Líderes en un mundo global

Jesús Ferro Bayona

• Editorial: Universidad del Norte
• Año: 2009
• ISBN:
  9789587414868
• Categoría: Social Sciences
• Categoría: Cultural & Social Anthropology

Ni lo económico ni lo político pueden, por sí solos, cambiar a la sociedad como es debido. Se requiere la acción del hombre moral, de aquel individuo que está afincado en los más incontrovertibles y seguros principios éticos. Hoy más que nunca la sociedad está necesitando de esos hombres. Hoy más que nunca nuestra región, esta ciudad (Barranquilla), necesita individuos íntegros, profesionales de moral intachable, ciudadanos que no vendan su alma ni presten sus principios. Esta ciudad está pidiendo a gritos que salgamos de la pasividad, que no seamos cómplices del derrumbe moral que nos espanta, que nos comprometamos en una cruzada de rescate de los valores morales antes de que sea demasiado tarde.

FILOSOFÍA Y CULTURA

La música de Nietzsche en una
sociedad ruidosa

Lanzamiento de Ediciones Uninorte, 1984

Desde hace un tiempo, habíamos concebido la idea de lanzar un sello editorial universitario para darle cabida en él a la producción científica, técnica, pedagógica y humanística de los profesores de esta universidad, que ha llegado a un grado de madurez que nos llena de orgullo a los costeños. Gracias al apoyo que dio a la idea el Consejo Directivo, se inician las publicaciones del sello editorial con un libro del rector, hecho que en nada significa que tenga más importancia que otros, sino que es un producto de la casualidad combinada con la voluntad del Consejo Directivo de respaldar la publicación de la obra de este servidor de la educación superior colombiana. Queda la puerta abierta para que salgan a la luz nuevos valores que cuentan ahora con el apoyo de la Universidad.

Las páginas leídas hace poco por doña Martina Blanco, mensaje de densidad intelectual que ha enviado don Julio Enrique Blanco de la Rosa, distinguido y admirable pensador que es honra y prez de la cultura de la Costa Atlántica, diría mejor, patrimonio vivo de nuestra más encumbrada intelectualidad costeña, a la que el país se debe, no sólo son pródigas para con este que a partir de esta noche es un autor de libro, que tiene ya unos hijos y ha sembrado un árbol, sino que me enaltecen en mi condición de aventurero de esos temas en los cuales don Julio Enrique es un avezado y reconocido lobo de mar. Muy honroso me es que tan ilustre filósofo se haya ocupado, en medio de sus sabias y añejas meditaciones, de un pequeño libro que no tiene otra pretensión que la de compartir una experiencia intelectual. Conservaré sus palabras de hoy como una lección del maestro que el discípulo guarde celosamente en su cuaderno de notas.

El libro que he escrito sobre el pensador alemán Federico Nietzsche, se refiere particularmente a una época de su vida que es más desconocida quizás porque, por un infortunio de la historia, su hermana Elizabeth, fanática de la supuesta superioridad de la raza aria y admiradora del nacional-socialismo, minimizó para poner el acento en aquellos aforismos y escritos, que, fuera de contexto, se prestan a interpretaciones equívocas, como las que el mismo Hitler hiciera visitando solemnemente la casa de Weimar en donde Nietzsche muriera, para celebrar, al estilo fascista, los noventa años del nacimiento de aquel filósofo-artista que repudió el entusiasmo nacionalista aplastante del prusiano Bismarck, renunciando a su ciudadanía alemana, para adoptar la suiza, después de su malograda experiencia en la guerra franco-alemana de 1870-1871.

En su condición de profesor de filología clásica griega en la Universidad de Basilea, Nietzsche inició un importante trabajo de reflexión intelectual que buscaba un retorno a las raíces de la más auténtica cultura germana. De allí provino su admiración por el músico Richard Wagner, recreador de las leyendas de los nibelungos, de las walkirias, de Sigfrido, y cuya dramaturgia musical es considerada por muchos como lo más grande de la ópera de todos los tiempos.

Atraído por esos primeros escritos de Nietzsche, traté de hilar en mi libro esa dispersión voluntaria del pensamiento asistemático del pensador, con el fin de comunicarles a los lectores una experiencia de interpretación de la filosofía y del arte, que un sabio profesor francés compartía con unos cuantos estudiantes de postgrado en un amplio salón de la Universidad de Lyon, desde donde podíamos contemplar el tránsito apacible del río Saona. Gracias a esas lecciones invernales me corroboré en la idea de que nuestras palabras, nuestro lenguaje, fueron al principio una música, las notas salidas de la garganta humana para agarrar el nombre que las cosas no tenían, pero que había que ponerles para poder llegar a la comunicación. Desde tiempos inmemoriales, el nacimiento, el matrimonio, la siembra y la cosecha, el cambio de las estaciones, la llegada de la primavera y la fertilidad, las penalidades, el jolgorio y la muerte tienen su música. Esa idea sobrecogedora respira por todas partes en las primeras obras de Nietzsche convencido como estaba de que durante mucho tiempo, en el origen de las civilizaciones, la música y el habla fueron una misma cosa.

Llevado de la mano por esa poesía interpretativa de la historia, tan cierta como lo proclama el músico y violinista Yehudi Menuhin en La música del hombre, me propuse comunicar a los lectores que hemos olvidado el origen concreto de las palabras, pues éstas nacieron de un grito frente a cada cosa sin nombre; que hemos llegado al desastre moderno de esa enfermedad que padecemos, por la cual nos creemos dueños del mundo, rodeados de artefactos para dominar a la naturaleza y destruirla, por medio del invento ridículo y bestial que es la tecnología de la guerra, en la cual nos hemos vuelto unos tristes expertos dándole la espalda a la naturaleza, que fue nuestra madre y nuestra cuna.

Mi libro no quiere ser otra cosa que reivindicación de la metáfora del lenguaje; es decir, una vuelta a lo que somos en verdad: unos seres que necesitan del espacio natural, del agua, del aire, de los árboles, de la tierra sembrada, de los frutos, del cuerpo apolíneo y dionisiaco en cuyo susurro cósmico debemos vivir no sólo para acabar dignamente este periplo que se llama la vida del hombre, sino también, y, sobre todo, para legar a nuestros hijos un mundo que tenga sentido.

Dejando huellas

II Coloquio de Filosofía, octubre 20 de 1988

En 1983, con el auspicio de la Universidad del Norte, organizamos el I Coloquio de Filosofía, que fue un seminario investigativo al cual asistieron varios filósofos colombianos, como Guillermo Hoyos y Rafael Torrado, y el filósofo norteamericano, quizá el más importante de los que actualmente viven en la nación americana, Willard Orman Quine, quien dictó la conferencia titulada Las interioridades de la existencia.

Su conferencia fue publicada en el n° 16 de Huellas, Revista de la Universidad del Norte, en abril de 1986. Quiero referirme a la labor que ha venido realizando ininterrumpidamente nuestra revista, porque ello ha significado una tarea importante de más de ocho años, no sólo en lo que se refiere a la publicación y difusión del pensamiento filosófico, sino también en torno al impulso de los estudios filosóficos en la Costa Norte del país.

En efecto, en junio de 1982, la revista publicó de Jesús Ferro Bayona un ensayo titulado Segismundo Freud, entre el lenguaje y la historia, que es un trabajo que se coloca en la filosofía del lenguaje para terminar el tratamiento de la historia del individuo y la sociedad en las obras que Freud escribió después de 1920.

En abril de 1985, n° 14, salió publicado Diario de viaje de un filósofo, de nuestro pensador Julio Enrique Blanco, y en ese mismo número, Julio Núñez Madachi, quien ya venía frecuentando personalmente al filósofo barranquillero, publicó un ensayo con el título significativo de Julio E. Blanco o la dimensión metafísica de la inteligencia. En el ensayo mencionado, Núñez Madachi reactualiza las conexiones del pensamiento de Blanco con la actividad que desplegó por varias décadas de este siglo la revista Voces, del desaparecido Ramón Vinyes. Más aún, sitúa al lector en la labor que Blanco empezó a desarrollar en la primera fase de su pensamiento, que va de comienzos del siglo hasta 1920, aproximadamente; la que llevó a cabo en el período comprendido entre 1920 y 1930, y la tercera etapa que se extendió de 1930 a 1970, etapa esta última la más importante, porque en ella Blanco pretendió establecer la articulación de un nuevo sistema filosófico.

El mérito de Núñez Madachi, en éste como en otros trabajos sobre Blanco, ha consistido en la organización y comentario de los escritos de un pensador que no ha recibido todavía la suficiente atención en la historia de la filosofía en Colombia y que es, a todas luces, un verdadero innovador y filósofo representativo de lo que hemos llamado el cosmopolitismo de los pensadores de la filosofía en la Costa.

Como apunta el filósofo Rubén Sierra en su trabajo «Temas y corrientes de la filosofía colombiana en el siglo XX», aparecido en Ensayos Filosóficos, publicado por el Instituto Colombiano de Cultura en 1978, mientras en el interior de la república la polémica en torno al tomismo y el neotomismo polarizó el debate filosófico que intentaba abrirse paso con la secularización alcanzada en los países europeos en el siglo XIX, y que llegó a tener carta de ciudadanía más bien tarde en Colombia en el presente siglo, en la Costa Caribe, pensamos nosotros, un pensador solitario, pero con relaciones muy estrechas con filósofos europeos y algunos colombianos, avanzó desde los inicios del siglo XX por el camino de la autonomía de la filosofía al amparo de Emmanuel Kant, fenómeno de la libertad del pensamiento apartado de la coyunda impuesta por el sistema escolástico en la altiplanicie.

En agosto de 1984, n° 12, Huellas publica tres artículos de significación en la evolución de las ideas filosóficas en esta década en la Costa Caribe. En orden de aparición en el número citado, un artículo de Ferro Bayona titulado Federico Nietzsche: contra el olvido de la metáfora, como preludio de un libro que el mismo autor publicaría meses más tarde.

Asimismo, Núñez Madachi y Eduardo Bermúdez, también perteneciente a la nueva generación costeña de filósofos, publican El neodarwinismo y el impacto de la nueva genética, resultado de una entrevista con el genetista costeño Hugo Hoenigsberg. Lo que interesa anotar es el avance de las ideas filosóficas realizado por los nuestros de la Costa en estas materias y en seguimiento de los pasos dados por Blanco y por Nieto Arteta, pensador polifacético este último, a quien Bermúdez ha dedicado más de diez años de investigación y sobre el cual ha publicado en revistas y periódicos locales varios ensayos que conviene tener en cuenta.

El tercer artículo es de Julio E. Blanco y se titula Aberraciones mentales en la historia de la humanidad. Todavía Blanco está vivo, y con su consentimiento se publica ese esbozo de historia en tres grandísimos saltos a través de ocho milenios que van hacia atrás desde Richelieu, pasando por Mahoma, hasta llegar a la figura mítica de Isis. Es de anotar que los artículos de Blanco que Huellas ha estado publicando, en vida del autor y después de muerto, son apenas una muestra de la inmensa producción que el filósofo tenía guardada en su estudio barranquillero y que tenemos el propósito de publicar lo más completamente posible.

LIBROS Y PRODUCCIÓN FILOSÓFICA

Nos apartamos momentáneamente de Huellas para referirnos a la publicación de tres libros de Ediciones Uninorte en el campo de la filosofía.

En 1984, y bajo el sello editorial de la Universidad del Norte, se publica el libro de Ferro Bayona titulado Nietzsche y el retorno de la metáfora, estudio del autor sobre los textos filológicos del pensador alemán que condujeron a la producción de la obra cumbre nietzscheana Así habló Zaratustra. Tres años después, y cumplida una labor titánica de compilación, Núñez Madachi publica Julio E. Blanco y Luis López de Mesa: Correspondencia Filosófica, 1917-1966, trabajo que recoge más de cincuenta años de coloquio epistolar en el cual se condensan y reflejan los grandes debates filosóficos que vivieron estos dos grandes pensadores de nuestro siglo. Es un libro de referencia obligada para entender la historia de las ideas filosóficas en Colombia.

En 1988, el historiador Gustavo Bell Lemus compila y hace el prólogo de una selección de textos históricos con el sugestivo título El Caribe colombiano. Bell recogió un ensayo de Ferro Bayona, «Núñez y la filosofía política», que es un intento de historia de las ideas filosóficas de la Costa, proyecto que continúa como uno de los aportes a los estudios de filosofía y de historia en la Costa Caribe.

RECIENTES TRABAJOS
Y EDUCACIÓN UNIVERSITARIA

La labor de la revista Huellas en el campo de la filosofía se ha mantenido constante. Núñez, Bermúdez y Ferro han seguido publicando diversos trabajos investigativos en ese campo. Núñez ha estado conciliando la filosofía y la literatura. En ese sentido, vemos su trabajo, entre otros, publicado en Huellas en abril de 1987, n° 19, «La presencia de la filosofía y la ciencia en la novela contemporánea». Bermúdez ha estado trabajando a Nieto Arteta, pero se ha abierto al campo de los estudios históricos, particularmente en relación con la filosofía del derecho, tal como se revela en un trabajo publicado en Huellas, agosto de 1986, n° 17, titulado «Nota sobre la filosofía del derecho de Rafael Carrillo», justamente sobre el pensador de Atánquez, en el antiguo departamento del Magdalena, hoy el Cesar. Este filósofo costeño, aunque no vive en la Costa, es un ejemplo de filósofo cosmopolita, pegado mentalmente al mar infinito como lo ha sido siempre la filosofía. Actualmente, Carillo se halla trabajando la filosofía en Bogotá, en la Universidad Nacional, y Huellas ha empezado a publicar algunos trabajos suyos.

Ferro Bayona ha iniciado una serie de estudios sobre la historia de las ideas, y se encuentra reelaborando su experiencia filosófica en Francia y Alemania en la década de los setentas. Huellas (números 20 y 21) ha publicado dos artículos de la serie que él ha comenzado a escribir. Su permanencia en el cauce del pensamiento de Nietzsche sigue imperturbable, no obstante.

Se ha vinculado a la tarea de difusión filosófica que ha desplegado Huellas en esta década, Numas Armando Gil con varios ensayos de significación: un recuento de su experiencia filosófica en París con artículos como «Schopenhauer: uno de los dioses de Fernando Savater» (abril 1987, n° 19) y el ensayo «La filosofía política en la Sorbona, París I» (diciembre 1987, n° 21) en donde se notan las claras referencias históricas de la evolución de su pensamiento.

Asimismo, es de anotar la contribución de William Salgado, (abril 1988, n° 22), quien después de haber estudiado con el filósofo italiano de renombre Lucio Colleti, ha venido trabajando la dialéctica. Sus aportes a la revista Huellas empiezan a tener resonancia.

NUESTRA SITUACIÓN PRESENTE

En torno, pues, a la actividad cultural desplegada por la revista Huellas de la Universidad del Norte, un grupo de filósofos de la Costa ha tenido la oportunidad de publicar sus trabajos y presentar al público el estado de sus investigaciones: el recuento somero de ese historia es indispensable, porque es necesario darle su significación histórico-filosófica, que no ha sido resultado del azar, sino que corresponde a una experiencia y a una voluntad de hacer filosofía en un lugar en el que tradicionalmente la filosofía ha estado presente en nuestro acontecer cultural e intelectual, desde el siglo pasado con José Ignacio Pombo, Juan García del Río y Rafael Núñez, y en este siglo con Julio E....

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