Psicoplástica
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Psicoplástica

Un camino simbólico

  1. 104 páginas
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Psicoplástica

Un camino simbólico

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Psicoplástica. Un camino simbólico, es un viaje a través de las imágenes mentales y la forma en que estas se plasman y manifiestan en nuestro mundo cotidiano. Imagen mental e imagen material dialogan mediante el uso sensible y dirigido de recursos plásticos en pos de escudriñar en el enigmático mundo interno de los seres humanos.A través de la psicoplástica tenemos posibilidad de dar forma a lo invisible, a esas imágenes que surgen desde las profundidades insondables del inconsciente y que traen noticias de lo que sucede en ese universo vasto e infinito que está más allá del territorio de la conciencia.Este libro penetra en los fundamentos teóricos de la psicoplástica, en los conceptos que ella implica y en las metodologí­as para aplicarla adecuadamente en los diversos ámbitos en los que la imagen es capaz de abrirnos caminos que desconocemos.

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Información

Editorial
Ediciones UC
Año
2013
ISBN
9789561425491
Categoría
Sociología
1  CONCEPTOS BÁSICOS DE PSICOLOGÍA ANALÍTICA JUNGUIANA
Images
Yo también quiero tener pájaros en el patio de mi casa.
Collage con papel lustre. Taller de psicoplástica. ›
 
DURANTE SU VIDA, Jung penetró en muchos temas relacionados con la psiquis y escribió acerca de ellos para un público experto, lo que sin duda complejiza su lectura para quienes no pertenecen necesariamente a su campo de estudio. Esto hace que muchos de los conceptos establecidos por Jung sean poco comprendidos e incluso deformados.
Para poder penetrar de manera óptima en el ámbito de la psicoplástica, comenzaré por exponer algunos de los conceptos fundamentales de la psicología analítica junguiana. En primer lugar, Jung concibió a la psique como la totalidad de los procesos psicológicos. De esta forma, la psique consta de dos áreas principales opuestas y complementarias: la conciencia y el inconsciente. Jung no habla de mente sino de psique para referirse a estos procesos.
La conciencia está constituida por todo aquello que conocemos o de lo que nos damos cuenta en un momento específico: es lo que captamos aquí y ahora. El centro de la conciencia es el Ego o Yo, es decir, la conciencia pasa por el Yo para ser percibida. Todo lo demás es lo que constituye el inconsciente. A decir de Jung (1981), el inconsciente describe un estado de cosas muy amplio como, por ejemplo, todo aquello que conocemos pero en lo cual no estamos pensando en este momento; todo aquello de lo que en otro momento estuvimos conscientes, pero que hemos olvidado; todo lo que nuestros sentidos perciben, pero que nuestra mente consciente no capta; todo lo que involuntaria e inadvertidamente pensamos, recordamos, queremos y hacemos. Forman parte del inconsciente, también, todas las cosas futuras que están tomando forma en nosotros y que en algún momento llegarán a la conciencia.
Jung reconoció un inconsciente personal y uno colectivo. En el inconsciente personal están todos aquellos contenidos que en algún momento fueron conscientes, pero que en este momento no lo son.
El inconsciente colectivo es un concepto acuñado por Jung para referirse a esa área de la psique que contiene toda la herencia espiritual de la evolución de la humanidad y que compartimos todos los seres humanos. Esta evolución renace nuevamente en la psique de cada individuo, por lo tanto, el inconsciente colectivo es transpersonal y universal y está formado por arquetipos.
Los arquetipos son posibilidades de comportamiento de conducta humana: una especie de remanente de los modos primordiales de reaccionar de los seres humanos. Son, al mismo tiempo, imágenes y emociones. Jung explica que no son “ideas heredadas sino posibilidades” (Jung, 1981. La cursiva es de Jung).
El mismo Jung explica que hay que diferenciar “arquetipo” de “representación o imagen arquetípica”. El primero es irrepresentable, por ello necesita de la segunda instancia para ser comprendido por la conciencia.
Uno de los principales intereses de la psicología analítica es el proceso de individuación, entendido por Jung como el camino de diferenciación psicológica tendiente al desarrollo de la personalidad individual. Es decir, aquel trayecto a través del cual los seres humanos desarrollamos lo más profundo, íntimo y genuino de nosotros mismos.
El proceso de individuación obedece al ideal arquetípico de la totalidad y en el que las relaciones conciencia/inconsciente cobran una importancia vital. La individuación conduce al ser humano hacia la totalidad. Hablar de totalidad, en el contexto de la psicología analítica, es referirse a un estado psíquico en que conciencia e inconsciente operan juntos y en armonía.
Tanto en sus experiencias personales como en aquellas con sus pacientes, Jung vislumbró que ciertos arquetipos se manifestaban con gran frecuencia durante el proceso de individuación y que iban señalando distintas etapas de dicho proceso. Estos arquetipos son: la persona, la sombra, el ánima/ánimus y el self.1
El concepto de persona o máscara es usado por Jung para referirse a un impulso arquetípico que lleva a los seres humanos a una adaptación a la colectividad. Desarrollamos este arquetipo para relacionarnos mejor con el colectivo social y para cumplir con las expectativas que éste ha colocado en nosotros. Es la cara que mostramos a la sociedad para relacionarnos con ella, es decir, la persona es moldeada por el mundo externo y se forma en la infancia. Es indispensable como aspecto protector y adaptativo, pero debe ser flexible ya que conlleva el peligro de disimular la verdadera naturaleza del individuo. La comprensión de la persona y la diferenciación de esta con lo esencial del ser humano, es parte del proceso de individuación.
Otro arquetipo que se encuentra muy relacionado a la persona es la sombra, a la que podríamos señalar como ese “otro” que existe dentro de nosotros. Se establece por todo aquello que no queremos, o no podemos reconocer de nosotros mismos y que proyectamos en los otros. La sombra es una parte viviente de la personalidad y es uno de los primeros arquetipos que debemos descubrir en el proceso de individuación, ya que al encontrarnos con ella, reconocemos los aspectos oscuros de nuestra personalidad, pero al mismo tiempo podemos “despertar y captar fuerza útiles que dormitan en la naturaleza profunda del hombre” (Jung, 1981: 27). Es decir, en la sombra también hay parte de la riqueza que no hemos descubierto aún. Observar nuestra sombra es parte de nuestro camino de autoconocimiento, a pesar de lo cual es generalmente un proceso complejo y largo que encuentra importantes resistencias por parte nuestra. Al confrontarnos con la sombra nos reconciliamos con nuestra historia.
Tanto la persona como la sombra se relacionan principalmente con aspectos del inconsciente personal.
Los arquetipos ánima y ánimus nos hablan de la integración de lo femenino y lo masculino y nos contactan con el inconsciente colectivo; de esta forma, el ánima corresponde al principio femenino del hombre y el ánimus, al principio masculino de la mujer. Estos arquetipos realizan la función de compensación de la parte consciente de la personalidad, es decir, cada arquetipo se opone a la actitud dominante de la conciencia. El hombre deja su ánima en el inconsciente, mientras la mujer deja allí su ánimus. Jung describió estos arquetipos en términos de Eros, para lo femenino, y Logos, para lo masculino. Este par de opuestos tiende a una dinámica de integración que es esencial para la madurez psicoafectiva del individuo. Cada mujer y cada hombre tiene la posibilidad de desarrollar ambas polaridades, masculina y femenina, y el proceso de individuación tiende al desarrollo armónico de ambas.
Experimentar el arquetipo del self, constituye la cumbre del proceso de individuación y se experimenta una vez que se han integrado los elementos tanto del mundo exterior como interior hacia la consciencia. El self es aquello más verdadero y sustancial del ser humano. Es importante acá diferenciar la palabra conciencia de consciencia, con “s”. En este contexto, hablamos de conciencia para referirnos a la conciencia ordinaria, es decir, al hecho de ser capaces de conocer y analizar; en tanto, nos referimos a consciencia para señalar la capacidad de reflexión y sabiduría. Esta consciencia, con “s”, es la que surge luego del proceso de integración de los opuestos.
El self o “sí mismo” es el arquetipo de la totalidad y centro regulador de la psique. Es un poder transpersonal que trasciende al ego, y su manifestación en nosotros tiene características de numinosidad, es decir, aparece con una gran resonancia emocional, independiente de nuestra voluntad consciente.
El self se asocia muy íntimamente con el proceso de individuación, ya que al integrarse los opuestos se manifiesta el self, o arquetipo de la totalidad, y es entonces cuando podemos identificar nuestra propia esencia, nuestro natural devenir, y podemos vivir de acuerdo y en armonía con nosotros mismos.
2 QUÉ ES LA PSICOPLÁSTICA
Images
Mi lugar sagrado.
Collage con papel de revistas cortado a mano. Taller de psicoplástica. ›
EN ESTE CAPÍTULO definiré psicoplástica en forma muy sintética, considerando para ello, en primer término, algo básico, pero no menor, como es la composición del término mismo. En primera instancia, parece obvio que la palabra psicoplástica no considera en su estructura el concepto de arte pues su definición –como explico en la introducción– considera a la plástica en su sentido más amplio. Esta definición da pie para considerar, dentro de lo que el concepto define, variadas técnicas y recursos que nos permiten la construcción de imágenes, base esencial de la psicoplástica, y no necesariamente la producción de obras artísticas que, si bien se construyen sobre la base de imágenes, poseen características que van más allá de estas. Además, para crear una obra de arte se requiere de ciertos talentos, habilidades e intereses que no todos los seres humanos poseen ni les interesa desarrollar. El basarse en la construcción de imágenes y no en la producción de arte permite la aplicación de la psicoplástica a todo individuo, no solo a los artistas o personas con talentos determinados, sino a todo ser humano que quiera penetrar en su mundo interno y rescatar desde allí las imágenes que conforman su imaginario y que lo asisten en sus procesos de autoconocimiento e individuación. De esta forma, hablar de psicoplástica implica relacionar las imágenes materiales o externas directamente con los procesos psíquicos, dando énfasis tanto a los procesos como a los resultados y sin que estos últimos deban tener ambiciones estéticas.
Por otra parte, la psicoplástica, por sus fundamentos mismos, precisa de personas con una conciencia muy bien establecida que puedan plantear un diálogo franco con su inconsciente. Por esto, la psicoplástica no está recomendada para ser aplicada en pacientes psicóticos.
Cabe señalar acá que la manifestación del inconsciente a través de la expresión plástica es tan válida en una obra de arte como cuando se trata del resultado de la utilización amplia de recursos plásticos en la creación de imágenes. En ambos casos, durante el proceso de elaboración de las imágenes se realizan complejas operaciones de diálogo entre conciencia e inconsciente que dan paso, en mayor o menor medida, a la síntesis de los opuestos y son, por lo tanto, relevantes para el proceso de individuación.
La psicoplástica no considera el uso de los recursos plásticos como un reemplazo del lenguaje verbal, sino como herramientas para dar forma a lo invisible, a esas imágenes que surgen desde las profundidades insondables del inconsciente y que traen noticias respecto a lo que sucede en ese universo vasto e infinito que está más allá del territorio de la conciencia. Por ende, las imágenes resultantes del uso de los recursos plásticos no son para la psicoplástica solo una representación, sino una muestra tangible de aquello que sucede en el inconsciente.
Por otra parte, la psicoplástica privilegia el encuentro del individuo con su mundo interno; promueve una actitud de introversión, antes que considerar a las imágenes resultantes de los procesos como una expresión socializadora. Por esto, los resultados obtenidos tienen un carácter íntimo y personal que no se condice con el hecho de poner las obras en circulación a otros observadores que no sea el propio creador de las imágenes.
En último término, quiero señalar que a través del uso de la psicoplástica se desarrolla ampliamente el hemisferio derecho, lo que sin duda favorece también nuestros procesos de integración y síntesis de los opuestos. Por la importancia de este factor, lo trataré en profundidad más adelante.
FUNDAMENTOS DE LA PSICOPLÁSTICA
La psicoplástica, tal como la he concebido y desarrollado, tiene su antecedente fundamental en experiencias con mis propias imágenes, tanto mentales como materiales, y en las experiencias personales descritas por Jung, quien desde su infancia pudo experimentar cómo la imagen surtía sobre él un efecto especial. En sus memorias, tituladas Recuerdos, sueños, pensamientos (Jung, 1986), relata que ya a los diez años la escuela lo fastidiaba:
Me ocupaba demasiado tiempo que yo hubiese empleado con gusto en dibujos de batallas (…). El maestro hacía suponer que el álgebra es algo evidente mientras que yo ni siquiera logré saber qué son los números en sí y por sí. No eran flores, ni animales, ni fósiles, nada que sea imaginable (…) (p. 40).
Images
Mi lugar sagrado.
Collage con papel de revistas. Taller de psicoplástica.
En otro pasaje de sus memorias narra un acontecimiento que me ha conmovido profundamente y que ha sido clave en mi búsqueda de un correlato entre las imágenes materiales y las imágenes que emergen de la realidad psíquica. En el mismo período del relato anterior, a la edad de diez años, el pequeño Jung talló en el extremo de una regla un pequeño hombrecillo de unos seis centímetros con levita, sombrero de copa y lustrosos zapatos. Lo pintó con tinta negra, lo separó de la regla y lo colocó dentro de un estuche de madera, donde le dispuso una camita. Le fabricó incluso un abrigo de lana. Dispuso, además, a su lado una piedra que había pintado, de modo que había quedado dividida en dos partes, una superior y otra inferior. Era su piedra. Enseguida lo escondió lejos de la vista de los demás. Para Jung este era su gran secreto, del cual sin embargo “no comprendía nada”. Después de esto, relata que se sintió seguro y desapareció su penosa impresión de estar en desacuerdo con él mismo, situación que hace algún tiempo lo atormentaba (Jung, 1986).
La experiencia anterior no es la única que lo lleva a establecer la importancia de la creación de imágenes concretas en el establecimiento de un diálogo con el inconsciente. En otro pasaje de sus memorias, Jung relata que posteriormente a su ruptura con Freud vivió un período de gran desorientación que con el tiempo se tornó tan fuerte que lo hizo creer que existía en él un trastorno psíquico. Repasó todas las circunstancias de su vida de manera infructuosa buscando la causa de su desorientación, y al fin tuvo que aceptar su ignorancia: “No sé en absoluto lo que hago ahora, ni lo que me sucede” (Jung, 1986, p.181), se confesó a sí mismo. Decidió entonces abandonarse a los impulsos del inconsciente y emergió en él un recuerdo de su infancia cuando a los diez u once años se apasionaba jugando con piedras de sillería y construyendo casas y cast...

Índice

  1. Portada
  2. Anteportada
  3. Créditos
  4. Portadilla
  5. Índice
  6. Introducción
  7. 1. Conceptos básicos de psicología analítica jungiana
  8. 2. Qué es la psicoplástica
  9. 3. Imagen
  10. 4. Aplicando la psicoplástica
  11. 5. Estudio de caso
  12. A Modo de conclusión
  13. Notas
  14. Referencias bibliográficas