Los colores de una mujer
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Los colores de una mujer

  1. 150 páginas
  2. Spanish
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  4. Disponible en iOS y Android
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Los colores de una mujer

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Información del libro

En esta obra, la protagonista y autora nos narra, mediante anécdotas, los esfuerzos realizados en su entorno familiar y laboral, sobrevolando su existencia, en ocasiones opaca, por su condición de mujer.La autora hace una defensa apasionada de los derechos e inquietudes de las mujeres de su época para poder ser protagonistas de su propia historia.Bucea en el pasado, buscando sus raíces para justificar su conducta.Y rompiendo la barrera del tiempo nos traslada al futuro, donde presenta, novelando, a sus descendientes.

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Información

Año
2019
ISBN
9788417990268
© Derechos de edición reservados.

Letrame Editorial.
www.Letrame.com

© Naty Santigosa Colomer

Diseño de edición: Letrame Editorial.

ISBN: 978-84-17990-26-8

Ninguna parte de esta publicación, incluido el diseño de cubierta, puede ser reproducida, almacenada o transmitida de manera alguna ni por ningún medio, ya sea electrónico, químico, mecánico, óptico, de grabación, en Internet o de fotocopia, sin permiso previo del editor o del autor.

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Dedicado a mi compañero de viaje
PRÓLOGO
El libro que os entrego es un guion, la preparación de un trabajo futuro que será mi novela: Los colores de mi vida, Una mujer y sus colores, Los colores de una mujer… Ya pensaré el título… Es un documento de trabajo. Un documento abierto. Podéis elegir entre:
  • Tirarlo sin leer.
  • Guardarlo.
  • Continuarlo.
  • Desarrollar una parte.
  • Desarrollar un personaje.
  • Dar ideas.
  • Motivar un debate…
    En resumen, añadir o modificar lo que os apetezca. El lector no es pasivo, porque puede variar aquello que no le guste. Puede ser el inicio, para alguno de vosotros con más talento que la autora de este guion, de un camino literario, en caso de que se entusiasme con la idea. Os aseguro que merece la pena. Además de una terapia, es una actividad apasionante.
    Os animo a que hagáis un viaje por el mundo de la creación literaria, porque es una experiencia que llena de satisfacción.
    Así que, ¡ánimo!
    PRIMERA PARTE
    CAPÍTULO PRIMERO
    GRIS Y SEPIA
    Todo empezó allí, en Los Cuartillos, en la casa que alquila mi hermana Ángeles en Cabo de Gata, los veranos, junto a la nuestra, donde llevamos veraneando cuarenta y seis años. Primero la alquilamos, cuando eran unas casitas de pescadores, en un estado lamentable, pero la fuimos arreglando y acomodando para hacerla habitable. Más tarde y con muchos problemas logramos comprarla, sin agua, sin luz, y con la necesidad de tirar las paredes para hacerla de nuevo. Quedó monísima y fue y sigue siendo, para nosotros, un lugar idílico, que no cambiamos por ningún otro, por lujoso que sea.
    Y allí, en nuestros queridos Los Cuartillos, una tarde calurosa de agosto, durante la siesta, hablando de épocas que habíamos vivido juntas, cuando éramos jóvenes y, más tarde, en Murcia, surgió el tema de la convivencia tan entrañable que habíamos tenido siempre.
    Merche al recordar su niñez, dijo:
    —Tía, no te recuerdo, ni te veo en aquella época. Para mí, es como si no hubieras existido, solo veo a mi tío Juan, y creo que su enorme personalidad y su carisma hacen que tu figura no se viera, por el resplandor de la del tío. Es ahora, que él no está, cuando te he descubierto y te estoy conociendo.
    Al principio, al oír estas palabras, me desagradó y no le di mucha importancia. Pero más adelante, noté que mis hijos, cuando hablaban de su niñez, siempre comentaban:
    —Como papá decía…
    —Papá hacía…
    —¿Os acordáis cuando con papá...?
    Yo tampoco existía en sus recuerdos, ni recordaban mi figura a su lado, era invisible. Y… curiosamente, si me forzaba para recordar, tampoco yo me veía con claridad.
    Y… empecé a preguntarme: ¿Tan poca personalidad y fuerza tenía como para no haber influido ni participado en la educación y cuidado de mis hijos? Tenía que intentar descubrir cómo había sido mi actuación en cada momento. Tenía que poner luz en las sombras, iluminar las bambalinas del teatro de mi existencia, tenía que, sin apagar las luces de Juan, dejar que mis luces iluminaran mi vivencia y mis recuerdos. No para mostrarlas a nadie, sino para mí, para verme yo, para juzgarme, para ver si esos recuerdos eran míos o, por el contrario, eran reflejos de la época y de los personajes que me rodeaban y que en la actualidad algunos de ellos contaban, como si fueran los protagonistas, y frases, que yo creía eran mías, las ponían en sus labios.
    Solo eso, solo quería verme yo, y aclarar qué cosas eran mías y cuáles no. Retocar, como si se retocara un cuadro, las escenas de mi vida. Iluminar mis vivencias para separarlas de las que no me pertenecían.
    Fue un día 5 de mayo de 1935. ¡Maldita fecha! Cuando en Almodóvar del Campo mi madre me parió en medio de un gran problema familiar. Mi tío Pepe, padrino Pepe lo llamábamos, porque era padrino de mi hermana mayor, Mari Loli, y que era director del Banco Español de Crédito, hizo un desfalco para entregar el dinero a la República española, ya que su pareja o novia, Jesusa, miliciana y amiga de Azaña, el Presidente del Gobierno de la Segunda República, lo convenció para realizarlo.
    Mi tío Pepe vivía con sus padres en Almodóvar, y mi madre, para dar a luz, marchó hasta allá para estar con su madre. Y allí, ese día de mi nacimiento, vino la policía y se llevó a mi tío a la cárcel.
    Cuando yo nací, mi hermana Mari Loli tenía dos años. Era rubia con ojos azules y preciosa, la muñeca de la familia, y tenía luz propia, lo que me hizo a mí más opaca. Yo era una niña que lloraba a todas horas y que además no era un niño, que era lo que a mis padres les hubiera gustado que hubiera sido.
    Cuando se hablaba de aquella época, todo era contar gracias de mi hermana y llantos míos. Y mi madre repetía: «¡Qué despertar tuve de tu parto! ¡Qué horror!». Y además, no decía ni contaba por qué había sido un horror. Así que yo siempre pensé que era yo el horror, porque no era tan bonita como mi hermana.
    En Melilla vivían mis tíos, Lola, hermana de mi madre, y Constantino, su marido, a quienes llamábamos padrinos por serlo de casi todos los primo...

Índice

  1. PRÓLOGO
  2. CAPÍTULO PRIMERO
  3. GRIS Y SEPIA
  4. CAPÍTULO SEGUNDO
  5. AMARILLO Y AZUL
  6. CAPÍTULO TERCERO
  7. VERDE AGUAMARINA
  8. CAPÍTULO CUARTO
  9. ROJO PASIÓN
  10. CAPÍTULO QUINTO
  11. NARANJA
  12. CAPÍTULO SEXTO
  13. INCOLORO
  14. CAPÍTULO SÉPTIMO
  15. NEGRO
  16. CAPÍTULO OCTAVO
  17. BLANCO
  18. EPÍLOGO
  19. VIOLETA