1. Evidencias históricas de la hipnosis
La primera prueba documental del conocimiento de la hipnosis procede de la civilización sumeria, ni más ni menos. Unos 4.000 años a.C.
Pues bien, aún con eso, su naturaleza no ha sido explicada de manera plausible. Y es que todavía suscita muchos prejuicios, rechazos y temores. La culpa quizá sea de esos espectáculos sensacionalistas que pululan en las televisiones y en los teatros de medio mundo donde un hipnotizador priva de su voluntad a un número determinado de espectadores.
De los primitivos chamanes a la Edad Media
La palabra «chamán» se asocia a términos como curandero o sanador.
El chamán es aquella persona que se supone tiene un poder sobrenatural que le permite contactar con espíritus, curar enfermedades, predecir el futuro o incidir sobre las cuestiones meteorológicas, entre otras cuestiones.
Cuando se preparaba para la curación, el chamán solía entregarse a determinadas prácticas que le permitían intensificar sus poderes de concentración. Horas antes de realizar su trabajo, evitaba el contacto con sustancias químicas o con alcohol para así sentirse fuertemente centrado, de manera que ninguna cuestión pudiera distraerle de su objetivo. Incluso podía llegar a aislarse en una cueva o en lo más profundo de un bosque. Era su particular «descenso» a un mundo inferior. A menudo, este viaje lo acompañaba de toques de tambor, cantos, bailes, una serie de actividades que tenían dos rasgos característicos: eran rítmicos y monótonos. La repetición y la continuidad permitían centrarse al chamán, singularizar el espíritu enfermo del paciente y visualizar la curación de la persona que debía sanar.
El documento escrito más antiguo que se conserva y donde se refiere elementos hipnóticos es el llamado Papiro de Ebers. Escrito en el año 1500 aC, describe cómo los adivinos egipcios empleaban la hipnosis de una manera similar a como se practica hoy en día.
La palabra «hipnosis» procede del griego: hipno, de Hypnos, la personificación del sueño, hijo de Érebo (el dios de la oscuridad y la sombra) y Nix (la diosa de la noche); y de Sis, que significa acción, proceso o resultado de… Por tanto, hipnosis sería un proceso o resultado irregular de adormecimiento. Los sacerdotes griegos practicaban técnicas hipnóticas con fines curativos en los llamados Templos del Sueño.
Los griegos solían utilizar la hipnosis para consultar a los oráculos. Tal idea ha llegado hasta nosotros en el legado que Platón dejó en sus escritos, donde pueden leerse innumerables referencias a la medicina psicosomática. Platón propone la sugestión como medio para obtener el orden, la armonía y el equilibrio. Por su parte, Aristóteles desarrolla la Retórica como modo de persuasión verbal capaz de producir cambios en el organismo, y la Poética como forma de tratamiento psicológico.
Platón era del parecer que la sugestión podía producir una armoniosa y justa ordenación de todos los elementos de la vida psíquica, esto es, las creencias, los sentimientos, los impulsos, los saberes, etc. Y esta armonía era condición previa para la máxima eficacia de cualquier terapia.
En el Templo de Asclepio se utilizaban métodos curativos de naturaleza ritual. Los pacientes se introducían en una especie de cueva por la que discurría un riachuelo. Allí, podían escuchar las voces de los dioses, que confirmaban su diagnóstico y sugerían un tratamiento.
En Europa Central se encuentran las primeras referencias a la hipnosis en los trabajos de Paracelso. Este alquimista, filósofo y teólogo pensaba que había una correspondencia oculta entre el macrocosmos que representaba el Universo con el microcosmos simbolizado por el hombre. Si esta relación de equilibrio se veía alterada, surgían las enfermedades. Por tanto, admitía como posibles causas de enfermedades las influencias astrales. Y al método curativo empleado le llamó por simpatía magnética.
Afirmaba también que las emociones fluctuantes de la psique originadas en la fantasía no sólo podían influir en nuestro cuerpo, sino que también podían hacerlo en otros.
Los pioneros de la hipnosis
La base teórica de la mayoría de los rituales hipnóticos se fundamentaba en la idea de que un espíritu vital, flujo o fluido magnético podía fluir de una persona a otra. Las técnicas incluían la imposición de manos, el enfoque de la atención, la utilización de cánticos y encantamientos, e incluso imanes para dirigir el flujo del espíritu vital.
Uno de los primeros en trabajar sobre estos aspectos fue el valenciano Juan Gilaberto Jofré. Nacido en 1350, ingresó en la orden de los mercedarios, lo que le dio la oportunidad de viajar por medio mundo. Así, consiguió familiarizarse con los métodos terapéuticos, caritativos, empleados por el Islam. Fundó un hospicio para enfermos mentales, donde propiciaba tratamiento médico hospitalizando a los ingresados.
Otro de ellos fue Johann Joseph Gassner, conocido como el maestro de la sugestión, que empleaba sus impactantes y teatrales técnicas hipnóticas para esparcir su fe y sus creencias religiosas. Gassner conseguía curaciones milagrosas y a la vez ejercía influencia sobre el espíritu del paciente, utilizando elementos de sugestión. Inducía al trance y trataba de seguir elementos básicos de la hipnosis instantánea. Empleaba la sugestión pura y dura, y fue de los primeros en aplicarla para conseguir estados de trance instantáneos.
En el siglo XVIII, un médico austriaco, Franz Anton Mesmer, identificó este antiguo fenómeno curativo y lo incorporó a una teoría de magnetismo animal. Mesmer creía que un «fluido cósmico» podía almacenarse en objetos inanimados y transferirse a los pacientes para curarles su enfermedad.
Franz Anton Mesmer Estudió teología, filosofía, derecho y, por fin, obtuvo el titulo de doctor en medicina en Viena, en 1764, con una tesis sobre la influencia de los planetas en el cuerpo humano, que debiera calificarse más como una recopilación ocultista que como un estudio medico. Ejerció la medicina en Viena, utilizando unos métodos que denominaba magnéticos y que se basaban en los fenómenos de sugestión. Según su doctrina del «magnetismo», cada organismo poseía un fluido magnético que podía ser transmitido a los demás. Acusado de impostor y rechazado por los... |