II
LAS NARRACIONES DE LA RELIGIÓN
Y LAS NARRACIONES ATEAS
DE LA RELIGIÓN
En esta segunda parte tratamos la narración de algunas religiones y no porque sean las más conocidas, que lo son, sino porque resultan arquetipos y modelos de todas las otras. Nos referimos a tipos de religiones: mitopoéticas, místicas e incluso –y paradójicamente– a religiones que, partiendo de un no creer en dioses o en Dios, tienen una práctica religiosa reconocida universalmente.
En el capítulo primero nos introducimos en el Génesis, libro primero de la biblia, deteniéndonos en un comentario de su mitología y simbología, que luego llenó el imaginario de las religiones judeocristianas y de alguna manea también de la musulmana. Hacemos un comentario libre y narrativo, es decir, respetando las interpretaciones del dogma católico y de la Cábala judía, pero acudiendo a comentarios y pareceres presentes en el mundo de la literatura y la filosofía fundamentalmente.
En el capítulo segundo narramos el hinduismo, en un primer momento desde la experiencia del autor del libro, para llegar después a aspectos que nos parecen fundamentales y que resultan constantes en toda praxis religiosa.
En el capítulo tercero tratamos lo que paradójicamente entendemos por ateísmo dentro de la religión. Lo encontramos en religiones con fuerte, antigua y extendida práctica religiosa: en el budismo, en el confucianismo y en el taoísmo. No creen en Dios y, sin embargo, están llenos de prácticas y elementos religiosos, con templos, libros sagrados, morales religiosas y monjes predicadores de salvación.
Capítulo 1
NARRACIONES RELIGIOSAS DE LA MITOPOÉTICA.
LOS MITOS DEL GÉNESIS
1. Introducción
El escrito del presente artículo es un comentario narrativo y no un trabajo de hermenéutica bíblica, que intentara interpretar la biblia de una forma técnica o más científicamente. Fue la filósofa María Zambrano quien afirmó que su pensamiento siempre estuvo alrededor de la mitología del Génesis. Pero no solo ella, todo el imaginario de creación en Occidente tiene que ver con estos arquetipos o modelos universales en que se han convertido los símbolos, metáforas y mitos del Génesis. Por eso no pueden tener sus narraciones la sola mirada religiosa: es la biblia monumento que pertenece a eso que se llama «patrimonio de la humanidad»; caben otras miradas, caben todas las miradas que se hagan con dignidad y respeto. Sirva lo dicho para romper cualquier tipo de interpretación literal de ortodoxos fundamentalistas o para negar que solo puede haber una lectura teológica de la biblia y del Génesis, normalmente monopolizada por la Iglesia o religión que le toque dogmatizar.
En el Génesis, por otra parte, no se está describiendo una historia científica, sino una historia didáctico-teológica, que también se pueda leer narrativamente. La lectura del Génesis puede producir catarsis y algún tipo de metanoia en cualquier lector sensible. Respetando las conclusiones teológicas, nos acercamos a él como un libro que leemos con herramientas filosófico-literarias. En concreto los mitos del Génesis abren categorías o temáticas que hoy nos siguen interesando, a veces preocupando, y no solo a los teólogos.
El libro es el gran relato que de forma poética –de aquí nuestro título de «mitopoética»– narra experiencias atravesadas por el pueblo de Israel. Los rapsodas de aquellas tribus relataban los mitos con imágenes poéticas (barro, costilla, manzana) y símbolos (serpiente, árbol de vida, puerta del paraíso). Así expresaban y confesaban verdaderas convicciones que la humanidad guarda como arquetipos en su inconsciente colectivo, como diría Jung conectando con el viejo Salustio cuando afirmaba: «Los mitos nunca ocurrieron, pero nunca dejaron de existir».
Los hombres creyentes de la biblia han tenido necesidad de la narración. Les interesó más la vida de sus experiencias que saberlas expresar de una forma más lógica o filosófica: «Agazapada detrás del concepto está la vida», ha reconocido la filósofa Hanna Arendt; por las grietas de los mitos va rezumando la verdadera preocupación y ansiedad de lo humano. La vida para estos mitos ya está presente antes de que hayan aparecido los conceptos; el Génesis vive el principio de trasparencia: aquello que es mundano, puede trasparentar el ámbito de lo celestial.
Hablo del Génesis, pero me voy a referir solo a los cuatro primeros capítulos y a su abundante temática. Los capítulos primero y segundo nos ofrecen dos relatos de la «creación» aparentemente muy distintos: en el capítulo 1, la creación del universo por la sola Palabra de Yavé en seis días resulta como un magno pórtico de la tradición sacerdotal a toda la biblia. En el capítulo 2 aparece la tradición yavista, refiriendo la creación del hombre y de la mujer; el árbol de la vida y el árbol de la ciencia del bien y del mal1.
Yahvé viene presentado como un alfarero, que de la arcilla crea al hombre; o como un cirujano, que le saca la costilla a Adán para hacer a Eva; o como un jardinero, que plantó un jardín. En el capítulo 1 la tierra está llena de agua, como Mesopotamia entre los ríos Tigris y Eufrates, y Dios separa las aguas de la tierra. En el capítulo 2 la tierra está seca, como Palestina, y Dios hizo brotar un río, creando el paraíso terrenal, el edén.
El capítulo1 es como un himno solemne, el 2 como una historia popular. Recapitulando la creación en seis días aparec...