Chopin
eBook - ePub

Chopin

Raíces de futuro

  1. 576 páginas
  2. Spanish
  3. ePUB (apto para móviles)
  4. Disponible en iOS y Android
eBook - ePub

Chopin

Raíces de futuro

Detalles del libro
Vista previa del libro
Índice
Citas

Información del libro

La música de Chopin es uno de los puntos de partida de la escritura pianística de la segunda mitad del siglo XIX y de todo el siglo XX. Además del fascinante carácter romántico asociado a su vida, Chopin mantiene fresca la capacidad germinal de una obra que dinamitó los criterios formales de su época, lo que llevó al piano a un proceso de emancipación sin retorno.Este libro, uno de los más rigurosos y extensos estudios dedicados al genial compositor polaco, añade una nueva perspectiva a la obra de Chopin a la vez que incorpora datos inéditos sobre su vida.Con erudición y soltura, Justo Romero aporta una visión diferente y demuestra que cada época añade nuevos atributos a los clásicos.

Preguntas frecuentes

Simplemente, dirígete a la sección ajustes de la cuenta y haz clic en «Cancelar suscripción». Así de sencillo. Después de cancelar tu suscripción, esta permanecerá activa el tiempo restante que hayas pagado. Obtén más información aquí.
Por el momento, todos nuestros libros ePub adaptables a dispositivos móviles se pueden descargar a través de la aplicación. La mayor parte de nuestros PDF también se puede descargar y ya estamos trabajando para que el resto también sea descargable. Obtén más información aquí.
Ambos planes te permiten acceder por completo a la biblioteca y a todas las funciones de Perlego. Las únicas diferencias son el precio y el período de suscripción: con el plan anual ahorrarás en torno a un 30 % en comparación con 12 meses de un plan mensual.
Somos un servicio de suscripción de libros de texto en línea que te permite acceder a toda una biblioteca en línea por menos de lo que cuesta un libro al mes. Con más de un millón de libros sobre más de 1000 categorías, ¡tenemos todo lo que necesitas! Obtén más información aquí.
Busca el símbolo de lectura en voz alta en tu próximo libro para ver si puedes escucharlo. La herramienta de lectura en voz alta lee el texto en voz alta por ti, resaltando el texto a medida que se lee. Puedes pausarla, acelerarla y ralentizarla. Obtén más información aquí.
Sí, puedes acceder a Chopin de Justo Romero en formato PDF o ePUB, así como a otros libros populares de Medios de comunicación y artes escénicas y Música clásica. Tenemos más de un millón de libros disponibles en nuestro catálogo para que explores.

Información

Año
2015
ISBN
9788491140825

OBRA MUSICAL

Música concertante

«Chopin no escribió verdaderos conciertos en el sentido de Mozart y mucho menos en el sentido de Beethoven. Sus conciertos son obras para piano con acompañamiento orquestal. Las partes solistas estaban escritas por un genio que maduraba rápidamente, mientras que las partes orquestales eran fruto de un estudiante aventajado.»
Ronald Crichton100
Cuando estalló la Revolución de 1831 Varsovia era una pequeña ciudad periférica a la que las modas y las noticias llegaban con bastante retraso y deformadas por la distancia y el tiempo. La irrupción en aquel ambiente de un creador de talento tan deslumbrante como el del joven Fryderyk Chopin no podía menos que atraer la atención de los círculos influyentes de la ciudad e incluso de su profesor Józef Elsner, que consideraron al nuevo genio como el embrión de quien –según ellos– debería convertirse en el fundador de una escuela operística propia que habría de hacer de él el gran músico nacional polaco. Pero el compositor Chopin, ni entonces ni nunca, tuvo interés por la ópera ni sintió la menor inclinación política. Sus aspiraciones eran hacer una carrera internacional como compositor-intérprete al igual que sus dos ídolos Niccolò Paganini y Friedrich Wilhelm Kalkbrenner, a los que consideraba la personificación de la perfección musical.
Estos hechos son imprescindibles para comprender la producción de las seis únicas composiciones concertantes de Chopin (1827-1830) y su acogida por el público de Varsovia. Estas seis obras, todas ellas concebidas para piano y orquesta y compuestas en plena juventud, son: Variaciones sobre «Là ci darem la mano», opus 2 (1827); Gran fantasía sobre temas polacos, opus 13 (1828); Krakowiak, opus 14 (1828), conciertos en fa menor, opus 21 (1829) y en mi menor, opus 11 (1830), y Gran polonesa brillante, opus 22 (1830), para preceder a la cual y a modo de introducción compuso, posteriormente, en 1835, un Andante spianato para piano solo de bastante más entidad. En 1832 Chopin se dispuso a escribir un tercer concierto para piano y orquesta, pero nunca llegó a culminarlo. Años después, en 1841, reutilizó los esbozos de este fallido proyecto en el Allegro de concierto, opus 46, para piano solo.

Variaciones en Si bemol mayor, «Là ci darem la mano», sobre el Don Giovanni, de Mozart, para piano y orquesta, opus 2 [KK 6-15] (1827)

Estreno: Viena, Teatro Kärtnerthor, 11 de agosto de 1829. Intérpretes: Fryderyk Chopin (piano). Orquesta titular del teatro. Wilhelm Wacław Würfel (director). Plantilla: 2 flautas. 2 oboes. 2 clarinetes. 2 fagotes. 2 trompas. Timbales. Cuerda. Duración aproximada: 19’00”.
«Descúbranse, señores, ante el genio espontáneo de Chopin, su noble propósito y su maestría ¡un genio!». Estas palabras fueron escritas por Robert Schumann en un elogioso artículo publicado en el Allgemeine Musikalische Zeitung de Leipzig101 acerca de estas variaciones de inspiración mozartianas para piano y orquesta compuestas por un adolescente Chopin de apenas 17 años, inmerso en el segundo curso de sus estudios en la Escuela Superior de Música de Varsovia. Tal juicio, temprano y rotundo, expresado por Schumann después de leer la partitura en 1831, contribuyó de modo decisivo a la difusión y consolidación del nombre de Chopin por toda Alemania y en los principales centros musicales europeos.
La obra, compuesta durante el verano de 1827, se basa en el seductor duettino entre Zerlina y Don Giovanni de la novena escena del primer acto de la ópera maestra de Mozart102, aparece dedi cada al gran maestro del piano Carl Czerny (1791-1857) y fue publicada en Viena, en enero de 1830, por Tobias Haslinger103. Haslinger se decidió a imprimir la partitura104 tras el enorme éxito que las variaciones obtuvieron en su estreno vienés, el 11 de agosto de 1829, interpretadas al piano por el propio Chopin. Fue su primera composición editada fuera de Polonia, y el manuscrito, que se encontraba perdido, fue localizado tras la II Guerra Mundial.
Las variaciones, cuya ingenua escritura no oculta la lógica parvulez de su autor, se estructuran de acuerdo a una convencional forma que consiste en una amplia y grave introducción que parafrasea el tema mozartiano sin llegar a citarlo expresamente hasta bien avanzado el inicio, una serie de cinco variaciones enlazadas entre sí por un corto ritornello extraído de la introducción, y una briosa polonesa final. La introducción se abre en pianísimo sobre la cuerda. Pronto aparece el piano, que dibuja una extraña divagación. El tema no irrumpirá plenamente hasta muy tardíamente, tras una cadencia en la que el teclado afirma la melodía original de Mozart.
La primera variación, muy brillante, se caracteriza por los rápidos tresillos de la mano izquierda del solista, mientras la derecha dibuja el tema ligeramente variado y, previamente, presentado por la orquesta. La segunda variación («veloce, ma accuramente») es una suerte de perpetuum mobile en veloces semicorcheas del piano sobre la mano derecha al tienpo que la izquierda traza el tema y la orquesta limita su acompañamiento a una mera sucesión de acordes. La variación tercera («sempre sostenuto») está asignada exclusivamente al piano, sin acompañamiento orquestal, y brinda oportunidad al solista de recrearse a sus anchas en el motivo donjuanesco. La penúltima variación105 («con bravura») es un rápido y rítmico staccato para ambas manos –que comparten también el tema, de modo sucesivo– y con una interesante modulación a modo menor que prepara el ambiente sonoro a la última y quinta variación, un grandilocuente y apasionado adagio en forma de nocturno y si bemol menor que desemboca en el expansivo final «alla polacca», un brioso y no exento de humor episodio de amplitudes sinfónicas, en el que Chopin se abandona al desenfado y genial ironía del duettino original para culminar este juvenil y seductor homenaje a Mozart, el compositor al que, quizá junto con Bach, Händel y Bellini, más amó.
Varias son las grabaciones de las Variaciones «Là ci darem la mano» que se llevan la palma entre las muchas que existen en el saturado mercado discográfico. Todas las citadas a continuación recrean con virtuosismo, imaginación y talante chopiniano la partitura. Son las siguientes, enumeradas sin más jerarquía que su mera cronología: Alexis Weissenberg (con la Orquesta del Conservatorio de París y Stanisław Skrowaczewski; EMI CZS 7 67412-2, 1967); Claudio Arrau (Filarmónica de Londres y Eliahu Inbal; Philips 426 147-2, 1972); Emanuel Ax (Orchestra of the Age of Enlightenment y Charles Mackerras; Sony SK 60771, 1998), y Kun-Woo Paik (Filarmónica de Varsovia y Antoni Wit; DECCA 475 169-2, 2003). Únicamente a modo de curiosidad merece la pena conocer las grabaciones de la versión para piano solo que preparó y publicó su alumno armenio Karol Mikuli (1819-1897), incluida en su edición crítica y digitalizada de la obra completa de Chopin, editada en 1879, en Leipzig por Carl Friedrich Kistner106. Destaca la registrada en 1989 por Nikolái Demídenko (Hyperion CDA 66514) y revisada por el propio intérprete, y, por detrás, la de Katia Skanavi (Lyrink LYR 114, 1996).

Concierto para piano y orquesta número 1, en mi menor, opus 11 [KK 164-177] (1830)

[«Allegro maestoso». «Romance. Larghetto». «Rondo. Vivace»]
Estreno: Varsovia, Teatro Narodowy (Teatro Nacional), 11 de octubre de 1830. Intérpretes: Fryderyk Chopin (piano). Orquesta titular del Teatro Narodowy de Varsovia. Carlo Soliva (director). Plantilla: 2 flautas. 2 oboes. 2 clarinetes. 2 fagotes. 4 trompas. 2 trompetas. Trombón. Timbales. Cuerda. Duraciones aproximadas: 20’00”. 11’00”. 10’00”.
A pesar de su numeración equívoca, el Concierto para piano y orquesta número 1, en mi menor, opus 11 es posterior al publicado erróneamente como Segundo concierto para piano y orquesta, en fa menor, opus 21. De hecho, Chopin comenzó a escribir el Concierto en mi menor inmediatamente después del estreno del Concierto en fa menor. Ambos datan de 1830 y no conocieron la imprenta hasta junio de 1833107 (opus 11) y 1836 (opus 21). Son piezas convencionales desde el punto de visto formal, en las que la futura poderosa personalidad de su creador sólo aparece en el elegante refinamiento melódico de los movimientos lentos. Tanto en sus respectivas construcciones formales como en sus conceptos melódicos, en las dos obras late la influencia de los conciertos para piano del eslovaco Jan Nepomuk Hummel (1778-1837). Finalmente, hay que observar la herencia, también considerable, de Friedrich Wilhelm Kalkbrenner y de Ignaz Moscheles.
El propio Chopin sale al paso de estos ascendientes para desmentirlos en una carta que dirige a su amigo Tytus Wojciechowski: «Tengo bastante buena opinión de mí mismo. La suficiente como para creer que no seré jamás una copia de Kalkbrenner. No, estoy convencido de que él jamás destruirá mis audacias ni mi noble aspiración de crearme un mundo nuevo». Jesús Bal y Gay, en su breve pero sustancial monografía sobre Chopin, insiste en la defensa de los conciertos. «El primer tiempo de cada uno de los conciertos», escribe el musicólogo y compositor gallego, «muestra ya la peculiar tendencia de Chopin a romper con el plan tonal y el diatonismo de sus predecesores. Los Finales tienen forma de rondó, como mandaban los cánones de entonces, pero están penetrados de un eslavismo y una fantasía muy nuevos y extraños para su época. Y los tiempos lentos nos muestran por primera vez al Chopin de los nocturnos, con esas melodías largas, sostenidas, de un vocalismo pianístico –valga la expresión– que es uno de los rasgos más personales e inimitables del autor. Ahí ya es inútil buscar antecedentes, ni en Hummel ni siquiera en Field: el espíritu y la letra son auténticamente chopinianos»108.
En su no muy feliz acogida tuvo que ver la parca, escueta y bisoña orquestación de la obra, algo, que, si por una parte realza la cristalina y brillante escritura pianística, por otra empobrece el conjunto de la obra, al carecer del peso específico sonoro que la orquesta desempeña en la forma del concierto con solista. Probablemente, esta misma razón es la que motivó que el concierto tampoco fuera suficientemente apreciado en su estreno parisiense, cinco años después, en 1835. La veneración que el todo París sentía hacia Chopin y su música no fue óbice para el rotundo fracaso del Concierto en mi menor, ratificado por las duras críticas de prensa, que lo acusaron de «anticuado».
Al público y a la crítica parisienses no les pasó inadvertido que la obra de Chopin era estilísticamente un calco del espléndido Concierto en do menor opus 61, que Friedrich Wilhelm Kalkbrenner (1785-1849) había estrenado en París en 1824. En 1835, once años después, el viejo estilo de Kalkbrenner (al que Chopin dedica el concierto109) parecía ya absolutamente pasado de moda en el verti ginoso París post-revolucionario. Tras los sucesivos fracasos del concierto110, Chopin no volvió a preocuparse de él. La obra perma neció así olvidada hasta que ya en pleno siglo XX la recuperó Ignacy Jan Paderewski, que la incluyó en sus programas y actuaciones. Desde entonces, se ha convertido en uno de los conciertos obligados y de referencia en el repertorio de cualquier pianista.
El primer movimiento, escrito entre la primavera y el verano de 1830, comienza con una larga, vigorosa y resuelta introducción orquestal que se prolonga durante 138 compases. Chopin anota al inicio de la partitura un «Maestoso» que revela bien el carácter de este inicio. El tema irrumpe en la tonalidad de mi menor y tiempo de 3/4. Un segundo motivo, de carácter mucho más delicado, surge en los violines en la inesperada tonalidad relativa de Mi mayor. La entrada del piano se produce de modo impetuoso, casi en forma de cadencia, y recoge en octavas el primer tema, ahora muy ornamentado en el teclado.
Una virtuosa secuencia de rápidos acordes en semicorcheas conduce a un nuevo episodio, bastante más sosegado («tranquillo»), e inspirado en el segundo tema. El desarrollo, basado en estos dos temas de modalidades contrapuestas –mi menor y Mi mayor–, evoluciona hacia la tonalidad de Do mayor y no logra explotar plenamente la riqueza melódica del material original. El movimiento concluye con una coda que comprende un brillante y complejo pasaje de trinos sobre la mano izquierda del piano.
En una carta a su íntimo amigo Tytus Wojciechowski, fechada el 15 de mayo de 1830, Chopin habla de la impresión que debe causar la quieta Romanza central: «No tiene que ser fuerte. Se trata de un romance, tranquilo y melancólico, que debe dar la impresión de contemplar con ternura un lugar que evoca mil recuerdos queridos. Es una especie de meditación en un clima primaveral, y bajo la luz de la luna». Se trata de un emotivo y muy efusivo Larghetto construido sobre dos temas, el primero en Mi mayor e introducido por la cuerda, y el segundo, en Si mayor, que sirve de contrapunto a una escritura de extrema delicadeza en el que el piano se regodea en una ornamentación estilizada y filigranesca. El piano traza una melodía «dulcemente apasionada»111, escrita con pulso firme y afa ble. El aire de nocturno envuelve estos tenues pentagramas, que se cierran con una delicadísima sección en la que el piano –protagonista absoluto de todo el movimiento– se repliega para aportar color y diversidad sonora a los instrumentos de cuerda, que evocan el primer tema, el escuchado al inicio del movimiento.
El tercer y último tiempo es un rondó que presenta bastantes similitudes con Krakowiak, gran rondó de concierto en Fa mayor, para piano y orquesta, opus ...

Índice

  1. Prólogo
  2. Prólogo
  3. Preámbulo
  4. Introducción
  5. Influencia y futuro
  6. Juicios y opiniones
  7. Obra musical
  8. Catálogos
  9. Cronología
  10. Bibliografía seleccionada