Pasión, desarraigo y literatura: el compositor Robert Gerhard
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Pasión, desarraigo y literatura: el compositor Robert Gerhard

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Pasión, desarraigo y literatura: el compositor Robert Gerhard

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Robert Gerhard es, sin duda, uno de los compositores españoles más relevantes del siglo xx; muchas veces es nombrado como la figura más importante del citado período junto a Falla. Sin embargo, tanto su biografía como su música son escasamente conocidas en nuestro país. La presente monografía reclama la atención sobre este gran compositor: ofrece una biografía rigurosa y actualizada, un análisis de su pensamiento estético e ideológico, y estudia la parte de su producción en la que Gerhard utilizó la Literatura como excusa creativa, dando lugar a algunas obras maestras como su cantata La Peste (basada en la novela de Camus).La musicóloga Leticia Sánchez de Andrés realiza, así, una aproximación rigurosa y, al tiempo, divulgativa a la vida y la obra del compositor Robert Gerhard, con el objetivo de dar a conocer su figura a todos los aficionados a la música y ofrecer un estudio de calidad útil para los expertos.

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Información

Capítulo I Perfil biográfico e intelectual

¡Poldi! He comenzado a escribir nuestra biografía.
La primera frase se ha escrito sola, el resto será un juego de niños,
solo tengo que tirar suavemente del hilo que sobresale del ovillo. (…)
¡Escucha! –¿Ese soy yo? ¿Soy yo?–
este rostro sonrosado, estos ojos aniñados, esta frente noble,
la boca ni bien ni mal dibujada;
la nariz, común, no suficientemente socrática;
la barbilla, más delicada que resuelta…
y ese pelo gris, del color del humo y las cenizas, que aún no ha plateado;
y esas cejas amigables…
1
En una carta a William Glock2, en agradecimiento por un homenaje que había sido emitido en la BBC en 1966 con motivo delsetenta aniversario de Gerhard, el compositor escribía: «me resulta difícil creer que algo sobre mí tenga relevancia...». La humildad que revelan estas palabras –alejadas de toda falsedad y fruto de su escasa costumbre de aparecer como protagonista en los medios de comunicación– nos permite asegurar que, si bien siempre es necesario contextualizar la obra de un autor, en este caso concreto el perfil biográfico e intelectual de Robert Gerhard no solo adquiere relevancia para entender su figura, sino también para revalorizarla.
Si algo destacan aquellas personas más cercanas a Gerhard, además de su extraordinaria cultura, inteligencia, sensibilidad, humor y fuerte carácter, es su calidad humana y su naturaleza como conversador admirable. Joaquim Homs, su alumno y amigo, afirma: «la personalidad humana de Gerhard causaba una impresión inolvidable (…) nunca he dialogado con persona alguna que a través de la más simple conversación revelara como él tal riqueza interior y capacidad de observación, análisis y síntesis»3; por su parte, Glock añadía al describir sus visitas a Gerard en Cambridge: «nunca olvidaré esas visitas: en primer lugar, por la extraordinaria atmósfera de felicidad que te envolvía [al estar con él] y que surgía de su verdadera y poética devoción por su esposa, correspondida por ella; y, en segundo lugar, porque aprendí tanto y abordé con él tantos temas de interés (…), su forma de exponer sus ideas parecía una mezcla de lógica e improvisación, con temas cuidadosamente pensados y, al mismo tiempo, repleta de brillantes invenciones del momento»4. Homs, en sus notas para la introducción de Escrits y apunts d’un compositor5, sintetiza los rasgos más relevantes de la personalidad de Gerhard:
Temperamento altamente creativo y analítico, siempre abierto a la receptividad y desarrollo de nuevas ideas.
Insaciable curiosidad e interés por el arte y las ciencias, en todos sus aspectos.
Actitud constante de búsqueda y exploración de nuevos caminos y renuncia a seguir los ya trillados.
Espíritu lleno de vitalidad y amor a la vida y la naturaleza, sensible y apasionado, sin dejar de ser al propio tiempo muy riguroso, contenido de expresión y exigente en el trabajo de articular sus ideas y hacerlas comunicables en términos musicales.
Extraordinaria riqueza de inventiva e imaginación sonora.
Ausencia total de dogmatismos6.

INFANCIA Y PRIMEROS ESTUDIOS MUSICALES

Se conoce muy poco de la infancia de Robert Gerhard, solo quedan algunas anécdotas que él mismo dejó por escrito y que recogió Joaquim Homs en su libro y otras que permanecen en la memoria de sus familiares más cercanos. Sabemos que nació en Valls (Tarragona) el 25 de septiembre de 1896 y que fue bautizado con el nombre de Robert Juan René Gerhard i Ottenwaelder. Su padre, originario de la Suiza alemana, trabajaba como dependiente en una casa de vinos de Vilafranca del Penedés, propiedad de un tío de María Ottenwaelder (nacida en la Alsacia francesa), a la que conoce en Cataluña en un viaje de vacaciones de esta última. Contraen matrimonio en 1893 y deciden instalarse en Valls para trabajar en la exportación vinatera, negocio que se prometía próspero en una localidad que comenzaba a tener una vida comercial destacable. Así, el matrimonio Gerhard inaugura un pequeño negocio de vinos en la carretera de Montblanc. Aunque prosperan económicamente, María Ottenwaelder tiene verdaderas dificultades para adaptarse a Valls; la madre de Robert Gerhard era una mujer culta y de gustosdelicados, que no encontraba en su nuevo lugar de residencia una vida intelectual y cultural como hubiese deseado después de haber vivido su juventud en Versalles. Citando el testimonio de una de las cuñadas de Robert Gerhard, la Revista del Diari de Tarragona describe la situación de la matriarca del clan Gerhard:
María se encontró [viviendo en Valls], sin conocer el idioma, en una carretera llena de barro, sin alcantarillado y donde todo el agua de los fregaderos iba a parar a la calle, en un barrio de Valls donde vivían los «gitanos» –desde su ventana veía cómo se quitaban los piojos de la cabeza–; tenemos que entender el choque que todo esto supuso para aquella mujer intelectual y educadísima que provocó una de las características heredadas por los hijos: el carácter cerrado [poco expresivo y emotivo] de los Gerhard. Aun así, supo compensarlo con su sencillez y franqueza: «no rebajó nunca a ningún obrero y se mantuvo en su lugar como patrona actuando con verdadera democracia»; los hijos fueron educados de manera que no se les subieran los humos7.
María Ottenwaelder fue, sin duda, una influencia fundamental en la vida y en la educación de su hijo Robert. Tuvo que hacerse con las riendas de la casa y el negocio tras enfermar su marido, siendo Gerhard aún un niño, y probablemente intercedió ante su padre para permitirle desarrollar su carrera como músico, a pesar de los planes que había diseñado cuidadosamente el patriarca Gerhard para que su primogénito se ocupase del negocio familiar. El carácter poco expresivo y contenido del compositor se resque- braja ligeramente al hablar de su madre cuando, en el invierno de 1947-1948, fallece sin que él pudiese volver de su exilio (que había comenzado casi diez años antes) para verla por última vez. El compositor cae por ello en una depresión que se complica con algunos otros problemas de salud, y escribe con amargura a su amigo elpoeta Ventura Gassol: «No haber podido volver a verla viva, después de tan larga separación, ha hecho mi desconsuelo más profundo de lo que sabría expresar. El exilio tiene momentos crueles, pero no creo que pueda venir ninguno peor que este para mí. (…) Ahora me siento más egoísta (…) que nunca recordando la emoción con que leía [sus cartas] sin tener ánimo a veces de escribirla»8.
El recogimiento de su vida y el carácter tenaz, reservado, digno y orgulloso (al tiempo que «democrático») de los Gerhard, todo ello heredado de su madre, aparece referido constantemente en los recuerdos de las personas que conocieron al compositor y trabaron amistad con él9. De su padre, Robert Gerhard heredó su capacidad emprendedora, su insobornable independencia como profesional de la música y, quizá también, su perfeccionismo, su fuerte carácter10 y su capacidad para defender sus ideas.
Las anécdotas sobre la infancia de Gerhard citadas por Homs en su libro, y anotadas por el propio Gerhard para servir de introducción a Escrits y apunts d’un compositor, resultan mucho más interesantes cuando son sacadas de un contexto hagiográfico como el que en muchas ocasiones se les ha dado y son citadas con el humor e ironía de las palabras del propio Gerhard, que las integra e interpreta en relación con su futuro como compositor, por lo cual vale la pena incluir aquí al menos una de ellas, para entender mejor la personalidad y carácter del Gerhard adulto que recuerda suinfancia (el texto entrecomillado de la cita es del propio Gerhard y permanecía inédito hasta ahora, el resto es de Homs):
1ª anécdota.–Valls, 2 años o 2 ½. –Contada por su madre– Lo encontraron perdido en las afueras de Valls, llorando desconsoladamente. Había ido siguiendo un piano de manubrio ambulante hasta la salida de la población, hasta que lo encontraron lejos de su casa sin saber volver allí.
«Evidentemente el incidente en sí es insignificante pero estoy seguro de que en la biografía que nunca escribiré hubiera debido figurar representando mi primer encuentro con la Música. Es innegable que el arte de los sonidos, especialmente el medio puramente instrumental, hubo de ejercer desde un principio una atracción decididamente manifiesta sobre mí, primer punto. Segundo: el hecho de que mi bautizo musical se celebrara en la fuente del ‘género chico’ ya no es, quizá, de tan buen augurio. Y tercero, pensar que todo acabó en pánico y lágrimas es una circunstancia que más adelante tal vez habría debido recordar más a menudo de lo que he hecho»11.
Las otras dos anécdotas citadas por Homs muestran a Gerhard como un niño reflexivo, observador y creativo12, sin embargo, los recuerdos de su cuñada Isabel (viuda de Ferrán) y que en la actualidad repiten sus familiares vivos, muestran a un pequeño lleno de energía, que lanzaba piedras a sus compañeros de juegos y que «era muy travieso»13:
los amigos de niñez no fueron compañeros de su categoría –clase social–, sino más bien humildes –lo peor de Valls–: él era el cabecilla y por eso la mamá lo hacía ir acompañado por la criada, y él se escabullía para pelearse con el uno y con el otro; siempre dejaba para el día siguiente el ser bueno a pesar de que la mamá se ponía dura con él, le echaba un sermón y sacaba el genio14.
Según los recuerdos de la familia, Gerhard recibió su educación primaria en Valls, en el colegio de Joan Rius, el de Pere Avellà y finalmente en el de los Hermanos de San Gabriel15, y terminó en 1907 esta etapa de sus estudios con once años. En un artículo de Edward Sackville-West16, con motivo del cincuenta cumpleaños de Gerhard, el autor nos ofrece algunos de los escasos datos acerca la primera educación musical que recibió el compositor17, y que adquirió probablemente en el último de los centros citados, donde, como miembro del coro parroquial, aprendió a leer y cantar partituras para la liturgia:
Gerhard vivió los primeros doce años de su vida en un contexto que, si bien no era hostil a la música, mantenía una visión muy restringida de la misma. Restringida a la música litúrgica de la Iglesia católica y a las melodías populares interpretadas en las calles de su pueblo por los organilleros. Pronto descubrieron en Gerhard una bonita voz de soprano, que fue desarrollada por las enseñanzas del párroco. Así adquirió un conocimiento práctico de la gran escuela española del siglo XVI de música religiosa –Victoria, Morales, Escobedo y otros–; mientras tanto, los organilleros le familiarizaban con las melodías de zarzuela más conocidas que formaban parte del característico teatro musical ligero de la España del siglo XIX18.
Desconocemos cuál fue la educación recibida por el padre del compositor, pero Gerhard le dedica unas hermosas palabras desde su columna en la revista Mirador, en 1930, que nos muestran que, en parte, el amor de Gerhard por el folclore procede también de la influencia paterna:
No piense que mi padre no es músico. Si le escucha cuando por esparcimiento pasea arriba y abajo entre montañas y bosques y sinpensar en la atención de un posible auditorio, silba canciones suizas o catalanas, las variaciones melódicas y los agrèments que se inventa os harían quedar paralizados a veces. Descendemos de una raza de campesinos suizos, nosotros, los Gerhard de Valls, somos la primera generación que ha ingresado en el estamento burgués. Mi padre me cuenta (…) que aquellos campesinos (…) vivían en un valle idílico de Suiza (…) y recuerda aún [que] formaban una orquesta o banda en la que todos los músicos eran de la familia y de nuestro apellido. Mi padre sabe cantar aún algunas tonadas de danza o marcha que os aseguro que tienen un bello aire. (…) en mí, el primer impulso de invención musical viene de una región de la que no tengo ningún control. El segundo impulso, sí, es controlado [la sistematización de la obra] (…)19.
Por otra parte, y sin tener ningún dato al respecto, nos atrevemos a suponer que, siendo María Ottenwaelder una mujer cultivada, es muy probable que también fuese amante de la música y que, como en todas las casas burguesas de la época con una cierta capacidad económica, dispusiese de un piano20; posiblemente este sería, junto al canto de su padre, el primer contacto de Gerhard con la música, previamente a su actividad como niño cantor en la parroquia de Valls.
En 1908, recién cumplidos doce años, Gerhard se traslada a Suiza, primeramente a la localidad de Zofingen y más tarde a Neuchâtel, para realizar sus estudios de secundaria y reforzar su cono- cimiento del alemán. En 1913, ya con diecisiete años, se instala en Lausana para iniciar sus estudios superiores en la rama de Comercio, siguiendo los deseos de sus padres de que, como primogénito, se hiciese cargo del negocio familiar. Allí, según testimonio del propio Gerhard en su primera carta a Schoenberg, invirtió todos sus ahorros en recibir clases de composición:
con 16 años comencé en Lausana con un músico alemán, Hugo Strauss, mi primera y –viendo lo que vino después– única formaciónmusical. En los seis meses que pasé en esta ciudad trabajé con la Armonía de E. F. Richter. Viví mucho tiempo con la convicción de que en adelante ya no me tendría que ocupar de la armonía21.
El músico en que Gerhard confió para recibir sus primeras clases sistemáticas de composición y armonía es casi un completo desconocido, el único dato que tenemos de él lo aporta Sackville-West, que lo califica como «pianista de café», información que procede, probablemente, de sus conversaciones con Gerhard. A pesar de que no parece una elección muy acertada, lo cierto es que en esos seis meses en Lausana, un Gerhard convencido de su vocación por la música, aprovechó sus clases de armonía con el tratado de Richter (que también manejaba Pedrell), abandonando por completo sus estudios de comercio, como demostró al suspender sus exámenes. En este período se atreve a esbozar sus primeras composiciones, que él mismo recoge en un primer borrador de catálogo que abarca las obras compuestas entre 1913 y 191922. Sobre ...

Índice

  1. Prólogo
  2. Introducción
  3. Capítulo I: Perfil biográfico e intelectual
  4. Capítulo II: Ideología y pensamiento estético
  5. Capítulo III: Los ciclos de canciones y las cantatas: De la literatura catalanista al canto a la rebeldía de Camus
  6. Capítulo IV: En torno a Don Quijote: Los ballets de Robert Gerhard
  7. Capítulo V: De Sheridan a Camus: Las óperas de Gerhard
  8. Capítulo VI: Explorando los vínculos entre texto y sonido: La música incidental para radio, televisión, teatro y cine
  9. Coda
  10. Catálogo de obras
  11. Bibliografía