Metallica - Furia, Sonido y Velocidad
eBook - ePub

Metallica - Furia, Sonido y Velocidad

La verdad sobre la más celebre banda de Metal

  1. 288 páginas
  2. Spanish
  3. ePUB (apto para móviles)
  4. Disponible en iOS y Android
eBook - ePub

Metallica - Furia, Sonido y Velocidad

La verdad sobre la más celebre banda de Metal

Detalles del libro
Vista previa del libro
Índice
Citas

Información del libro

Esta es la historia de Metallica, uno de los fenómenos más importantes del metal.Con más de 100 millones de discos vendidos, esta banda originaria de Los Ángeles simboliza como ninguna la pasión por el sonido y la locura del metal. El libro traza un recorrido cronológico por su trayectoria biográfica, sus discos, videoclips, anécdotas y curiosidades de esta magnífica banda. Sus letras son analizadas por dos especialistas musicales que además completan el libro con un singular apéndice en el que se detalla los instrumentos, efectos y amplificadores utilizados en cada período y disco de este poderoso grupo."Un periodista anglosajón escribía hace dos semanas que 'Death Magnetic es el equivalente musical a la invasión rusa de Georgia, un repentino acto de agresión de un gigante dormido'. Es un sugerente y provocativo símil: pero el metal o heavy no es sinónimo de violencia, aunque sus coordenadas estéticas invitan a pensar lo contrario; y desde esta perspectiva reivindicativa Metallica es un ejemplo de extraordinaria buena música."Esteban Linés en La Vanguardia, sobre Death Magnetic"Es el único grupo de la historia del metal que trepó hasta lo más alto de la cima y se codea con U2, Madonna, AC/DC y los Rolling Stones, en esa primera liga del rock gigante. Es un monstruo visceral, tan humano que casi nunca falla. Casi."Rolling StoneMetallica ha sido la banda de referencia del thrash metal durante varios años junto a Anthrax, Slayer y Megadeth. Con más de 100 millones de discos vendidos, nueve Grammys, dos premios MTV y una estrella en el Paseo de la Fama de la revista "Kerrang!", su música ha sido considerada como el sonido de un nuevo estilo de vida. El espíritu rebelde e inconformista del grupo se complementaba con el furioso y visceral sonido del Marshall a todo volumen. El origen de la banda en Los Ángeles se produce cuando Lars Ulrich publica un anuncio en la revista "Recycler" solicitando un guitarrista para tocar a la manera de Diamond Head.

Preguntas frecuentes

Simplemente, dirígete a la sección ajustes de la cuenta y haz clic en «Cancelar suscripción». Así de sencillo. Después de cancelar tu suscripción, esta permanecerá activa el tiempo restante que hayas pagado. Obtén más información aquí.
Por el momento, todos nuestros libros ePub adaptables a dispositivos móviles se pueden descargar a través de la aplicación. La mayor parte de nuestros PDF también se puede descargar y ya estamos trabajando para que el resto también sea descargable. Obtén más información aquí.
Ambos planes te permiten acceder por completo a la biblioteca y a todas las funciones de Perlego. Las únicas diferencias son el precio y el período de suscripción: con el plan anual ahorrarás en torno a un 30 % en comparación con 12 meses de un plan mensual.
Somos un servicio de suscripción de libros de texto en línea que te permite acceder a toda una biblioteca en línea por menos de lo que cuesta un libro al mes. Con más de un millón de libros sobre más de 1000 categorías, ¡tenemos todo lo que necesitas! Obtén más información aquí.
Busca el símbolo de lectura en voz alta en tu próximo libro para ver si puedes escucharlo. La herramienta de lectura en voz alta lee el texto en voz alta por ti, resaltando el texto a medida que se lee. Puedes pausarla, acelerarla y ralentizarla. Obtén más información aquí.
Sí, puedes acceder a Metallica - Furia, Sonido y Velocidad de Matías Recis, Daniel Gaguine en formato PDF o ePUB, así como a otros libros populares de Médias et arts de la scène y Musique. Tenemos más de un millón de libros disponibles en nuestro catálogo para que explores.

Información

Editorial
Ma Non Troppo
Año
2017
ISBN
9788499175102
logo

Matías Recis y Daniel Gaguine

logo

Contenido

Prólogo
Introducción
1. 1981-1983
2. 1983-1985
3. 1986-1990
4. 1991-1995
5. 1996-1999
6. 2000-2005
7. 2006-2013
Epílogo
Apéndice
Agradecimientos
Ernesto Salas, Gisela Paterno, Jorge Ortigoza, Diego Gassi, Fernando Stefanelli, ANIA y Laura Campagna.
«El ensordecedor sonido del metal se acerca»
Metallica («Phantom Lord»)

Prólogo

La adrenalina comienza a fluir

Era 1981. La escena metalera estaba sitiada por el maquillaje, las medias multicolores y las poses frívolas. En las radios proliferaban canciones cursis como «Live Wire» de Mötley Crüe, cuyo estribillo decía «¡Vamos! Ámame esta noche». Era la fiebre del glam metal. Pero esta música y su estética andrógina no representaban la idiosincrasia metalera. Así que, por aquellos días, un baterista aficionado llamado Lars Ulrich publicó un anuncio en busca de músicos, y obtuvo la respuesta de un introvertido guitarrista con su rostro completamente cubierto de acné: James Hetfield. Sus mundos tan opuestos se alinearon por el sueño de conformar una banda a la que bautizaron Metallica. Su propósito era profundizar los preceptos de La Nueva Ola del Heavy Metal Británico.
Sin embargo, ya en sus primeros recitales en pequeños clubes de San Francisco y en su disco debut Kill ‘Em All, salieron a cambiar todos los paradigmas del metal y dejaron boquiabiertos a los espectadores. Su furia por aniquilar todo lo pasado se influenció en el punk de los Sex Pistols, quienes un lustro atrás habían revolucionado la cultura del rock. De este modo, en compañía de Slayer, Anthrax y Megadeth, Metallica impulsó un movimiento que cambió definitivamente el mapa sonoro de aquella década: el thrash metal.
Sin duda, Metallica fue la punta de lanza de aquellos corazones metaleros que en los suburbios estaban a la espera de un referente. Su vestimenta era informal y poco cuidada, y en sus letras Hetfield expulsaba sus vivencias y sus convicciones. Era la voz de los que no tenían voz. Su espíritu rebelde y discordante se complementaba con el furioso y visceral sonido del Marshall a todo volumen. Esto generó una rápida empatía con su público, que se convirtió en uno de los más fieles y eufóricos, y transformó cada concierto en una ceremonia irrepetible. Su amor por este grupo desbordaba el terreno musical; Metallica era la banda con el sonido de un nuevo estilo de vida.
Con el paso de los años, y pese al dolor de muchos de sus seguidores, este conjunto trascendió el género que había creado. Su intensa apertura musical le brindó el rechazo por parte de un sector del público. Metallica atravesaba una situación similar a la de Bob Dylan cuando desde la platea de Newport se escuchó «¡Judas!», un improperio que recibió el solista por «traicionar» su música folk y cambiar hacia un sonido eléctrico. Sin embargo, Metallica, a bordo de su espíritu combativo, afrontó los prejuicios a fin de no caer en la monotonía y la reiteración. Tenían el absoluto convencimiento de que estaban en el camino correcto y no retrocedieron ante nada: lograron el éxito mundial a través del hard rock de «Enter Sandman», grabaron un álbum junto a la Orquesta Sinfónica de San Francisco y realizaron ciclos acústicos y hasta un trabajo de noise rock en compañía de Lou Reed.
Sin renunciar a sus raíces, este grupo evolucionó y nunca descansó en los laureles. Siempre estuvo un paso por delante y logró una identidad que lo ubicó en un pedestal junto a otros puntales como Black Sabbath, Iron Maiden, Deep Purple o Judas Priest.
Sin vacilaciones, Metallica dio los pasos que ninguna banda de metal se había atrevido a dar. Por consiguiente, en pocos años salieron de los oscuros y marginales antros de la costa Oeste de Estados Unidos para conquistar los estadios más imponentes del mundo, vender decenas de millones de discos, ganar premios y ser homenajeados. Lograron que el centro de la escena musical volviera a estar en Norteamérica y ya no en Gran Bretaña.
Pero si bien ahora Metallica goza de un merecido reconocimiento, a lo largo de su carrera este grupo sorteó todos tipo de inconvenientes: cambios de integrantes, el fallecimiento del bajista Cliff Burton, el despido de Dave Mustaine, graves accidentes en vivo, censuras, conflictos legales con Napster, problemas con el alcohol y coqueteos con las drogas. Sin embargo, resistieron a todo.
Lo más sorprendente es que las personalidades de los cuatro integrantes de Metallica son radicalmente opuestas entre sí; no obstante, cuando se juntan logran una perfecta sinergia.
Pero ¿por qué esta banda sigue despertando pasiones y fanatismo en las nuevas generaciones? Sin duda, su constante actualización es la pieza clave en la vigencia de su obra, ya que incorporan con fruición los avances tecnológicos y los nuevos lenguajes musicales. Al mismo tiempo, su inmenso despliegue en vivo ofrece uno de los espectáculos más impactantes de la historia del rock.
Sobre estos vértices indaga Metallica: furia, sonido y velocidad, una aproximación a uno de los fenómenos más trascendentales y controvertidos del heavy metal. Este libro traza un recorrido cronológico por sus discos, videoclips, cambios de estilos y su relación con el contexto musical. En sus páginas, también nos adentraremos en la intimidad de esta banda a través de anécdotas, curiosidades y detalles sobre sus equipos e instrumentos. Sus letras, una de las particularidades más destacadas del grupo, son analizadas y homenajeadas en distintos apartados de cada subcapítulo.
Metallica: furia, sonido y velocidad está dirigido no sólo a los amantes de la banda, sino que también se hace extensible a músicos y curiosos. Todos los que quieran profundizar en esta historia, que abran los oídos y los ojos puesto que el galope de los «Cuatro Jinetes» retumba con el sonido y la locura del metal.

Introducción

Los sesenta (también) son heavies

Existen diferentes músicos y periodistas que inician encendidas discusiones sobre los primeros embriones del heavy metal. Muchos de ellos encuentran la génesis en la obra de Led Zeppelin y Deep Purple. Sin embargo, este movimiento surgió con la irrupción de Black Sabbath a finales de los sesenta y de Judas Priest a comienzos de la siguiente década. A partir de ellos, el sendero del rock no fue el mismo. Ambos conjuntos se vieron influenciados por el sonido de las fábricas metalúrgicas de su natal Birmingham (en el noroeste de Londres). Esta ciudad, destruida durante los ataques de la Segunda Guerra Mundial, era conocida como «La Locomotora de la Revolución Industrial» o «El País Negro», por las minas de carbón y el constante humo suspendido en el aire. El tableteo inquieto de los martillos, los compresores aplastando y salpicando el metal y las humaredas que emanaban de las chimeneas de las fundidoras, se colaban en las aulas de una escuela contigua. Allí cursaba sus estudios un niño que luego se convertiría en el cantante de Judas Priest: Rob Halford. Mientras estaba en clase, Halford escuchaba esos sonidos y veía los libros saltar de su pupitre a causa de las vibraciones. El metal fue entrando impacientemente en sus pulmones y en sus venas de una manera irremediable.
Experiencias similares calaron en los integrantes de Black Sabbath. Su guitarrista, Tony Iommi, pudo capturar toda esa atmósfera en su instrumento, tras sufrir un accidente trabajando en una cortadora de metal (perdió dos falanges de su mano izquierda y las reemplazó por una prótesis cuyos materiales generaron una sonoridad grave y oscura, que dio origen al heavy metal).
Rápidamente este movimiento se transformó en una prolífica respuesta al hippismo de esos años. Sin dudas, el pacifismo colorido y contracultural de la «Generación Beat» de San Francisco (Estados Unidos) estaba alejado de aquellos jóvenes que crecían rodeados de grises fábricas industriales en los suburbios de Londres. Sin embargo, los polos siempre parecen unirse: muchos músicos encuentran la raíz del heavy metal en Blue Cheer, un mítico grupo de San Francisco que apareció en plena fiebre «Flower Power».

El sello del metal: la aparición del punk y otros movimientos

A comienzos de los setenta, los británicos colocarían otras piedras fundacionales de este género: Motörhead lo haría a través de álbumes como Overkill; el trascendental Rising fue aportado por Rainbow, cuya formación integraban Ritchie Blackmore (guitarrista de Deep Purple) y Ronie James Dio; paralelamente, fue de vital importancia Uriah Heep, con discos como Look at Yourself; Led Zeppelin, con Led Zeppelin III y Deep Purple, con Machine Head.
La semilla del heavy metal ya estaba plantada y desde diversas latitudes tomaron relieve bandas que profundizaron en su rumbo: Buffalo (Australia), Sir Lord Baltimore, UFO y Alice Cooper (Estados Unidos); Scorpions (Alemania); así como Triumph y Mahogany Rush (Canadá).
Mientras tanto, por esos años el rechazo al hippismo no cesaba y tras la irrupción del heavy metal se generó otro movimiento: los mods[1]. Pero tanto éstos como aquéllos se vieron eclipsados por la cristalización del punk a mediados de los 70. Este movimiento, surgido en Norteamérica con Patti Smith, The Ramones y con Iggy and The Stooges, se asentó en Gran Bretaña con bandas como The Clash y Sex Pistols. El punk, a bordo del primitivismo y la reducción, fue un hábil contraataque a la música de esos años, como el rock sinfónico —o progresivo— y el virtuosismo de grupos como Led Zeppelin, a quienes acusaban de aburridos por sus empalagosos solos. El rock sinfónico se consumía en su propia egolatría y sus letras no brindaban ningún tipo de identificación con los jóvenes, en unos momentos en los que la crisis había dejado de ser una sensación para transformarse en una realidad. La falta de renovación hizo que el punk fuera ese «aire fresco» tan necesario y buscado. Pero, a fin de cuentas, fue un movimiento que quiso cambiarlo todo y que sólo logró pequeños y aislados destellos.
De todos modos, para entonces el punk ya había captado la atención de gran parte de los jóvenes y dejó el heavy metal al borde del knock out. En esos años, el vértigo de los Sex Pistols y la conciencia contestataria de The Clash eran la punta de lanza de este movimiento que buscaba quitarse el estigma de «música seria». Ahora «todos podían hacer música» más allá de sus limitaciones técnicas. La esencia rebelde de este género se percibía ya en 1975, cuando Johnny Rotten, cantante de los Sex Pistols, daba vueltas por Londres luciendo una camiseta que decía «Odio a Pink Floyd».
El punk fue, sin duda, la última contracultura del siglo XX. Su pensamiento anarquista fue acompañado por un fuerte rechazo al establishment del rock y a todo lo regido por las normas del mercado y las instituciones. Pero cuando esta propuesta «antiarte» pasó a ser comercial y aceptó contratos multimillonarios, el punk cavó su propia tumba. Los Sex Pistols se disolvieron en 1980, mientras que The Clash alcanzaba ese año un éxito internacional con London Calling. Ya a finales de 1982, este grupo empezó a diluir su esencia, y con Sandinista se abrió a otros ritmos como el dub, el gospel, el hip hop y el jazz.
En respuesta a la estética sonora y visual del punk, surgieron diversas tendencias británicas —de pelo batido y maquillaje— que por esos añ...

Índice

  1. Portada
  2. METALLICA
  3. Créditos