Las maravillas del pensamiento

Consuelo Selvaggi

• Editorial: Hipertexto
• Año: 2012
• ISBN:
  9789585745711
• Categoría: Psicología
• Categoría: Emociones en psicología

Mientras un bebé es bien recibido, rodeado de amor en su entorno, otro nace en cualquier lugar del mundo, rechazado sin el calor humano ni la seguridad que nos da el amor. Los infantes que han sido privilegiados con una dichosa bienvenida y los que han sido privados de ella, les espera por igual el derecho a ser herederos de la vida terrenal y eterna. La realidad es que no importa la forma como se le dio la bienvenida a ese ser humano, cada uno en su destino tendrá que buscar cuál es el propósito por el que ha sido creado hasta que termine su estadía en la tierra.La inocencia del hombre y la mujer va quedando en el pasado a medida que descubre todo lo que hay por explorar en su medio ambiente.

Cuarto capítulo

Sendero siete

Este capítulo está dedicado a la memoria de mi madre Margoth, ¡pues con su amor se renueva constantemente mi corazón y lo llevo a donde quiera que voy!

En esta llegada a Puerto, Dios ha querido poner mucho amor para finalizar la transmisión de mi experiencia de vida.

En este cuarto capítulo y sendero siete describo cómo conservar tres amores fundamentales en la vida de los seres humanos. Mientras recopilaba sugerencias para mi cambio espiritual saqué la conclusión de que valorando el amor de pareja, el amor de madre y el amor espiritual, se aumenta la estabilidad emocional. He obtenido tres herramientas que han sido la luz en mi relación de pareja: respetar, compartir y tolerar son la fuerza que me impulsa para hacer la vida fácil y encontrar la felicidad, empezando por mi casa. Dejo al lector algo del amor que hay dentro de mis guías, mi madre y mí corazón.

Tres importantes amores en la vida

“Bueno es tributar alabanzas al Señor y salmodiar a tu nombre, oh Altísimo: celebrando por la mañana tu misericordia y por la noche tu verdad”.

Salmo 92:1-2

El salmo anterior me motiva para continuar con este testimonio de esperanza, amor y paz. En las mañanas de inspiración o bien en las tardes de soledad desde mi escritorio, percibo a veces una atmósfera de poder mental. Siento mi inconsciente trabajar, y pareciera que en vez de ver una multitud de clientes entrar, se llenara este negocio con la presencia de miles de ángeles, que me dicen: “Es tiempo de llenar esa soledad con alimento espiritual, no solo para ti sino también para todo aquel, a quien va a llegar su mensaje, no tema si no está lleno de clientes hoy”. Con este mensaje en mi mente, siento protección, paz y el gozo grande de compartirlo con la humanidad.

En la noche me lleno de una satisfacción inconfundible, sabiendo que lo que dejo escrito en mi libro es la verdad de la vida, del amor, de la confianza y la fe que se encuentran en las cosas secretas del espíritu. En mis oraciones antes de empezar a escribir le entrego a Dios el papel y el lápiz, para que sea Él, con su sabiduría, quien llene las líneas de este libro para llevarlo al corazón de miles de lectores y darles confianza para aplicar consejos y encontrar una vida mejor.

El amor de pareja

Cuando escogí el tema del amor de pareja no lo hice pensando en los que están iniciando una relación amorosa llena de ilusiones. Es también para todos los que están tratando de renovar sus relaciones o que entran en crisis conyugal donde todo parece carecer de solución. Mi caso es uno de esos donde las expectativas del matrimonio se han enfriado o mejor congelado por completo. Mi relación llegó a ser como un bloque de hielo al borde del divorcio. La misericordia de Dios lo disolvió para calentar de nuevo los corazones de una pareja que Él unió por amor.

Hablar de amor es uno de los temas más placenteros de nuestras vidas. Quiero destacar este tema porque por amor, Jesucristo dio su vida por nosotros en la cruz. La palabra amor es expresada de diferentes maneras por cada yo que hay dentro de nosotros, el amor conyugal o de pareja, amor materno o de madre y amor espiritual o de Dios. Todos conocemos esta palabra, de una u otra forma la hemos sentido y hemos creado imágenes con ella.

¡Nuestra imaginación es la mejor amiga del amor! La imaginación nos lleva a crear las cosas más maravillosas del universo, nos inspira, nos da ideas para proyectarnos hasta lo más profundo de nuestros sentimientos. El amor que se vio en nuestros sueños se refleja en la mirada cálida y sincera del ser humano y se manifiesta en las acciones.

En el aprendizaje como cristianos veo que las técnicas o pasos a seguir en el camino del amor hacia la prosperidad empiezan en nuestro hogar. Si vivimos en armonía con nuestra pareja, estamos creando una atmósfera de amor, que es lo que necesitamos desde el momento en que Dios nos permite abrir los ojos cada día. Buscar la excelencia en todas las áreas de nuestra vida es tema principal en nuestro crecimiento espiritual, por esto el amor debe predominar en todo lo que requiere excelencia.

Es inevitable empezar con el amor de pareja o conyugal. Este amor es el que desde el comienzo de la humanidad ha despertado emociones encontradas, intensas y a veces complejas y variadas. De nuestras emociones crece la raíz que llega hasta la procreación de los humanos. Después de la colonización y conquista de América por Europa, en las culturas occidentales, el primer amor de pareja sobre la tierra es representado por Adán y Eva en el Paraíso Terrenal. Dice la Biblia en el libro de Génesis 2:8, 9 “había plantado el señor Dios desde el principio un jardín delicioso, en que puso al hombre que había formado y en donde el señor Dios había hecho nacer de la tierra misma toda suerte de árboles hermosos a la vista y de frutos suaves al paladar”.

También describe un río que salía de este lugar de delicias para regar el paraíso. Si usted cierra los ojos por unos segundos y deja su imaginación volar, puede sentir el olor a manzanas frescas de colores rojo y verde, entre esos árboles frondosos que abrazan con su sombra los callados campos y sus delicados prados. Aspire el olor a pinos silvestres y el aroma perfumada de la multitud de flores humedecidas por el rocío de una madrugada serena. Toda esa combinación de olores se mezcla con el olor a tierra húmeda por la brisa de ese gran río que se esparce sobre la naturaleza en calma.

Pensemos en el inmenso amor que Dios puso sobre ese paraíso terrenal. El señor Dios nos ama tanto que pensó en la soledad de Adán. Dios vio la gran belleza que había creado sobre la tierra y quiso complacer al hombre, creando para él una compañía en el Edén. Dice la Biblia en Génesis 2:21, 22: “Por lo tanto, el señor Dios hizo caer sobre Adán un profundo sueño, y mientras estaba dormido le quitó una de las costillas y llenó de carne aquel vacío. Y de la costilla aquella que había sacado de Adán formó Dios una mujer dándole el nombre de Eva y la puso delante de Adán para que juntos compartieran de este pintoresco paraíso”.

La herencia de este paraíso en el amor conyugal, que para algunos es romance, incluso para aquellos que consideran una relación puramente funcional o práctica, no la pueden ignorar. El amor a primera vista puede ser ejemplo de nuestra imaginación que comienza a trabajar para instigar un romance. La creatividad del amor trae consigo diferentes interpretaciones. Hay personas que dicen que el amor surge de una buena amistad, otros dicen que de la admiración por alguien y otros opinan que el amor se da por simple instinto sexual. Cualquiera que sea su caso, de este punto de partida surge un compromiso que nos lleva bien sea a la felicidad o a la infelicidad.

El principio del amor conyugal es un toque mágico de felicidad que Dios activa en nosotros y nos permite formar una familia. Somos seres creados por amor a imagen y semejanza de Jesucristo, y por tanto, nuestros hijos son nuestra propia imagen que crecerá de generación en generación. Esta relación que simplemente empezó con una mirada de amor o de alguna fuente creada por nuestra imaginación, puede dar frutos hasta crear lazos de amor en una familia, sin olvidar que entre dos ha quedado ese lazo de unión eterna. Si ese amor que un día empezó no se sabe cultivar, se rompe y se convierte en un simple recuerdo.

Cuando una relación de pareja empieza, el amor está a flor de piel y uno cree estar en un paraíso repleto de belleza. No hay nada mejor que estar juntos, los detalles son indispensables para su crecimiento. Siempre se encuentra la forma de regar esta semilla, algunos saben alimentar este sentimiento con las maravillas del romance. Quienes son románticos encuentran su forma mágica de manifiestar sus emociones. Este es el momento cuando dos enamorados se creen la pareja perfecta.

Sin embargo, el color de rosa cambia para ese amor cuando surgen las exigencias entre la pareja. Empiezan las reglas del cumplimiento en el juego. En otras palabras, un compromiso mutuo nace de ese amor, que deja ver la importancia de los valores morales en cada uno: la verdad, la confianza y todo aquello que conocemos como buenos patrones de conducta. Aquí se empieza un profundo conocimiento del uno hacia el otro, en el que los sueños se ven más reales y se combinan con planes, metas y compromisos mutuos.

Muchas parejas empiezan a descubrir nuevas cosas en cada uno, haciendo novedosa la otra cara del amor, se empieza a trabajar para construir un fuerte lazo de amor y el progreso en la relación no se hace esperar. Para otras parejas es un asombro empezar a darse cuenta que se acabó la escena del amor. Ya no es todo tan perfecto porque las flores del paraíso tienen que ser regadas con mano propia. La relación empieza el paso de adaptación.

Teniendo como guía la Biblia, quiero compartir con usted tres patrones que pueden ayudarle a fortalecer o construir una bonita y duradera relación de amor. Estos son respetar, compartir y tolerar. En el amor, las expectativas de felicidad están a su máximo alcance, pero hay que actuar con cautela y mucha sabiduría para alcanzar ese amor tan deseado que nos lleva a ser felices. Infortunadamente, el amor no se puede volver automático en una relación, hay que crearlo, valorarlo y respetarlo cada día.

El primer factor es el respeto mutuo, yo diría que es la base en esta clase de relaciones. Una vez que hay respeto es más fácil aceptar ciertas cosas que no podemos cambiar en una relación. No podemos esperar cambiar a una persona a nuestros gustos y caprichos. Muchas parejas creen que el matrimonio es hacerse dueño del otro, como si fuéramos un artículo comprado. Olvidamos que la pareja es un gran tesoro, prestado por el Altísimo, para compartir ideas, experiencias y formar las propias.

A quien le gusta la lectura y la escritura, es amigo de las experiencias vividas de cada individuo, aprende de ellas y le es más fácil asimilar sus propias experiencias. Nuestra imaginación y habilidad de adaptar historias y anécdotas a nuestra mente nos permite aprender de otros para compartir y corregir errores. El amor al prójimo me inspira para valorar al máximo las vivencias ajenas y llevarlas al conocimiento de otros para mejorar nuestra calidad de vida.

Este concepto es una de mis conclusiones formadas del análisis de mi propia vida, los consejos de mi madre y el conocimiento acerca de experiencias y anécdotas de la vida cotidiana que nos describen los diferentes testimonios y que aparecen en las historias de algunos libros y también son revelados en los sencillos sermones de motivadores y pastores, que son el reflejo de nuestras vidas. Usar testimonios y consejos que ayuden a adquirir sabiduría, tiene para mí un valor incalculable.

Dice en Proverbios 3:7: “No te tengas a ti mismo por sabio”, y Proverbios 3:13, 14, 15: “Dichoso el hombre que ha adquirido la sabiduría y es rico en prudencia cuya adquisición vale más que la de la plata; y sus frutos son más preciosos que el oro pulido. Es más apreciable que todas las riquezas”, y Proverbios 3:19: “Por la sabiduría fundó el Señor la tierra y por medio de la prudencia estableció los cielos”. Cuando leo estas citas bíblicas siento una autoridad absoluta y a la vez un compromiso de compartir con otros, aquello que me ha ayudado a mejorar mi vida y a encontrar paz.

El respeto

El respeto es un valor fundamental en el crecimiento en nuestra vida. El significado de esta palabra en nuestro sencillo lenguaje es una forma de aceptar y valorar nuestras diferentes culturas, clases sociales y valores individuales de cada ser humano. Dice Xavier Vilchis que “el respeto es como la honestidad y la responsabilidad, son valores fundamentales para hacer posibles las relaciones de convivencia y comunicación eficaz entre las personas, ya que son condición indispensable para el surgimiento de la confianza en las comunidades sociales”. Me gusta la concepción de este autor sobre la palabra respeto porque la destaca como uno de los valores que nos debemos el uno hacia el otro.

El respeto entre una pareja es el puente de oro para una buena comunicación. La comunicación es el medio eficaz para el conocimiento mutuo. Cuando se mantiene el respeto, la relación se vuelve sólida y satisfactoria. De allí nacen las ilusiones que nos dan un especial significado a la vida. El respeto y la dignidad propia son inseparables amigos del amor. Una de las formas que más estimula el ego positivo de cualquier persona, es que se le reconozcan sus valores. Una forma de hacerlo es respetando sus diferentes opiniones en cualquier circunstancia de la vida.

Cuando me casé con Bill todo lo que hacía o decía me parecía gracioso, y nuestras diferencias culturales eran interesantes para mí. Juntos construíamos cosas novedosas. Hasta que se interpuso en el camino el gran monstruo de la crisis financiera para desvanecer la gracia que encontré en mi esposo y el amor que él sentía hacia mí. El desbalance económico me estaba haciendo perder el respeto hacia él, y aquello que me parecía gracioso empezó a parecer ridículo. Sus raíces culturales me hicieron verlo como la pareja equivocada del momento. Empezaron mis conflictos internos: “¡Me equivoqué! Esto no es lo que yo esperaba, ¡Dios mío!”. Los estadounidenses son tercos, pero también pensaba en la influencia de los italianos, pues mi esposo tiene origen italiano.

Opté por no compartir con mi esposo el poco tiempo que me quedaba, decidí dedicarme a los muebles y a la iglesia por completo. Él, por su lado, escogió el gimnasio, al que dedicaba su tiempo libre para evitar alguna comunicación conmigo. Esto hizo que nuestra relación empezara a enfriarse hasta el grado de no querer hablarle, el sentimiento era recíproco y la comunicación se terminó por completo.

Mi vida conyugal estaba muerta. No volvimos a cocinar en casa a pesar de q...

Índice

• Prólogo
• Sobre la autora
• Primer capítulo
• Sendero dos
• Sendero tres
• Segundo capítulo
• Tercer capítulo
• Sendero seis
• Cuarto capítulo
• Epílogo