La cultura bizantina
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La cultura bizantina

  1. 72 páginas
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La cultura bizantina

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eBook Interactivo. El desplazamiento de Diocleciano y posteriormente la transformación cristiana de Constantino, a comienzos del siglo IV, abre un nuevo mundo cultural y artístico que nos ha dejado buenas muestras de su creatividad y belleza, como queremos mostrar en esta colección dedicada al arte bizantino que no sólo hereda el antiguo estilo helénico del que está muy próximo, sino que está marcado por el lujo y la riqueza que caracterizan el arte final del Imperio romano.

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Información

Editorial
Hiares
Año
2015
ISBN
9788415874928
Edición
1
Categoría
History
Categoría
World History

CULTURA

Durante diez largos siglos, que van del V al XV, el Imperio bizantino fue la sede de la civilización más importante de Europa. Tuvo profundas influencias en Oriente y Occidente, hasta el punto de formar por sí solo un gran capítulo de la Historia de la Humanidad. Procuraremos ver las más importantes manifestaciones de su cultura.
a) Religión
Ya hemos visto que la religión ocupa el centro de la cultura bizantina y todas sus creencias están, en mayor o menor grado, relacionadas con la religión. En este sentido la Iglesia poseía una fuerza considerable en Bizancio. El patriarca de Constantinopla era un gran personaje, cuya jurisdicción comprendía 57 metrópolis. 49 arzobispados y 514 obispados. El Concilio de Calcedonia (451) le hizo igual al Papa de Roma, pese a las protestas de los Pontífices occidentales. Sobre el Patriarca sólo había una persona en el Estado, el propio «Basileos» o Emperador.
El monacato ocupaba en Bizancio un lugar de excepcional importancia. El pueblo admiraba y respetaba a estos santones de negro vestido y largas barbas, que renunciaban al mundo para dedicarse a la contemplación. Eran los «héroes» del mundo bizantino. La ley fomentaba las fundaciones piadosas y se experimentó un gran crecimiento de la riqueza monástica. Su riqueza y prestigio llegaron a constituir un peligro para el Estado. En primer lugar, porque esta inmensa cantidad de bienes no cotizaba; en segundo, porque la gran popularidad del monacato robaba muchos brazos a la agricultura y al ejército. Por último, tenía una gran influencia sobre las conciencias de los fieles, y a menudo intentaron sacudirse el poder del Estado, provocando perturbaciones graves. La más grave crisis que estalló entre el Estado y el Monacato fue en el siglo VIII, por la cuestión de las imágenes. Desde muy antiguo existía en Bizancio un grupo de herejes, los paulistas, que no admitían la representación sensible de los temas sagrados. León III quiso atraerse la ayuda de esta minoría aristócrata de paulistas, decretando la prohibición del culto a las imágenes y desencadenó una verdadera persecución contra los monjes que eran sus principales guardadores. Se cerraron muchos conventos y se secularizaron sus bienes. Las comunidades se disolvieron y los monjes fueron detenidos, encarcelados, desterrados o muertos. Se les obligó públicamente a casarse y se hicieron sangrientas burlas acerca de este particular en diversos lugares del Imperio. «La intención del gobierno era extirpar por completo el estado monástico.» De esta manera León III y sus sucesores, los Isáuricos, les quitaban a los monjes su mejor método de propaganda, que eran los iconos milagrosos. Los monjes no claudicaron, y cuando se restableció el culto de los iconos, por decreto de la emperatriz Irene, se revolvieron contra los «iconoclastas» y los hicieron víctimas de su crueldad fanática y rencorosa. Los monjes jamás aceptaron que el Emperador se metiera en los asuntos divinos, cosa que aceptaba, en cambio, el clero secular. Decían «Ningún poder le ha sido otorgado acerca de los dogmas divinos y si lo ejerce no subsistirá».
Uno de los centros monásticos que más teorizaron sobre la independencia teológica del Estado fue el monasterio de San Juan de Estudion.
La enemistad entre los monjes y el Emperador no cesó nunca. En el siglo X, el gran Nicéforo Focas (emperador muy devoto) lanza acusaciones y críticas contra el poder y la vida poco santa de los monjes, que en este tiempo debieron de sufrir crisis parecidas a las que sintieron los benedictinos occidentales. Decía: «Los monjes no poseen ninguna de las virtudes evangélicas, no piensan en cada minuto de su existencia más que en adquirir bienes terrenales...». En una palabra, el monacato degeneró en una forma de feudalismo religioso, no menos nefasto que el feudalismo laico imperante, que hemos dicho fue la causa principal del derrumbamiento económico de Bizancio.
En el siglo XII se notan síntomas de corrupción general entre los monjes. «Los abades montaban a caballo como los grandes señores laicos; iban de caza y recibían con magnificencia; había grandes bandadas de monjes vagabundos que infestaban los caminos, asolaban el país, saqueaban a los viandantes.» La cultura monástica se perdía en este estado y se vendían los libros de las bibliotecas.
Ya hemos dicho que la Iglesia secular nunca se opuso del mismo modo al Estado, sino que procuró conciliar sus intereses con los del Imperio. De todos modos, siempre hubo tensión entre el patriarca y el Emperador cuando coincidían dos espíritus fuertes en sendos cargos. Decía Miguel Cerulario: «Entre el patriarcado y el Imperio no hay diferencia, o casi ninguna, y en lo que concierne a los honores que se le deben, el patriarcado puede pretender más». Conviene que hablemos con más detalle de este Miguel Cerulario, porque fue el protagonista de la ruptura de Bizancio con Roma conocida como Cisma de Oriente. Era un hombre ambicioso, orgulloso y altivo que «parecía en su manera de andar a un Dios caminando por el cielo», según decían sus contemporáneos. En el siglo IX, Focio había reivindicado el sillón pontifical y Nicolás I le había excomulgado; el patriarca Focio, respondió con otra excomunión recíproca (867). Basilio I, el Emperador, depuso a Focio en 869. La cuestión se reavivó a la hora de decidir a qué Iglesia se incorporaría la diócesis de Bulgaria. Los problemas se fueron repitiendo sin cesar. Miguel Cerulario, aprovechando la escasa comprensión del Papa León IX y sus legados, no temió desencadenar la separación definitiva de Roma en 1054. En 1056 sentó en el trono al débil Miguel VI, y un año después le obligó a abdicar. Subió Isaac Conmeno, y Cerulario creyó que le dominaría como a su antecesor. Al notar su oposición, cuentan que no tenían reparo en declarar: «Yo te he elevado, imbécil; pero yo te fastidiaré.» Isaac le encarceló y destituyó. Cerulario murió sin doblegarse a la voluntad Imperial y quedó como un mártir ante la población. Este prelado ambicioso, que «no tenia de obispo más que el báculo y los hábitos», produjo la separación entre Oriente y Occidente, pues Roma no quiso admitir tampoco una reconciliación sensata. La intolerancia dividió irremisiblemente los dos mundos. Eran los años más gloriosos de Bizancio y no se podía sospechar aún su ingrato destino, como tampoco los bárbaros occidentales podían predecir el suyo.
b) Filosofía
Desde el punto de vista científico y filosófico, Bizancio fue el heredero de la tradición clásica. Las bibliotecas bizantinas estaban llenas de obras griegas que no llegaron a Occidente hasta el Renacimiento. Los emperadores y patriarcas tenían sus bibliotecas, a menudo bien nutridas. El antes citado Focio hizo una gran obra crítica, «Miriobiblion», de 300 volúmenes clásicos. En las bibliotecas había obras de Demóstenes, Lisias, Herodoto, Tucídides, Plutarco, Platón, Aristóteles, Plotino, Hipócrates, Tolomeo y muchos otros sabios de la antigüedad. En el estudio de estas obras se educaban los intelectuales bizantinos, que poseían una erudición asombrosa. «Se hallaban saturados de recuerdos de la historia y la mitología clásica», afirma Diehl.
Además de la influencia griega, había otra corriente cultural patrocinada por el Cristianismo. En las bibliotecas de Constantinopla, junto a las obras de los helenos, estaban las Sagradas Escrituras y las obras de San Basilio, de San Gregorio Nacianceno, San Juan Crisóstomo y otros Padres. La discusión de los asuntos bíblicos era normal en Constantinopla. «Cuando le pedís a alguno que os cambie dinero(dice San Gregorio Nacianceno) os regala con una disertación sobre la diferencia que hay entre ...

Índice

  1. PRINCIPALES ACONTECIMIENTOS HISTÓRICOS
  2. ORGANIZACIÓN POLÍTICA, ECONÓMICA Y SOCIAL
  3. CULTURA
  4. DIFUSIÓN DE LA CULTURA BIZANTINA EN EL MUNDO ESLAVO
  5. OTRAS PUBLICACIONES