Cómo fumar marihuana y tener un buen viaje
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Cómo fumar marihuana y tener un buen viaje

Una mirada sociológica

  1. 96 páginas
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Cómo fumar marihuana y tener un buen viaje

Una mirada sociológica

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¿Y si el consumo de marihuana no tuviera nada que ver con una predisposición psicológica individual, como algunos todavía creen, ni mucho menos con algún problema psíquico, y fuera simplemente el resultado de un aprendizaje grupal, social? Esto es lo que viene a decirnos Howard Becker, sociólogo y músico de jazz, el primer estudioso que ya en los años cincuenta habló del "uso recreativo" de la marihuana cuando todos se referían al consumo como "abuso".Las sensaciones producidas por esta droga, nos revela, no son automática o forzosamente placenteras. El gusto por la experiencia se adquiere en la interacción con otros, y en ese sentido no es diferente del gusto por las ostras o el whisky: personas más experimentadas orientan y ayudan a interpretar los primeros efectos, para que no generen inquietud o alarma en el novato. El consumidor está mareado y tiene mucha sed, siente un hormigueo en el cuero cabelludo, calcula mal el tiempo y las distancias. ¿Se trata de cosas agradables? No lo sabe del todo. Si va a seguir fumando, tiene que decidir que sí lo son. De lo contrario, "tener un viaje" se convertirá en algo que preferiría evitar. Así, Becker demuestra que las personas desarrollan una motivación para el consumo recreativo de marihuana cuando aprenden a fumarla de forma que les produzca efectos reales, pero además cuando pueden reconocerlos y disfrutar de las sensaciones que perciben.Con este texto, un clásico que sigue sorprendiendo, Becker instaló un nuevo enfoque sobre el tema, a contrapelo de las miradas estigmatizantes sobre los supuestos "desviados" y de un paradigma represivo. A su modo desprejuiciado y mordaz, este verdadero maestro de sociólogos reconstruye una guía paso a paso para convertirse en un consumidor de marihuana y tener un buen viaje.

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Información

Año
2019
ISBN
9789876296847
III
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Sentía, ya sabes, que estaba chiflado. Me tomaba a mal todo lo que la gente me hacía. No podía sostener una conversación y la cabeza me empezaba a dar vueltas. Y siempre pensaba, bueno, no sé, cosas raras, como escuchar música de otra manera…
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Hace falta un paso más para que el consumidor, que ya ha aprendido a tener un viaje, persista en el consumo. Ahora debe aprender a disfrutar los efectos que acaba de aprender a experimentar. Las sensaciones producidas por la marihuana no son automática o forzosamente placenteras. El gusto por ese tipo de experiencia se adquiere socialmente, y en ese sentido no es diferente del gusto por las ostras o el martini seco. El consumidor está mareado y sediento, siente un hormigueo en el cuero cabelludo, calcula mal el tiempo y las distancias, etc. ¿Esas cosas le resultan agradables? No lo sabe a ciencia cierta. Si va a seguir consumiendo marihuana, tiene que decidir que sí son agradables. De lo contrario, la experiencia de tener un viaje, si bien es bastante real, resultará a la vez algo desagradable que esa persona preferiría evitar.
Los efectos de la droga, cuando se perciben por primera vez, pueden ser físicamente desagradables o, al menos, ambiguos:
Empezó a hacerme efecto y yo no tenía idea de qué estaba pasando, qué era, y me sentía muy mal. Daba vueltas por la habitación, de un lado a otro, tratando de salir de eso, ya sabes. Al principio me asustó. No estaba acostumbrado a ese tipo de sensaciones.
Además, la interpretación ingenua del novato acerca de lo que está pasándole puede confundirlo y alarmarlo aún más, sobre todo si, como les pasa a muchos, llega a la conclusión de que se está volviendo loco:
Sentía, ya sabes, que estaba chiflado. Me caía mal todo lo que la gente me hacía. No podía sostener una conversación ni dejar de divagar. Y siempre pensaba, bueno, no sé, cosas de lo más raras, como escuchar otras cosas en la música… Tengo la sensación de que no puedo hablar con nadie. Estoy hecho un idiota.
Si el principiante tiene estas típicas experiencias iniciales alarmantes y displacenteras, no seguirá consumiendo, a menos que aprenda a redefinir las sensaciones como placenteras:
Me la ofrecieron y la probé. Te diré algo: nunca la disfruté, para nada. Quiero decir, no era nada que pudiera disfrutar.
Bueno, ¿tuviste un viaje cuando la probaste?
–Ah, sí, sentí cosas, decididamente, pero no las disfruté. O sea, tenía un montón de reacciones, pero casi todas eran de miedo.
–¿Estabas asustado?
–Sí. No lo disfruté. Parecía incapaz de relajarme, ¿entiendes? Y creo que si no puedes relajarte con algo, no puedes disfrutarlo.
En otros casos, las primeras experiencias también fueron claramente displacenteras, pero aun así la persona terminó por ser un consumidor de marihuana. Con todo, esto sucedió sólo después de que una experiencia posterior le permitiera redefinir las sensaciones como placenteras:
[La primera experiencia de este hombre fue sumamente displacentera, con distorsión de las relaciones espaciales y los sonidos, una sed atroz y pánico producido por estos síntomas.] Después de la primera vez, no volví a probar por algún tiempo, diría que entre diez meses y un año… No era una cuestión moral; era porque me había asustado mucho estar tan fumado. Y no quería volver a pasar por eso. Quiero decir, mi reacción fue: “Bueno, si a esto le dicen estar fumado, no es para mí”. […] Así que pasó casi un año sin que la probase.
Bueno, mis amigos empezaron, y entonces yo también empecé, de nuevo. Pero ya no me pasó lo de antes; cuando volví a probarla no tuve la misma reacción de la primera vez. [En interacción con sus amigos pudo encontrar placer en los efectos de la droga y, a la larga, se convirtió en un consumidor habitual.]
En ningún caso el consumo continuará sin esa redefinición de los efectos como agradables. Lo usual es que la redefinición se produzca en interacción con consumidores más experimentados que, en diversos aspectos, enseñan al novato a descubrir placer en una experiencia que al comienzo es muy alarmante.[17] Es probable que lo tranquilicen en cuanto al carácter temporario de las sensaciones displacenteras y minimicen su gravedad, sin dejar de hacer hincapié en los aspectos más disfrutables. Un consumidor experimentado describe así su manera de manejar a los recién llegados al consumo de marihuana:
Bueno, a veces quedan bastante locos. El tipo común y corriente no está preparado para eso, y a veces se asusta un poco. Bueno, tipos como él saben lo que es estar alegres [con el alcohol], y ahora el viaje es mucho más intenso que cualquier otro que hayan tenido, y no saben qué les está pasando. Porque creen que el viaje no va a terminar, que van a ir cada vez más lejos, hasta que pierdan la cabeza o empiecen a hacer cosas raras, o algo así. En cierta forma tienes que tranquilizarlos, explicarles que en realidad no están dados vuelta ni nada parecido, que van a estar bien. Hay que convencerlos de que no tengan miedo. No dejar de hablarles, tranquilizarlos, decirles que está todo bien. Y contarles tu propia historia, y eso: “A mí me pasó lo mismo. Después de un tiempo te va a gustar”. Sigues con eso y no tardas mucho: enseguida se convencen de que no tienen que estar asustados. Además, te ven haciéndolo, y que no te pasa nada horrible, y eso les da más confianza.
El consumidor más avezado también puede enseñar al novato a regular con más cuidado la cantidad que fuma, para evitar cualquier síntoma muy incómodo y disfrutar a la vez de los agradables. Como última enseñanza al nuevo consumidor le dice que llegará a gustarle “después de un tiempo”. Así, lo instruye para que considere agradables las experiencias ambiguas antes definidas como displacenteras. En la siguiente escena, el consumidor veterano es una persona cuyos gustos se modificaron de esa manera, y la finalidad de sus observaciones es ayudar a otros a hacer una redefinición similar:
Una novata tuvo su primera experiencia con los efectos de la marihuana, se asustó y se puso histérica: se sentía “como si estuviera a medias dentro y a medias fuera de la habitación” y sufría una serie de síntomas físicos alarmantes. De los presentes, uno de los consumidores más fogueados dijo: “Está loca como una cabra, porque está muy fumada. Yo daría cualquier cosa por estar así. Hace años que no quedo volado de esa manera”.
En síntesis, una vez desarrollado el gusto por lo que en épocas anteriores era alarmante y desagradable, esto se convierte en placentero, deseado y buscado. La definición favorable de la experiencia, que uno adquiere de otros, allana el camino al disfrute. Si eso ...

Índice

  1. Tapa
  2. Índice
  3. Colección
  4. Portada
  5. Copyright
  6. ¿Cómo hacer preguntas productivas sobre el consumo de marihuana? (por Pablo Semán)
  7. Prefacio
  8. Cómo fumar marihuana y tener un buen viaje
  9. Nota
  10. I
  11. II
  12. III
  13. IV