El clientelismo político
eBook - ePub

El clientelismo político

Desde 1950 hasta nuestros días

  1. 192 páginas
  2. Spanish
  3. ePUB (apto para móviles)
  4. Disponible en iOS y Android
eBook - ePub

El clientelismo político

Desde 1950 hasta nuestros días

Detalles del libro
Vista previa del libro
Índice
Citas

Información del libro

La palabra "clientelismo" evoca de inmediato imágenes negativas, a tal punto que el discurso político y mediático la ha convertido en símbolo de uno de los principales males que la democracia moderna debe erradicar. Sin embargo, como muestra este libro, se trata de un fenómeno político y social de larga data, complejo y heterogéneo, un concepto indispensable para comprender cómo juegan las relaciones interpersonales en las diferentes escalas de poder.Conscientes del peso de ese término, que funciona como categoría analítica y como etiqueta de descalificación moral, Gabriel Vommaro y Hélène Combes elaboran una imprescindible obra de síntesis para desbrozar el camino. Cuestionando y matizando con maestría las visiones dominantes –que entienden el fenómeno exclusivamente como la manipulación de los sectores populares por parte de las élites–, trazan el recorrido histórico y geográfico del concepto y describen a los actores de esas relaciones en que intervienen formas de reciprocidad e intercambio. Explican, además, su sentido y su alcance en Europa y en América Latina, y exponen la reconfiguración del clientelismo a partir del activismo de organismos internacionales que bregan por erradicarlo en pos de una declamada transparencia de lo social.Más allá de los prejuicios estigmatizadores, los autores revelan la variedad de los vínculos políticos y ofrecen claves para futuras indagaciones, que incluyan a otras clases sociales y abran el enfoque a las evaluaciones de los propios actores. Así, desde una perspectiva crítica y comparativa, cumplen con el desafío de devolverle densidad y riqueza a una categoría que, tanto en el debate público como en el mundo académico, suele quedar reducida a la "compra de votos", el cálculo racional o la necesidad.

Preguntas frecuentes

Simplemente, dirígete a la sección ajustes de la cuenta y haz clic en «Cancelar suscripción». Así de sencillo. Después de cancelar tu suscripción, esta permanecerá activa el tiempo restante que hayas pagado. Obtén más información aquí.
Por el momento, todos nuestros libros ePub adaptables a dispositivos móviles se pueden descargar a través de la aplicación. La mayor parte de nuestros PDF también se puede descargar y ya estamos trabajando para que el resto también sea descargable. Obtén más información aquí.
Ambos planes te permiten acceder por completo a la biblioteca y a todas las funciones de Perlego. Las únicas diferencias son el precio y el período de suscripción: con el plan anual ahorrarás en torno a un 30 % en comparación con 12 meses de un plan mensual.
Somos un servicio de suscripción de libros de texto en línea que te permite acceder a toda una biblioteca en línea por menos de lo que cuesta un libro al mes. Con más de un millón de libros sobre más de 1000 categorías, ¡tenemos todo lo que necesitas! Obtén más información aquí.
Busca el símbolo de lectura en voz alta en tu próximo libro para ver si puedes escucharlo. La herramienta de lectura en voz alta lee el texto en voz alta por ti, resaltando el texto a medida que se lee. Puedes pausarla, acelerarla y ralentizarla. Obtén más información aquí.
Sí, puedes acceder a El clientelismo político de Pablo Vommaro, Hélène Combes, Horacio Pons en formato PDF o ePUB, así como a otros libros populares de Politics & International Relations y Political Corruption & Misconduct. Tenemos más de un millón de libros disponibles en nuestro catálogo para que explores.

Información

1. Génesis de los estudios del clientelismo
Circulaciones geográficas y disciplinares
Desde la década de 1940 los antropólogos tienen un interés pionero en la manera como las relaciones personales, cara a cara, modelan las relaciones políticas en las sociedades occidentales modernas. Más allá de las interacciones tramadas en el marco de las instituciones formales y gobernadas por las reglas del juego oficial, han puesto de relieve el hecho de que los lazos de parentesco y de amistad siguen siendo parte integrante de la vida política, sobre todo en el nivel local, incluso cuando se trata de prácticas asociadas a priori con las llamadas sociedades tradicionales. Este proceder algo escandaloso implicaba poner en entredicho ciertos principios establecidos de lectura de la política moderna –y sobre todo de las sociedades democráticas–, que ratificaban la idea de que todas las formas de política “tradicional” habían sido superadas por formatos universales y anónimos cuando, al surgir el Estado legal-racional (según la tipología weberiana), se consagró un individuo-ciudadano emancipado de las relaciones de dependencia y conocimiento mutuo.
A partir de la década de 1970, la ciencia política, por entonces muy inspirada por las teorías de la modernización, dedicó sus energías al estudio de las relaciones de clientela. Las sociedades “subdesarrolladas” y “en vías de modernización” fueron el terreno privilegiado de nuevos enfoques que procuraban identificar los “obstáculos” culturales y morales que se interponían al desarrollo de las instituciones políticas modernas. Los fenómenos identificados por los antropólogos se interpretaron desde entonces como un residuo del pasado, meras supervivencias destinadas a desaparecer debido al fortalecimiento continuo de las instituciones de la democracia occidental.
Comenzaremos por volver a los estudios realizados por los antropólogos en las décadas de 1950 y 1960, para describir a continuación los viajes y las reapropiaciones del concepto en el decenio siguiente.
Los primeros estudios sobre las relaciones personalizadas en las sociedades tradicionales y occidentales
Luego de la Segunda Guerra Mundial, de ambos lados del Atlántico, pero más aún en el mundo anglosajón, jóvenes doctorandos en antropología comenzaron a trabajar terrenos hasta entonces poco estudiados por sus predecesores. De este modo, Asia, las “sociedades mediterráneas” –como se las llamó desde entonces– y América Latina fueron laboratorios de análisis del funcionamiento social y político de las sociedades occidentales. En ese contexto, corrientes ya establecidas –como el funcionalismo, el marxismo y la teoría de la modernización– fueron a la vez brújulas orientadoras de la construcción de problemáticas de investigación e interlocutores criticados en función de los desafíos conceptuales de los campos abordados.
De los “primitivos” a los “modernos”
En los años cincuenta, en los Estados Unidos, antropólogos procedentes de las tradiciones marxista y evolucionista estudiaron las relaciones políticas locales con la idea de que no podía reducírselas a las instituciones formales. Eric Wolf, un austríaco de formación marxista, exilado en los Estados Unidos durante el nazismo, estudió antropología en la Universidad de Columbia bajo la influencia de Julian Steward y Ruth Benedict y participó en la investigación realizada por el primero y Sidney Mintz sobre Puerto Rico, cuyos resultados se publicaron en The People of Puerto Rico (Steward y otros, 1956). Ese proyecto contribuyó al viraje de la antropología de la posguerra, que procuraba alejarse de los estudios de las llamadas sociedades “primitivas” y de las sociedades no industriales, tratadas como configuraciones aisladas y autónomas del mundo “moderno”, para ocuparse de las sociedades contemporáneas forjadas por el colonialismo y que participaban del sistema mundial. El equipo dirigido por Steward estudió comunidades de diferentes regiones del país consideradas representativas de los principales rasgos de la vida política y económica de la isla. Ese trabajo es, pues, un primer intento de aplicación de las herramientas antropológicas a una sociedad no tradicional.
A continuación Wolf se interesó en México e Italia, así como en las sociedades de Europa meridional, donde realizó investigaciones sobre los vínculos entre las comunidades locales y los sistemas políticos y económicos que las englobaban. El objetivo de sus trabajos, que llegarían a ser una referencia en el estudio de las sociedades “complejas”, era mostrar que, en las sociedades modernas, los métodos de investigación de la antropología –la observación practicada en el nivel de pequeñas comunidades– no eran suficientes para explicar cómo se inscriben las relaciones sociales en las relaciones económicas, culturales y políticas constitutivas del sistema mundial. La antropología, en consecuencia, debe lograr articular los resultados de las investigaciones etnográficas localizadas con análisis realizados a mayor escala. El autor apela principalmente a la conceptualización marxista para tratar de sacar partido de esos “juegos de escalas” (Revel, 1996), vinculando las realidades locales rurales con características socioeconómicas y sociopolíticas más vastas. En un artículo de 1956, Wolf se refiere a los mediadores políticos comunitarios de México como eslabones de una cadena que liga la comunidad con el Estado central. De ese modo demuestra la importancia de los vínculos políticos informales para comprender cómo se construye la articulación entre diferentes niveles de la acción estatal.
A partir de la publicación de su artículo “Relaciones de parentesco, de amistad y de patronazgo en las sociedades complejas”, que pone en juego datos recogidos durante investigaciones de campo en América Latina y la Europa mediterránea, llega a la conclusión de que “los marcos formales del poder político y económico coexisten o se entremezclan con varios otros tipos de estructuras informales, intersticiales y paralelas” (Wolf, 1966: 2). El clientelismo, como relación que incluye a dos actores de desigual poder, forma parte de esas estructuras y, según Wolf, incorpora una dimensión instrumental, pero también una dimensión afectiva, ya sea simulada o sincera. En las zonas donde el poder central no puede o no quiere intervenir de manera directa, se imponen obligaciones colectivas en la modalidad de alianzas enunciadas en el registro de la amistad y el compadrazgo, las cuales construyen grupos dotados de cierta forma de poder, al margen de los mecanismos estatales formales.
En el enfoque elaborado por Wolf hay, por lo tanto, dos dimensiones centrales y relativamente innovadoras: la importancia de los vínculos entre lo local y lo nacional-internacional para comprender las funciones de las instituciones y prácticas políticas y económicas, y la capacidad de las estructuras informales de actuar paralelamente a los marcos formales. Esas innovaciones representan el punto de partida de nuevas investigaciones sobre las sociedades complejas y las prácticas informales.
Contemporáneo de Wolf, George Foster, formado en la Universidad de Berkeley y también influido por Steward, participó en esa renovación de la antropología norteamericana en virtud de su dedicación a nuevos terrenos. En su caso, el mundo campesino se analiza a través de los ejemplos de México y España. En 1945 viajó por primera vez a Tzintzuntzan, México, donde realizó investigaciones sobre las relaciones informales dentro del mundo campesino; esos trabajos no tardarían en ganar celebridad. Foster analiza en ellos el modo en que los campesinos, en su vida cotidiana, mantienen vínculos exogámicos, diádicos e informales, que involucran a personas de diferentes estratos sociales y les permiten ayudarse unas a otras, es decir, compartir el acceso a bienes y servicios de distribución desigual. De hecho, una gran parte de los estudios recientes sobre el clientelismo definen así las relaciones de clientela: un tipo de contrato diádico que vincula a personas de poder asimétrico que intercambian de distinta manera bienes y servicios. Esos vínculos se perciben como asimétricos porque los interlocutores se distinguen por su posición social y sus obligaciones (Foster, 1963).
La mirada funcionalista no está ausente de este enfoque, que puede considerarse como el origen del concepto de clientelismo entre los antropólogos: según Foster, la existencia continua de ese tipo de intercambios contribuye a la estabilidad del sistema social. Para cumplir esta función es preciso que las relaciones sociales que garantizan los intercambios se reproduzcan en el tiempo. En tal sentido, Foster es el primero en distinguir, por un lado, el discurso normativo y el ideal a través del cual el grupo describe y se representa esa institución informal, y por otro, el comportamiento real que actualiza la relación patrón-cliente. Si los relatos ideales reflejan preceptos sociales de educación –el respeto y la ayuda mutua entre pares– y hacen del compadrazgo el vínculo generador de relaciones de reciprocidad igualitarias y desinteresadas, en los hechos los individuos participantes en esas relaciones despliegan estrategias económicas y políticas a fin de maximizar sus ganancias y alcanzar sus objetivos individuales. Esa distancia entre el relato de los actores y las relaciones de fuerza reales será uno de los puntos fuertes de los estudios dedicados a la relación patrón-cliente en los años venideros.
En Europa, en el contexto de la crisis de la antropología funcionalista y el inicio del proceso de descolonización de Asia y África, algunos investigadores, en especial británicos, formados por lo que más adelante se denominará antropología social (Evans-Pritchard, 1977: 7), abandonan el terreno de las sociedades “primitivas” para comenzar a estudiar las sociedades occidentales. La cuestión es poner a prueba en ellas las herramientas de la antropología, pero también mostrar que esta disciplina es capaz de explicar “estructuras sociales” de cualquier sociedad en momentos en que se desencadena la crisis del mundo colonial (1977: 8 y 75). Esta empresa de conquista de nuevos terrenos se lanzó en gran medida desde la Universidad de Oxford, donde Alfred Radcliffe-Brown y luego Edward Evans-Pritchard, director del pequeño departamento de antropología creado después de la Segunda Guerra Mundial (Kuper, 2000: 102), se esforzaron por competir con las teorías de Bronislaw Malinowski, quien, con su estudio del sistema de reciprocidad de la kula de Oceanía (Los argonautas del Pacífico occidental, 1922), sentó las bases de la teoría maussiana del “don” y el “contradón” (Mauss, 1923-1924). La meta de aquellos fue establecer una antropología funcionalista universal sobre la base de la recolección de la mayor cantidad posible de informaciones acerca del funcionamiento de las distintas sociedades.
Una aldea andaluza
En ese contexto, el antropólogo inglés Julian Pitt-Rivers, bajo la dirección de Evans-Pritchard, viajó a España para realizar una investigación sobre una aldea de Andalucía, Grazalema (véase recuadro 1). En su caso vemos en acción la voluntad de la antropología de observar sociedades “no primitivas”. Antes de la guerra los antropólogos británicos habían invertido muchas más energías en los terrenos africanos (Campuzano, 2008). Como señala Pitt-Rivers en el epílogo de la segunda edición española de su libro, se trataba del “primer intento de aplicar los métodos de la antropología social británica al estudio de una población europea, realizado por alguien perteneciente a esa escuela” (Pitt-Rivers, 1954: 238). Su trabajo apuntaba de tal modo a describir la comunidad aldeana de Grazalema como conjunto complejo de relaciones interpersonales modeladas por valores sociales como el honor, la amistad y el respeto. En esas condiciones, las relaciones políticas personalizadas, llamadas aquí relación de “patronazgo” y no de clientelismo, forman parte de la organización política y social de la aldea y rigen el reparto de bienes, las relaciones sociales cotidianas y, sobre todo, la relación entre la aldea y los centros políticos: el gobierno de la región y el gobierno nacional. Para Pitt-Rivers las lógicas horizontales de las relaciones sociales que dominan la vida aldeana están en tensión con las relaciones jerárquicas impuestas por los dos centros políticos.
En ese contexto de conflictos entre los valores de autoridad e igualdad, el clientelismo, y más precisamente una “jerarquía clientelista”, viene a resolver la tensión: propone un principio de orden político tendiente a mantener unidas las lógicas de una autoridad local que responde a las autoridades exteriores y los principios morales que regulan la vida dentro de la comunidad. Así, el patronazgo se ve como una respuesta funcional a los problemas originados en el vínculo complejo entre el gobierno central y la comunidad local de Grazalema. Pitt-Rivers señala que las élites locales “ligan la ciudad a la estructura del Estado por medio de contactos sociales y políticos […]; representan al gobierno frente al pueblo, y al pueblo frente al gobierno” (1954: 32).
El análisis del patronazgo hecho por Pitt-Rivers contiene aportes importantes para el análisis de las relaciones políticas personalizadas. Muestra que no estamos frente a un puro intercambio de dones y contradones; que está presente cierta forma de moral de los intercambios y las relaciones amistosas; que el patrón no puede dar de cualquier manera, y que las dimensiones de su clientela, así como el modo de repartir favores entre ella, son factores claves para explicar cómo se ponen en práctica las relaciones clientelistas. William Douglass afirma que Pitt-Rivers analiza aspectos hasta entonces ausentes de la antropología:
[Pitt-Rivers] ha generado un interés antropológico por ciertos temas como el honor y el clientelismo que aún hoy son importantes no sólo para los estudios sobre Andalucía, sino también sobre España e incluso sobre el mundo mediterráneo. Esos temas han adquirido una importancia indudable para los trabajos latinoamericanistas y, más en general, para el estudio del clientelismo en la antropología mundial no marxista (Douglass, 1989: 236).
Como señala Vincent Lemieux, Pitt-Rivers muestra también que la asimetría de las prestaciones materiales “muy bien puede acompañarse de cierta simetría de las prestaciones inmateriales, es decir, del honor o el prestigio, que el patrón y el cliente obtienen de su relación” (Lemieux, 1977: 14). En efecto, para el antropólogo británico “el honor es la espina dorsal del sistema de patronazgo”; “tanto el patrón como el cliente ven aumentado su prestigio por la relación de patronazgo; el cliente participa del prestigio del patrón y este incrementa el suyo al acordar protección a quienes reconocen su poder” (1977: 14).
De todos modos, el enfoque de Pitt-Rivers fue objeto de importantes críticas. En particular, se le reprochó ...

Índice

  1. Cubierta
  2. Índice
  3. Colección
  4. Portada
  5. Copyright
  6. Presentación. Aportes para pensar el clientelismo sin prejuicios (por Gabriel Kessler)
  7. Prólogo a la edición en español. ¿Cómo viaja el clientelismo? Conceptos, problemas y contextos
  8. Introducción
  9. 1. Génesis de los estudios del clientelismo. Circulaciones geográficas y disciplinares
  10. 2. Los actores del clientelismo
  11. 3. Una perspectiva europea
  12. 4. Una perspectiva latinoamericana
  13. 5. El espacio internacional de la gobernanza y el redescubrimiento del “problema” clientelista
  14. 6. Trabajo político y sentido moral en situación de conocimiento mutuo
  15. Conclusión
  16. Referencias bibliográficas