Envejecimiento activo
  1. 184 páginas
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Información del libro

Actualmente los vertiginosos cambios sociodemográficos ponen el acento en la necesidad de centrarnos en la población adulta y adulta mayor desde la intervención socioeducativa, reconociendo que ésta necesita de distintos tipos de miradas o enfoques. Este manual pretende presentar algunos de los campos de intervención socioeducativa que podemos desarrollar orientados en la población de personas adultas y adultas mayores.Algunos de los aspectos que abordamos son la profundización en el conocimiento sobre el proceso de envejecimiento, el envejecimiento activo, la animación sociocultural, la Educación para el Desarrollo como herramienta de convivencia, los recursos tecnológicos, el enfrentamiento desde una perspectiva social y educativa a la cuestión vital de la muerte, educación socioambiental y ciudadana, entre otras cuestiones. En definitiva, las autoras consideramos que se presenta una obra muy completa, en la que se trata con claridad y rigor algunos de los temes más destacados en relación a los entornos socioeducativos y los procesos del envejecimiento activo.El presente manual se dirige a aquellas personas que desde una perspectiva socioeducativa se encuentran vinculadas al colectivo de personas adultas y adultas mayores, así como a quienes se encuentran en un proceso de formación inicial o especialización.

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Información

Año
2018
ISBN
9788417219628
Edición
1
Categoría
Education
Categoría
Adult Education

1. El acercamiento científico y no científico al proceso de envejecimiento

Pilar Moreno Crespo
Resumen
En el presente capítulo realizamos una breve presentación de cómo la sociedad se acerca al campo de estudio del proceso de envejecimiento. Abordamos los aspectos relativos a los mitos y estereotipos que han existido, así como los que perduran en la actualidad. Igualmente, tratamos la evolución científica en el estudio del envejecimiento desde los primeros acercamientos hasta el final de siglo xx. Podemos afirmar que el estudio del envejecimiento sufre una gran evolución a niveles académicos, científicos y sociales, culminando representativamente con la declaración de las Naciones Unidas del año 1999 como año internacional de las personas mayores.
Introducción
El ser humano es curioso por naturaleza y la capacidad de cuestionamiento nos permite generar ciencia. Los grandes avances de los que disponemos no serían posibles sin ese cuestionamiento. En estos milenios la humanidad ha dado grandes pasos y ha abierto nuevos campos de investigación, entre ellos el estudio del proceso de envejecimiento. El estudio de esta área de conocimiento es relativamente reciente, aunque ha sido objeto de reflexión desde que el mundo es mundo. En las siguientes líneas repasamos los grandes hitos que han perfilado la investigación del proceso de envejecimiento desde los primeros inicios de los que tenemos indicios.
Partiendo de las aportaciones de estos autores, tras analizar la documentación al respecto y reflexionar sobre la evolución de la ciencia y el estudio del envejecimiento en la historia y las culturas, hemos elaborado nuestra propia propuesta para clasificar las aportaciones claves (Bazo, 1990, 1995; Bouché, 2004; Carbajo, 2008, 2009; De Miguel, 2005; Dosíl Maceira, 1996; Fernández Lópiz, 1998; Gil Calvo, 1995; Hooyman y Kiyak, 1993; Lehr, 1995; Malagón Bernal, 2003; Martínez, 2009; Minois, 1987; Sancho Castiello y De la Pezuela, 2002; Schaie y Willis, 2003. De igual modo, y teniendo en cuenta el contenido de cada uno de estos momentos, presentamos nuestra propia propuesta con el fin de explicar cada una de las mismas. De este modo, planteamos una clasificación que no rompe con lo anteriormente expuesto, pero que consideramos puede ser una organización más clara y completa:
  1. El conocimiento no científico del envejecimiento: mitos y estereotipos
  2. Los primeros acercamientos científicos al proceso de envejecimiento
  3. La ciencia del envejecimiento en la última mitad del siglo xx
1. El conocimiento no científico del envejecimiento: mitos y estereotipos
Desde hace milenios, desde que el ser humano ha sido consciente de su mortalidad, se ha deseado la victoria sobre la muerte, por lo que se ha perseguido el espejismo de la inmortalidad junto con el de la juventud perpetua. Desde tiempos inmemoriales se filtran hasta nuestros días mitos y leyendas sobre estos anhelos que se llegan a sublimar a entes superiores, divinidades en ocasiones personificadas como por ejemplo Isis, Osiris, Zeus, Era, Hades, Dionisos, Apolo, Venus, Marte, etc. Por otro lado, la mitología de diversas culturas hace mención a mortales buscadores de la vida eterna, seres comunes que comparten estas inquietudes y realizan cruzadas para darles respuesta, en unos casos con éxito y en otros no, como son los ejemplos de Hércules (adaptación romana del nombre del héroe griego Heracles), que persigue la divinidad que le reportará la inmortalidad, y Gilgamesh, rey de Uruk, cuya búsqueda de la vida eterna ha quedado recopilada en la Epopeya de Gilgamesh, texto que data del 1100 a.C., aproximadamente.
Las manifestaciones sobre el proceso de envejecimiento de las que se tienen constancia en el Antiguo Testamento, en textos egipcios y griegos podemos catalogarlas como precientíficas. La visión que transmiten es la de un hombre anciano lleno de virtudes, sabiduría y conocimientos que lo capacitan para tener un estatus de relevancia en la sociedad tomando parte de las decisiones relativas a esta.
Ante lo expuesto, aclaramos que la respuesta que puede dar un individuo ante un objeto social puede basarse en teorías fundamentales o en teorías implícitas erróneas. Estas últimas son los mitos y prejuicios que interiorizamos como verdades y que tendemos a cumplir con comportamientos concretos, entorpeciendo cualquier tipo de labor atencional (Fernández Lópiz, 1998, 2003). Por ejemplo, existen conceptos erróneos como que los ancianos se aíslan, son inútiles e incompetentes, que la mayoría de los pacientes de edad se sienten extremadamente desgraciados y son dementes seniles o psicóticos, que la mayoría de los ancianos necesitan ayuda en las actividades diarias debido a los problemas de salud, etc.
Pérez Serrano (2004: 59) comprende que los estereotipos: «A menudo, se presentan como generalizaciones excesivamente simplificadas. Son fuente de información y de formación de expectativas». Los estereotipos, que pueden tender a una visión idealizada o negativizada, actúan a modo de clichés en la comprensión de un fenómeno, objeto o grupo social que poseen en ocasiones la facultad de influir en la conducta de los grupos juzgados, que tienden a comportarse según dichas predicciones. Bouché (2004: 169-170), con respecto a los estereotipos plantea lo siguiente:
Es cierto que la vejez entraña problemas y, en alguna medida, decadencia. Pero también lo es el hecho de que se sostienen determinados prejuicios, tanto por parte de los propios actores –los viejos– como de los espectadores –los jóvenes y adultos– que no se ajustan, muchas veces, a la realidad. Desterrar estos juicios discriminatorios, formar y cambiar actitudes al respecto, es tarea de la educación. Y, más concretamente, de la educación permanente, que abarca desde el nacimiento hasta la muerte y comprende, por consiguiente, al período de la vejez.
Parece que la sociedad considera a los mayores sabios, serenos, moderados, pero también está de acuerdo en que el envejecimiento es una combinación de deterioro físico y mental, y que uno de los principales problemas de este grupo es la mala imagen. Son muchos los estereotipos que se relacionan con la vejez y se suele equiparar esta etapa a marginalidad en lo social, a inactividad en lo laboral, a pobreza en lo económico e incluso enfermedad en lo sanitario, extendiendo su visión a términos como pasividad, limitación, muerte, negatividad, encarecimiento económico, conservadurismo y tradicionalismo, generalización o rigidez.
Conviene tener en cuenta que esa forma de pensar, aún hoy, no está totalmente erradicada de la mente de muchos ciudadanos (Bazo, 1995; Fernández Lópiz, 1998, 2003). Estos estereotipos contribuyen a generar imágenes «limitadas» en la sociedad, en palabras de Pérez Serrano (2004: 59-60):
La sociedad, desde hace tiempo, ha creado una imagen equivocada de las categorías que vendrían a definir este período. Nuestros estereotipos negativos no se ajustan a la realidad de la mayoría de los ancianos. Ni ellos mismos se reconocen en la definición de viejo dado el valor social negativo que se le atribuye.
Fruto de la acumulación de opiniones socialmente negativas, los gerontólogos han acuñado el término «ancianismo» que refleja, como en el vocablo racismo, reacciones negativas frente a la edad. El ancianismo supone un prejuicio activo, no basado en hechos, sino en el desconocimiento y la deformación de las posibilidades potenciales de los mayores en la sociedad contemporánea. Esto supone un primer paso hacia la discriminación real de los mayores en la sociedad. Los mayores pueden reaccionar ante esta situación de dos maneras: oponiéndose a esa visión negativa o aceptándola. La primera es elegida por una minoría de los mayores; la segunda es la más común, debido al escepticismo sobre la acción reivindicativa para cambiar la realidad. La situación peor sucede cuando el mayor acepta los prejuicios sociales y los incorpora a la visión personal de su potencial. Se produce en este caso el fenómeno de la «profecía que se autocumple» (Carbajo, 2008, 2009; Fernández Lópiz, 1998, 2003; Moragas, 1991; Pérez Serrano, 2004).
Por otro lado, la gerontofobia se refiere al ancianismo no combatido u odio a la vejez, que, aunque no se manifieste abiertamente, se halla implícita en diversas reacciones sociales, legales, económicas y políticas.
En la actualidad, podemos decir que la actitud hacia los adultos mayores denota prejuicios, así como la existencia y utilización de mitos y estereotipos viejistas. Estamos ante una situación en la que debemos desmitificar estos prejuicios injustos ya que son contraproducentes y ejercen un efecto perverso. Hay que imponer la fuerza de la razón a la del mito, aunque este último sea más fuerte, empleando remitificaciones positivas que combatan a los mitos y prejuicios (Gil Calvo, 1995). Por lo tanto, debemos tener presente que, según Schaie y Willis (2003: 16): «[…] uno de los principales objetivos de la ciencia es disipar las ideas erróneas que rodean al fenómeno que se estudia».
En el informe elaborado por el Portal de Mayores (2012: 48-49) se elabora una compilación de los estereotipos más habituales sobre las personas adultas mayores, que procedemos a mencionar a continuación: 1) Todos los mayores son iguales; 2) Las personas mayores están enfermas, tienen dependencia funcional y son frágiles; 3) Los mayores están solos y aislados; 4) Las personas mayores tienen problemas de memoria; 5) Los mayores son rígidos y no se adaptan a los cambios; 6) No se enfrentan a los cambios del envejecimiento; 7) Las personas mayores no deben seguir trabajando; 8) Los mayores no pueden aprender cosas nuevas y; 9) Los mayores no tienen relaciones sexuales.
En las siguientes líneas intentaremos disipar alguna de las ideas erróneas que existen tomando como punto de partida la clasificación realizada inicialmente por Gil Calvo (1995). Igualmente trataremos de completarla con las aportaciones de Moragas (1991), Malagón Bernal (2003), Schaie y Willis (2003), Boronat (2003) y Carbajo (2009) entre otros autores.
No obstante, debemos tener presente que la imagen del envejecimiento varía según la cultura y la época histórica debido a que, para entender la realidad, partimos de marcos ideológicos que nos permiten interpretar y dar sentido al contexto en el que nos situamos, determinando nuestras actitudes hacia los objetos sociales, favoreciendo respuestas automáticas o cuasiautomáticas ante los estímulos, que es parte del modus de supervivencia de nuestra especie (...

Índice

  1. Cubierta
  2. Portada
  3. Créditos
  4. Introducción
  5. 1. El acercamiento científico y no científico al proceso de envejecimiento
  6. 2. Una nueva visión de la población mayor: Envejecimiento activo
  7. 3. La figura del educador social en la atención de personas mayores mediante la animación sociocultural
  8. 4. Educación para el desarrollo y envejecimiento activo en los programas universitarios para mayores
  9. 5. Envejecimiento activo: implicaciones desde la educación para la salud
  10. 6. Los Huertos urbanos como recurso para trabajar la Educación Ambiental con los adultos mayores
  11. 7. Catálogo de recursos TIC para una educación emocional con adultos mayores
  12. 8. Los Men´s Shed como comunidades de práctica que favorecen el bienestar de los mayores
  13. 9. La atención a las personas mayores en la red del sistema público de servicios sociales
  14. 10. Los adultos mayores y el afrontamiento en los procesos de muerte y duelo
  15. 11. La ilusión de ser mayor
  16. 12. Mayores activos
  17. Sobre las autoras
  18. Índice