CAPÍTULO 1La sostenibilidad en el ámbito empresarial
Desarrollo sostenible, sostenibilidad corporativa, ética y responsabilidad social empresarial: ¿de qué estamos hablando? Según Sharma y Hart (2014), la responsabilidad social fue inicialmente considerada en los negocios, aunque de manera limitada, como respuesta a la legislación de la primera mitad del siglo XIX, que reconocía a las empresas como cuerpos públicos. Luego, con el surgimiento de la economía neoclásica al final del siglo XIX y la primera mitad del siglo XX, la visión capitalista de los negocios delegó lo social y ambiental al Gobierno.
Durante la segunda mitad del siglo XX, luego de críticas sociales a los negocios y tras múltiples declaraciones internaciones como el Club de Roma, el Reporte Brundland y el Pacto Global de Naciones Unidas, las empresas retomaron los temas de ética y responsabilidad social, pero esta vez con un nuevo componente: el desarrollo sostenible (Leal-Filho, Manolas, & Pace, 2015; Sharma & Hart, 2014).
El siglo XXI da luz al concepto de sostenibilidad corporativa con la ambición de darle coherencia a la ética, la responsabilidad social y el desarrollo sostenible en el ámbito de los negocios. Existe cierto consenso en atribuirle al desarrollo sostenible el concepto propuesto por el reporte “Nuestro futuro común” de Naciones Unidas (1987, pág. 41): “development that meets the needs of the present without compromising the ability of future generations to meet their own needs”. En esta definición se contemplan dos aspectos clave (United Nations, 1987):
1) Atender las necesidades de los pobres de manera prioritaria;
2) Considerar la capacidad del medio ambiente de atender las necesidades presentes y futuras, teniendo en cuenta las limitaciones impuestas por el estado de la tecnología y la organización social.
Por su parte, la ética en los negocios se refiere a la convicción, la responsabilidad y la virtud expresada por la empresa para buscar el lucro a largo plazo, considerando también su relación con el ambiente y la sociedad. La convicción corresponde a los valores afirmados por la empresa y se materializa en su código de ética, mientras que la responsabilidad tiene que ver con su capacidad de adaptación al entorno, y se concreta en el modelo de relacionamiento con los grupos de interés. En cuanto a la virtud, esta existe solamente en la práctica, es decir, la virtud de la empresa existe cuando logra reflejar sus valores en los productos y servicios que ofrece (Doh & Tashman, 2014; Lozano, 2012; Patrus-Pena & Pessoa de Castro, 2010).
El objetivo de este capítulo es discutir la sostenibilidad corporativa como concepto integrador, con el fin de establecer su capacidad explicativa con miras a un ejercicio de evaluación. Procedemos en tres partes. Primero, explicamos por qué la sostenibilidad se plantea en términos de desempeño en el ámbito empresarial para, luego, desglosar el concepto con base en su connotación temporal. Segundo, presentamos el desempeño presente de la sostenibilidad en función de la triple cuenta, pero considerando, además, las interacciones entre las dimensiones económica, social y ambiental.
Finalmente, describimos las principales características del desempeño futuro de la sostenibilidad, haciendo énfasis en el sistema corporativo, la ética y la política como aspectos estructurales del potencial empresarial para mejorar su desempeño, es decir, para asegurar la gobernanza de la sostenibilidad.
1.1. LA SOSTENIBILIDAD COMO UN PROBLEMA DE DESEMPEÑO EMPRESARIAL
Aunque no existe una definición estandarizada, la sostenibilidad corporativa suele plantearse en términos del desempeño presente y futuro de la empresa (Montiel & Delgado-Ceballos, 2014; Whiteman, Walker, & Perego, 2013; Schneider & Meins, 2012). En la figura 1, presentamos el desempeño presente como un problema de minimización de impactos económicos, ambientales y sociales, en donde se conjugan el bienestar de la sociedad y la calidad ambiental, propios del desarrollo sostenible, con el desempeño financiero del negocio (Linnenluecke & Griffiths, 2010; Hahn, Figge, Pinkse, & Preuss, 2010).
De otro lado, presentamos el desempeño futuro como una cuestión de gobernanza, donde está en juego la posición política y ética de la empresa, así como su estrategia, estructura y cultura organizacional (Amini & Bienstock, 2014; Baumgartner, 2014; Linnenluecke & Griffiths, 2010).
Figura 1. Mapa conceptual sobre sostenibilidad corporativa
La sostenibilidad corporativa planteada en estos términos tiene principalmente tres bases teóricas (Montiel & Delgado-Ceballos, 2014). Primero, la teoría de grupos de interés expuesta por Freeman et al. (2012), y Parmar et al (2010), dado el componente ético del comportamiento organizacional. Segundo, la teoría institucional expuesta por Matten y Moon (2008), North (1991) y Powell y Dimaggio (1991), dada la incidencia de la postura empresarial y de las reglas de juego en la relaciones entre agentes. Por último, la teoría de recursos y capacidades que, en palabras de Conner y Prahalad (1996) y Wernerfelt (1984), insiste, por ejemplo, en el conocimiento (recursos intangibles) y los procesos administrativos (recursos tangibles) como aspectos clave en la creación de valor.
La literatura muestra que, de estas tres teorías, la más importante en cuanto a frecuencia de publicación es la teoría de grupos de interés, seguida de la teoría institucional y de la teoría de recursos y capacidades (Montiel & Delgado-Ceballos, 2014; Doh & Tashman, 2014).
En efecto, de los 170 artículos analizados por Montiel y Delgado-Ceballos (2014), el 18 % recurrió a la teoría de grupos de interés; el 17 %, a la teoría institucional; el 10 %, a la teoría de recursos y capacidades, y el 42 % restante usó otras teorías como, por ejemplo, la planificación estratégica y el capital social, o basó la investigación en la evidencia empírica por medio de estudios de caso.
Estos resultados coinciden en gran parte con aquellos obtenidos por Doh y Tashman (2014): teoría de los grupos de interés (26 %), teoría institucional (13 %), teoría de recursos y capacidades (12 %), ninguna teoría (9 %), ética (7 %), desempeño social corporativo (6 %), ecología industrial (6 %), teoría de sistemas (4 %), la triple cuenta (4 %), entre otras.
Con base en estos aportes teóricos, Lozano, Carpenter y Huisingh (2015) proponen recientemente una nueva teoría o teoría integrada, la cual han bautizado Sustainability Oriented Theory of the Firm. Estos autores la consideran una teoría integrada porque es construida con los elementos de cada una de las teorías mencionadas, que se relacionan con la sostenibilidad corporativa desde una perspectiva holística, es decir, con los elementos económicos, sociales, ambientales y temporales del negocio.
No obstante la propuesta de Lozano et al. (2015), a continuación caracterizaremos el concepto de sostenibilidad corporativa con base en las tres teorías mencionadas como más representativas, dado que cuentan con evidencia de su capacidad explicativa en la literatura científica sobre gestión.
1.2 EL DESEMPEÑO PRESENTE: DIMENSIONES E INTERACCIONES DE LA SOSTENIBILIDAD EN LA EMPRESA
Según Schneider y Meins (2012), el desempeño de la sostenibilidad se refiere a un enfoque analítico de triple cuenta en el cual el desempeño se mide en las tres dimensiones: económica, ambiental (ecológica) y social. Sin embargo, este enfoque no resulta suficiente para dar cuenta del desempeño de la sostenibilidad, dado que se limita a una visión fragmentada y estática de las dimensiones (Lozano & Huisingh, 2011).
Es por eso que proponemos estudiar el desempeño de la sostenibilidad considerando simultáneamente las dimensiones de la sostenibilidad y sus interacciones en el tiempo. La dimensión económica concierne a la estructura de costos y beneficios del negocio, teniendo en cuenta no solamente los ingresos y los egresos propios del activo, sino también el valor monetario de sus externalidades sociales y ambientales1 (Hahn, Figge, Pinkse, & Preuss, 2010).
La dimensión ambiental se refiere a la evaluación integral de los efectos de la organización en el uso de materiales (desechos), el consumo de energía, la disponibilidad y calidad del agua, la biodiversidad, las emisiones en el aire y el suelo, etc. (Amini & Bienstock, 2014; Schneider & Meins, 2012). Y la dimensión social trata el desarrollo de la comunidad como tema sustancial. Como veremos en la sección 1.3, el desarrollo de la comunidad sería, en este contexto, el resultado del compromiso de la comunidad y la empresa (Bowen, Newenham-Kahindi, & Herremans, 2008; Helliwell & Putnam, 2004).
Por su parte, las interacciones son tres. La interacción economía-sociedad se ocupa del desarrollo socio-económico derivado de la creación de valor compartido entre la empresa y la sociedad (Porter & Kramer, 2011): productos y mercados, productividad en la cadena de valor y desarrollo de clústeres. El enfoque de valor compartido también tiene en cuenta el impacto ambiental de la empresa y el acceso a recursos naturales y energía, que son temas propios de la interacción economía-ambiente. Sin embargo, consideramos que dicho enfoque no es suficiente para entender la demanda de bienes y servicios ambientales o ecosistémicos y los flujos de residuos de la empresa en el medio ambiente.
Es por eso que para el análisis de esta interacción proponemos recurrir a la economía ambiental para identificar las implicaciones ambientales del negocio, es decir, las consideraciones que se deben tener en cuenta para un buen uso de los recursos naturales y para un medio ambiente sano (Swallow, y otros, 2009; Polanco, 2009): mecanismos de compensación de las externalidades derivadas del uso indiscriminado de agua y suelo, por ejemplo.
Asegurar la disponibilidad y calidad de bienes y servicios ambientales como el agua y el suelo, suele verse como una medida restrictiva para la empresa. Sin embargo, estos bienes y servicios pueden constituir más bien una oportunidad de negocio y de desarrollo. Porter y Kramer (2011) señalan esta nueva visión del medio ambiente en su propuesta de valor compartido, pero no hacen énfasis en el cambio social y corporativo que habría detrás. La interacción ambiente-sociedad se ocupa precisamente de analizar este cambio desde la perspectiva de la educación de la sociedad y de la formación empresarial para la producción y el consumo sostenible (Lourenço, 2013; Gustavson, 2011; Viceministerio de Ambiente, 20...