Estética de la música
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Estética de la música

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Estética de la música

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Cada una de las grandes revoluciones lingüísticas y estilísticas en la historia de la música ha llevado la atención de los teóricos y de los músicos, mayoritariamente, a reflexionar sobre los aspectos propiamente técnicos y lingüísticos correspondientes a cada arte, llegando solo de modo indirecto a afrontar las cuestiones filosóficas y estéticas, y siempre, en cualquier caso, con una actitud vinculada a las nuevas experiencias artísticas. Esto es algo que podemos constatar en el paso del ars antiqua al ars nova, en el paso de la polifonía a la monodia, y también hoy en día en la invención de la dodecafonía y en las radicalmente nuevas experiencias lingüísticas conectadas a las más recientes vanguardias.Estética de la música aborda de forma sencilla dos cuestiones: los principales problemas estéticos de la música, con los que se entra en contacto en la primera parte, y una breve historia de la reflexión estética sobre la música. Fubini adopta un punto de vista interdisciplinar, que plantea en el centro mismo de supensamiento el problema de qué sea, estrictamente hablando, una estética de la música. Este punto de vista configura el marco de un estudio histórico, expuesto de forma breve y concisa.

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PARTE SEGUNDA

Breve historia del pensamiento musical

IV

El mundo antiguo

De los pitagóricos a Damón de Oa

Reconstruir incluso solo un esbozo del pensamiento musical de la antigüedad griega presenta no pocas dificultades, sobre todo si nos remontamos a los primeros siglos, pues los testimonios son ciertamente numerosos, pero son por lo general indirectos y, sobre todo, fragmentarios. Tales testimonios, aunque revelan una cultura musical bastante extendida y permiten intuir una sociedad en la que la música ocupaba un puesto de importancia en absoluto secundario, no son suficientes de cara a proporcionarnos una imagen fiel de la misma en aquella época, pues nos faltan casi por completo las fuentes directas, esto es, la música propiamente dicha. Y esto vale no solo para el período arcaico; de la producción musical del mundo griego no ha sobrevivido nada, con la excepción de algunos fragmentos de muy incierta lectura. A partir de los tiempos de Damón de Oa y de Platón, los testimonios teóricos y filosóficos dejan de ser fragmentarios y exhiben ya lo que podría considerarse el desarrollo de un pensamiento organizado, insertado en un contexto filosófico complejo; pero, a pesar de todo, intentar reconstruir una serie de reflexiones sobre la música sin poder contar mínimamente con la producción musical concreta constituye siempre una tremenda dificultad. No obstante, y al margen de esta grave e insatisfacible laguna, puede decirse que en el pensamiento griego se encuentran las raíces de nuestra cultura musical. Las ideas sobre la música elaboradas por el mundo antiguo han tenido una importancia histórica tal, que han dejado una profunda huella incluso en las épocas más cercanas a la nuestra sin que fuéramos siquiera conscientes de ello.
Todo el pensamiento sobre la música de los griegos está dominado por la cuestión de la relevancia ética, positiva o negativa, de la música en la sociedad. La pregunta sobre si, y dentro de qué limites, puede decirse de la música que es un elemento educativo desde el punto de vista social es algo fundamental en el pensamiento griego y representa el gran núcleo en torno al cual se articula la problemática sobre la relevancia ética de la propia música. En cualquier caso, debe aclararse que el concepto de música en la cultura antigua es muy diferente respecto a la idea moderna de la música como arte, una concepción que presenta unos límites bien definidos. Musiké significaba, en el mundo griego, un complejo de actividades que podía abarcar desde la gimnasia y la danza hasta la poesía y el teatro, comprendiendo también, por tanto, la música y el canto en sentido estricto. El problema de la relevancia ética de la música podía encontrarse ya en el corazón de algunos de los mitos más antiguos, así como en el pensamiento de los pitagóricos. Podría, por tanto, hablarse, en sentido laxo, de una concepción utilitarista de la música o, en cualquier caso, instrumental, en cuanto la música podía servir a la sociedad para la educación del hombre. El Pseudo-Plutarco, en su tratado De musica, que se remonta al siglo tercero después de Cristo y que representa una de las más importantes fuentes para reconstruir el pensamiento musical de la antigüedad, afirma, en relación con los tiempos homéricos y haciendo referencia a la mítica figura del centauro Quirón1, que este era «maestro no solo de música, sino también de jurisprudencia y medicina», anticipando de tal modo alguno de los temas clave del pitagorismo musical. Pero la escuela filosófica en la que la música asumió una relevancia completamente especial fue la escuela pitagórica. El concepto de armonía resulta central en la especulación de los pitagóricos, pero resulta ser un concepto musical solo por analogía o por extensión, ya que su significado original era, sobre todo, metafísico. La armonía es concebida por los pitagóricos como unificación de contrarios; así, el pitagórico Filolao puede afirmar: «la armonía nace solo de los contrarios; porque la armonía es unificación de muchos términos distintos y acuerdo de elementos discordantes»2. Teniendo presente este principio, el concepto de armonía puede extenderse tanto al universo concebido como un todo como al alma, tal y como afirmará Aristóteles dando cuenta de las ideas de los pitagóricos, tanto en su Política como en Acerca del alma. Este concepto de armonía se completa con el otro bastante más oscuro de número, que parece ser para los pitagóricos fundamento de todas las cosas y, por consiguiente, afín al concepto mismo de armonía.
Tales conceptos, que presentan, evidentemente, un valor fundamentalmente metafórico y lleno de consecuencias para toda la historia del pensamiento occidental, fueron entendidos de maneras distintas incluso por los pitagóricos mismos. En efecto, para algunos el universo parece estar hecho de números, mientras que, para otros, estos constituyen la armonía sobre la que se funda el mundo, y, aun para otros más, tales números no son sino el modelo originario del mundo, del que nacen todas las cosas. Es imposible adentrarnos en este lugar en la compleja doctrina del número y de sus distintas interpretaciones, sobre las que el propio Aristóteles arroja luz en su metafísica; será, por tanto, suficiente aquí con recordar la importancia que tal teoría ha revestido en la historia del pensamiento musical, desde el momento que, para los pitagóricos, será la música quien revele la naturaleza más profunda de la armonía y del número.
Sería conveniente aclarar qué se entiende por música en este contexto. Si es cierto que las relaciones entre los sonidos pueden ser expresadas a través de los números, como afirma el pitagórico Filolao, y si tales relaciones musicales expresan del modo más tangible y evidente la naturaleza de la armonía universal, las relaciones entre los sonidos pueden ser, por tanto, consideradas como modelo de la armonía universal misma. La música se convierte así en un concepto abstracto que no coincide de manera necesaria con la música tal y como es normalmente considerada. Música, en consecuencia, puede ser no solo la producida por el sonido de los instrumentos, sino también, y con mayor razón, el estudio teórico de los intervalos musicales o, del mismo modo, la hipotética música, por otra parte inaudible, producida por los astros que giran por el cosmos siguiendo leyes numéricas y proporciones armónicas. Se abre de este modo en el pensamiento griego, y ya desde los pitagóricos, esa fractura que tendrá un efecto determinante sobre todo el desarrollo sucesivo del pensamiento musical, la existente entre la música puramente pensable y la música audible, privilegiando claramente a la primera sobre la segunda.
Otro concepto importante relacionado con la doctrina musical de los pitagóricos es el que concierne a la catarsis. Ya hemos hablado del poder de la música sobre el espíritu humano, poder fundado sobre la afinidad de sus respectivas esencias constitutivas. Pero los pitagóricos van más allá afirmando que la música tiene, asimismo, el poder de restablecer la armonía turbada de nuestro ánimo. De aquí nace uno de los conceptos clave de toda la estética musical, y no solo musical, de la antigüedad, el concepto de catarsis. Purificación significaba, sobre todo, medicina para el alma; el vínculo de la música con la medicina es antiquísimo y la creencia en el poder mágico-encantador de la música se remonta a tiempos anteriores al propio Pitágoras. Tal concepto se podrá reencontrar en otras áreas culturales y sobrevivirá hasta nuestros días en muchos pueblos. No obstante, los pitagóricos detentan el mérito de precisar tal concepto, confiriéndole una dimensión especialmente ética y pedagógica. Esta concepción catártica de la música debe, no obstante, relacionarse con la doctrina de la armonía como conciliación y equilibrio de los contrarios.
La función catártica de la música puede realizarse de dos modos diversos: la música, según Damón de Oa, filósofo pitagórico del siglo quinto, puede no solo educar el ánimo de modo genérico, sino también, y de manera más específica, corregir sus posibles malas inclinaciones. Esta corrección podrá ser producida por una música que imite la virtud que se desee inculcar en ese ánimo, borrando, por tanto, el vicio o la inclinación malsana. Hablamos en este caso de catarsis alopática. Aristóteles entiende de modo distinto la catarsis, considerando que la corrección del vicio puede conseguirse mediante la imitación del mismo vicio del que nos pretendemos liberar. De tal modo, los vicios pasan a ser, por decirlo de algún modo, inofensivos, y el ánimo se «purifica» de ellos en el momento en que, al escuchar una música que, imitando los sentimientos que nos oprimen, como «la piedad, el temor, y asimismo el entusiasmo religioso», los individuos «son llevados a un estado tal como si hubieran recibido un tratamiento médico y hubieran tomado una purga»3 En este caso puede hablarse de catarsis homeopática. Sea cual sea el modo en que se entienda, lo que realmente importa subrayar es el concepto de ethos musical, que se encuentra en ambas acepciones del concepto de catarsis.
La doctrina pitagórica sobre la música, de la que aquí se ha esbozado solo un breve apunte, estaba destinada para siempre a diferentes y constantes desarrollos: algunos filósofos han acentuado y profundizado en el aspecto moral de la tradición pitagórica; otros, en el aspecto matemático (la tradición atribuye al mismo Pitágoras la investigación sobre el cálculo de los intervalos); otros, el aspecto metafísico vinculado a la idea de la armonía de las esferas; otros, finalmente, en el aspecto pedagógico-político. El pitagorismo seguirá siendo, por tanto, un punto de referencia fundamental en la historia del pensamiento occidental sobre la música, manteniendo su influencia prácticamente hasta nuestros días.

Platón y Aristóteles

En los diálogos de Platón confluyen, también con escasa sistematicidad, todas las fuentes de la especulación anterior sobre la música. No por eso puede decirse que Platón, en lo tocante a la música, sea un mero eco de las doctrinas de otros. El interés y la fecundidad de su pensamiento musical radican, más bien, en el hecho de que la música representa uno de los núcleos temáticos de su filosofía. No resulta fácil reconstruir sus ideas sobre la música, desde el momento que en casi todos los diálogos la música comparece adoptando aspectos distintos, moviéndose entre una reflexión ético-política y consideraciones de orden matemático-astronómico, hedonista, metafísico-filosófico. Por otra parte, Platón parece oscilar, en sus diálogos, entre una radical condena de la música y su incondicional exaltación como forma suprema de belleza y verdad. En la República afirma de este modo: «Aquellos que aman las audiciones y los espectáculos se deleitan con sonidos bellos o con colores y figuras bellas, y con todo lo que se fabrica con cosas de esa índole; pero su pensamiento es incapaz de divisar la natural...

Índice

  1. Prefacio
  2. Parte primera Los problemas estéticos e históricos de la música
  3. Parte segunda Breve historia del pensamiento musical
  4. Conclusiones
  5. Bibliografía