Sociología desde el Caribe Colombiano
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Sociología desde el Caribe Colombiano

Mirada de un sentipensante

  1. 290 páginas
  2. Spanish
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  4. Disponible en iOS y Android
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Sociología desde el Caribe Colombiano

Mirada de un sentipensante

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Información del libro

Esta obra compila buena parte de los archivos personales y manuscritos inéditos del profesor Alfredo Correa de Andreis en torno a cuatro grandes áreas temáticas: la cultura, la participación ciudadana y el desarrollo social; los conflictos sociales y los derechos humanos; el medio ambiente, y la sociología en la Costa Caribe en el período 1960-1990.Con esta publicación que rinde homenaje a su memoria se espera que, a futuro, más allá del relato de su magnicidio ocurrido el 17 de septiembre de 2004, perviva entre estudiantese investigadores su valioso aporte a las ciencias sociales y la huella de su pensamiento sociológico acerca del Caribe colombiano.

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Información

Año
2016
ISBN
9789587416688
Edición
1
Categoría
Sociología
PARTE I
Aproximaciones sociológicas a la cultura, la participación ciudadana y el desarrollo social

CULTURAS LOCALES Y CIUDADANAS*

Debemos liberar el pensamiento latinoamericano, ser capaces de imaginar y construir un futuro propio, romper ataduras, hacer añicos anteojeras miopes y opacas y dar rienda suelta a nuestra creatividad auténtica. En ese empeño, sólo podemos contar con nuestra decisión y con el patrimonio cultural que hemos heredado y renovamos cotidianamente no con ánimo conservador que tenga sólo nostalgia del pasado y sea incapaz de sentir el deseo del futuro; no, todo lo contrario, se trata de retomar el hilo de nuestra propia historia, de avanzar sobre las únicas bases firmes que nos pueden ubicar como el eslabón que enlace aquel pasado a redescubrir con ese futuro por imaginar.
Se trata, en fin, de poner nuestro patrimonio cultural al servicio del presente, en mil formas, para que a partir de su conocimiento y su valoración se activen las capacidades creadoras de todos y lo enriquezcan cotidianamente, ensanchando la corriente de nuestra propia civilización.
Guillermo Bonfil Batalla
La encrucijada latinoamericana ¿Encuentro o desencuentro con nuestro patrimonio cultural? (1986)
Después de haber iniciado algunos trabajos ligados al rescate del patrimonio cultural popular y la exploración de los elementos de la cultura local del sur de Ciénaga (Magdalena), vale la oportunidad intentar una nueva reflexión sobre las articulaciones entre esa riqueza brotada de las entrañas de los sectores sociales más desprotegidos y más necesitados de comprensión con las manifestaciones más sobresalientes de su cultura política y de esta con la vida ciudadana.
El trabajo de rescate y dinamicidad cultural, expresada en la capacidad que las culturas populares poseen para generar transformaciones progresivas en el entorno y construirse en clave para el desarrollo social, lo realizamos con el poeta e investigador social Javier Moscarella Varela. Con él emprendimos una aventura que comienza a arrojar algunos frutos y que está vertebrada por el profundo respeto hacia las culturas populares y el diálogo sistemático entre el saber académico y el popular.
Las líneas siguientes guardan una justa fidelidad a los fundamentos de análisis de las investigaciones y acciones práxicas adelantadas en el inmediato pasado y solo pretenden influir, si es posible, en el hacer y el pensar de nuestros conciudadanos, que todavía no internalizan valores como el derecho a la diversidad, la tolerancia y el profundo respeto por los muchos otros.

RIQUEZA DE LA CULTURA LOCAL

Una primera línea de reflexión, que da cuenta de los elementos de la cultura local, tiene que ver con la interacción entre sujetos, la interacción investigadores-comunidad, entendida como principio fundamental, que permite la apertura de los espacios de autorreflexión permanente en los cuales la comunidad pone en juego toda su capacidad imaginativa para redescubrir en su propia cultura la clave para su liberación y su inserción en las decisiones del Estado local, sobre el delineamiento de los planes de desarrollo, de los que siempre ha sido marginada.
Es de advertir que la tarea de recuperación cultural (en sus dos vertientes: la popular y la política) por parte de la misma comunidad no tiene un carácter conservadurista, sino, por el contrario, es de una fuerza dinámica tal que la ojeada al pasado se convierte al mismo tiempo en bosquejo de la realidad presente y futura.
La autorreflexión, la autogestión, la participación, la reclamación, la movilización, en tantas expresiones de la dinamicidad comunitaria, emergen en consonancia con el tejido sociocultural de esta localidad (barrios del sur del municipio de Ciénaga), pero también se vienen estimulando nuevos proyectos en el contexto regional. La imaginación, la creatividad y los procesos puestos en marcha apuntan a una misma meta: lograr un auténtico disfrute de la vida. Al pretender alcanzar la meta es preciso consultar el tejido social y sus múltiples formas expresivas. Sus historias, sus culturas, su vida sociopolítica.
En todo ejercicio vinculado a la investigación en culturas populares surgen preocupaciones teóricas, sin embargo, solo se mencionarán algunas categorías útiles y válidas en trabajos de corte participativo y humanístico. Estas categorías son: la pertenencia y su complemento, la distancia, la intersubjetividad y el respeto del otro1. Las tesis e investigaciones adelantadas por los más juiciosos profesores en la materia permiten afirmar como mínimo que para los estudios en culturas populares es necesario garantizar e internalizar por parte de los agentes externos a las comunidades: el respeto del otro, en el que se pasa de una relación sujeto-objeto a la pareja dialéctica sujeto-sujeto, en el que la horizontalidad, el diálogo de saberes, el derecho al desacuerdo y la criticidad permanente constituyen un terreno ricamente abonado para que la cultura brote libremente.
La puesta en práctica de las premisas anteriores lleva a redescubrir aspectos esenciales de la cultura, tales como: 1) La existencia de sociedades multiculturales que evidencian la diversidad dentro de la unidad de la cultura nacional; 2) la capacidad de resistencia de los sectores populares ante el asedio sistemático de los medios de comunicación que intentan homogenizar sus culturas auténticas convirtiéndolas en una cultura de consumo; 3) la persistencia de esquemas mentales que solo otorgan el rango de cultura al saber académico y/o a las manifestaciones del espíritu que ejercitan sectores elitistas; 4) los sectores populares en su formación y desarrollo van creando culturas específicas en armonía con sus condiciones de existencia y dirigidas a la satisfacción de necesidades tanto materiales como espirituales.

¿CÓMO ENTENDER ENTONCES LAS CULTURAS LOCALES?

La cultura popular responde indudablemente a regiones o subregiones que conforman el perfil de una nación. Se sabe que una formación social solo es comprensible por sus expresiones geográficas, políticas, temporales, espaciales, por sus secuencias históricas, por sus grupos humanos, por la constitución de formas sociales (familias, comunas, vecindarios, etc.), visión esta que se inscribe en la denominada dimensión real o histórico-concreta elaborada por Gramsci.
Para el caso que interesa, motivo de análisis y reflexión, la cultura se constituye en el eje sobre el cual gravitará el grueso de las preocupaciones que deben conducir tanto a la comunidad asentada en los barrios del sur del municipio como al Estado local y a las instituciones sociales a implementar un conjunto de acciones, programas y proyectos de desarrollo social debidamente concertados y que den cuenta de los aspectos más neurálgicos de los problemas que afronta dicha comunidad.
Esto significa que hasta el momento se está en presencia de una comunidad de reproducción. En el sector de Ciénaga, igual que en tantas otras comunidades de la formación social colombiana, cotidianamente se asiste a una reproducción ideológica, cultural, demográfica y de fuerza de trabajo.
A esta altura es pertinente recordar que la nación colombiana presenta rasgos de unidad precisamente a partir de las regiones. Pineda, por ejemplo, habla del Nacionalismo no resuelto, según el cual existe una cultura mestiza “que no es uniforme en toda la geografía patria, sino que se individualiza en matices que diferencian a unas agrupaciones de otras, que crean identidades definidas y definitorias de pertenencia social”.
Tales matices, sin embargo, confluyen en un todo orgánico, como lo reconoce Ospina2 en un interesante ensayo:
En Colombia nuestra realidad cultural tiene base regional y se hace nacional y universal a partir de ella; correlativamente la identidad cultural nacional es ante todo identidad cultural regional que en el diálogo y la comparación interregional se profundiza, haciéndose nacional. Colombia se abre hacia sí misma y hacia el mundo desde la gran variedad de sus regiones.
Lo anterior se fundamenta en una constatación objetiva: La realidad actuante de sus regiones —como historia, como cotidianidad y como esperanza de futuro—. Sólo por esa vía se podrá adelantar una acción cultural verdaderamente creativa y llena de contenido real, abierta a la participación democrática y con vocación cierta de conformar una identidad nacional fruto de esas identidades regionales plenamente asumidas y fundidas creativamente en el marco unitario de la nacionalidad.
Sin embargo, a pesar de que la formación social colombiana se entiende como interacción de regiones y hasta de subregiones, todavía no se ha determinado con claridad este elemento o concepto dinámico. El caso de los sectores del sur de Ciénaga puede entonces inscribirse en una subregión muy especial, en tanto comunidad de reproducción, en donde se sienten y se viven características afectivas, culturales, productivas, casi que genéticamente multiculturales, pues estos grupos humanos están emparentados con diversas actividades, ancestralmente trabajadores de economías de plantación, pescadores de la Ciénaga Grande o del mar Caribe y de los más variados oficios, entre los cuales la Economía del Rebusque ocupa un lugar de singular importancia.
En suma, el reconocimiento de características peculiares en el sur de Ciénaga lleva a plantear en un primer nivel hipotético que solo ligando la especial cultura popular allí presente a las acciones de orden estatal se podría aspirar a la inauguración de un interesante proceso de desarrollo social.
La cultura local se soporta en elementos ideológicos, en expresiones psicológicas, sociales, supersticiones, mitos, leyendas, prejuicios, generalmente despreciados por la comunidad científica más ortodoxa. Tales expresiones tienen que ver con el quehacer cotidiano de la comunidad que habita en el sur de Ciénaga, punto nodal de la reflexión-acción que se propone el tipo de estudio anunciado, con el funcionamiento de las pocas instituciones del Estado que están allí presentes y su involuntario paternalismo, con las formas de relación comunidadaparato educativo, con el entorno ecológico y las actividades productivas o improductivas de las familias, con su patrimonio tecnológico, con el encuentro barrial de grupos humanos con tradiciones y formas de reproducción muchas veces disímiles, con las prácticas políticas allí desarrolladas en tanto focos de atención para el gamonalismo y clientelismo legados por el período colonial.
Al respecto se deben destacar los trabajos del investigador Fals Borda en relación con la cultura costeña, dando cuenta de la relación dialéctica base económica-superestructura cultural. Seleccionamos esta diciente cita de Historia doble de la Costa3 que podría ser una conclusión de la gran tarea emprendida por él:
En la historia nunca es tarde, y el hombre es su determinante ¿Podemos ahora detener las tendencias negativas del actual desarrollo como simple crecimiento, homogenización y modernización urbana (…) y construir una alternativa política, económica y social más conveniente para nuestro pueblo trabajador costeño (y colombiano) utilizando con este fin nuestras propias fuerzas y recursos, la inteligencia e inventiva de nuestro pueblo y las raíces vivas que quedan de nuestra cultura?
¿O tendremos que seguir dependiendo de foráneos y cónsules intelectuales que vengan a decirnos qué hacer con nuestra heredad y cultura?
Este recorrido nos conduce ahora a la necesidad de valorar un estudio en el que se tiene como mira la cultura local. Al respecto es importante tener en cuenta la siguiente conclusión de Restrepo:
La localidad permite lo que Leroi-Gourham (en “El gesto y la palabra”, Caracas, UCV, 1971) llama la memoria étnica, aquella que da cuenta de la producción de los comportamientos en las sociedades humanas; es una memoria social que identifica al hombre con su etnia en un cuerpo de tradiciones propias propiciando un proceso liberador y responsable de la elevación humana.
En el sur de Ciénaga asistimos a un escenario local ricamente dotado de tradiciones que se integran al gran río de la cultura de la Costa Caribe colombiana, afluente a su vez de ese río madre que es la cultura nacional.
Esta interdependencia entre lo particular y lo general aumenta las posibilidades teórico-prácticas del estudio, en la medida en que de allí saldrán planteamientos que sirvan a otros investigadores para que con un punto de referencia en la mira sigan ahondando en las diferentes culturas locales que conforman nuestro mapa cultural regional.
De esa cultura local interesa ahora destacar sus expresiones populares. La cultura popular local responde a diferentes y múltiples piezas que componen, recomponen y descomponen claves y pensamientos, comunicados permanentemente mediante visibles e invisibles canales, que conducen las aguas y la savia que nutren el accionar cotidiano de los sectores populares.
Ello significa que estamos en presencia de una totalidad cultural. Totalidad cultural que es simultáneamente dinámica, fluida, coherente y hasta contradictoria. Esto último se pone de manifiesto especialmente al intentar penetrar la categoría histórico-espacial que a través de la dinámica social le ha dado a Ciénaga un carácter tan singular. Tal ejercicio, estimulante y rico en posibilidades, es lo que nos conduce a las personas concretas. Así podemos afirmar con Fals Borda que “después de todo, el referente final es la persona humana, el habitante con su cultura en su lugar y en su comunidad”.
Esa búsqueda de la fuerza centrífuga de las personas que da contornos a su tiempo y su espacio salta en cada acto de la vida cotidiana, dado que esta, en palabras de Agnes Heller4, “no está fuera de la historia, sino en el centro del acaecer histórico es la verdadera esencia de la sustancia social”.
De allí que la consulta permanente a las personas y el compartimiento de las reflexiones con otros intelectuales preocupados por captar esa esencia de la sustancia social ha arrojado luces suficientes para despejar el núcleo sincrético de la cultura popular local.
Dejar que el tiempo tenga la última palabra parece ser la visión que mejor se acomoda al cienaguero. Así los acontecimientos no pueden avasallarlo, anularlo. Dejar para otro momento las soluciones, hacer mañana lo que se puede hacer ahora y pensar solamente en “cómo me compongo yo en el día de hoy” —según lo expresa bellamente el insuperable juglar cienaguero Guillermo Buitrago— configuran ese rasgo cultural tan estudiado por Fals Borda5: “La dejadez es como una táctica de sobrevivencia, un mecanismo de autodefensa”.
En conexión con la categoría del tiempo está la del espacio. Ya en un trabajo anterior se intentó desentrañar el sentido que para la comunidad sureña tiene su ubicación en ese punto de la brújula: la separación de la ciudad por una carretera de inspiración mercantil-capitalista. Por ello no es casual encontrar en la cotidianidad de...

Índice

  1. Cubrir
  2. Título
  3. Derechos de autor
  4. CONTENIDO
  5. PRÓLOGO: El valor de un intellectual
  6. PRESENTACIÓN: Legado y vigencia del pensamiento sociológico de un sentipensante
  7. PARTE I: Aproximaciones sociológicas a la cultura, la participación ciudadana y el desarrollo social
  8. PARTE II: Contribuciones a una sociología de los conflictos sociales y los derechos humanos
  9. PARTE III: Hacia una sociología del medio ambiente
  10. PARTE IV: Miradas a la sociología en la Costa Atlántica en las últimas cuatro décadas
  11. BIBLIOGRAFÍA