Presentación En este capítulo mostramos evidencias de la reducida eficacia de la metodología tradicionalmente empleada en la educación universitaria (en comparación con lo que se logra mediante el aprendizaje activo) y proponemos que esta falta de eficacia puede solucionarse incorporando metodologías alternativas como el aprendizaje activo, el aprendizaje por medio de la indagación (“inquiry based learning”) y el aula invertida. Finalmente, mostraremos experiencias de los autores que demuestran la eficacia de la combinación del aula invertida con metodologías de aprendizaje activo y por medio de la indagación. |
Algunos estudios que ponen en evidencia la mejora en el aprendizaje de los estudiantes |
PRIMEROS TRABAJOS SOBRE LA COMPRENSIÓN DE LA FÍSICA
Comparar la eficacia entre diferentes metodologías requiere el uso de las herramientas adecuadas. HESTENES fue un pionero en este sentido, utilizando dos herramientas conceptuales muy interesantes (HESTENES y cols., 1992): 1) los inventarios conceptuales y 2) las ganancias en comprensión conceptual. Usó un cuestionario de preguntas MCQ (“Multiple Choice Questionnaire”) antes de la instrucción, en una asignatura de Física, para conocer el nivel de partida de cada alumno en cuanto a su comprensión de las leyes físicas del movimiento. Después del período de aprendizaje volvió a pedirles por sorpresa que contestasen el mismo cuestionario, para medir así la ganancia de aprendizaje de cada uno y la ganancia media en cada clase, restando al resultado del postest el del pretest. Pudo con ello comparar rigurosamente los efectos de diversas metodologías sobre la ganancia de nivel de comprensión conceptual.
Así, tras someter a grupos experimentales y de control a distintos tipos de instrucción, por ejemplo, tradicional versus metodología alternativa, se compararon las ganancias medias de aprendizaje. Estas comparaciones demostraron inequívocamente la superior eficacia de los métodos activos (“interactive engagement”) de enseñanza de la física sobre los pasivos tradicionales, en los tres niveles formativos estudiados (secundaria, grado universitario y postgrado). Estos estudios demostraron que las asignaturas activas producen una ganancia media de aprendizaje del 48%, respecto a la máxima ganancia posible, mientras que las tradicionales producen una ganancia del 23%. La conclusión es clara, el alumno medio aprende más del doble de física en una asignatura con aprendizaje activo que en otra que emplea metodología tradicional. Estos estudios mostraron pues, hace décadas, que los métodos de aprendizaje activo producen ganancias de aprendizaje en pruebas estandarizadas (como las denominadas “force concept inventory”) y que doblan las obtenidas por metodologías tradicionales (HAKE, 1998).
TRABAJOS EN BIOLOGÍA DE KNIGHT Y WOOD: APRENDIENDO MÁS CON MENOS CLASES MAGISTRALES
Otros estudios aplicaron esta metodología a la enseñanza de otras ciencias. Los autores del artículo Teaching more by lecturing less (KNIGHT y WOOD, 2005), demostraron que se pueden introducir aprendizaje activo y evaluación formativa en las clases universitarias de biología, y que se pueden obtener niveles de aprendizaje significativamente mayores a los obtenidos en grupos control que usaron métodos expositivos tradicionales. Estos autores, además, comprobaron la reproducibilidad de sus hallazgos, repitiendo su experiencia de comparación en otro semestre; obteniendo de nuevo una mejora significativa en comprensión conceptual en la asignatura impartida de manera activa. Este estudio amplió la eficacia del aprendizaje activo a la enseñanza de la Biología, reafirmando así la superioridad de sus resultados sobre aquellos obtenidos con las metodologías pasivas tradicionales. Sin embargo, pese al tiempo transcurrido, la mayoría del profesorado sigue anclado en la metodología tradicional, frente a la evidencia científica publicada en su contra.
EL COUP DE GRACE: METODOLOGÍAS ACTIVAS VERSUS PROFESORES MAGISTRALES ESTRELLAS
El profesor de Física de Harvard Eric MAZUR (2009) ya había mostrado que los mejores profesores tradicionales solo consiguen mejorar ligeramente los resultados de aprendizaje de sus alumnos. Muchos profesores que querían justificar su empeño en seguir usando el método tradicional se justificaban en que la clase expositiva no era un mal método, sino que pocos profesores lo hacían bien. De este modo el problema no sería el método expositivo sino su mala implementación por profesores poco brillantes. WIEMAN y su grupo de investigadores diseñaron un estudio para poner a prueba esta hipótesis (DESLAURIERS y cols., 2011). El diseño usaba como control a un profesor estrella que enseñaba mediante metodología tradicional, frente a un instructor inexperto que había sido entrenado para utilizar metodologías activas. El instructor novato, investigador postdoctoral, venció al profesor magistral pues los alumnos aprendieron el doble cuando recibieron las clases del profesor novel, que usaba métodos innovadores, respecto a los alumnos que recibieron las clases magistrales del profesor estrella. Las diferencias fueron abrumadoras, más de dos desviaciones estándar de diferencia a favor de la metodología innovadora aplicada por el instructor inexperto, con respecto al aprendizaje obtenido con el profesor magistral.
Este estudio dejó bien claro que la clase magistral, incluso cuando era impartida por un experto y bien valorado profesor, lograba unas ganancias de aprendizaje muy inferiores a una enseñanza más interactiva impartida por un posdoctoral (sin experiencia como docente), pero que enseñaba usando metodologías cuya eficacia pedagógica había sido demostrada por investigaciones anteriores.
EL METAANÁLISIS DE FREEMAN
En 2014, FREEMAN y colaboradores publicaron un metaanálisis que reúne estudios de comparación de 225 asignaturas universitarias de ciencias, matemáticas, ingenierías y tecnologías (STEM) que fueron impartidas de dos maneras diferentes: mediante método tradicional y mediante la incorporación del aprendizaje activo. Este metaanálisis demuestra que este último incrementa la calificación media en las pruebas de evaluación 0,47 veces la desviación estándar, con respecto a las calificaciones medias obtenidas en las mismas asignaturas con metodologías tradicionales. Esto supone que el alumno que define la mediana (percentil 50), con aprendizaje activo, obtiene el mismo nivel de aprendizaje que el alumno del percentil 68 con la metodología tradicional (FREEMAN y cols., 2014). Estos resultados implican también una reducción en la tasa de fracaso. Los estudiantes en las asignaturas impartidas mediante clases tradicionales mostraron una probabilidad de suspender 1,5 veces superior a la de los estudiantes en clases con aprendizaje activo.
EL ÉXITO DE LOS MÉTODOS DE FOMENTO DEL ESTUDIO PREVIO PARA FACILITAR LA ACTIVIDAD DE LOS ALUMNOS EN CLASE
Pese a todo lo que hemos dicho en contra de las metodologías transmisivas, no sería justo omitir sus conocidas ventajas. Sirven para transmitir información de una manera estructurada, organizada y eficaz. Pero vayamos más allá, no obstante, su eficacia aumenta cuando los alumnos han estudiado previamente por medio de la lectura, o con el visionado de vídeos, y se han formulado preguntas por sí mismos. Se consigue así preparar sus redes neuronales para recibir y aprovechar mejor las explicaciones e informaciones. Por ello, en las últimas décadas, diversos autores han intentado crear metodologías híbridas, que combinen las ventajas de las nuevas metodologías basadas en...