La ruta de las imprentas
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La ruta de las imprentas

  1. 248 páginas
  2. Spanish
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La ruta de las imprentas

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Información del libro

Resulta sorprendente el interés de los escritores latinoamericanos por la Segunda Guerra Mundial, fruto de la influencia del gran Roberto Bolaño, que contagió esa fiebre a escritores como Patricio Pron, aunque Borges ya había iniciado el camino. Este libro habla de aquel enfrentamiento. Roberto Ramírez Paredes también es un apasionado de la historia, como lo han podido comprobar sus lectores en sus relatos. Pero no se van a encontrar aquí una novela histórica al uso, sino una obra imaginativa en grado sumo: la reconstrucción de la leyenda de una mítica villa alemana habitada por judíos alemanes, una aldea que logró no ser invadida por el ejército de Hitler y se enfrentó a las tropas nazis en pleno conflicto. Una suerte de aldea gala al modo de Astérix, que resiste la acometida de otro imperio más cruel, pero desde el prisma de la literatura. Aquí podrán leer una historia de heroísmos y traiciones reconstruida por un fallido historiador con un conflicto de identidad, que le empuja a sumergirse en una frenética búsqueda literaria entre viejas imprentas, enigmáticos libreros y volúmenes imaginarios, en pos de rehacer la historia del escritor alemán más escurridizo: Victor Vogel.

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Información

Año
2017
ISBN
9786075023946
Edición
1
Categoría
Literature
Cinco
Me gusta la primavera porque es el clima políticamente correcto para trabajar en una biblioteca solitaria. No me gusta la primavera porque la gente se despierta del letargo del invierno y sale a buscar compañía a lugares públicos donde los desconocidos están predispuestos a la charla. Mientras almorzaba en Der Dekan los pueblerinos se me acercaron con preguntas: ¿es usted el enviado de Israel? ¿Es cierto que está escribiendo la historia de Fernhausen? ¿Así que estudió en Inglaterra? ¿Podría leer mi novela y decirme si es publicable? ¿Prefiere trabajar en invierno o primavera? Respondí con monosílabos y me fui a sentar en una banca de la plaza, a la sombra del roble, con los restos de un emparedado de chorizo y una cerveza enlatada. Desde ese pequeño trono pude fijarme en el roble: tronco voluminoso, pletórico de venas e infecciones que, contrariamente, no han afectado a las hojas, excepto por una rama rota casi de raíz que, por alguna razón que ignoro, no se ha regenerado; sus raíces se despliegan sobre el círculo de concreto que conforma la plaza, la destrozan, y empiezan a ganar terreno. Una paloma descansaba sobre la rama hasta que divisó a otra paloma desmigajando un trozo de pan, cerca de mis zapatos: bajó, dominante, se apoderó de la comida y huyó. Más allá, erguida, con las plumas abultadas en el cuello, otra paloma cortejaba a una recién llegada; después de varias negativas, se dio por vencida y voló hasta el camino de grava del museo; ahí buscó algo entre los arbustos y desapareció. Mi mirada se quedó con la imagen del museo a esa hora de la tarde, iluminado por los rayos de sol que se abrían paso entre la vegetación. Me sacudí las migas del emparedado y caminé para evitar a un pueblerino que venía a conversar. Saqué la llave con la pequeña serpiente, pero el museo estaba abierto. En la recepción, intercambié un par de comentarios climáticos con Anna y aproveché su cortesía (me ofreció un refresco) para dejarla e ir a la biblioteca. Al pasar por la segunda sala de exposición reparé en un afiche que estaba en la pared contraria al de la pila de nazis: era una fotografía en blanco y negro tomada desde la plaza que mostraba la fachada de la imprenta destruida por una explosión; alrededor, inmóviles, varios judíos analizaban el desastre; maquinaria de la imprenta y libros quemados completaban el cuadro. Debajo de la fotografía, una inscripción:
DESTRUCCIÓN DEL PANZER Fernhausen, 4 de junio de 1945
El clima adentro era húmedo y cálido, pero un viento frío se filtraba por las ventanas y me recordaba que la primavera en el bosque, a más de mil cien metros sobre el nivel del mar, no era tan llevadera como en las ciudades, donde el aire acondicionado ayuda al hombre a adaptarse. La biblioteca era un estante café de nogal, rectangular, sin mayores detalles que unas volutas en los extremos; tenía ocho divisiones horizontales: en las primeras seis se sucedían los libros que se habían escrito y publicado en Fernhausen; las dos últimas tenían libros que se destacaban por la heterogeneidad de sus colores y formas. Palpé el estante, como si tuviera todo el tiempo del mundo, y extraje el primer libro: Con dientes de Gustav Weinberg. Se trataba de un ejemplar beige de 14 x 22 centímetros; la portada no tenía ilustración, sólo letras –tipografía del Times– que menguaban a medida que se aproximaban a la parte inferior; primero aparecía el nombre del autor, luego el título, más abajo el nombre de la editorial-imprenta (llamada como el pueblo) y la colección; el lomo estaba etiquetado por el apellido del autor, el título de la obra y el número de publicación. Todos los libros seguían el mismo patrón físico y estético, lo que le confería a la biblioteca un aire modesto, un agregado humano, casi artesanal, en una época de consumismo editorial, pero, al mismo tiempo, de pedantería: un pueblo perdido opta por las letras para hacerse notar, cuando lo más rápido y directo sería levantarse en armas. Mucho antes de este boom periférico, Vogel llegó hasta aquí y respiró este mismo aire mientras escribía en su máquina. ¿Por qué eligió a Fernhausen para dar a luz a su nueva obra? No recordaba un gesto similar, a excepción de uno que no se le parece del todo: en 1965 la productora Universal Studios estrenó Las lunas de Marte en un pequeño cine de Winsburg, Ohio, cuya capacidad no superaba las doscientas butacas. ¿La razón? El escritor Charles F. Farthingale, autor de la novela en la que se basó la película, nació allí; ese cine, aparte de la biblioteca y las novelas pulp, fue una influencia decisiva en su obra. A la premier asistió el escritor en silla de ruedas, empujado por un irreconocible William S. Burroughs, y otros escritores que empezaban a figurar cuando Farthingale ya recibía honores desde inicios de los sesenta. La emotividad del acto, la carga de simbolismo que acarrea conceder una exclusiva a algo insignificante, creó una oleada de reimpresiones de la obra olvidada de Farthingale, y la película, dirigida por George Beeman, fue una de las que más dinero recaudó en taquilla ese año. El golpe de gracia sobrevino a inicios del año siguiente cuando el escritor murió: las ventas y los homenajes póstumos se dispararon hasta que el imaginario colectivo fue incapaz de recordar que el amante de toda la vida de Farthingale era el directivo de la Universal en aquel entonces.
En mis manos tenía los libros que me revelarían si Vogel procedió como la Universal (entonces imaginé un acto de concesión del Nobel efectuándose en una cantina de mala muerte), o si fue motivado por otros impulsos. Tenía los sesenta y siete libros que me hablarían del último año de vida del escritor, ordenados en fila, con sus hojas enmohecidas y dobladas por la humedad. Junto al estante, el catálogo de los libros de la Editorial Fernhausen: cinco hojas A4 grapadas colgando de un hilo a la altura de los ojos, con las esquinas dobladas y las marcas circulares de una taza. Examiné la lista: los sesenta y siete libros estaban ordenados por fecha de publicación, y en cada uno se especificaba el género y una sinopsis de dos líneas. Ninguno aludía a Vogel, al menos en el catálogo, así que dediqué el resto del día a extraer uno a uno los libros para clasificarlos –algunos tenían dos ejemplares– y agregarles mi propia sinopsis:
1. Weinberg, Gustav, Con dientes (poesía). 83 páginas. Publicado el sábado 23 de junio de 1973. No es de extrañar que el regente del museo haya sido el primero en publicar.
2. Schwartz, Gabriel, Los números primos escritos en clave (novela). 107 páginas. Jueves 5 de julio de 1973.
3. Sickafoose, Harry, Confesiones de un judío infiltrado (memorias). 109 páginas. Lunes 23 de julio de 1973.
4. Blumenfeld, Leonard, El treceavo (cuento). 37 pá...

Índice

  1. Reconocimientos
  2. Uno
  3. Dos
  4. Tres
  5. Cuatro
  6. Cinco
  7. Seis
  8. Siete
  9. Ocho
  10. Nueve
  11. Diez
  12. Once
  13. Doce
  14. Trece
  15. Catorce
  16. Quince
  17. Dieciséis
  18. Diecisiete
  19. Reconocimientos
  20. Contenido