Simbología sagrada
eBook - ePub

Simbología sagrada

Las claves ocultas de la historia de las religiones

  1. 383 páginas
  2. Spanish
  3. ePUB (apto para móviles)
  4. Disponible en iOS y Android
eBook - ePub

Simbología sagrada

Las claves ocultas de la historia de las religiones

Detalles del libro
Vista previa del libro
Índice
Citas

Información del libro

Los símbolos han acompañado al ser humano desde los albores de su historia, cuando este sintió por primera vez la necesidad de saber cuál era el sentido de su existencia. Las religiones primitivas nacieron de la mano de las primeras preguntas existenciales y, poco a poco, encontraron en el lenguaje de los símbolos la mejor vía para transmitir todo el conocimiento espiritual que creían atesorar. Pero ese conocimiento sagrado solo debía ser accesible para unos pocos iniciados, y por eso a menudo los símbolos son tan herméticos y velados que pueden incluso pasar inadvertidos, y casi siempre son difíciles de comprender.Desde el hombre del Paleolítico superior hasta los mayas y los incas, pasando por hititas, egipcios, celtas, griegos y romanos, vikingos, judíos, musulmanes, cristianos, cátaros y templarios, y por culturas orientales como el budismo o el hinduismo, el autor hace un recorrido por las diferentes creencias y religiones que han surgido a lo largo de la historia, buscando las claves que nos ayuden a comprender el significado oculto que yace tras la simbología sagrada de cada una de ellas.¿Tienen un significado oculto los números que aparecen en la Biblia? ¿Qué secretos atesoran las imponentes catedrales góticas? ¿Eran los cátaros conocedores de un secreto que los llevó a la hoguera? Estas y otras muchas preguntas se dan cita en las páginas de este libro.

Preguntas frecuentes

Simplemente, dirígete a la sección ajustes de la cuenta y haz clic en «Cancelar suscripción». Así de sencillo. Después de cancelar tu suscripción, esta permanecerá activa el tiempo restante que hayas pagado. Obtén más información aquí.
Por el momento, todos nuestros libros ePub adaptables a dispositivos móviles se pueden descargar a través de la aplicación. La mayor parte de nuestros PDF también se puede descargar y ya estamos trabajando para que el resto también sea descargable. Obtén más información aquí.
Ambos planes te permiten acceder por completo a la biblioteca y a todas las funciones de Perlego. Las únicas diferencias son el precio y el período de suscripción: con el plan anual ahorrarás en torno a un 30 % en comparación con 12 meses de un plan mensual.
Somos un servicio de suscripción de libros de texto en línea que te permite acceder a toda una biblioteca en línea por menos de lo que cuesta un libro al mes. Con más de un millón de libros sobre más de 1000 categorías, ¡tenemos todo lo que necesitas! Obtén más información aquí.
Busca el símbolo de lectura en voz alta en tu próximo libro para ver si puedes escucharlo. La herramienta de lectura en voz alta lee el texto en voz alta por ti, resaltando el texto a medida que se lee. Puedes pausarla, acelerarla y ralentizarla. Obtén más información aquí.
Sí, puedes acceder a Simbología sagrada de Jesús Ávila Granados en formato PDF o ePUB, así como a otros libros populares de Teología y religión y Religión. Tenemos más de un millón de libros disponibles en nuestro catálogo para que explores.

Información

Año
2017
ISBN
9788494608193
Edición
1
Categoría
Religión

1. LA HUMANIDAD PREHISTÓRICA

«El primitivo nómada-cazador-recolector se vio pronto atraído y fascinado por las cambiantes y regulares fases de la Luna, pues, con su crecimiento, plenitud, disminución y finalmente desaparición, o muerte, de la bóveda celeste, bien pudiera simbolizar su propia vida».
Amador Rebullida Conesa
El hombre ha sentido siempre una profunda —y razonable— curiosidad por adentrarse en el misterio de nuestro pasado, de los eslabones incompletos, por ahora, que enlazan el interesante engranaje de nuestro mundo, y, en su mayor grado, del hombre y su entorno socio-cultural. Fue a partir de mediados del siglo XIX cuando se incrementó el número de investigadores de esta ciencia. Se descubrió que el hombre había vivido al mismo tiempo que algunos animales extinguidos en Europa desde hace milenios, y acerca de los cuales la geología y la paleontología, ciencias aún jóvenes, estaban en condiciones de determinar la edad y costumbres.
El descubrimiento de la antigüedad del hombre no fue fácilmente aceptado por todos. Incluso especialistas insignes, condicionados a veces por escrúpulos religiosos, veían en todo aquello una especie de desafío a la narración bíblica, que se interpretaba —contra la tradición más antigua del cristianismo— al pie de la letra, sobre todo en el cómputo relacionado de las generaciones desde Adán, el primer hombre, a Cristo. El tiempo transcurrido entre ambos resultada, por supuesto, mucho más breve que el que proponía la ciencia.
Pese a la oposición y a incredulidad, el estudio de la prehistoria, lejos de detenerse, progresó con un ritmo cada vez más rápido. En 1838, Boucher de Perthes, impugnado y ridiculizado por numerosos representantes de la cultura oficial, señaló los primeros amigdaloides hallados en Abeville como instrumentos de piedra prehistóricos.
En 1858, el naturalista inglés Charles Robert Darwin publicó El origen de las especies a través de la selección natural, título al que siguió, en 1871, El origen del hombre y la selección sexual. Estos textos pueden considerarse revolucionarios, pues tuvieron una importancia enorme para el desarrollo de las ciencias antropológicas y para la etnología prehistórica.
Dos décadas más tarde, en 1891, el médico militar holandés Eugène Dubois, animado precisamente por la lectura de estas obras, inició la exploración de la isla de Java en busca del «eslabón perdido» entre el hombre y el mono, y halló los primeros restos del Pithecanthropus erectus.
Mientras tanto, se sucedían en número creciente los hallazgos tanto de manufacturas líticas, o sea, de piedra (en griego lithos), como de restos óseos humanos, que ensanchaban y concretaban los conocimientos acerca de los hombres de las edades más remotas. Si bien los primeros descubrimientos de importancia se efectuaron en Europa, al extenderse las investigaciones a los demás continentes se añadieron nuevas pruebas para delinear mejor el cuadro de la prehistoria. Se llegó a la conclusión de que puede fijarse el inicio de la prehistoria en el momento —por ahora impreciso en cuanto a cronología absoluta— de la aparición del hombre sobre la Tierra, pero al fin de este prolongado período no solo varía de un continente a otro, sino incluso en regiones próximas entre sí.
El prehistoriador, al no contar con ningún dato escrito, debe limitarse a los hallazgos para reconstruir la situación económica y cultural de las primeras formas sociales. Algunas veces, los yacimientos arqueológicos permiten establecer, a grandes rasgos, desplazamientos, migraciones o extinciones de pueblos.
Los prehistoriadores han dividido toda la prehistoria en dos largos períodos: uno muy antiguo, el Paleolítico, y otro más próximo a nosotros, el Neolítico.

El Paleolítico

El primero es la etapa más antigua de la humanidad. Durante ella, el hombre no tuvo residencia fija y su economía fue meramente destructiva, basada en la recolección de frutos naturales y en la caza de animales salvajes. Centraremos su análisis en tres temas: los fósiles humanos, los instrumentos fabricados por el hombre y el arte realizado por el hombre.
En cuanto a lo primero, los fósiles humanos constituyen la primera fuente que se puede utilizar para la vida del hombre, al estar formado por los mismos esqueletos fosilizados. Veamos cuáles son los tipos más importantes de fósiles humanos descubiertos hasta este momento.
Los fósiles humanos más modernos conocidos presentan unos caracteres físicos idénticos a los del hombre actual. Estos fósiles aparecen ya diferenciados en distintas razas, las más conocidas de las cuales son las descubiertas en Europa (tipo de Cromañón, de Grimaldi, de Chancelade, etc.). Todas ellas han sido incluidas dentro del actual grupo humano: el llamado por los naturalistas Homo sapiens. Los más antiguos de tales fósiles se remontan a unos 40 000 años atrás. Pero retrocedamos en el tiempo.
El segundo grupo de fósiles humanos tiene una fecha que oscila entre los 30 000 y 100 000 años. Se trata de los restos humanos que presentan diferencias físicas con respecto al tipo humano actual: estatura más baja (promedio de 1,55, frente al 1,69 actual), capacidad del cráneo parecida al del Homo sapiens (1450 cm3) pero diferencias en cuanto a la forma de este (frente hundida, falta de mentón, arcos superciliares más salientes…), etc. Los primeros ejemplos estudiados aparecieron en Europa (Homo neanderthalensis), pero más adelante se fueron descubriendo fósiles parecidos en diversos lugares de Eurasia y de África.
El siguiente grupo tiene ya fechas realmente alejadas de nosotros (un millón o más de años para los más antiguos, y medio millón para los más modernos). También aquí se reúnen tipos distintos que han sido reunidos bajo el nombre común de Homo erectus. El conjunto más numeroso es el constituido por los restos extraídos a partir de 1923 de la cueva de Chou-ku-tien, cerca de Pekín. Este tipo humano recibió el nombre de Sinantropus pekinensis, y presenta estas características: talla parecida a la media humana de nuestros días, capacidad craneana alrededor de 1000 cm3, grandes arcos superciliares, mandíbula muy robusta, dentición parecida a la del Homo sapiens… Caracteres parecidos al Sinantropus presentan el Pithecantropus erectus, de Java, y el Atlanthropus mauritanicus, de Argelia.
Más atrás, la fecha de un millón de años atrás nos introduce en un terreno sumamente difícil de interpretar; una serie de fósiles descubiertos en varias zonas del África Oriental y Austral provocaron, desde su hallazgo en 1925, una serie de fuertes polémicas en torno a esta pregunta: ¿tales fósiles son o no humanos?
El número más numerosos de estos fósiles es conocido bajo el nombre común de Australopithecus. Aunque dentro del citado grupo existen numerosas variantes, se puede decir que se trata de seres de aspecto muy primitivo, en los que se da una extraña mezcla de caracteres humanos y simiescos, al mismo tiempo. Por su capacidad craneana (600 cm3), el Australopithecus podría ser un mono superior; sin embargo, la forma de su pelvis induce indiscutiblemente a considerarlo como un ser absolutamente bípedo (a diferencia de los actuales monos superiores, que se sirven habitualmente de alguno de sus brazos para desplazarse). ¿Era esto un hombre? La cuestión no está aún claramente zanjada.
Los caracteres más antiguos de Australopithecus —aparecidos en Etiopía— se remontan a cuatro millones de años, y se acepta para los más modernos una fecha de 500 000 años.
Cuando aún se estaba discutiendo el carácter humano de los Australopithecus, aparecieron en África Oriental nuevos restos que contribuyeron a confundir aún más un panorama ya de por sí poco claro. Una serie de fósiles aparecidos en el barranco de Olduway (Tanzania), donde ya habían surgido restos de Australopithecus, presentaban un carácter más humano. Fueron bautizados por sus descubridores —los esposos Leakey— con el nombre de Homo habilis (antigüedad de 1,8 millones de años). Su capacidad craneana era en torno a los 700 cm3, y contaban con una mandíbula y unas manos más parecidas al Homo sapiens que a los Australopithecus. En 1973, cerca del lago Rodolfo, apareció un cráneo al que se le dio el nombre de Hombre de Leakey. Este sensacional hallazgo presentaba unos caracteres aún más humanos que los del Homo habilis (por ejemplo, una capacidad craneana de 800 cm3), a pesar de ser mucho más antiguo que este, tres millones de años.
En cuanto a los instrumentos fabricados por el hombre, en un principio los historiadores han establecido esta equivalencia: hombre (reflexivo) = ser que fabrica instrumentos destinados a realizar una función concreta.
De todo esto se deduce que para que se atribuya a un fósil características humanas es preciso que reúna estas tres condiciones:
1. Que pertenezca a un ser que se sostenía y andaba apoyándose únicamente sobre las dos extremidades inferiores.
2. Que tenía las dos extremidades superiores en forma de mano libre y hábil para fabricar útiles.
3. Que tenía un cerebro suficientemente desarrollado para dirigir y controlar la acción de la mano destinada a construir útiles.

El hombre del Paleolítico superior

La mejor forma de conocer a nuestro antepasado del Paleolítico superior es explicando su relación con el resto de culturas del Paleolítico:
Cultura de guijarros. Aparece hace unos 4 millones de años.
Cultura de «hachas de mano». Aparece hace unos 600 000 años.
Culturas de lascas. Aparecen hace unos 100 000 años.
Cultura Musteriense. Aparece hace unos 40 000 años.
Culturas aurignaciense y solutrense. Aparecen hace unos 18 000 años.
Cultura magdaleniense. Aparece hace unos 12 000 años.
Los prehistoriadores han dividido en tres etapas estas culturas del Paleolítico: Paleolítico inferior, Paleolítico medio y Paleolítico superior.

Correlación entre culturas del Paleolítico y fósiles humanos

Después de analizar los útiles encontrados, debemos hacernos esta pregunta: ¿quiénes fueron los autores de tales instrumentos? Partimos de la base de que sus autores tenían que ser hombres; ¿pero cuáles? Muchas veces estos útiles han sido hallados junto con fósiles humanos, entonces se supone que estos serían los de sus autores; en otros casos, muy frecuentes aparecen solo los útiles sin fósiles. Teniendo en cuenta este fenómeno, veamos qué equivalencias confirmadas por los hallazgos se pueden hacer en cada caso:
Culturas del Paleolítico superior: Homo sapiens fósil.
Culturas del Paleolítico medio: Homo neanderthalensis.
Culturas del Paleolítico inferior:
1. Culturas de guijarros: Homo erectus/Homo hábilis (solo se hallan instrumentos, sin esqueletos fósiles).
2. Culturas de «hachas de mano»: Homo erectus (solo se hallan instrumentos, sin esqueletos fósiles).
3. Culturas de lascas: Homo erectus (solo se hallan instrumentos, sin esqueletos fósiles).

La gran revolución neolítica

La gran revolución neolítica debió ocurrir en varios lugares de la Tierra al mismo tiempo, unos 6000 años a.C., y en tierras particularmente ricas: valle del Nilo, Mesopotamia, valle del Indo, Valle del Huang-Ho, Centroamérica… El hombre aprendió a cultivar ciertas plantas. Quizá fue la mujer, menos apta para la caza, la que advirtió el valor alimenticio del trigo, el centeno o el maíz, y que sembrando algunos granos nacían nuevas plantas.
Este modo de obtener subsistencias (agricultura), que era más seguro y menos peligroso que la caza, se fue imponiendo paulatinamente. Pero los campos de cultivo exigieron que hubiera que cuidarlos. Se edificaba la casa al lado de los sembrados y, para ayudarse de los trabajos de siembra y cosecha, al hombre le fue necesario vivir junto a otros hombres: aparecieron los primeros poblados que, con el tiempo, se convirtieron en pueblos y ciudades.
También aprendió a domesticar muchos animales (cerdos, caballos, corderos, asnos, bueyes…), y de cazador se convirtió en ganadero. Anexo a la casa, el establo fue un complemento seguro de la alimentación. Pero como, además, a este hombre entre siembra y cosecha le quedaba mucho tiempo libre, la vida en convivencia le ayudó a descubrir múltiples cosas, de las que, si pensamos un poco, nos daremos cuenta que estamos viviendo ahora, claro que mucho más perfeccionada. De este modo descubrió que el barro cocido se endurecía y, como recipiente final, guardaba los líquidos (cerámica); que la lana de la oveja y el tallo del lino se deshacían en hilos, fáciles de entrecruzar, con lo que conseguía ropa para sus vestidos (tejido). Y descubrió la rueda, que revolucionó los transportes y construyó las primeras embarcaciones que se movían a remos o con la ayuda del viento, con velas. Con todo ello, la vida del hombre sufrió un cambio tremendo respecto a las culturas anteriores del Paleolítico; posiblemente el cambio más brutal que haya experimentado el hombre a lo largo de toda su evolución.

La Edad de los Metales

Sobre esta base neolítica, el hombre empezó a trabajar los metales. Debió conocer primero el cobre, que usaba como una piedra. La fundición, que es la base de la metalurgia, debió descubrirla hacia el año 3000 a.C. En algún lugar del Próximo Oriente apareció el bronce, que es una aleación de cobre y de estaño. Pero cuando ocurrió esto, Egipto y Mesopotamia ya contaban con culturas históricas de suma importancia socio-cultural.
En Europa, aún en plena prehistoria, la etapa del predomini...

Índice

  1. PRÓLOGO
  2. INTRODUCCIÓN
  3. 1. LA HUMANIDAD PREHISTÓRICA
  4. 2. LAS CULTURAS DE LA ANTIGÜEDAD
  5. 3. LAS CULTURAS DE ORIENTE
  6. 4. EL MUNDO MEDIEVAL
  7. 5. IBEROAMÉRICA
  8. 6. LAS FUERZAS DEL ESPÍRITU
  9. GLOSARIO GENERAL DE TÉRMINOS
  10. BIBLIOGRAFÍA
  11. AGRADECIMIENTOS
  12. El autor