Actores no estatales
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Actores no estatales

Grupos al margen de la ley, movimientos sociales y partidos políticos.

  1. 138 páginas
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Actores no estatales

Grupos al margen de la ley, movimientos sociales y partidos políticos.

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Información del libro

Este libro contiene resultados de proyectos desarrollados por los grupos de investigación "Agenda internacional", de la Universidad del Norte (Colombia); "Conflictos políticos y culturales contemporáneos" y "Eurasia: pensamiento social", de la Universidad de Salamanca (España). Se erige como una reflexión sobre algunos de los actores no estatales contemporáneos más relevantes de la escena colombiana, africana y asiática, y pone de manifiesto el incremento en la calidad y el alcance de su participación e influencia en los asuntos nacionales y mundiales.

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Información

Año
2017
ISBN
9789587418248

SEGUNDA PARTE

ACTORES NO ESTATALES EN ÁFRICA Y ASIA

CAPÍTULO 3

MOVIMIENTOS Y PARTIDÓS ISLAMISTAS EN LA RECONFIGURACIÓN MENA

Luis Melián Rodríguez1

Beatriz Tomé Alonso2

INTRODUCCIÓN

Este capítulo realiza un sucinto análisis del papel de los movimientos islamistas en el marco de procesos de cambio políticos conocidos como la Primavera Árabe3 y la reconfiguración posterior de la zona MENA (Middle East and North Africa)4. Así, la pregunta a la que se pretende responder en este capítulo es: ¿qué papel han jugado los movimientos políticos religiosos de corte islamistas en las revueltas que han tenido lugar en los países de la zona MENA?
Para ello, en un primer momento se analiza desde una perspectiva general y teórica el papel jugado por los movimientos y partidos de corte religioso en el desarrollo histórico y político de la zona MENA antes del estallido de la Primavera Árabe. Posteriormente se aborda el papel que jugaron estos partidos y movimientos en el desarrollo de las revueltas a partir del análisis de los casos de Egipto, Jordania, Marruecos y Túnez. Se han elegido estos casos porque, exceptuando el desenlace de la guerra civil, cubren los posibles resultados de cambio político: Egipto representa un caso de involución autoritaria en un doble proceso de cambio de régimen, Jordania y Marruecos son casos de persistencia autoritaria y Túnez representa el único caso de éxito transicional y democratización.
Conviene señalar que este capítulo se centra de forma especial en el papel desempeñado por los partidos islamistas, y de acuerdo con la línea analítica que guía este libro, debe recalcarse que se entienden como actores no estatales, si se quiere más específicamente, actores paraestatales, cuyo accionar es aceptado por el Gobierno, o contraestatales subversivos cuando su accionar se considera ilegal y se desarrolla desde la clandestinidad5. Asimismo, resulta pertinente subrayar la dimensión internacional que han alcanzado por cuestiones culturales y religiosas transversales que atraviesan las fronteras nacionales.
De manera general, la actuación de estos actores en la Primavera Árabe ha hecho más patente si cabe la evolución desde sus primeros años hasta su etapa ya posrevolucionaria. Tras un primer momento de énfasis sobre la voluntad legalista de instauración del Estado Islámico y adopción de la sharia, los partidos islamistas asumen crecientemente una pluralidad de formas, prácticas y objetivos que van desde la inmersión en la estrategia electoral hasta la voluntad de establecer consensos con otras fuerzas políticas. En ningún caso el término “islamista” supone uniformidad o igualdad. Es más, algunos autores abogan incluso por referirse al fenómeno en plural, como ‘islamismos’, “por la pluralidad de sus orígenes, naturalezas y manifestaciones” (Gómez García, 2009, p. 165) o con el término más global “política musulmana”, que permite englobar en una misma dimensión a “diferentes actores que persiguen objetivos como la creación de redes de solidaridad islámica o la búsqueda de un mayor reconocimiento a la identidad musulmana” (Mandeville, 2007, p. 20). Algunas voces proponen el empleo del término “postislamismo” para subrayar precisamente el paso a la historicidad desde la literalidad y la adopción de visiones pluralistas que señalan los derechos en vez de los deberes (Roy y Boubekeur, 2012, p. 255).
En definitiva, los actores islamistas (o postislamistas) privilegian la acción política sobre la reflexión teológica (Volpi, 2010), de manera que más que desde la exégesis religiosa, pueden y deben ser tratados como actores sociales y políticos no estatales con capacidad de alcance internacional.

1.LOS PARTIDOS ISLAMISTAS ANTES DE LA PRIMAVERA ÁRABE

Los movimientos de oposición religiosa, y específicamente islamistas, han sido y siguen siendo desde que se consolidaron como tal en la década de los ochenta (Hernando de Larramendi, 2013, p. 73) uno de los actores más relevantes en la vida política –clandestina o no– de los países de la región MENA. Fueron estos islamistas además los que ocuparon el espacio vacío dejado por la desmantelada sociedad civil, encargándose de llegar a aquellos lugares donde el poder estatal estaba ausente a través de la asistencia social y la provisión de servicios básicos. Todo ello los dotó de una fuerte legitimidad frente amplios sectores de la sociedad (Buendía 2013, p.151). En este sentido, los islamistas gozan entre la sociedad arabo musulmana “de la credibilidad de quienes han estado al margen de una escena política dominada por la corrupción y la arbitrariedad. Es más, no solo al margen, sino que acabaron siendo sus principales víctimas, mientras crecía el descrédito de los otros partidos de oposición tradicionales” (Martín Muñoz 2013, p.168).
Además, se debe destacar que estos partidos se han posicionado tradicionalmente de lado de la democracia y de la acción no violenta, lo cual ha hecho que muchos de estos movimientos sean denominados como “posislamistas” (Álvarez-Ossorio, 2013, p. 39). Así pues, ambas dimensiones –el posicionamiento democrático y el rol de asistencia social– son claves a la hora de comprender el éxito que han cosechado estos partidos religiosos en la Posprimavera Árabe, y que ha hecho que algunos autores hablen de un “despertar islamista” (Torelli, Merone y Cavatorta, 2012, p. 140).
Entre los grupos islamistas, el de mayor proyección lo conforma la hermandad fundada en Egipto en 1928 por Hasan al-Banna: los Hermanos Musulmanes y sus diferentes filiales políticas nacionales. Este grupo religioso cosechó un gran éxito en su proceso de expansión por el resto de países de la región, y así, tanto el partido político Ennahda en Túnez como el Frente de Acción Islámica jordano, el propio Partido de la Libertad y la Justicia egipcio y el marroquí Partido de la Justicia y el Desarrollo se conforman como los brazos político-reformistas de la hermandad en cada uno de estos países. En todos estos casos han optado por una estrategia de actuación de rechazo de la violencia dentro del marco constitucional, tomando como propias las normas democráticas universales (Martín Muñoz, 2013, p.165).
Tal y como ya se ha mencionado, fue en Egipto donde surgieron los Hermanos Musulmanes y donde tuvieron una mayor fuerza en sus comienzo. En este sentido, se han configurado como uno de los elementos de oposición al régimen autoritario de más fuerza y como eje estructurador fundamental de la débil sociedad civil del Estado de los faraones. Así, en las últimas décadas han conseguido penetrar en todos los niveles de la sociedad civil cooptando un gran número de organizaciones profesionales y sindicatos (Langohr, 2005, p. 200).
En su dinámica de relación con los regímenes autoritarios a los largo de la década de los 70 tanto en Egipto como en Túnez y Marruecos, los partidos islamistas han sido utilizados contra la oposición de izquierda por sendos regímenes políticos dentro de una estrategia de contestación dividida (Hernando de Larramendi, 2013, p. 73; Pratt, 2007, p. 75). Todo ello además se vio favorecido por el creciente descontento social, especialmente entre la población más joven, tras el fracaso de las políticas sociales y económicas implementadas por estos regímenes de corte secularista. A consecuencia de ello, gran parte de la población optó por el lema “el islam es la solución” (al-Islām huwwa al-hal)6.
Por su parte, el caso jordano se diferencia de los anteriores debido a la importancia del clivaje palestino en el desarrollo político del país. En este sentido, la filial política jordana de los Hermanos Musulmanes, el Frente de Acción Islámica, no ha conseguido este apoyo social por parte de los jordanos, ni un rol central en la arena pública al vinculárseles tradicionalmente con la población palestina urbana de la que se ha nutrido esencialmente el movimiento. A ello hay que sumarle que al haber gozado de un estatus de legalidad en el país, que contrasta con el estatus de ilegales que han vivido los islamistas en otros países vecinos, los islamistas jordanos se han esforzado en demostrar su lealtad a los hachemíes y a la monarquía. Algo similar ocurre en Marruecos, donde la denominada oposición islamista no exige la retirada del régimen, sino una reforma dentro del marco político existente.
En último lugar, no se puede obviar, aunque sea de forma breve, el papel jugado por los grupos salafistas en estos países. De forma general se puede asegurar que se trata de grupos minoritarios y políticamente quietistas pero con una fuerte actividad social. A su vez, estos grupos no pretenden en principio el acceso al poder político sino que se centran en el mantenimiento de la autenticidad islámica (Martín Muñoz, 2013, p. 167). En este sentido, estos grupos no tienen siempre una relación de cercanía con los partidos islamistas, sino que, por el contrario, suele caracterizarse por ser una relación de confrontación, tal y como se observó en el caso del Partido de la Libertad y del Frente de la Reforma (Kaboub, 2013, p.17; Marks, 2015, p.7; Wolf y Lefèvre, 2012, p. 562), que tildaban a los islamistas moderados de excesivamente modernistas, cuestionando, en este sentido, el compromiso religioso de los de Ennahda en su proyecto político. A esta tensa relación hay que sumar el auge que han vivido estos grupos recientemente en Túnez, donde están ocupando parte del debate público y social (Maddy-Weitzman, 2012, p. 203; Torelli et al., 2012, p.141).
En Marruecos el escenario Posprimavera Árabe ha conocido un reposicionamiento de los salafistas que, no tanto como actor colectivo, sino como actores individuales, han dado el salto a la arena institucional tras haber sido uno de los núcleos del propio Movimiento 20 de Febrero (Desrues, 2012).
En el caso jordano, la presencia de grupos salafistas ha aumentado en las últimas décadas, al igual que su visibilidad pública, a consecuencia de la influencia saudí en la arena social doméstica (Tobin, 2012, p.97).
Así, fueron uno de los grupos que participaron activamente en las protestas de 2011. Sin embargo, el salafismo en este país está fuertemente desprestigiado por su vínculo con otros grupos relacionados con los atentados de 2005 en Ammán.
Por su parte, en Egipto, y a pesar del éxito cosechado por partidos salafistas en las elecciones parlamentarias de 2011, donde obtuvieron un 27,8 % de los votos y 123 escaños, sectores sociales pertenecientes a corrientes salafistas participaron de la coalición golpista que derrocó al régimen de Muhammad Morsi (Hernando de Larramendi, 2013, p. 74), en lo que significó una profunda fractura con el interior del islamismo egipcio.

2.ISLAMISMO Y PRIMAVERA ÁRABE: LOS CASOS DE EGIPTO, JORDANIA, MARRUECOS Y TÚNEZ

En el contexto de la Primavera Árabe se debe señalar que en aquellos casos como Egipto y Túnez, donde tuvieron lugar unas elecciones libres y competitivas tras la caída de los respectivos dictadores, fueron los islamistas los vencedores y encargados de liderar el momento transicional7, lo cual favoreció que se hablara de un “despertar islamista” (Torelli et al., 2012, p.140). También en Marruecos, donde se produjo un nuevo impulso en el proceso de liberalización política.
A continuación se analiza de forma más pormenorizada el papel de estos partidos y movimientos islamistas en el marco de la Primavera Árabe a través de los cuatro casos seleccionados para este capítulo.

2.1 EGIPTO

Como ya se ha mencionado, fue en Egipto donde nació la Asociación de los Hermanos Musulmanes en 1928, y fue desde este país desde donde se extendió el movimiento islamista a los países vecinos. Además, el surgimiento de las revueltas en 2011 en este país acabó llevando a los Hermanos Musulmanes al poder, tras cosechar un fuerte éxito en las elecciones tanto constituyentes como presidenciales. Sin embargo, esta primera experiencia democrática en el país no tuvo una larga vida, ya que se vio violentamente atacada con el golpe de Estado militar en 2013. A partir de este momento los islamistas se han visto perseguidos y masacrados en el país del Nilo, y obligados, por tanto, a la clandestinidad.
En este sentido, este actor no estatal, político, social y religioso ha jugado un rol esencial en el desarrollo de los acontecimientos del país, especialme...

Índice

  1. Cubierta
  2. Portadilla
  3. Página legal
  4. CONTENIDO
  5. LOS AUTORES
  6. INTRODUCCIÓN
  7. PRIMERA PARTE: ACTORES NO ESTATALES EN COLOMBIA
  8. SEGUNDA PARTE: ACTORES NO ESTATALES EN ÁFRICA Y ASIA
  9. A MODO DE CONCLUSIÓN
  10. Cubierta posterior