Adiós al Jesusitodemivida
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Adiós al Jesusitodemivida

  1. 176 páginas
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Adiós al Jesusitodemivida

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Índice
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Información del libro

La transmisión de la fe ha parecido algo tan sencillo como prender una vela con otra, hasta extender la luz por todos los rincones. Pero hoy ya no funciona el Jesusitodemivida con el que tantos hemos aprendido a rezar y dimos nuestros primeros pasos, titubeantes pero decididos, por el camino de la fe. Este libro ofrece reflexiones a pie de obra sobre esta transmisión.

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Información

Editorial
PPC Editorial
Año
2014
ISBN
9788428827058
Categoría
Teología
1

JESUSITODEMIVIDA

 
Hace unos tres años, mi hijo pequeño, Miguel, me hizo una pregunta muy, muy curiosa a orillas del océano. Me dijo cuando solo tenía cinco años: «Mamá, ¿Dios es verde?»7. En realidad, aquella era una pregunta retórica, porque él se la contestó a sí mismo sin esperar a que yo saliera de mi estupefacción. Pero su interrogación provocó un pequeño terremoto en mi interior, que me obligó a preguntarme otras muchas cosas. Y a intentar responderlas, claro. Me hizo cuestionarme el modo y manera en que estaba transmitiendo a mis hijos la fe. Ese preciado bien que tanto bueno ha supuesto y supone en mi vida, como en la de tantos de vosotros, queridos lectores, y que, sin embargo, a veces guardamos celosamente en un arcón, esperando un momento propicio para compartir el «tesoro» en familia. Sin darnos cuenta de que, de tanto protegerlo, lo volvemos inútil y lo hacemos invisible a los ojos de nuestros hijos en el día a día.
Partimos, claro está, de esa base esencial: que tenemos algo –que pensamos que es bueno y valioso– y que por eso precisamente lo queremos transmitir, lo queremos contagiar, comunicar. Seamos padres, abuelos, catequistas, profesores, formadores... como creyentes nos sentimos en la obligación, o, mejor dicho, albergamos el deseo de compartir aquello que en su día recibimos nosotros previamente de otros como bella herencia. Claro que, para las personas que no creen, hablar de transmisión de la fe en estos tiempos suena a vetusto proselitismo, o algo peor. Pero esa percepción de amplio calado sociológico, que contamina incluso a los creyentes, no es materia de este texto, aunque merezca una amplia y profunda reflexión. Nuestro punto de partida es el de creyentes preocupados por comunicar sus creencias a los más jóvenes, y hacerlo en el escenario social que nos toca vivir, especialmente arisco con las religiones, y concretamente, en el marco español, con la fe católica. Aunque esa actitud negativa, que es ya más desdén que hostilidad, no explicaría ni justificaría, justo es reconocerlo, el evidente fracaso de los procesos de transmisión de la fe en entornos claramente católicos, que viven al margen, por así decirlo, del agnosticismo, el anticlericalismo o el ateísmo. Pero, como todos sabemos, no siempre el resultado fue el fracaso. Ni mucho menos.
Durante siglos, la transmisión de la fe ha parecido algo tan sencillo como prender una vela con otra, y otra más, y otra, hasta extender la luz por todos los rincones. No ahora, es evidente. Existe una preocupación seria desde hace ya décadas por encontrar fórmulas certeras para que se produzca esa comunicación de fe que deseamos. No son pocas las iniciativas, planes pastorales y programas puestos en funcionamiento para ello desde las instancias oficiales. Con desigual resultado, desde luego. Muchas de ellas pretenden volver al pasado para recuperar las estrategias que funcionaron entonces, cuando esa transmisión ocurría en los hogares de manera natural, sin esfuerzo ni casi intención. Pero, como suelo decir a menudo (y de ahí el título de este libro), ya no funciona el Jesusitodemivida que nos enseñaron a recitar nuestras abuelas y con el que tantos de nosotros aprendimos a rezar y dimos nuestros primeros pasos, titubeantes pero decididos, por el camino de la fe.
El escolapio Carles Such, director de la Revista de Pastoral Juvenil, que fuera coordinador general del Fórum de Pastoral Juvenil celebrado en Madrid en 2008, hace un diagnóstico demoledor de los principales impedimentos para legar la fe a las siguientes generaciones hoy:
 
En primer lugar, estar desarrollando un paradigma caduco que únicamente transmite a los que ya están convencidos. En segundo lugar, el hecho de seguir enganchados a unas formas, un lenguaje y unas propuestas válidas para la sociedad española de hace treinta años y creer que, si no funcionan, hemos de ir más atrás en vez de asumir este tiempo como nuevo y distinto, y desplegar la creatividad que tuvieron otras épocas8.
 
 
1. La devoción de otros tiempos
 
Es curioso que cada época ha sabido encontrar sus propias herramientas para evangelizar, y en esta nuestra nos empeñemos una y otra vez en recurrir al pasado en lugar de mirar al presente y al futuro. Por ejemplo, durante las primeras décadas del siglo XX nacieron en España numerosas publicaciones que tenían precisamente esa misión: evangelizar. Yo trabajo en una de las pocas que han sobrevivido al paso de los años y al radical cambio social que ha experimentado España entre tanto. Me refiero a la revista 21, llamada Revista Ilustrada del Reinado Social del Sagrado Corazón por aquel lejano 1918 de su fundación. Las armas de todas aquellas publicaciones eran bien claras: la oración, la catequesis, la devoción a los santos, con especial atención a esto último, tan en boga en aquella época. Así, podían leerse en sus páginas vidas ejemplares, estremecedoras historias de mártires defensoras de su virginidad, que entregaban su vida antes que ceder a los malvados deseos de sus agresores; heroicas trayectorias vitales de nuevos apóstoles contadas con lenguaje épico y enormes dosis de acontecimientos tenidos por milagrosos, lenguaje pseudosupersticioso y fe inconmovible.
Era la moda del momento, conservada fielmente hasta varias décadas más tarde, en una España nacionalcatólica donde nada gustaba más que una vida de santo y un resplandor místico en las películas en blanco y negro. Y a ello se aplicaban todas las revistas religiosas del momento. Pero no solo. También la prensa generalista y hasta el arte y la literatura más populares gustaban de este estilo y temática. No pocos creyentes de hoy reconocen que descubrieron su vocación o apuntalaron su fe aprendiendo a leer en aquellas revistas y saboreando películas sobre Damián de Molokai o Fray Escoba.
Pero, a medida que avanzaban las décadas y España se acercaba a la democracia, cambiaban también los gustos de los creyentes y los lenguajes de la Iglesia. Llegaba en los sesenta el Concilio Vaticano II, que abría puertas y ventanas. Y su vendaval transformaba los modos de contar, rezar y cantar. Las misas dejaban atrás el latín y el sacerdote miraba de frente a los fieles –en sentido literal y figurado– y les hablaba para ser entendido. Sin embargo, se daba la profunda paradoja de que cuanto más claro hablaba, más deserciones se producían en el seno de la Iglesia, fenómeno este que no ha parado hasta hoy. Perpleja ante semejante situación, la jerarquía eclesiástica ha venido preguntándose desde entonces por las razones de este imparable proceso de secularización, para acabar refugiándose en los cuarteles de invierno y culpando del fracaso de la evangelización, las más de las veces, al mismísimo Concilio. Sin cuestionar en ningún caso los modos y maneras que ha empleado para transmitir la fe a los hombres y mujeres de esta nueva era.
Pero el dato anterior esconde varias trampas. La primera de ellas es vincular fe con asistencia a las iglesias o práctica religiosa. La segunda, medir con el mismo rasero una fe del carbonero impuesta por mandato y esa otra fe madura y alimentada de dudas que nace de la consciencia creyente. Y no es que la primera se diera sin reservas y en exclusiva hasta antes del Concilio. Pero lo cierto es que, después del mismo, la fe se comunica y se recibe en libertad.
 
 
2. La fe como contracultura
 
Como afirma Juan Pablo García Maestro, «hoy más que nunca, la fe es una opción personal que no puede apoyarse en un contexto cultural favorable. No es algo que se recibe por socialización, como en épocas anteriores, sino que más bien se configura como contracultura. De ahí que la opción creyente no sea contradictoria con las dudas, las perplejidades y las preguntas, que son probablemente inevitables en un cristianismo crítico, reflexivo y consciente».
Precisamente por eso, en el momento presente, en que los creyentes –y por tanto sus creencias– son, como afirma José Ignacio González Faus, «desechables», hay que encontrar un nuevo vocabulario y nuevas fórmulas para hablar de fe, para salvar el «malestar religioso de nuestra cultura», en palabras del profesor emérito de Fenomenología de la Religión, Juan Martín Velasco. Quizá incluso establecer criterios nuevos para definirla. Porque, ¿tiene fe quien cree en Dios, pero no en las estructuras eclesiales? ¿La transmite el padre de familia que habla a su hijo de los valores evangélicos y el ejemplo moral de Jesús, aunque no nombre a Dios? ¿Hay más fe en el mensaje oficial de la Iglesia o en el testimonio vital de quienes colaboran con la construcción del reino de Dios, aunque ellos lo llamen trabajar por un mundo mejor?
Seguramente encontraríamos respuestas a estas preguntas para todos los gustos. Y todas ellas razonadas y consistentes. Quizá al final de este libro seamos capaces de sostener algunas de ellas, pero por el camino merece la pena que profundicemos en los entresijos de la transmisión. Y en esta, si empleamos la conocida metodología de la teoría de la comunicación desarrollada por Claude Elwood Shannon y Warren Weaver en 1949, detectamos, como en cualquier otro proceso comunicativo, un emisor, un receptor, un código, un medio o canal y un mensaje. El primero de ellos, el emisor, es el objeto principal de este análisis, y más en concreto la familia, la escuela y la parroquia como espacios de iniciación y acompañamiento del andamiaje de las creencias.
7 Mamá, ¿Dios es verde? Madrid, San Pablo, 2013.
8 Declaraciones en un reportaje que publiqué en abril de 2012 en la revista 21 con el título «La fe habla un nuevo lenguaje».
2

LA FAMILIA COMO ÁMBITO NATURAL
DE LA TRANSMISIÓN DE LA FE

Si el emisor de cualquier proceso comunicativo es quien emite el mensaje, que puede ser una persona o una institución, no será difícil reconocer a la familia como el más destacado.
La familia ha sido desde siempre el ámbito natural de la transmisión de la fe. Se la conoce como la Igl...

Índice

  1. Portadilla
  2. Dedicatorias y cita
  3. Del rumor de Dios, transitando de la potestas a la auctoritas
  4. 1. Jesusitodemivida
  5. 2. La familia como ámbito natural de la transmisión de la fe
  6. 3. La parroquia
  7. 4. La escuela
  8. 5. Otros transmisores
  9. 6. De qué Dios hablamos cuando hablamos de Dios
  10. 7. Propuestas para una comunicación de Dios más eficaz
  11. 8. Cuestión de (buena) fe
  12. 9. Volver a lo esencial
  13. 10. Conclusión: testimonio, testimonio, testimonio. Ejemplo de vida
  14. Bibliografía para profundizar
  15. Contenido
  16. Créditos