se reducen a simples símbolos. Algunos de estos símbolos proceden del temario pagano -como el pavo real, la paloma, la viña y los racimos de uva, etc.- y adquieren nueva significación; otros son símbolos creados por la nueva religión (FIG. 5), como el pez, los panes, el crismón, etc.
Mezcladas a estas representaciones encontramos también en las catacumbas pinturas de mitos paganos (FIG. 6), lo que confirma que no se trata de lugares de uso exclusivo de los cristianos. En ocasiones se enterraron juntos miembros de una familia, de los que unos eran cristianos y otros paganos.
Cuando se representan escenas se les confiere también una significación simbólica. Se repiten las que corresponden a pasajes del Antiguo Testamento: el Sueño de Jacob (FIG. 7), Jonás y la Ballena (FIG. 8), el Paso del mar Rojo, etc… El Paso del mar Rojo, por ejemplo, debe ser entendido como una promesa de salvación eterna para el alma que, atravesando con ayuda de Dios todos los obstáculos, escapa del demonio.
También se representan desde muy antiguo escenas de la vida de Cristo. En las criptas de Lucina hay un Bautismo de Cristo que debe corresponder al siglo II. Más abundantes son los pasajes en los que aparecen milagros de Cristo, que sugieren al neófito el sentimiento de la omnipotencia del Maestro. Igualmente se repiten los pasajes evangélicos en los que, como el Sermón de la Montaña (FIG. 9), del Hipogeo de los Aurelios, se da una versión amable de la doctrina cristiana. A este grupo de representaciones corresponde la imagen del «Buen Pastor» (FIG. 10), cuyo significado simbólico es de fácil interpretación, que en principio se representa como un joven y, con el paso del tiempo, adopta la figuración oriental -hombre maduro con barba - siguiendo usos sirios y palestinos. A este repertorio se añaden muy escasas alusiones a los episodios de la Pasión -por ejemplo, el «Ágape» o Santa Cena-, y ninguna concretamente al suplicio de la cruz, seguramente por tratarse de una forma de muerte infamante.
Aunque la Virgen...

Índice

  1. CRISTO Y SU DOCTRINA
  2. EXPANSIÓN DEL CRISTIANISMO
  3. EXPANSIÓN DEL CRISTIANISMO
  4. ORGANIZACIÓN POLÍTICA, SOCIAL Y ECONÓMICA
  5. CIENCIA Y FILOSOFÍA
  6. ARTES PLÁSTICAS
  7. OTRAS PUBLICACIONES