Creta y Atenas
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Creta y Atenas

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Equidistante de Europa, Asia y África, Creta es rica en vicisitudes históricas provocadas por las influencias e invasiones llegadas desde dichos continentes. Quizá la "invasión" más curiosa sea la protagonizada por los andalusíes expulsados de Alejandría en el siglo IX. Además, la civilización cretense o minoica hunde sus raíces en los mitos griegos, el más famoso de los cuales es el del rey Minos y su palacio, conocido como Laberinto, y el monstruo que en él habitaba: el Minotauro, abatido por Teseo con la ayuda de Dédalo y el ovillo mágico de Ariadna, mito que se evoca en el yacimiento de Knossós. Pero Creta es esto y mucho más: monasterios (Arkadi, Goniás...), cuevas de ensueño como la Diktaíon Andron, mitológica cuna de Zeus, ciudades y pueblitos tranquilos y playas, muchas playas en las que descansar y degustar la sabrosa gastronomía cretense.

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Información

Editorial
Laertes
Año
2013
ISBN
9788475849225
Edición
1
Categoría
Histoire
logo

CRETA Y ATENAS

Eladi Romero García
EDITORIAL LAERTES

INTRODUCCIÓN

Esta es una guía destinada a ese viajero que, desde España, quiere visitar Creta haciendo escala de un par o tres de días en Atenas, lo cual suele ser muy frecuente habida cuenta de que los vuelos directos desde nuestro país hasta la isla de Minos, o bien escasean, o resultan bastante caros. Por ello, ¿por qué no aprovechar la escala en Atenas para visitar la cuna de nuestra civilización occidental?
Una cuna algo abatida por la crisis económica, sí. Lo podemos leer en la última novela traducida al castellano de Petros Markaris, el autor griego de novela negra, titulada Liquidación final (Barcelona: Tusquets, 2012). Comienza de una forma tragicómica con la nota de suicidio de cuatro señoras jubiladas que deciden abandonar este mundo al unísono ingiriendo somníferos:
«Somos cuatro mujeres jubiladas, solas en el mundo. No tenemos hijos ni perros. Primero nos recortaron la pensión, nuestra única fuente de ingresos. Después tuvimos que buscar a un médico privado para que nos recetara nuestros medicamentos, porque los médicos de la Seguridad Social estaban de huelga. Cuando por fin conseguimos las recetas, en la farmacia nos dijeron que no servían, porque la Seguridad Social les debe dinero, y que tendríamos que pagar las medicinas de nuestro bolsillo, de nuestra pensión recortada. Nos dimos cuenta de que somos una carga para el Estado, para los médicos, para las farmacias y para la sociedad entera. Nos vamos, así no tendréis que preocuparos por nosotras. Con cuatro jubiladas menos, mejorarán vuestras condiciones de vida».
¿Le recuerda esto a algo muy próximo a nosotros?
Pero no nos pongamos tristes. Atenas, Creta y Grecia en general no es solo crisis. Es arte, sol, cultura mediterránea. El nuevo museo de la Acrópolis es uno de los mejores del mundo, las playas de Creta resultan excepcionales por su temperatura ideal. Recordemos a Minos y al Minotauro. Levantemos ese ánimo y volemos hacia esos paraísos que, aun en crisis, siempre sabrán darnos sorpresas agradables.
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ATENAS

EL NOMBRE DE ATENAS
El nombre de Atenas (Αθήνα), relacionado con el de su patrona la diosa Atenea, resulta difícil de determinar, pues no tiene un origen etimológico claramente griego. El mito tradicional afirmaba que dicho nombre había sido otorgado por dicha diosa, aunque es posible que el nombre de la diosa Atenea derive en realidad del de la ciudad y, por lo tanto, sea posterior. Dicho mito fue narrado por diversos autores de la Antigüedad, desde Herodoto a Plutarco o Pausanias, e incluso se convirtió en el tema del relieve escultórico situado en el frontón oeste del Partenón. La historia dice más o menos así:
Cuando un grupo de griegos decidió fundar su ciudad, se presentaron dos dioses candidatos a protegerla y dar su nombre. Eran Atenea, diosa de la sabiduría, y Poseidón, dios del mar. Para elegir entre los dos, los ciudadanos solicitaron un regalo a cada uno de ellos con la intención de valorar el mejor y más útil. Poseidón golpeó entonces con su tridente en una roca, de la que brotó una fuente (en otras versiones se afirma que hizo surgir un espectacular caballo del mar), aunque de agua salada. Atenea, por el contrario, hizo brotar un olivo, del que se podía obtener aceite, madera y alimento. Comparando ambos presentes, los griegos del lugar consideraron más útil el olivo que la fuente salada (o el caballo), y a través de su rey, Cécrope, se encomendaron a Atenea, por lo que llamaron a su ciudad Atenas. Más tarde, en la parte más alta de la ciudad, la Acrópolis, construirían en su honor el conjunto de templos más hermoso de toda Grecia, destacando la casa de la diosa o Partenón (cuyo nombre significa «el hogar de Atenea Parthenos», es decir, virgen). Además, en ese mismo espacio se mantuvo durante varios siglos un olivo sagrado también dedicado a la misma diosa.
HISTORIA
Orígenes, características y demografía de la ciudad antigua. El espacio que hoy ocupa Atenas (en especial la Acrópolis o «ciudad alta», una posición estratégica natural que domina la llanura circundante) fue habitado por primera vez en el Neolítico, más o menos a finales del iv milenio a.C. o acaso algo más tarde. El primitivo asentamiento se encontraba a unos 20 kilómetros tierra adentro desde el golfo Sarónico, en el centro de la llanura recorrida por el río Cefiso, un valle fértil limitado al norte por el monte Pentélico y al este por el monte Himeto.
En el primer milenio antes de Cristo, la ciudad ocupaba un área muy pequeña comparada con la actual metrópolis de Atenas. Su espacio amurallado abarcaría una superficie de aproximadamente dos kilómetros de este a oeste, y un poco menos de norte a sur, aunque en su apogeo la urbe clásica incluiría suburbios extramuros. La Acrópolis estaría situada justo al sur del centro de la zona amurallada.
El ágora, el centro comercial y social de la ciudad, se ubicaba a unos 400 m al norte de la Acrópolis, en lo que hoy es el distrito de Monastiraki. La colina de Pnyx, donde se reunía la asamblea ateniense, estaba en el extremo occidental de la ciudad, y el arroyo Eridanos (un afluente del Ilissos, río a su vez afluente del Cefiso, que nace en la vecina colina de Licabetos) atravesaría la zona céntrica de la urbe.
Dentro de las murallas se alzaban los lugares religiosos más importantes de Atenas, como el templo de Atenea Parthenos o Partenón, en la parte superior de la Acrópolis, donde aún podemos contemplar su estructura bastante completa; el templo de Hefesto (que aún permanece casi intacto) y el templo de Zeus Olímpico u Olympeion (fue el mayor templo de Grecia, aunque hoy se encuentre en ruinas).
En su época de mayor esplendor, durante los siglos v y iv a.C., Atenas y sus suburbios tenían una población de al menos 350.000 habitantes. De esos, un gran número eran esclavos o residentes extranjeros conocidos como metecos, que no disfrutaban de derechos políticos pero sí se beneficiaban de garantías en el plano judicial y pagaban un impuesto especial llamado metoíkion. Quizá solamente el 1 o el 2 % de la población eran ciudadanos masculinos adultos, elegibles para reunirse, votar y ser elegidos en la asamblea. La población de Atenas comenzó a disminuir tras la guerra del Peloponeso.
Según el historiador clásico Tucídides, al comienzo de dicha guerra (que él mismo narró con todo lujo de detalles), es decir, en el último cuarto del siglo v a.C., los ciudadanos atenienses eran unos 40.000. Incluyendo sus familias, sumarían unas 140.000 personas en total. Los metecos se contarían en torno a 70.000 personas, mientras que la estimación del número de esclavos se situaría en torno a 150.000 y 400.000. Por lo tanto, aproximadamente una décima parte de la población estaba integrada por varones adultos ciudadanos, con derecho a reunirse, votar y ser elegidos en la asamblea. Después de las conquistas de Alejandro Magno, durante el siglo iv a.C. la población de la ciudad comenzó a disminuir a medida que los griegos emigraron a los imperios helenísticos del este.
Los tiempos oscuros. Habitada ya desde finales de iv milenio a.C., tal y como hemos dicho, a comienzos del siglo xiv a.C. el lugar se había convertido en un destacado centro de la civilización micénica (o aquea). La Acrópolis constituía una poderosa fortaleza con muros ciclópeos, cuyos restos pueden contemplarse en algún tramo. En su cima, más o menos donde luego se levantó el templo Erecteión, ciertos cortes en la roca han permitido suponer que allí se habría situado un palacio. Entre el 1250 y 1200 a.C. se construyó una escalera hacia la parte baja con el fin de alcanzar un manantial sagrado.
A diferencia de otros centros micénicos como Micenas y Pilos, desconocemos si Atenas sufrió la destrucción acaecida hacia el 1200 a.C., acontecimiento atribuido a menudo a la invasión de los dorios. De hecho, los atenienses siempre se consideraron jonios puros, es decir, descendientes de una de las tribus indoeuropeas que habrían colonizado la llanura del Ática, y que asimismo desarrollarían un dialecto griego propio. Estos jonios, para Herodoto antiguos aqueos expulsados de sus tierras, también colonizarían las costas de Asia menor (zona que acabó llamándose Jonia), con cuyas ciudades se sentían más identificados los atenienses.
Sin embargo, Atenas, al igual que muchos otros asentamientos de la Edad del Bronce, entró en decadencia económica a finales del ii milenio a.C.
Al iniciarse la Edad del Hierro, más o menos hacia el 900 a.C., Atenas volvió a recuperar la prosperidad y se convirtió en un destacado centro de comercio regional. Así lo atestiguan los hallazgos arqueológicos realizados en el barrio del Kerameikós (o Cerámico), espacio donde se ubicaría más tarde el ágora, convertido ahora en una gran necrópolis con enterramientos bastante lujosos. Este cambio económico puede muy bien ser el resultado de su ubicación central en el mundo griego, de poseer un baluarte seguro en la Acrópolis y de su accesibilidad al mar, lo que le dio una ventaja natural frente a rivales continentales como Tebas y Esparta.
Según la leyenda, Atenas había sido originalmente gobernada por reyes, una situación que pudo haber continuado hasta el siglo ix a.C. A partir de relatos posteriores, se cree que estos reyes constituían los dirigentes de las familias terratenientes o aristocráticas, conocidas como los eupátridas (del griego, «bien nacidos»). Estas familias gobernaban el pequeño Estado mediante un consejo que se reunía en el Areópago o colina de Ares, situada al oeste de la Acrópolis. Cuando el último rey legendario Codro se suicidó para evitar que su ciudad cayera ...

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  1. CRETA Y ATENAS