El exterminio de la isla de Papayal (Bolívar)
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El exterminio de la isla de Papayal (Bolívar)

Etnografías sobre el Estado y la construcción de paz en Colombia

  1. 254 páginas
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El exterminio de la isla de Papayal (Bolívar)

Etnografías sobre el Estado y la construcción de paz en Colombia

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A través de la historia la isla de Papayal ha sido sometida a varias prácticas de exterminio, el autor contrasta la visión de los habitantes de esta isla y de los actores que la han explotado, al tiempo que analiza el papel del gobierno y las leyes en este conflicto.

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Información

Año
2019
ISBN
9789587813494

Tiempo de la gloria:
proteger la vida, defender el ser

Nehemías1

Si la inundación de 2008 y la sentencia de la Corte Constitucional de 2011 fueron vistas como las voces de lo sagrado que anunciaron el tiempo divino para que los campesinos volvieran a la tierra, cuando llegué en el primer semestre de 2015 a vivir en la Isla de Papayal, el nuevo tiempo lo determinaba el portón de madera que los trabajadores de la empresa habían ubicado en el camino tradicional que de Buenos Aires conduce a la Hacienda Las Pavas y que servía de estandarte de la oposición a la posibilidad de recuperar la vida campesina en la isla.
En esos días, el profesor Eliud Alvear, quien ya había regresado al pueblo después de que la orden de captura en su contra fuera cancelada, me decía que los campesinos de la Asociación de Campesinos de Buenos Aires (Asocab) se encontraban en la misma situación en la que estuvo el pueblo judío en los tiempos de Nehemías2. Me explicó que Jerusalén había sido arrasada por Nabucodonosor, cuyos ejércitos destruyeron toda edificación de los judíos. Nehemías se propuso reconstruir Jerusalén a pesar de la presencia de sus enemigos, quienes decían: “4-2 ¿Qué hacen estos débiles judíos? ¿Hanles de permitir? ¿Han de sacrificar? ¿Han de acabar en un día? ¿Han de resucitar de los montones del polvo las piedras que fueron quemadas?” (De Reina y De Valera 1952). Para Eliud ese portón era un poderoso símbolo de los enemigos del retorno, de los enemigos de la reconstrucción, y solo una fuerza como la que Nehemías le había dado al pueblo judío podía combatir el temor y la desesperanza que reinaba entre los campesinos. Eliud me decía que era necesario transmitir a los campesinos de Asocab las palabras que Nehemías le dirigió a su pueblo: “2-20 Él, Dios de los cielos, Él nos prosperará, y nosotros sus siervos nos levantaremos y edificaremos”. Eliud veía necesario que los socios volvieran a depositar todo el poder de la fe en Dios. Así podrían recibir de él toda su protección, emprender el retorno defintivo a la tierra despojada y defender la vida de la isla.
El domingo primero de marzo de 2015, Asocab realizó una asamblea. Asistieron veinte socios. El profesor Eliud tomó la palabra y comenzó a dirigirse a los cinco socios que lograron permanecer en Las Pavas, a pesar de los hostigamientos de la empresa palmera durante los últimos años. Nombró a cada una de estas cinco familias y luego afirmó: “¿Por qué han permanecido estas familias? Por su paciencia, pero, sobre todo, por su fe”. Me fijé en el semblante de los socios a los que se refería el profesor Eliud y percibí que les despertó cierto halo de orgullo. De alguna manera, las palabras del profesor honraban su estoica labranza. El profesor cambió el rumbo de su mirada. Esta vez intentó buscar los rostros de los demás socios. Los rostros de todos aquellos que por diferentes motivos habían dejado de persistir en el retorno. Entonces le compartió a la asamblea de Asocab lo que el día anterior me había compartido personalmente: la historia de Nabucodonosor y Nehemías. Mirándolos fijamente, les dijo: “¿Por qué en vez de pensar en nuestros miedos, no nos ponemos a pensar en retornar otra vez? ¿No es este mes de marzo propicio para retornar, preparar la tierra y esperar las aguas de abril? ¿Por qué no aprendemos de Nehemías que reconstruyó sobre las ruinas que había dejado Nabucodonosor? ¿Por qué no aprendemos de Nehemías que, frente a la destrucción, respondió levantando de nuevo las casas en frente de quienes los habían humillado? ¿Por qué no aprendemos de Nehemías, que siempre confió en que Dios lo acompañaba en la reparación de su pueblo?”.
Las palabras del profesor conmovieron a todos los socios presentes en la asamblea. Otro campesino –que había retornado en el 2011 y lo había perdido todo por los ataques de los trabajadores de seguridad de la empresa palmera– se animó a responder. Ponía de presente sus miedos, compartía con todos sus hondos dilemas: “Yo no tengo ni un peso para retornar. No tengo dinero siquiera para sostener aquí en el pueblo a mi familia. Por lo menos, estando aquí en el pueblo, mis hijos pueden ir a la escuela, y en la escuela les dan algo de comida. Eso me alivia a mí en algo. Todos sabemos que los que están en estos momentos en Las Pavas no pueden venir a la escuela por el tema del portón. O si vienen, es por el otro camino, por el de Toronto, en donde se exponen a que se cumplan las amenazas de violación que han lanzado esos hombres de la empresa contra nuestras niñas. ¡No!... Es que yo no puedo dejar a mis hijos sin educación”.
Ante el peso de las razones del campesino, recordé la visión de tantos padres de familia en Colombia –entre ellos, los míos–, quienes, como si se tratase de una máxima incontrovertible, repiten: “Primero la educación, mijo”. Quizás por ello me causó tanta impresión la respuesta que formuló una de las mujeres, mujer que, en medio de las adversidades, ha podido defender su posición en el territorio desde el retorno de 2011. Con voz entrecortada, pero sin perder nunca la fuerza de lo que tenía por decir, manifestó: “¿Y para qué esa educación que tú tanto defiendes?, ¿tú no ves que aquí en Colombia esa educación hace que nuestros niños olviden el ser campesinos y se marchen del campo para tener trabajos malucos en las grandes ciudades? Todo este sacrificio que realizamos nosotros en la parcela es para dejarles algo a nuestros hijos, por eso, aunque en la casa haya tanta dificultad para que los niños sigan estudiando, nosotros decimos ‘¡primero la tierra!’”.
Este dilema moral planteado en la asamblea se trasladó a las calles del pueblo durante las siguientes semanas. A muchos socios se les escuchaba animados para lanzarse a un nuevo intento de retorno. Yo percibía una reactivación de las fuerzas vecinales, que en tiempos de siembra son vitales para los campesinos. Quizás al escuchar el rumor de retorno que corría por las calles del pueblo y al percibir el resurgimiento de esas fuerzas, la empresa palmera reaccionó con su propia estrategia. El lunes 9 de marzo llegaron dos botes por el río transportando cincuenta campesinos. Procedían de El Varal, un pueblo asentado en la orilla occidental del brazuelo de Papayal. Arribaron a un sector de la hacienda Las Pavas denominado La Quinta. Manifestaron que habían sido contratados por la empresa palmera para preparar el terreno para sembrar palma. Uno de los campesinos de El Varal me dijo que les estaban pagando $60 000 el jornal, tres veces por encima de lo que se acostumbra pagar en la zona. Ese lunes vi al profesor Eliud muy preocupado. Me senté a hablar con él. “Están poniendo a chocar campesinos con campesinos –me dijo–. Y ahora su gran arma es el dinero. Ya ni siquiera los campesinos que no están con Asocab quieren trabajar para ellos, por eso les toca traer el personal de El Varal tripicándoles la paga. Pelear contra el dinero es una cosa muy difícil. Y desmotiva mucho a los socios de Asocab. Los socios piensan ‘si yo me animo a retornar, no puedo llevar ni un peso a la casa para comprar comida, y para colmo de males, lo que yo haga en un día sin recibir dinero, otro, por dinero, me lo va a malograr. A nosotros nadie nos paga por construir, y a ellos les pagan por destruir’. ¡Así va a ser muy difícil retornar!”.
Vi que, además de las fuerzas vecinales activas, el retorno requería otro tipo de apoyos. Había que contagiar a todo aquel que tuviese la voluntad de aportar para el nuevo retorno, había que contagiar a todo el mundo de “la fuerza de reconstrucción de Nehemías”. El viernes 13 de marzo bajé al puerto de El Banco para escribir un correo electrónico a la red de organizaciones3 que ha acompañado a Asocab en su proyecto de recuperación de la vida campesina en la Isla de Papayal. Intentaba ponerlos en contexto de lo que estaba sucediendo, tratando de activar la fuerza misma de la red de acompañantes:
Como algunos de ustedes saben, desde hace más de un mes resido en Buenos Aires acompañando el proceso de retorno de Asocab, razón por la cual no podré participar en la importante reunión que se propone para hoy [en Bogotá]. / Quisiera compartir con ustedes algunos elementos, respecto del caso de Las Pavas:
  1. La principal fuerza o motor actual del retorno es el tiempo de siembra en el que nos encontramos [a partir del 17 de marzo se espera la llegada de las aguas, y si este tiempo se da, se inicia el sembrado hasta la mitad del mes de abril].
  2. De 107 socios actuales [representantes de núcleos familiares] aproximadamente 50 se encuentran activamente participando en el actual proceso de retorno a Las Pavas.
  3. A diferencia del retorno de 2011 que se realizó a parcelas individuales, y que por esta condición de desprotección fue repelido con tanta fuerza por la empresa palmera, el presente retorno se está realizando con un enfoque colectivo, en cinco sectores del predio con sus grupos de trabajo respectivos (aproximadamente 10 socios por sector).
  4. En este último período, en cada uno de estos sectores se ha realizado un apoyo e incentivo mediante aportes materiales y técnicos como los de Christian Aid (Corambiente-PAS) respecto de pozos de agua-ranchos-semillas-alimentación. Asimismo, PDPMM y Clínica Jurídica (Javeriana) realizan permanentemente el apoyo jurídico y de incidencia para respaldar y defender el proceso de retorno ante las instituciones. Todas estas organizaciones han aunado esfuerzos para apoyar el fortalecimiento organizacional de Asocab bastante resentido por los ataques a los retornos precedentes. En terreno, sobresale un acompañamiento bastante constante de los compañeros de ECAP y Peace Watch.
  5. Este actuar colectivo ha logrado fortalecer cinco posiciones estratégicas de retorno, las cuales en las siguientes semanas deberán tener: agua (pozos)-ranchos de cuidado-terreno preparado-cultivo.
  6. En este momento, el objetivo fundamental es defender las posiciones actuales, y que esta defensa anime en las últimas semanas a otros socios, para aumentar la ocupación productiva del predio.
  7. Por informaciones que circulan en Buenos Aires, el abogado en terreno de Aportes San Isidro, Danilo Palacios, ha dado la orden –tanto a policías como a los trabajadores de la empresa de seguridad, comandada por Mario Mármol– de impedir el retorno: a) quemando y tumbando los ranchos, b) impidiendo la circulación manteniendo incólume el portón, c) intimidando a los socios, y d) matando animales.
  8. Frente a estas acciones hemos reaccionado, en primer lugar, con la presencia de los grupos en el terreno, y en segundo lugar, con acciones jurídicas permanentes que, inmediatamente, increpan a la policía local sobre las actuaciones ilegales que tienen como finalidad bloquear el retorno de Asocab. Hasta el momento, esta estrategia ha funcionado en la defensa de las posiciones. Pero la situación es de una tensión permanente, pues se nos dice que muchos de los traslados de la policía son financiados por la misma empresa palmera.
  9. Dado que la estrategia usada para destruir el retorno del 2011 no les está funcionando, están implementando una estrategia diferente que, por lo demás, ya habían ensayado previamente, adicionándole algunas variaciones: La estrategia consiste en autorizar a unos campesinos del vecino corregimiento de El Varal para que preparen tierra en frente de uno de los sectores más activos de Asocab. Esta autorización de trabajo de la empresa se beneficia porque es cercana a una mayoría que tiene en el costado oriental del río denominada La Quinta que es usado como rancho de trabajo y de alimentación por los campesinos foráneos. La posición oficial de la policía, que se mueve a solicitud de Danilo Palacios, es que tiene que ser “neutral” en este conflicto y que tiene que dejar trabajar a los campesinos.
Me he permitido realizar esta larga contextualización para subrayar que estamos construyendo un escenario diferente al del retorno de 2011, para poder garantizar la permanencia en el territorio, y para hacerlo, necesitamos aunar todos los esfuerzos como organizaciones acompañantes y por esta vía también contribuir a fortalecer los ánimos de los socios para el retorno.
La respuesta de las organizaciones acompañantes fue inmediata. Se comunicaron con la junta directiva de Asocab para ofrecer apoyos materiales y logísticos. Con estos soportes se podían cubrir, sobre todo, los gastos para la construcción de los ranchos de cuido y para el abastecimiento de agua mediante pozos. Faltaba solventar aún el dinero para correr con los gastos de alimentación de las familias mientras se realizaban las labores del retorno. A la asamblea del domingo la junta directiva no podía llegar sin ofrecer alguna respuesta a esta cuestión. Se les ocurrió una idea. D...

Índice

  1. Portada
  2. Portadilla
  3. Página legal
  4. Contenido
  5. Agradecimientos
  6. A modo de presentación
  7. Introducción Mientras agoniza
  8. Conflicto de fenomenologías y legitimidad de la violencia
  9. Paz de los expertos y teodiceas seculares
  10. Transvaloración y violencia: construcción de paz en la vida cotidiana
  11. Actos de habla estatal y prácticas de exterminio
  12. Tiempo de la gloria: proteger la vida, defender el ser
  13. Bibliografía