Literatura del Crack
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Literatura del Crack

Un manifiesto y cinco novelas

  1. 218 páginas
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Literatura del Crack

Un manifiesto y cinco novelas

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En 1996 un grupo de jóvenes escritores sacudió al medio literario mexicano con la publicación del "Manifiesto del Crack", acompañado por cinco novelas: "El temperamento melancólico" (Jorge Volpi), "Memoria de los días" (Pedro Ángel Palou), "Si volviesen sus majestades" (Ignacio Padilla), "La conspiración idiota" (Ricardo Chávez Castañeda) y Las Rémoras (Eloy Urroz). La respuesta de la crítica no se hizo esperar: fueron vapuleados. Ramón Alvarado Ruiz pone en tela de juicio las valoraciones hechas en la época y se aboca al análisis del fenómeno. En esta obra se presenta la génesis del Crack; se reflexiona sobre el concepto "generación" y se transita por las que tuvieron lugar antes de este grupo; se revisa el manifiesto, se discurre sobre su relación con las vanguardias; y, por supuesto, se analizan las cinco novelas.Hoy día, el Crack goza de mayor aceptación y de más lecturas, algunos de sus autores incluso han recibido honores por sus novelas. En este contexto, el trabajo de Alvarado Ruiz resulta una lectura de referencia para aproximarse a las cinco novelas inaugurales.

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Información

Editorial
Arlequín
Año
2017
ISBN
9786078338573
Edición
1
Categoría
Literature
Categoría
Literary Essays




Ramón Alvarado Ruiz


Literatura del Crack:
un manifiesto y cinco novelas



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El ocaso de un siglo




Cruzar el umbral de un nuevo milenio parece sencillo de mencionar; quizá muchos de quienes hemos tenido esa oportunidad lo hicimos sin considerar la debida trascendencia que ello conlleva en todos los ámbitos de la existencia. Como estudioso de la literatura, no dejo de pensar, guardando las debidas distancias, lo sucedido hace un siglo. El hombre decimonónico, quien ya de por sí había experimentado fuertes cambios, tuvo que afrontar una gran crisis, cuyo ingrediente principal era el caos y la falta de certeza; a partir de ello, se generó un gran trabajo creativo, donde se hizo necesario destruir para construir. La literatura dio cuenta de ese proceso y las vanguardias coronaron el deseo manifiesto de pugnar por una estética diferente que se adaptara a los nuevos tiempos.
Si de México se trata, se inauguró el siglo XX también con el desconcierto producido por una guerra intestina; la Revolución no sólo fue eso, sino también un momento que obligaría a refundar el Estado mexicano en todos los niveles. La producción literaria dio cuenta del caos generado por la incertidumbre y, si bien existieron manifestaciones de vanguardias, no fueron lo suficientemente persistentes en un territorio marcado aún por la falta de progreso. Pese a ello, nuestro país contó con grandes artistas plásticos e intelectuales, cuyas trayectorias, a lo largo del siglo concluido, contribuyeron a cimentar y fortalecer el México de hoy.
En nuestro país, la década andada del siglo XXI es una década compleja y promisoria que acusa las herencias del pasado y las inventivas del presente. Probablemente, en otros ámbitos esto sea más visible, pero, ¿qué pasa con la literatura? ¿En qué punto se encuentra la producción de escritores y quiénes son? ¿Podemos determinar un punto de corte? La tarea no es nada sencilla, sobre todo cuando compartimos un espacio y un tiempo con quienes se encuentran produciendo novelas; autores a caballo entre dos siglos que han recibido el legado de sus antecesores, que deben valorar lo heredado para, una vez sopesado, desechar los lastres y buscar nuevos derroteros.
La elección temática es sobre cinco escritores —invocados como generación del Crack— y sus novelas publicadas a la par de un manifiesto en 1996. Podríamos decir que son el último capítulo de una monumental novela escrita en cien años. Quizá hubiese sido un grupo más y otra propuesta incendiaria destinada a extinguirse, pero, como años antes sucedió con el boom, convergieron eventos diversos que no pueden ser dejados de lado, siendo este acontecimiento realmente significativo en la literatura de México. Ignacio Padilla,1 Eloy Urroz, Ricardo Chávez Castañeda, Pedro Ángel Palou y Jorge Volpi fueron los cinco mosqueteros que, libro en mano, se lanzaron contra el baluarte de las letras mexicanas. Un grupo de amigos cuya «broma en serio» resultó más formal de lo previsto: esto porque en un primer momento fueron objeto de ataques y afrentas; sin embargo, años después cambió su suerte cuando sus obras se hicieron meritorias de reconocimientos.
Hoy en día, cada uno recorre su propia ruta sin olvidar a los compañeros de camino; son muchos años de una amistad literaria fortalecida por medio de obras diversas, un «grupo» de amigos y novelas que va dejando una estela imposible de soslayar. La palabra crack, de manera un tanto adicta, poco a poco ha dejado de ser un término que va desde lo peyorativo hasta lo petulante, para tornarse un referente de nuestra novelística: «la onomatopeya ha ampliado su alcance hasta convertirse en parada obligada en el estudio de la narrativa hispanoamericana del nuevo siglo» (Regalado, 2004, p. 227). Por eso buscamos ir a las fuentes, al punto de partida, ahí donde se gestó una idea que ha quedado forjada en la voz y letra de los ya mencionados cinco escritores, que, como ya anotamos, hicieron público un manifiesto, exponiendo su concepto de literatura y el deseo de recuperar el pasado estableciendo vínculos con él. Esta idea no se quedó en lo abstracto, la hicieron concreta en las cinco novelas del Crack para hacer patente una nueva forma de narrar, ante todo con el «deseo de renovar» el género de la novela. Sus ingredientes esenciales tendrían que ser, desde su perspectiva: «el riesgo, la exigencia, la rigurosidad y esa voluntad totalizadora» («Manifiesto del Crack», 2004, p. 221).
Consideramos que no es de llamar la atención que un grupo de jóvenes decida publicar sus novelas, pero sí la forma de hacerlo y las consecuencias que a ello sucedieron en un medio literario como el de México, con escritores y críticos bien establecidos. Es decir, primero, al hacer uso de un medio «tan provocativo», como lo es un manifiesto, generó inquietud —sobre todo si consideramos que en otro tiempo esa era la manera de expresión de los grupos de vanguardia—; segundo, sobresale la reacción de la crítica, que por los testimonios hemerográficos sabemos que fue despiadada.2 Hay que dar mérito a Tomás Regalado, quien, en el libro Crack. Instrucciones de uso, nos proporciona «Trescientas sesenta y cinco formas de hacer Crack» (2004). Es un capítulo donde realiza una revisión bibliográfica y hemerográfica sobre el Crack y sus autores una vez lanzada su propuesta en 1996; nos ofrece opiniones y testimonios diversos «en sus dimensiones literaria, crítica, editorial, periodística y académica» (p. 228) de aquel momento azaroso.
Según sabemos, la respuesta fue inmediata: se arremetió contra los cinco escritores que pagaron cara la audacia de romper con las individualidades totalizadoras que imponía el canon de la literatura mexicana —no es únicamente una apreciación personal, contamos con los testimonios ya mencionados y otros que posteriormente serán citados en el presente libro—. Casi todos, exceptuando a Palou, tuvieron que salir huyendo del país porque el Crack, como señala Padilla, «fue criticado y desacreditado». No obstante, tres años después llegaron dos reconocimientos: primero, el premio Biblioteca Breve de Seix Barral en 1999, para Jorge Volpi por su novela En busca de Klingsor; segundo, Ignacio Padilla, un año más tarde, fue galardonado por Amphitryon, con el Premio Primavera de Novela en España. A partir de entonces, «el fenómeno Volpi» ha hecho virar la mirada hacia una camada de escritores que hoy en día son leídos y reconocidos. Para algunos, estamos frente a una nueva generación de novelistas —la generación del Crack—; para otros, no pasan de ser un simple fenómeno mercadológico. Lo que no podemos negar es que son escritores —a la par de otros coetáneos— presentes en las vitrinas de la literatura contemporánea.
Nuestro estudio tiene por objeto remontarnos a la génesis del Crack, lo hicimos notar con antelación. ¿Qué significa esto? Acudir a las fuentes primigenias en 1996, concretamente al «Manifiesto del Crack» y a las cinco novelas: Si volviesen sus majestades (Padilla), Memoria de los días (Palou), La conspiración idiota (Chávez), Las Rémoras (Urroz) y El temperamento melancólico (Volpi). Este es el punto de partida; aquí, ellos mismos han plasmado las características estéticas y estructurales de sus obras, es decir, las novelas son la concreción de sus propuestas y la fuente primera para saber qué es el Crack. Pretendemos abordar al grupo, porque como grupo se presentaron, ¿son una emulación de los Contemporáneos? Es una suposición arriesgada, pero no fuera de tino: ahí está el manifiesto al estilo de las vanguardias; también la complicidad entre ellos y, por qué no, el atractivo —o rechazo— que significaron sus novelas respecto de la estructura y las temáticas.
El propósito en este libro es indagar en el pasado para dejar de lado las opiniones infundadas sobre el grupo y sus propósitos. Revisando materiales diversos —tesis, conferencias, artículos, programas académicos, entre otros— nos hemos percatado de que sigue habiendo mucha desinformación respecto de qué es realmente el Crack. Nos permitimos referir un libro reciente, el de Carlos Fuentes, La gran novela latinoamericana (2011). En dicho ensayo, dedica el escritor un capítulo al Crack, donde pondríamos a consideración lo siguiente: primero, de los cinco firmantes del manifiesto, deja fuera a Ricardo Chávez Castañeda; segundo, sus ideas son más bien apreciaciones personales sobre algunas novelas de ellos, pero no de las publicadas en 1996; tercero, añade a dicho grupo a Cristina Rivera Garza y a Xavier Velasco, que, si bien son destacados escritores, no son parte de dicho colectivo. Tomando como ejemplo lo anterior, pretendemos justificar —entre otros argumentos— un trabajo como éste: el simple término generación nos tendría que llevar a realizar una revisión del pasado de la literatura mexicana desde las obras y no desde un concepto biográfico. Es ahí donde estriba la parte medular de este libro: el análisis narratológico de las cinco novelas, para con ello centrar la discusión en los relatos —que no en la polémica de si generación o grupo—, para saber si de verdad hay o no una propuesta literaria de cara a este nuevo milenio.
En el primer capítulo, presentamos la génesis del Crack y analizamos cómo se gestó la idea y cuáles son sus principios primarios. En dicha primera parte hemos recurrido al material hemerográfico de periódicos como El País, de España (consultado sobre todo en red), para extraer los ecos de aquellos primeros momentos. Importa dar consistencia al año inicial de 1996, dada la relevancia de saber las condiciones en que emerge el grupo; ya que, si consideramos un contexto más amplio, en ese mismo año, en el Cono Sur, aparece una compilación de cuentos publicada por Albert...

Índice

  1. Literatura del Crack: un manifiesto y cinco novelas