Capítulo 1
Antes de ser tu representado
Desde que era un niño quise tener la oportunidad de hablar –como ciudadano– en la Cámara del Congreso de los Diputados, porque es hora de que un representado se dirija a sus representantes y les aclare ciertos componentes del mensaje que debe pulular en sus aspiraciones, porque se construyó en el reclamo que aplaudió su empuje.
No pretendía hacerlo en nombre de nadie, más allá de entender que el hartazgo también debiera tener oportunidad de ser representado y desgranado, a la luz de las arbitrariedades que se cometen en nombre del bien común.
Tus padres son tus mejores representantes, o al menos debieran serlo y la vida te ofrece la oportunidad de reclamarles cuando crees que no desempeñaron bien el rol que tienen por otorgado, al ser tus progenitores.
En ocasiones, son los hermanos mayores quienes te vigilan, cuidan, arbitran las mejores oportunidades para ti y a quienes consideras tus líderes más confiables, aunque también algunos puedan fallar en el intento.
A los 14 años leía un libro que me regaló un profesor al que le debo mi apertura a la reflexión, se llamaba: “Ganarás el pan con el sudor del de enfrente” y pintaba la sociedad diciendo, en boca de su personaje Simeón: –¿Qué es lo que no te gusta? Y respondía Judá: –Este sistema de vida, porque ya estoy harto.
Desde entonces me he limitado a trabajar para intervenir donde pudiera ser útil para aportar en la construcción de una sociedad más justa y representativa, dinámica y propositiva, verdadera y eficiente, solidaria y comprensiva, mejor representada y más resoluta.
Luego, con la mayoría de edad, precisas aportar en la construcción de una sociedad diferente y escuchas los relatos, opinas sobre las transiciones, descubres las imágenes políticas y vas observando las artimañas elementales para que algunos se sigan llamando “políticos”.
Contactas con cuantos siempre tenemos miedo al compromiso, rozas con el murmullo que continuamente se queja de las sombras desdibujadas de la vida y sientes la necesidad de proponerte, como candidato “político”, para transformar una realidad indebida en una mejor receta para el hastío.
Y tras algunos años de plenos, cargados de disensos que suenan a arreglos, ves publicadas leyes que dejaron recovecos y proyectos legislativos que arroparon escenas, bien representadas, en las que se perdieron muchas ilusiones y se ventilaron muchos eructos.
Es importante reconocer en la vida pública la labor del estratega, con figura lejana y pretensiones ocultas, quien te motiva a escribir sobre las disculpas que siguen a las malas acciones y las justificaciones, que se acompasan con las inacciones que viven en la acera de la más intolerante costumbre.
Y por esto he opinado sobre la razón de ser del ciudadano y la verdad bamboleante del político, la renuencia del líder cuando exige compromiso y la reticencia de los mayores a crear una estela coherente para los menores, la soledad del anciano y la alienación de los jóvenes, sobre el tiempo desperdiciado y las maneras olvidadas.
He pretendido escribir para generar reflexión y, por eso, me he preguntado si las lágrimas pesan y se rompen antes de caer al suelo, si los refranes lloran o si el cielo tiene un cierre temporal por balance anual.
Pero aún recorre mi impaciencia una pregunta que no atino a contestar:
–¿Por qué no nos detenemos a escuchar cuando somos piedras y queremos convertirnos en asesores cuando somos guijarros?
Capítulo 2
El concepto de “político”
“Ser político” va más allá de un recorrido y una exposición pública, sintiéndote desgranado en tus valores y cuestionado en tus expresiones, viviendo al son de tus ideales y contrastado con los intereses de tu partido.
Vivir con la condición de “representante” legitima cualquier atisbo vocacional de “político” y lo consuma, en sus acciones decididas y su lucha personal, al anteponer los derechos de los demás a las ventajas propias de cualquier posicionamiento profesional.
Toda profesión requiere disponer de la honradez del alcance y la verdad de la conducta, ambos impresos en la tarea diaria que se ha de cumplir y la de “político” lo exige por necesidad sentida y verdad manifiesta.
No seremos mejores seres humanos por haber alcanzado a tocar el cielo con los dedos y sentirnos plenos de un orgullo rebosante por el éxito, cargado de distancias y empoderamiento, sino por haber aprendido a dar respuestas humanitarias desde la curul de la vida.
El proceso constitutivo de un político nace de la confianza de los líderes y el aplauso recibido, crece en la constitución de un mensaje que suena a resilien...