Escuela de Perdón
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Escuela de Perdón

  1. 88 páginas
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Escuela de Perdón

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Una guía para perdonar, es un ideal evangélico que sólo puede vivirse con la ayuda del Espíritu Santo. Reflexiones que nos invitan a acoger el perdón en lo íntimo del corazón.

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Información

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No es fácil perdonar. Es batallar encarnizadamente contra el propio orgullo y, frecuentemente, también contra las incitaciones a la venganza que nos hacen el mundo y nuestros supuestos amigos quienes, creyendo tomar partido por nosotros, nos impiden abrirnos al amor y al perdón.
Nuestro espíritu es el estadio en donde se libra la batalla entre la tentación y la gracia. Es una arena de reducidas dimensiones, pero el combate que allí se desarrolla tiene serias consecuencias. Con razón el libro de los Proverbios afirma que dominar la ira es mejor que conquistar una ciudad (cf Prov 16, 32).
En ese escenario, si nos armamos de paciencia, de bondad, de humildad y de amor, saldremos vencedores y dejaremos vencidos al orgullo, la violencia y el odio. Los espectadores de esa lucha serán Dios, los ángeles y los creyentes, que nos darán sus aplausos. Estos son más valiosos que el posible escarnio de nuestros enemigos espirituales (cf 1 Cor 4, 9; Heb 10, 33).
PERDONAR DE CORAZÓN
Esa lucha no se gana a nivel de palabras, sino en lo íntimo de la persona. Las palabras pueden reducirse solamente a ser una máscara que oculta la realidad de nuestra vida (cf Mt 15, 8). Pero la voz de Dios nos urge a ser auténticos. Cuando Jesús, en la parábola de los dos deudores, narró lo que hizo el amo al criado de duras entrañas, concluyó diciendo: “Así también hará con ustedes mi Padre del cielo, si no perdonan de corazón, cada uno, a su hermano” (Mt 18, 35).
Una vez viví una experiencia en una comunidad parroquial. Allí revisaban cada tarde con gran diligencia cuanto había sucedido durante la jornada, y durante el diálogo se descubrió que dos personas estaban disgustadas seriamente. Una de ellas afirmaba que la otra la ofendía de continuo, y ésta respondía que no se había dado cuenta y que de todos modos pedía perdón. Pero la primera replicaba que siempre era lo mismo, que el otro siempre pedía perdón, que nunca se corregía y que aparentaba nunca darse cuenta.
Entonces quien presidía la reunión dijo: “Aquí hay algo mal. Si uno de ustedes pide perdón y no se corrige, quizá sea porque sólo está hablando de palabras sin reflexionar en que su actitud está haciendo sufrir a su hermano; y si el otro rehúsa ahora perdonar, so pretexto de que la ofensa se repite, está olvidando que el mensaje de Jesús acerca del perdón implica no poner límites”.
Luego añadió: “Pienso que ustedes deben examinar seriamente en qué se están ofendiendo y por qué lo están haciendo, y luego darse un perdón sincero, pues cuando uno tiene una herida infectada, si se contenta con poner encima de ella gasas y esparadrapos, sin lavarla primero y limpiarla, nunca curará. Así, tampoco sanan las llagas del alma si nos contentamos con palabras amables, sin remover lo que nos ha herido”.
Eso nos puede suceder a todos. Si no perdonamos de modo total y profundo, sin rebajas ni componendas, sin absoluciones parciales, imperfectas e incompletas. Pues si dejamos un sedimento de rencor, éste alimentará poco a poco la cólera, la convertirá en odio y éste fomentará la venganza. Para que ese perdón sea total, no hay mejor camino que entregarnos al amor y al perdón de Jesús. Que sea Él quien ame y perdone a través de nosotros.
EL RENCOR DESTRUCTOR
Quien se deja llevar por la ira, el rencor y la venganza se autodestruye. La literatura de todos los tiempos compara esos sentimientos con escorpiones que envenenan, con tigres que hieren, con víboras que pueden causar la muerte, con gusanos, sólo en apariencia mansos y pacientes, pero que en realidad brotan donde hay podredumbre.
El novelista Víctor Hugo, en su obra “Burj Jargal”, cuenta que el enano Habibrah tenía un gran rencor con Leopoldo de Auverney. Un día el enano cayó a un precipicio, pero se agarró de una rama y a gritos pedía auxilio. Leopoldo lo vio y se movió a compasión. Haciendo, pues, un gran esfuerzo, le tendió la mano para ayudarlo a salvarse, pero cuando el enano vio la mano de su enemigo, asiéndose a ella, la mordió con fuerza. Leopoldo la sacudió por el dolor y Habibrah, desprendiéndose, fue a caer al abismo. De modo que el gran derrotado fue el vengativo.
ORAR Y VENCER
En el libro “El refugio secreto”, de Corrie Ten Boom, la autora, que había estado prisionera en un campo de concentración, cuenta cómo al acabar la guerra se dedicó a predicar la reconciliación y dice que al terminar una de sus conferencias, encontró a uno de sus antiguos carceleros. Transcribamos aquí su relato:
Fue en un culto en una iglesia de Munich, donde vi al ex soldado de las fuerzas especializadas alemanas, que habían montado guardia en la sala de baños de Ravensbruck.
En realidad, era el primero de mis carceleros que había visto desde entonces y, de repente, el pasado acudió a mi memoria: la sala repleta de hombres que se burlaban y reían, los montones de ropa, el rostro de Betsie, pálido de dolor.
Aquel ex soldado se acercó a mí cuando ya quedaba poca gente en la iglesia, con el rostro radiante y, haciendo una inclinación, me dijo:
“Cómo le agradezco su mensaje, señorita. Pensar que, como ustedes dicen, Él ha lavado mis pecados”. Extendió su mano para estrechar la mía y yo, que tantas veces les había predicado a los residentes en Bloemendal la necesidad del perdón, me rehusé a darle la mano. Pero en aquel mismo instante en que los pensamientos de venganza y de ira bullían en mi corazón, me di cuenta que eran pecado. El Señor Jesucristo había muerto por este hombre, ¿iba yo a pedir más? “Señor Jesús, dije orando, perdóname y ayúdame a perdonarlo”.
Procuré esbozar una sonrisa, luché por extenderle la mano, pero no podía. No sentía nada, ni la más insignificante chispa de solidaridad o de piedad. De nuevo pronuncié en silencio una oración: “Señor Jesús, no puedo perdonarlo. Dame tu perdón”.
Entonces le estreché la mano. Al hacerlo, ocurrió lo más increíble. Desde...

Índice

  1. Portada
  2. Portadilla
  3. Créditos
  4. Presentación
  5. Importancia de perdonar
  6. Perdonar es actuar como Jesús
  7. Perdonar es orar como Jesús
  8. Recibir y dar perdón
  9. ¿Quién debe pedir perdón?
  10. Perdonar antes del atardecer
  11. La medida del perdón
  12. ¿A quiénes perdonar?
  13. Perdonar es un proceso
  14. Perdonar es sanar
  15. Perdonar es vencer