Las novelas en El Quijote
eBook - ePub

Las novelas en El Quijote

  1. 195 páginas
  2. Spanish
  3. ePUB (apto para móviles)
  4. Disponible en iOS y Android
eBook - ePub

Las novelas en El Quijote

Detalles del libro
Vista previa del libro
Índice
Citas

Información del libro

Lara Zavala se propone iluminar nuestra comprensión de las intenciones de Cervantes al insertar varias novelas en el flujo de El Quijote, señalando que hay ciertas correspondencias y que las novelas inscritas reflejan parte fundamental del pensamiento del autor. El autor es maestro en Letras Hispánicas por la UNAM, ha publicado varios libros de cuentos y novelas por las cuales ha recibido importantes premios. Estas páginas constituyen una acuciosa investigación en torno a un tema inagotable: la obra de Cervantes. Se ha debatido largamente acerca del sentido y aun de la pertinencia de las diversas historias y narraciones intercaladas dentro de distintos pasajes de El Quijote, optando algunos por negar la existencia de unidad en la obra, mientras otros tratan de demostrar su coherencia esencial. En el presente ensayo priva esta última convicción. De acuerdo con su autor, el fin primordial de Cervantes al incluir tales narraciones dentro de la obra es "el tocar ciertos temas o aspectos que hubieran disparado de la estructura paródico-satírica que funge como columna vertebral de la novela..." Dichos temas son el amor, la libertad y la imaginación, que han constituido conceptos fundamentales en la cultura de Occidente. De este modo, Hernán Lara Zavala se propone iluminar nuestra comprensión de esa "selva de invención" -como calificara Alfonso Reyes a El Quijote-, integrando las diversas novelas a la trama principal con la finalidad de percibir sus correspondencias y observar cómo reflejan una parte fundamental del pensamiento de Cervantes. La presente obra es una versión corregida y aumentada de la primera edición de la UNAM (Biblioteca de Letras) de 1988.

Preguntas frecuentes

Simplemente, dirígete a la sección ajustes de la cuenta y haz clic en «Cancelar suscripción». Así de sencillo. Después de cancelar tu suscripción, esta permanecerá activa el tiempo restante que hayas pagado. Obtén más información aquí.
Por el momento, todos nuestros libros ePub adaptables a dispositivos móviles se pueden descargar a través de la aplicación. La mayor parte de nuestros PDF también se puede descargar y ya estamos trabajando para que el resto también sea descargable. Obtén más información aquí.
Ambos planes te permiten acceder por completo a la biblioteca y a todas las funciones de Perlego. Las únicas diferencias son el precio y el período de suscripción: con el plan anual ahorrarás en torno a un 30 % en comparación con 12 meses de un plan mensual.
Somos un servicio de suscripción de libros de texto en línea que te permite acceder a toda una biblioteca en línea por menos de lo que cuesta un libro al mes. Con más de un millón de libros sobre más de 1000 categorías, ¡tenemos todo lo que necesitas! Obtén más información aquí.
Busca el símbolo de lectura en voz alta en tu próximo libro para ver si puedes escucharlo. La herramienta de lectura en voz alta lee el texto en voz alta por ti, resaltando el texto a medida que se lee. Puedes pausarla, acelerarla y ralentizarla. Obtén más información aquí.
Sí, puedes acceder a Las novelas en El Quijote de Hernán Lara Zavala en formato PDF o ePUB, así como a otros libros populares de Literatura y Crítica literaria europea. Tenemos más de un millón de libros disponibles en nuestro catálogo para que explores.

Información

Año
2017
ISBN
9786075020808
Edición
1
Categoría
Literatura
V. otros ensayos
El Decamerón, El Quijote y la novela
“El divino Ariosto” solía llamar Cervantes al autor de Orlando furioso de quien aprendió, entre otras cosas, a tratar el tema de su novela monumental con esa ironía contenida, amable e indulgente a la vez, que tanto contrasta con la crudeza y lo descarnado de la típica novela picaresca española de su época. Mucho le debe Cervantes a Italia. Tal vez su deuda mayor sea con Ariosto, pero el autor de El Quijote también se nutrió de otros autores italianos entre quienes estaban Petrarca, Dante, Boccaccio, Boiardo, Bandello y Torcuato Tasso, cuya Gerusalemme logró ganar, durante la última etapa de la vida de Cervantes, su plena admiración y a quien buscó emular en sus novelas bizantinas. La estancia de Cervantes en Italia y en Sicilia le resultó extremadamente benéfica a su literatura. Fue allá donde abrevó de los autores antes citados en su lengua original y donde recibió esa saludable influencia que lo iba a llevar a la creación de la primera gran novela moderna en el mundo entero.
En efecto, mucho se ha hablado de la enorme influencia que Ariosto ejerció sobre la obra de Cervantes y muy poco de la que Boccaccio, y en particular El Decamerón, ha ejercido tanto en Las novelas ejemplares como en El Quijote. Tal vez dicha influencia no se manifieste de manera tan patente como en el caso de Ariosto, sobre todo en lo que a enfoque literario se refiere y, sin embargo, aunque parcial, la influencia de Boccaccio en Cervantes es un hecho. El Decamerón y El Quijote tienden a complementarse uno con el otro. Cada una de estas obras representa un punto climático en la historia de la literatura así como en la creación de los nuevos géneros que por entonces se estaban formando.
Boccaccio es el padre de lo que en italiano se denomina la novella que, para nosotros, equivale al cuento corto o relato breve. Por su parte, Cervantes es el padre de lo que en español se denomina la novela y que en italiano se le llama romanzo. De hecho, en las Novelas ejemplares Cervantes se precia de serel primero en novelar en lengua castellana, aunque visto a la distancia, lo que allí había plasmado eran más bien relatos del tipo de los de Boccaccio y Bandello más que novelas como las entendemos hoy en día en español. Lukács ha comentado que los relatos breves aparecen en la historia de la literatura o bien como heraldos de una nueva conquista de la realidad a punto de llevarse a cabo en trabajos de mayor aliento –ya sean narrativos o dramáticos– o bien al final de algún periodo a manera de retaguardia o conclusión. Bajo esta luz contempla a Boccaccio y a la novella italiana: como un antecedente de la novela que habría de ser inaugurada por Cervantes. Según Lukács estos relatos breves le infunden un halo poético al mundo en una etapa en la que nuevos modos de vida empiezan a sustituir los valores del mundo medieval.
Desde sus inicios, tanto el relato como la novela comparten varios puntos en común: ambos intentan instruir y deleitar a sus lectores, y ambos poseen un carácter eminentemente sentimental. Ambos surgen de un espíritu individualista, clase media y holgada; ambos requieren de un lugar privado para llevar a cabo el proceso de la lectura. Boccaccio alude de manera un tanto indirecta a los propósitos de sus relatos en el prefacio a El Decamerón donde anuncia que su libro está escrito para ayudar a las mujeres que:
constreñidas por la voluntad, los caprichos y mandatos de sus padres, de sus madres, hermanos y maridos, pasan la mayor parte del tiempo encerradas en la reducida clausura de sus cámaras, sentadas en la ociosidad y el aburrimiento, queriendo y no queriendo a un mismo tiempo, meditando consigo mismas diversos pensamientos que no siempre pueden ser alegres y por todo ello [continúa Boccaccio] a fin de remediar los desafueros de la fortuna que fue mas avara de consuelos con los seres más débiles –como hemos visto que ocurre con las delicadas mujeres– y para ayuda y refugio de las que aman –porque las demás ya tienen bastante con la aguja, el huso y la devanadera– quiero contar cien cuentos, fábulas, parábolas e historias […] En tales relatos apreciarán agradables y ásperas historias de amor y otros afortunados sucesos ocurridos, tanto en los tiempos modernos como en los antiguos. De todo lo cual, las mujeres que esto lean –y a las que antes he aludido– podrán sacar igualmente gusto y solaz, y consejos útiles para conocer qué es lo que deben huir y qué lo que pueden imitar; cosas ambas que no creo que se obtengan si primero no se vence el aburrimiento.
En el prólogo a sus Novelas ejemplares el hecho mismo de que Cervantes acotara que él era el primero en escribir “novelas” en castellano muestra qué tan cercano se sentía de la tradición creada por Boccaccio y los demás novellieri. En ese mismo prefacio escribe también que pretende instruir y deleitar y, al igual que Boccaccio, dedica gran parte de sus escritos al tema del amor aunque se cuida de decir que “los requiebros amorosos” que se hallarán en sus “novelas” “son tan honestos y medidos con la razón y discurso cristiano que no podrán mover a mal pensamiento al descuidado o cuidadoso que las leyere”. No obstante y a pesar de sus advertencias, no todas las Novelas ejemplares resultan tan inocentes como las declara el autor. El celoso extremeño, Rinconete y Cortadillo y la presunta novela adjudicada a Cervantes tan discutida por la crítica. La tía fingida, así como el entremés de El viejo celoso son, aun hoy en día, capaces de mover a algún pensamientillo lúbrico aunque, claro, ninguna de estas obras es, ni con mucho, tan picante o audaz como los relatos de Boccaccio.
Cervantes estaba bien familiarizado con la literatura de Boccaccio y con la novela pastoril italiana, de ellas toma varios elementos para mezclarlos con su propio estilo y con sus inquietudes personales. De Boccaccio asimila la antítesis retórica. Según E. C. Riley otra de las enseñanzas fundamentales de Boccaccio a Cervantes para la construcción de su Quijote es la fórmula del Decamerón, en donde cada cuento funciona de manera individual y a la vez contribuye a la formación integral del libro. De los italianos en general Cervantes aprende a utilizar la cadencia y el ritmo narrativo que supo explotar en castellano de manera tan feliz como se ve plasmada en El Quijote.
Pero no debemos exagerar las comparaciones. Independientemente del momento histórico en que les tocó en suerte escribir a cada uno de estos autores, existe también, como es natural, una gran diferencia entre la sensibilidad artística de Boccaccio y la de Cervantes. El Decamerón de Boccaccio, como él mismo lo comenta en su prefacio, está construido mediante cuentos, fábulas, parábolas e historias. De hecho, su libro resulta una suerte de compendio de las principales tradiciones narrativas del medievo. Por allí desfila desde el fabliaux con su tono antirreligioso y obsceno hasta el exampla con su mensaje edificante y religioso. El mundo de Cervantes, por otro lado, proviene de la novela pastoril, de las novelas de caballería, de la novela picaresca y de la tradición, mitad didáctica, mitad poética, de la alegoría religiosa y el cuento filosófico del tipo de los de El conde Lucanor. Boccaccio se convierte en el alambique en el que se destilan las diversas formas de la narrativa medieval mientras que en Cervantes se destilan las formas narrativas del Renacimiento. El elemento moral en Boccaccio es sutil, punzante y jocoso: él se lanza contra los necios, contra los celosos, contra los viejos que se desposan con jovencillas, contra los avaros, los mezquinos y los nuevos ricos que comienzan a poblar las ciudades. Boccaccio critica los abusos del poder, a los usureros y a los petulantes. Los desenlaces de sus cuentos son siempre ingeniosos, muchas veces sorpresivos y frecuentemente conllevan el delicado giro que ha caracterizado desde entonces a los buenos cuentos. Boccaccio es sensual, erótico, obsceno y en ocasiones cruel. Pero igualmente puede mostrarse tierno y compasivo con sus personajes. Por todo El Decamerón permea el deseo sexual que irrumpe inusitadamente en el momento menos esperado: lo mismo entre los ricos que entre los pobres, entre los religiosos que entre los laicos, entre los casados que entre los solteros. Como lo ha comentado el crítico Thomas Greene “El postulado de que el placer sexual en El Decamerón se convierte en un premio para los personajes inteligentes resulta, por lo general, verdadero. En sus cuentos la mayor parte de las veces el amor tanto físico como espiritual, está en juego y para ganárselo hay que luchar contra la superstición, la crueldad, la avaricia, los celos, la estupidez o la violencia”.
Qué diferente tipo de humor practicaba Cervantes. Su vena cómica se ejercitaba sobre todo a través de las fantasías de Don Quijote en relación con el crudo sentido de la realidad de Sancho Panza. Don Quijote y Sancho forman quizá la primera gran pareja cómica en donde ambos protagonistas son serios y humorísticos a la vez. El sentido del humor le sirvió espléndidamente a Cervantes para crear, en primera instancia, al caballero andante que ya comía ansias para deshacer agravios, enderezar entuertos, enmendar sinrazones, mejorar abusos y satisfacer deudas. Lanza en ristre Don Quijote se adjudica el deber de imponer el bien sobre la Tierra. Gran parte de la paradoja y del humor de Cervantes se da entre los altos ideales del caballero y la triste realidad de los resultados que obtiene. De alguna manera el corolario que sigue a la lectura del Quijote es que los que tienen el poder abusan de él sin que los virtuosos puedan remediarlo.
Estrechamente ligado a Don Quijote, como pareja dialéctica, creó a Sancho Panza, el gracioso escudero del caballero andante que refuta los ideales de su amo de manera instintiva y natural. Dentro de ese mismo espíritu humorístico creó al inefable e inaprehensible personaje de Dulcinea que se transforma como una suerte de Proteo a lo largo de toda la novela y que sirve de manera inigualable para que Cervantes parodie las convenciones del amor cortés.
Mas, con todo esto, he caído Sancho, en una cosa, y es que me pintaste mal su hermosura [la de Dulcinea]; porque si mal no me acuerdo, dijiste que tenía los ojos de perlas, y los ojos que parecen de perlas antes son de besugo que de dama; y a lo que yo creo, los de Dulcinea deben ser de verdes esmeraldas, rasgados, con dos celestiales arcos que les sirven de cejas; y esas perlas quítalas de los ojos y pásalas a los dientes; que sin duda te trocaste, Sancho, tomando los ojos por los dientes. (XI, II)
Y sin embargo ese humor casi nunca toca o se basa en dilaciones eróticas como en el caso de Boccaccio. Ahora recuerdo sólo, además de alguna confusión en la venta en la que una mujerzuela intenta seducir al casto caballero que resiste heroicamente y que finalmente resulta apaleado, un cuento que Don Quijote le pone a Sancho, paradójicamente, para probarle el tipo de amor que profesa por Dulcinea. El cuentecito trata de una “viuda hermosa, moza, libre y rica” que se enamora de un mozo “motilón, rollizo y de buen tomo”. Y cuando alguien le pregunta que cómo se ha enamorado de un “hombre tan soez, tan bajo y tan idiota” como ése habiendo en casa “tantos maestros, tantos presentados y tantos teólogos” la viuda respondió “con mucho donaire y desenvoltura”: “Vuestra merced, señor mío, está muy engañado, y piensa muy a lo antiguo si piensa que yo he escogido mal en fulano, por idiota que le parece; pues para lo que yo le quiero, tanta filosofía a saber, y más, que Aristóteles” (I, XXV). Es decir, que cada quien elige a su pareja de acuerdo con sus necesidades. El humor de Cervantes tiene que ver más con la novela picaresca en donde se alude constantemente al hambre insufrible de los pícaros, a los golpes, manteos, engaños, burlas, dientes rotos, pedradas, garrotazos, miedos, excrecencias, vómitos y demás truculencias del género que forma parte importante de la tradición castellana. Pero la influencia mayor que debe haber ejercido Bocaccio sobre Cervantes va más allá de la elegancia florida del estilo y del uso del humor y se concentra, a mi parecer, en cierta parte de su tratamiento del amor. Cervantes parece haber aprendido particularmente del segundo, del cuarto, del quinto día del Decamerón, que tratan respectivamente de quienes abrumados por diversos infortunios, consiguen contra toda esperanza llegar a dichoso término”, de “quienes tuvieron un fin infeliz en sus amores” y de quienes “tras algunos desgraciados accidentes concluyeron con felicidad su amor”.
Según Auerbach, Boccaccio es el primer impulsor de la doctrina de que el amor es la madre de todas las virtudes, y de todo aquello que es noble en el ser humano. Sin embargo, comenta Auerbach, este tipo de amor preconizado por Boccaccio ya no sigue las leyes del amor cortés sino que se presenta con un código práctico de moral, válido para todas las clases sociales. A partir de entonces, el objeto amado deja de ser la inaccesible encarnación de una idea divina para convertirse en el objeto de un deseo sexual: “El Decamerón desarrolla un código ético y secular, totalmente práctico, enraizado en el derecho al amor”.
Así, durante la jornada en torno al amor y a la muerte del cuarto día, al igual que durante la juguetona y erótica jornada del día siguiente, la mujer se ve enfrentada a un mundo dominado por la codicia, la ambición y el deseo sexual de los hombres, en donde ellas tienen que correr gran parte de los riesgos con el fin de contraer matrimonio y mejorar en su escala social.
Durante el segundo día, en el cuento número cuatro, Boccaccio postula, a través de la voz de Lauretta que “ningún hecho de la fortuna nos parece mayor que ver cómo un hombre sube desde la íntima miseria hasta la misma realeza. Es decir, que no hay mayor fortuna que la de adquirir riqueza y poder. En varios cuentos esta riqueza se...

Índice

  1. INTRODUCCIÓN
  2. I. DEL AMOR Y LA CABALLERÍA
  3. II. DE LA LIBERTAD
  4. III. CABALLERÍA E IMAGINACIÓN
  5. iv. Comentarios finales
  6. V. otros ensayos
  7. Epílogo
  8. Contenido