Hijas del sueño olímpico
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Hijas del sueño olímpico

Crónicas del equipo nacional de Gimnasia Artística Deportiva femenino

  1. 463 páginas
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Hijas del sueño olímpico

Crónicas del equipo nacional de Gimnasia Artística Deportiva femenino

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Información del libro

Hijas del sueño olímpico relata la persecución de un sueño en un periodo importante para la gimnasia artística femenina en España, desde los años cincuenta hasta los ciclos olímpicos de Múnich 72 y Montreal 76, en los que la autora participó como gimnasta. Una etapa en la que las mujeres luchaban por conseguir los mismos derechos que los deportistas masculinos de alto nivel, demostrando sus cualidades y proezas. Un sueño que sólo algunas alcanzaron con pasión y dedicación.

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Información

Año
2019
ISBN
9788417643119
Categoría
Literature

1. Evolución de la gimnasia deportiva española. 1950-1968

La gimnasia deportiva femenina fue progresando al amparo del auge alcanzado por la modalidad masculina. En este sentido, antes de los años cincuenta el número de gimnastas que practicaban esta especialidad gimnástica era muy reducido limitándose a realizar exhibiciones y demostraciones. No sería hasta principios de los años cincuenta cuando la gimnasia deportiva femenina española «toma carácter de competición, y es por este motivo por lo que los clubes, en los que se practicaba gimnasia deportiva masculina, incluyen en sus actividades la rama femenina. De los citados clubes salen gimnastas de gran categoría, las cuales participan en competiciones internacionales organizadas por la Federación Internacional de Gimnasia, tales como campeonatos de Europa y juegos olímpicos» (González López, 1973: Boletín Informativo de la FEG, n.º 13, 1973).

La influencia de la gimnasia masculina en el impulso de la modalidad femenina en España

La gimnasia masculina fue sin duda un factor decisivo en el impulso, desarrollo y posterior evolución de la femenina. Por un lado, proporcionando la técnica referida a los ejercicios acrobáticos propios de este deporte; por otro, aplicando los sistemas de entrenamiento; y, por último, incorporando un nutrido grupo de gimnastas que tras finalizar su actividad deportiva ejercieron labores de entrenadores en diversos clubes femeninos.
Así, en un primer momento podemos destacar a Víctor Jover, Ildefonso Belloque e Isidro Giménez Azara, este último entrenador del Club Deportivo Madrileño y «futuro entrenador de la Residencia Blume», según apuntan Ugarte y Martínez (2010, p. 125). Posteriormente, otros entrenadores significativos fueron Eloy Cuenca, del club Parque Móvil de Madrid, José Leal, entrenador de la selección nacional femenina (década de los 60) así como de la masculina (década de los 70) y, por último, Ramón García que, antes de ser contratado por la FEG, dirigió el Club Real Madrid (década de los 60) y, posteriormente, fue entrenador del equipo nacional femenino hasta 1976 en el INEF de Madrid y hasta 1982 en el club Gimnástico Deportivo Aluche fundado en 1977.
De este modo, el número de entrenadoras y entrenadores femeninos fue incrementándose a lo largo de los años sesenta como refleja el censo que la FEG realizó con motivo de la constitución del Comité Nacional de Jueces. En el mismo, quedaron registradas un total de veinte jueces femeninas nacionales, cuatro internacionales y seis entrenadores con titulación nacional. Se da la circunstancia de que cinco de este grupo eran hombres. Este dato no deja de sorprender si tenemos en cuenta que en aquellos años los entrenadores masculinos no podían estar en pista durante las competiciones femeninas. Según Ramón García, esta situación se prolongó hasta 1979 y, hasta esa fecha, los técnicos se vieron obligados a confiar la vigilancia de las acrobacias de sus gimnastas bien a las entrenadoras de otros clubes e incluso de otras nacionalidades, o bien a las gimnastas del equipo que iban de reserva, por lo que estas ejercían como entrenadoras durante dicha competición.
Un ejemplo del influjo que la gimnasia masculina ejerció en la femenina se puede apreciar en la labor de Armando Blume, propietario y entrenador del club Gimnasio Blume de Barcelona, que como tantos otros clubes de los sesenta y principio de los setenta tenían registrados equipos femeninos y masculinos. Así, en la década de los cincuenta además de entrenar al equipo del que formaba parte su hijo Joaquín Blume, también entrenó a su hija Elena Blume, y más tarde, a su nieta Ana Belén Sánchez Blume.
La historia de la gimnasia deportiva masculina española va irremediablemente unida a la vida deportiva de Joaquín Blume por ser, en mi opinión, uno de los principales responsables de la modernización de esta modalidad y, por ende, del impulso de la gimnasia deportiva femenina. Aunque no es mi intención llevar a cabo una biografía completa de Blume, puesto que ya existen estudios referidos al tema, es imprescindible, no obstante, hacer una sucinta aproximación a sus datos biográficos a fin de comprender cómo afectaron su trayectoria gimnástica y sus importantes triunfos internacionales a la gimnasia deportiva española antes y después de su trágica muerte, producida en 1959.
Anterior a la década de los cincuenta la gimnasia en España se encontraba en fase de desarrollo y aferrada a métodos anticuados. Así podría decirse que el impulso vital necesario para su evolución definitiva vino de la mano del gimnasta catalán Joaquín Blume. Su progresión fue extraordinaria y, gracias a sus valores personales, una técnica depurada, acrobacias novedosas y una metodología influida por las últimas novedades técnicas la gimnasia española alcanzó un status deportivo impensable en la segunda mitad del siglo XX (Bacher Buendía, 1966, p. 7).
Senén Fernández (2006, p. 173), en su artículo «La gimnasia tiene un nombre propio», afirma que, antes de aparecer Joaquín Blume, la gimnasia deportiva como deporte en nuestro país iba dirigida más a la mejora de la salud corporal que al ámbito competitivo. Señala que «aunque fue uno de los deportes que estuvo presente en las primeras Olimpiadas de la era moderna en Atenas 1896, en España la llamada gimnasia alemana — o de aparatos — tenía poco tirón y se podía practicar en pocos gimnasios».
La gimnasia deportiva en España comenzó a desarrollarse espontáneamente y de forma aislada con grupos reducidos. Progresivamente, se conformó como práctica deportiva y, a pesar de encontrarse aún en fase embrionaria, empezó a ser dirigida por «órganos nacionales» que facilitaron la creación de diferentes clubes deportivos y «el establecimiento de competiciones nacionales». Bacher Buendía (1966, p. 7) prosigue su reflexión y añade que «las relaciones con el exterior fueron prácticamente nulas y aunque hubo figuras que destacaban en el ámbito nacional, nunca llegamos a ser considerados internacionalmente».
Así, el primer Campeonato de España de gimnasia deportiva masculina del que tenemos constancia fue celebrado en el año 1941. En esta edición fue proclamada campeona de España por regiones la Federación Castellana. En segundo lugar se clasificó la Federación Levantina y el tercer lugar lo consiguió la Federación Catalana. No obstante, el nivel técnico que supuso esta primera edición no debió alcanzar un nivel destacado pues, como manifiesta Senén Fernández (1966, p. 174), anterior a la aparición de la figura de Blume «no se puede hablar de gimnasia deportiva en España. Se celebraban desde principio de siglo campeonatos nacionales pero el nivel es ridículo, y los atletas a lo más que aspiran es a participar en exhibiciones del Circo Price, muy populares en la década de los cuarenta, en los cuales hizo sus primeros vuelos en público Blume».
De este modo, todo parece indicar que la evolución de este deporte, en todos los sentidos, se produjo en la década de los cincuenta, también apodada «década dorada de la gimnasia masculina española» por Ugarte y Martínez (2010, p. 97) debido principalmente a los triunfos deportivos alcanzados por Joaquín Blume. Sin pretender caer en la tentación de referenciar todo su palmarés, al menos, sucintamente, señalaré algunas de las competiciones que a mi modo de ver fueron más relevantes en la trayectoria de este gimnasta de fama mundial.
Los XV Juegos Olímpicos, celebrados en Helsinki en 1952 y en los que participaron 212 gimnastas, fueron su primer evento destacable. Blume se clasificó en el puesto 56.º. Un artículo escrito por su padre recoge la anécdota referida a su solitaria participación como español por lo que al «actuar solo, agregado al equipo japonés, (…) la crítica internacional se fijó en él y le apodó el gimnasta solitario español». En el Campeonato de Europa, celebrado en París en el año 1957, consiguió triunfos memorables en la historia de la gimnasia nacional e internacional. Sin embargo, su padre manifiesta que antes de esta cita europea, el 2.º puesto obtenido por su hijo en el Torneo Internacional de Génova, celebrado en 1955, fue el que «le prestigió mundialmente». Además de estos eventos fueron importantes otros títulos como el obtenido en los II Juegos del Mediterráneo celebrados en Barcelona en ese mismo año, así como los diez títulos que logró de forma consecutiva en los Campeonatos de España a partir de 1949 (Armando Blume, 1976, pp. 1.338-1.339).
Bacher Buendía (1966, p. 7) asegura que la fama y talento de Blume generaron en España un profuso periodo de trabajos en torno a este deporte. La gran repercusión política y mediática originada por la consecución del título europeo favoreció la promoción de la gimnasia deportiva y «como consecuencia de esta difusión, la masa infantil y juvenil se vio atraída por lo que hasta entonces quedaba dentro de lo desconocido». En este sentido, Aguilar Pajares y Pau Müler (2006, p. 179) apuntan que «hasta que en 1957 [Blume] consigue proclamarse campeón de Europa, siempre le van a mirar como a un bicho raro: no contará con el apoyo popular». Probablemente fuera así debido a que tal y como su padre, (Blume, A., 1976, p. 1.338), señala: «El camino (…) se presentaba lleno de adversidades. En aquellos tiempos la práctica del deporte — y en especial, el de la gimna...

Índice

  1. Portada
  2. Créditos
  3. Título y autor
  4. Dedicatoria
  5. Prólogo
  6. Introducción
  7. 1. Evolución de la gimnasia deportiva española. 1950-1968
  8. 2. El ciclo de Múnich 72. La meta a alcanzar
  9. 3. Nuevo ciclo olímpico. La ilusión de Montreal 76
  10. Epílogo
  11. Siglas y abreviaturas
  12. Archivos consultados
  13. Bibliografía
  14. Agradecimientos
  15. Mecenas
  16. Contraportada