Gestos hurtados
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Gestos hurtados

  1. 100 páginas
  2. Spanish
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  4. Disponible en iOS y Android
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Gestos hurtados

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Índice
Citas

Información del libro

…Una bolsa azul es olvidada. Recuerdos, pequeñas cuitas, hechos fortuitos son convocados en Gestos Hurtados en el tono menor de una poesía mayor. Estos relatos que parecen crónicas y a la vez poemas o las páginas de un diario, son el testimonio de lo que ocurre a un escritor, aun lo cotidiano, lo rutinario, está lleno de sentido.

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Información

Año
2015
ISBN
9789587203004
Descentramientos y fugas
12-_Descentramientos
… la paradoja del sistema de la conciencia:
es preciso que, a la vez, esté y no esté.
Jacques Lacan, Seminario II
La última vez fueron los poemas de William Blake. Esta vez, el lomo lila de tela de la antología de Fernando Pessoa se hizo visible.
En el libro dice 1977, con mi letra de ese entonces. Advierto que nuestra manera de escribir también cambia; con seguridad nada nuevo para los grafólogos. Y celebro que en aquella época le ponía el nombre a mis libros (no la firma) y el año de la compra. Costumbre que abandoné no sé cuándo. Supongo que alguien cercano no lo hacía y consideré entonces que era bueno que los libros no tuvieran dueño. Pero hoy, esa práctica perdida, que me permite palpar un tiempo que se emparenta con movimientos interiores, la considero útil, no para retener los libros que de todos modos se van, sino por las ideas que descubre del tiempo.
El libro del que estoy hablando se llama Poemas. Más de treinta y cinco años esperando para el encuentro. En distintos momentos lo abrí, leí algunos versos que consideré célebres, leí muchos otros que no me dijeron nada y devolví el libro al estante.
Esta vez, con el libro en las manos, me dije que intentaría de nuevo. Lo abrí al azar, y el sol que se coló a través de las palabras abrió el sentido:
XXXVIII
Bendito sea el mismo sol de otras tierras
Que hace hermanos míos a todos los hombres
Porque todos los hombres, un momento en el día,
lo miran como yo,
Y en ese puro momento
Limpio y sensible
Regresan lacrimosamente
Y con un suspiro que no sienten del todo
Al Hombre verdadero y primitivo
Que veía al Sol nacer y aún no lo adoraba.
Porque eso es natural, más natural
Que adorar al oro y a Dios
Y al arte y a la moral…7
(Alberto Caeiro)
Algo empezó a hablar, un mundo inmenso se abrió con heterónimos y todo. Pero fue Alberto Caeiro quien me mostró una conciencia que ve el mundo por partes:
XLVII
[…]
Vi que no hay Naturaleza
Que Naturaleza no existe,
Que hay montes, valles, llanuras,
Que hay árboles, flores, hierbas,
Que hay ríos y piedras,
Pero que no hay un todo a lo que eso pertenezca,
Que un conjunto real y verdadero
Es una enfermedad de nuestras ideas.
[…]8
(Alberto Caeiro)
Y Alberto Caeiro me ha traído a la memoria a mi amigo Diego, a quien no sé si definir como seguidor o como encarnación de Alberto Caeiro, aunque ignoro si lo ha leído. En nuestra juventud recorríamos la ciudad reconociendo los árboles, él sabía muchas cosas, pero lo que yo más disfrutaba era aprenderme los nombres de los árboles para diferenciarlos, era la manera de poder verlos.
La vida va y viene y dejé de ver a mi amigo durante años. Pero en alguna ocasión nos cruzamos y me alegró mucho verlo de nuevo, pero en realidad lo que más me animaba era la posibilidad de preguntarle el nombre del árbol que entonces daba sombra a mi ventana, y no estaba en mi lista. La conversación no fue fluida. Él se había vuelto preciso de palabras y su apariencia austera me cohibió, nada en él denotaba exceso. Sin embargo, por el recuerdo de los tiempos compartidos, me arriesgué a preguntarle el nombre del árbol, del que tenía una foto en mi celular.
Me dijo que no lo sabía, que ya no sabía el nombre de ningún árbol, que había decidido no saberlos más, que no quería mirar nombres, que quería mirar los verdes de las hojas, sus redondeces, sus aristas, sus venas, texturas… y lo mismo con las flores, los tallos, la hierba, las piedras. Que quería ver de verdad, en lo elemental, sin nombres.
En ese momento no entendí mucho y mi desencanto fue grande. Pero hoy cuando leo a Caeiro creo entender que mi amigo hablaba de una manera de la conciencia que entonces yo desconocía:
XXXIX
[…]
Sí, es lo que mis sentidos aprendieron solos
Las cosas no tienen significado: tienen existencia.
Las cosas son el único sentido oculto de las cosas.9
(Alberto Caeiro)
A mi amigo no lo he vuelto a ver. En algún momento me enteré de q...

Índice

  1. Portada
  2. Portadilla
  3. Créditos
  4. Contenido
  5. Presentación
  6. La piel cobarde
  7. El radar de los murciélagos
  8. Ecosistemas
  9. Dora
  10. El trébol
  11. El luto
  12. Mi regalo de Jánuka
  13. Lavar la ropa
  14. Sueños atravesados
  15. Un acorde
  16. Vetas de amanecer
  17. Descentramientos y fugas
  18. Un olvido freudiano en el 2010