Educación y cambio ecosocial

Rafael Díaz-Salazar

• Editorial: PPC Editorial
• Año: 2016
• ISBN:
  9788428829663
• Categoría: Education
• Categoría: Education General

La formación de la personalidad de niños, adolescentes y jóvenes es uno de los grandes retos de nuestro tiempo. En esta obra se propone un proyecto educativo basado en el cultivo de la interioridad, la iniciación al activismo social y el desarrollo de estilos de vida alternativos. ¿Qué tipo de educación necesitamos?, ¿cómo relacionarla con el imprescindible cambio ecosocial?, ¿qué podemos hacer en las familias, en las escuelas y en las asociaciones ciudadanas para lograrlo? Este libro está pensado para tres tipos de educadores: familias, profesores y animadores de movimientos infantiles y juveniles.

II

UN PROGRAMA DE VIDA

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LA EDUCACIÓN DEL YO INTERIOR

La segunda parte de este libro se titula «Un programa de vida». En ella voy a desarrollar un conjunto de reflexiones que ayuden a vincular de forma armoniosa la dimensión interior y la dimensión política en la vida humana. En este capítulo me centro en la educación del yo interior, y en el siguiente en uno de los ámbitos más importantes del yo político: el activismo ciudadano para construir una sociedad más justa, libre y fraterna.

La propuesta educativa que voy a presentar está conectada con aprender a ser, uno de los cuatro pilares de la educación para el siglo XXI establecidos por la UNESCO.

En las páginas siguientes voy a referirme con frecuencia a la pedagogía del descubrimiento. En la educación del yo interior es esencial que sea la propia persona la que vaya sondeando las diversas dimensiones de profundidad de la interioridad humana con el fin de que llegue a ser la conductora de su propio destino. Los educadores somos solo los acompañantes en esta aventura existencial del descubrimiento de lo más hondo y decisivo de la vida.

1. El cultivo de una sabia vida interior

¿Cuáles deben ser los objetivos de una educación basada en la formación de corazones limpios y personas ecologistas? La obra de Julio Verne, Viaje al centro de la tierra, nos puede servir como símbolo y parábola de la gran excursión que las familias, los centros escolares y los movimientos educativos de niños, adolescentes y jóvenes deben organizar: el viaje al centro de la vida interior de cada persona.

Crecer por dentro: el viaje al mundo interior

«Afanarse en crecer por dentro» es la gran aspiración existencial que hay que inculcar. Necesitamos familias, escuelas y movimientos educativos infantiles y juveniles que sean «agencias de viajes al mundo interior». Agencias especializadas en trazar sendas para que sus miembros se adentren «más adentro en la espesura», como escribe san Juan de la Cruz en el Cántico espiritual. Los educadores han de ser acompañantes que ayuden a caminar por lo más profundo del bosque interior de cada persona.

Nuestra sociedad occidental ha puesto la inteligencia y la tecnología al servicio del Producto Interior Bruto, del dominio y la transformación de la naturaleza para aumentar la plusvalía empresarial y para que cada vez sea mayor el confort, el consumo y el bienestar material de los ciudadanos. Sin embargo, esta sociedad es muy pobre en sabiduría vital. La mayoría de sus miembros padecen anemia y anorexia espirituales y viven hacia fuera, ignorando la riqueza de la vida interior, que es la que otorga dignidad y humanidad profunda.

Almas deshabitadas: almas muertas en los desiertos interiores

Muchísimas personas en la civilización de la abundancia son, según Octavio Paz, «almas deshabitadas [...] la televisión acabará por anestesiar al género humano sumido en una beatitud idiota» (Vislumbres de la India, p. 192). El papa Francisco habla en Laudato si’ de «los desiertos interiores» en nuestra sociedad (n. 217). Erich Fromm, en El arte de amar, escribe sobre la existencia de seres humanos «cuya alma está muerta, aunque su cuerpo siga vivo». En el capítulo sobre «La práctica del amor», este psicoanalista y filósofo afirma: «Importa evitar la conversación trivial, importa también evitar las malas compañías [...] Me refiero a la compañía de zombies, de seres cuya alma está muerta, aunque su cuerpo siga vivo; a individuos cuyos pensamientos y conversación son triviales; que parlotean en lugar de hablar, y que afirman opiniones que son clichés en lugar de pensar» (p. 151).

Estos autores destacan la inmensa vaciedad de millones de personas que no cultivan la vida interior, aunque su nivel de bienestar material cada vez sea mayor.

Reorientación personal y cambios sociales para el cultivo de la interioridad

Si en las sociedades capitalistas dedicáramos un porcentaje de las inmensas energías empleadas en la producción, el consumo y el ocio alienante al crecimiento interior, nuestra realidad sería bien distinta. Las sociedades del Sur son más pobres en bienes económicos, pero tienen mayor riqueza espiritual. Jean Ziegler, en La victoria de los vencidos (Ediciones B), ha analizado con gran lucidez esta paradoja.

En Occidente necesitamos una nueva educación y cambios importantes en la economía y en la política para que una pedagogía de la interioridad se extienda entre toda la población. Esto implica «trabajar menos para trabajar todos», reorganizar radicalmente los tiempos de trabajo, iniciar una transición al poscapitalismo, incrementar el diálogo intercultural e interreligioso, disponer de maestros para la iniciación en el arte del cultivo de la interioridad. Es un nuevo aprendizaje ciudadano que hemos de realizar todas las personas.

Las seis dimensiones de la vida interior

La vida interior tiene seis dimensiones que toda persona debe cultivar. Cada una de ellas tiene un objetivo educativo. Desde esta perspectiva, las familias, los centros escolares y los movimientos educativos de niños, adolescentes y jóvenes pueden concebirse, de un modo simbólico, como escuelas de jardineros y agricultores; es decir, como ámbitos en los que se enseña a saber labrar y saber cultivar la tierra personal para hacerla florecer.

Las seis dimensiones de la vida interior son la psicológica, la metafísica, la ética, la estética, la meditativa y la religiosa. Cada una de ellas ha de configurar un vínculo con la acción social que ha de realizar el yo político. El desarrollo de estas dimensiones depende de pedagogías específicas que ayuden a la consecución de los principales objetivos vitales: conocerse a sí mismo, encontrar el sentido de la vida, ser una persona moral, amar la belleza y el arte, saber meditar y contemplar laicamente, aproximarse a la experiencia de la religiosidad y comprometerse con la construcción de un mundo justo y fraterno.

2. Conocerse a sí mismo. La educación psicológica y la pedagogía del descubrimiento de la vida interior

La dimensión psicológica de la vida interior tiene una profunda conexión con el conocimiento de sí mismo ¹⁵. Hay personas que inician el camino de la introspección interior y el autoanálisis. Siguen el consejo de Sócrates: «Conócete a ti mismo».

Antonio Machado, maestro en tantas cosas, nos ha enseñado el arte del soliloquio, de la conversación con uno mismo: «Converso con el hombre que siempre va conmigo. / Quien habla solo espera hablar a Dios un día. / Mi soliloquio es plática con este buen amigo / que me enseñó el secreto de la filantropía» («Retrato», en Campos de Castilla).

Muchas personas desconocen su interioridad, nunca se han encaminado hacia sus adentros. Quizá no han sentido esta necesidad porque no han cultivado y labrado su mundo interior, y por eso quizá sea un erial. En la conversación con las personas se detecta si estas tienen o no una intensa y rica vida interior.

La pedagogía del descubrimiento de la vida interior tiene como objetivo el cultivo de la interioridad en varias dimensiones. En primer lugar, hallar quiénes somos, cuáles son nuestros talentos, nuestras capacidades, nuestros deseos, nuestras aspiraciones, nuestras carencias y nuestros defec...

Índice

• Portadilla
• Citas
• Introducción
• I. Una imagen del mundo
• II. Un programa de vida
• III. Otra educación, ¿es posible?
• Referencias bibliográficas
• Contenido
• Créditos
• Notas