SEGUNDA PARTE
Derribando muros:
las corporaciones y el escenario extraproductivo
Gorosito. Foto de la serie Trabajadores del petróleo.
Foto: Paulina Siciliani y Hernán M. Palermo.
CAPÍTULO 3
Colonizaciones sin fronteras: hegemonía empresaria fuera de los límites del espacio de trabajo
Introducción
Una de las dimensiones que se transformó profundamente en el marco de la reconfiguración de las relaciones de hegemonía es la que hace al rol de las empresas en las cotidianeidad de los trabajadores fuera del espacio de trabajo. El despliegue de los sistemas corporativos no se reduce a la organización y gestión de los trabajadores en su relación con el proceso productivo, sino que se extiende a través de diversos dispositivos hacia múltiples aspectos vinculados con la esfera de la reproducción. El foco en estos dispositivos echa luz sobre la empresa como agente activo y operante en la construcción de territorialidad. La apuesta gerencial es posicionar a la empresa como un actor relevante en la vida de la comunidad, sea desplazando a, o complementándose con, los diversos niveles de intervención estatal. La cristalización de esas intervenciones se verifica en políticas de responsabilidad social empresaria (RSE) y en la relevancia organizacional que adquiere la gerencia de relaciones con la comunidad.
En el período histórico objeto del análisis de este libro, es posible identificar un sendero de desarrollo particular para este tipo de intervenciones empresariales, cuya articulación e inclusión en los sistemas corporativos avanza a través de la especialización de las relaciones con diferentes actores de las comunidades de emplazamiento. Al mismo tiempo, este tipo de políticas prolonga y, a la vez, transforma formas históricas de intervención empresarial en el ámbito extraproductivo/la esfera de reproducción que contribuyeron a modelar las comunidades fabriles, las prácticas y las tradiciones organizativas específicamente en esferas como salud, educación o vivienda.
Los cambios y las continuidades identificadas en los casos estudiados ponen de manifiesto que la intervención de los capitales particulares en la dinámica social y económica de los territorios de emplazamiento resulta un aspecto central en la configuración social e histórica de las relaciones de clase. De esta manera, la vinculación entre empresas y comunidades se ha vuelto un tópico recurrente en los estudios sobre la clase trabajadora, especialmente en lo que hace a los debates historiográficos sobre su formación. Es así como, partiendo del análisis del vínculo entre empresas y comunidades, se concreta el análisis de los procesos de industrialización, deconstruyendo modelos abstractos y mecanicistas de desarrollo industrial, de formación de mercados de trabajo y de desarrollo de la subjetividad obrera.
Detenernos por un momento en los estudios historiográficos y antropológicos sobre esta materia nos permitirá poner en tensión los conceptos y las categorías acuñadas, a la luz del desarrollo del capitalismo contemporáneo. Estos estudios se centraron en las categorías de company town, “paternalismo industrial” o “sistemas de fábrica con villa obrera”, para indagar las particulares relaciones que se construyen en espacios sociales en los que el control de un capital singular se extiende hacia el ámbito de la reproducción de la fuerza de trabajo, mediante la propiedad de las viviendas y de los medios de consumo obrero en el mediano plazo (Baldaloni y Simonassi, 2013; Palermo y Soul, 2009; Palermo, 2012).
De conjunto, las categorías citadas fueron acuñadas para interpretar diferentes articulaciones entre las esferas productiva y reproductiva en comunidades urbanas. Independientemente de las problemáticas concretas que cada una enfoca, todas se preocupan por indagar el vínculo entre los dispositivos empresariales de construcción de la territorialidad y la experiencia de la clase obrera (en sentido thompsoniano). En esta muestra se han construido perspectivas sumamente fructíferas, relativas al problema del despliegue de las relaciones de hegemonía. Un denominador común es que todas ellas contemplan entramados relacionales que vinculan al Estado (en sus diversas instancias y articulaciones institucionales), las empresas (en sus múltiples direcciones de expansión institucional) y las organizaciones sindicales y de la “sociedad civil” que agrupan a los trabajadores (Soul, 2013).
En estos contextos, el proceso de industrialización equivale a –y se superpone físicamente con– la producción de un entramado de relaciones de control que vehiculiza la proletarización de conjuntos sociales en regiones “vacías” y se ha vinculado históricamente con la forma de enclave (Salvia y Panaia, 1997). Esta mirada tiende a observar las ciudades industriales como producto del accionar de fuerzas sociales diversas que pugnarán por imprimir sus huellas en un espacio social atravesado por prácticas empresariales y estatales pero también sindicales y obreras. La indagación comparada evidencia tanto la extensión del control empresarial con relativa independencia de las relaciones de propiedad específicas como la impronta de las prácticas obreras en aquellas ciudades “planificadas” con fines específicos por las empresas (Herod, 2010: 15). En el mismo sentido se desarrolla la investigación de María Isabel Lupano (2009), quien examina la configuración urbana de diferentes ciudades-fábrica como expresión de diferentes –y cambiantes– estrategias de disciplinamiento y subjetivación de la clase obrera, vinculadas a configuraciones ideológicas provenientes del espacio europeo, vueltas prácticas sociales a través de empresarios inmigrantes.
Entre tanto, la forma de propiedad del capital y las formas de intervención estatal son los elementos centrales en la definición del modelo de sistema de fábrica con villa obrera (SFVO) (Leite Lopes, 1986). El monopolio del capital industrial y del capital inmobiliario es el elemento definitorio en la configuración de relaciones de clase categorizadas como de servidumbre burguesa, en tanto el control de la empresa extendido al ámbito urbano constituiría un poderoso elemento extraeconómico de coacción. Se trata de un modelo dinámico, en el que el desarrollo del mercado trabajo y la profundización de las relaciones capitalistas en el territorio marcan el ciclo final del SFVO, aunque no de las formas de control de la compañía por cierto. En este despliegue, las formas e instituciones estatales centralizadas y las instituciones laborales adquieren relevancia en la vida de la comunidad obrera, con el consecuente retroceso de la empresa como única expresión de la dominación.
Las investigaciones fundadas en la tradición funcionalista y culturalista de la sociología y la antropología estadounidenses abordaron –en clave de “disfuncionalidades” y “desequilibrios”– las transformaciones que los procesos de industrialización acarreaban sobre las comunidades (Warner Lloyd, 1941). Tanto sociólogos como antropólogos se preguntaban por las disrupciones organizacionales que generaba la instalación de industrias y por la forma en que ellas eran procesadas y transformaban las jerarquías, los sistemas de estatus y los valores prestigiados en las comunidades, en un esfuerzo por establecer un continuum dinámico entre los polos de la relación (Arensberg, 1942).
Desde una mirada crítica de esa tradición e incorporando la noción de hegemonía empresaria, June Nash (2015) avanza en la indagación de las relaciones entre empresa y comunidad en Estados Unidos. La diferencia fundamental respecto de las categorías precedentes radica en la historicidad que la gran empresa adquiere como factor de industrialización, lo que expresa el modo dominante de este proceso en ese país. En efecto, Nash analiza la constitución de hegemonía empresaria en un proceso de concentración de capitales ya existentes y a partir del conflicto con una clase obrera con tradición organizativa y un mercado de trabajo ya formado.
En todos los casos, son los procesos de industrialización y de formación de la clase obrera los disparadores para el análisis de las relaciones entre empresa y comunidad de emplazamiento. La mayoría de las investigaciones identifican un conjunto de transformaciones que se desarrollan desde la década de 1920 –según los países– y avanzan en diferentes categorizaciones relativas al modo en que las relaciones entre empresas y comunidades contribuyen a configurar los procesos de producción de subjetividad.
Como anticipamos, como producto de esta investigación adquieren relevancia las relaciones contemporáneas entre empresas y construcción de territorialidad, en tanto hemos identificado la continuidad de estas relaciones como una fuerza operante en la disputa por la producción de subjetividad. De modo que, en este capítulo, avanzaremos registrando las principales cualidades que adquiere el despliegue de los sistemas corporativos en las comunidades fabriles.
En el siguiente apartado abordaremos la conformación de las experiencias obreras en dos empresas clave del desarrollo industrial de la argentina: YPF y Somisa. Para ambos casos nos situamos en el período estatal de las empresas. Lo particular de estos dos casos, con relación a los propósitos del presente capítulo, es que las experiencias del colectivo de trabajo de YPF y Somisa se desenvolvieron dentro de un proceso hegemónico particular dinamizado a partir de formas específicas de intervención empresarial en la cotidianeidad fuera del espacio de trabajo.
Hegemonía empresaria en la esfera de la reproducción: una aproximación a casos históricos
El proceso de investigación que nutre este trabajo involucra casos de empresas cuya instalación generó profundas transformaciones estructurales en las regiones en que se localizaron, principalmente en relación con la magnitud del capital movilizado. Las transformaciones se desplegaron tanto en la estructura productiva como en la conformación urbana y en las relaciones sociales cotidianas, que pasaron a estar en gran parte mediadas por la presencia de estas empresas.
La sola instalación de una gran empresa produce un nivel de movilización de trabajadores y equipamientos que dinamizan la economía de servicios y la instalación de infraestructura. Es así que, con la construcción de Somisa, la ciudad de San Nicolás en la provincia de Buenos Aires se convirtió desde la década del 50 en un polo de atracción de trabajadores provincianos –provenientes de zonas cuyas economías regionales estaban en declive– que se sumaban a los gringos –ingenieros y técnicos estadounidenses y alemanes– y a los administradores y gerentes porteños, provenientes de la casa central de la empresa. Un proceso similar, si bien con mucha menos presencia de técnicos e ingenieros extranjeros, se documenta para la vecina ciudad de Villa Constitución, provincia de Santa Fe, en la que se estaba instalando la planta de Acindar. Del mismo modo que las instalaciones petroleras en la provincia de Chubut, la misma instalación de una gran empresa dinamiza la llegada de población y estimula la expansión de los sectores de servicios e infraestructura. El grueso de la población que arriba lo hace alentada por la expectativa de emplearse en la gran empresa o –como en el caso de la mayor parte de los somiseros– en alguna de sus contratistas.
Nos interesa particularmente poner de relieve el modo en que las empresas instaladas en un territorio concreto direccionaron, o al menos incidieron, en los procesos de expansión mencionados, toda vez que es posible identificar diferentes modalidades de intervención empresarial en la esfera de la reproducción. No obstante, y a pesar de estas diferencias, la apuesta empresarial por sostener y prolongar las prácticas disciplinantes más allá de los muros fabriles se expresó en articulaciones relativas al tiempo de ocio y a la vida familiar que contribuyeron a la emergencia de una subjetividad productiva disciplinada al trabajo industrial.
En este sentido, tanto YPF como Somisa consolidaron una estrategia de intervención de la reproducción de la fuerza de trabajo como formas extensivas de la hegemonía empresaria hacia el territorio, que involucraba incluso la cuestión de la vivienda. Por eso YPF y Somisa son casos paradigmáticos de extensión de la hegemonía en el ámbito extraproductivo que nos interesa describir con el fin de identificar continuidades y rupturas a partir del advenimiento de los nuevos sistemas corporativos. Ambas empresas han desplegado históricamente una serie de instituciones recreacionales, educacionales, de salud, etc., que fueron constitutivas de la vida cotidiana de los trabajadores y sus familias. Este tipo de intervenciones contribuyeron a la conformación de colectivos relativamente diferenciados del resto de los trabajadores de las ciudades y los emplazamientos urbanos más cercanos, entre otras cosas por sus mejores condiciones de reproducción.
Las intervenciones empresariales en la esfera extraproductiva contenían una doble faceta: de una parte, la contribución a la reproducción material de la vida de los trabajadores y sus familias. De otra parte, la construcción de vínculos de identificación y sociabilidad referenciados en las empresas, que generaron procesos de autoadscripción (a través de apelativos como somiseros o ypefeanos). En particular, el sentido vinculado al carácter industrial y estatal de la actividad y sobre todas las cosas la asociación entre trabajo e “interés nacional”, por contraposición al “afán de lucro” que caracterizaría al resto de las empresas.
El modo de intervención de cada empresa difería tanto en el alcance y la magnitud de las instituciones como en el tiempo de desarrollo. Por una parte, la intervención de YPF en la constitución del enclave comodorense durante las primeras décadas del siglo XX constituirá un paradigma para las formas de reclutamiento y gestión de la fuerza de trabajo tanto para la misma empresa en otras regiones como para otras empresas vinculadas al Ejército (Cabral Márquez y Crespo, 2006). Por otro lado, los diferentes momentos históricos en que cada empresa se crea también determinan diferencias en las formas de intervención concretas. Cuando la mayor parte de las instituciones tuteladas por la empresa siderúrgica se ponen en marcha –casi contemporáneamente con las unidades productivas de la empresa– la compleja formación social que constituía el enclave petrolero comodorense ya llevaba varias décadas de desarrollo. Además, mientras que los espacios petroleros marcaban una mayor distancia entre espacio de trabajo y reproducción, la relativa cercanía entre Somisa y el centro urbano nicoleño, así como el desarrollo más importante de las vías de comunicación, facilitaba las relaciones entre los habitantes del barrio residencial, el resto de los trabajadores, la empresa y la ciudad.
En términos generales Somisa replica las modalidades de intervención de los capitales estadounidenses que se hicieron cargo de su instalación (Mosher, 1995). El reclutamiento y la gestión de la fuerza de trabajo se estructuraron a través de dos instancias paralelas: los técnicos e ingenieros eran especialmente convocados en universidades y escuelas técnicas y la empresa les aseguraba vi...