Economía española en 650 palabras
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Economía española en 650 palabras

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Información del libro

Este libro es una selección de cincuenta y tres artículos publicados en diversos medios españoles, a los que se añadí once editoriales del informe Carta de Economía Española, cuya elaboración dirijo. En todos los artículos (publicados entre mayo de 2014 y septiembre de 2016) intento ser claro, breve y preciso. Evito el lenguaje técnico y utilizo palabras simples. Cada artículo tiene unas 650 palabras y siempre aporto datos para respaldar mis opiniones. Este libro es útil como una introducción no técnica a los grandes temas económicos de actualidad. Los estudiantes de economía pueden tener a través de estas páginas ejemplos de cómo la teoría económica se convierte en un análisis concreto. "No es habitual encontrar artículos de economía que, al mismo tiempo que son claros, resultan técnicamente precisos y ofrecen una lectura amena. Tener esta colección de artículos es un verdadero lujo para todos aquellos que quieran aproximarse a la economía de un modo práctico y sin un lenguaje complicado, ya sean estudiantes, empresarios o público en general." del prólogo de Manuel Llamas Fraga.

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Sí, puedes acceder a Economía española en 650 palabras de Diego Barceló Larran en formato PDF o ePUB, así como a otros libros populares de Économie y Conditions économiques. Tenemos más de un millón de libros disponibles en nuestro catálogo para que explores.

Información

Año
2016
ISBN
9788468698557
Artículos agrupados por temas
Economía

general
Por qué esta recuperación no es solo “brotes verdes”
Si hace algo más de un año éramos pocos los que pronosticábamos que en 2014 la economía española crecería cerca de 1%, ahora “somos legión”. Más allá del consenso alcanzado entre los economistas, hay mucha gente que desconfía de la recuperación. Es el caso del ciudadano común, pero también de pequeños empresarios, profesionales y, en particular, de los parados.
La desconfianza tiene un origen claro: todos recordamos cuando la entonces ministra Salgado, en mayo de 2009, dijo que en pocas semanas se verían “brotes verdes”. La verdad es durante 2010 se insinuó una recuperación que luego no se concretó.
En 2010 los indicadores de confianza mejoraron de modo significativo, la producción industrial creció 0,9% (la fabricación de turismos lo hizo 5,6%) y el déficit externo ya se había reducido a la mitad (desde 10% del PIB en 2008 hasta 4,5% en 2010). La tasa de paro “apenas” rondaba el 20%, la calificación de riesgo de Standard & Poor’s era AA (ahora es BBB-, seis escalones menos) y la prima de riesgo recién al final del año subió hasta 200 puntos básicos.
A pesar de eso, tras caer 3,8% en 2009, el PIB cayó 0,2% en 2010 y apenas se recuperó 0,1% en 2011. En pocas palabras, los “brotes verdes” no fueron tales y esa es la experiencia que ahora genera desconfianza. Si entonces la recuperación fracasó, ¿por qué creer que ahora se consolidará?
La primera diferencia hay que buscarla en la política económica. Si en aquel entonces los “brotes verdes” fueron el resultado de la estrategia equivocada e imposible de recuperar la economía sobre la base del gasto y el déficit públicos, ahora se hace lo opuesto, como medio para recuperar la confianza y, a partir de ella, la inversión, el consumo y el empleo. En 2009, el déficit público alcanzó al 11,2% del PIB, el máximo histórico en tiempos de paz, mientras que en 2013 el mismo fue de 6,6%, con lo que se alcanzó el objetivo de déficit acordado con Bruselas por segundo año consecutivo.
La situación de las finanzas públicas está detrás de la segunda gran diferencia, que es el movimiento de capitales. En 2009 hubo una salida neta de 30.000 millones de euros, a la que siguió un ingreso de solo 10.000 millones de euros el año siguiente. En los últimos doce meses, en cambio, el ingreso neto de capitales a la economía española fue de más de 50.000 millones de euros. Eso permite comprender la recuperación de los depósitos bancarios de los hogares y de las empresas no financieras.
El sistema bancario es la tercera gran diferencia entre la fallida recuperación de 2010 y la actual. El mismo se ha consolidado (han desaparecido unas 40 entidades) y capitalizado, habiendo superado un riguroso examen de sus balances en un ejercicio hasta ahora inédito.
Tampoco puede dejar de mencionarse la reforma laboral. En 2010 los costes laborales seguían creciendo. En la actualidad, gracias a la moderación salarial y las ganancias de productividad, los costes laborales unitarios reales son 12% inferiores a los de hace tres años. La mejora de la competitividad justifica el buen comportamiento de las exportaciones.
No menos importante es el hecho de que la deuda privada, que continuó aumentando hasta mediados de 2010, desde entonces se redujo en unos 282.000 millones de euros.
Es verdad que ahora hay cerca de dos millones menos de ocupados, lo que reduce la demanda de las familias en unos 2.000 millones de euros cada mes. También es más elevada la presión impositiva. Además, desde 2010 han desaparecido cerca de 100.000 empresas y autónomos de los registros de la Seguridad Social.
Estos factores adversos, unidos a la necesidad de seguir recortando el déficit fiscal y la deuda privada, harán que se trate de una recuperación frágil y lenta. Crecer 1% es apenas una tercera parte del crecimiento anual medio de los 30 años anteriores a la crisis. Aun así, 2014 podría ser el año de mayor crecimiento de los últimos seis.
Cataluña Económica, 25-5-2014
http://bit.ly/29x3dnS
¿Estimular el consumo para reactivar la economía?
Seguramente el lector habrá oído decir más de una vez que para reactivar la economía hace falta estimular el consumo. En efecto, el consumo puede ayudar al crecimiento económico siempre y cuando antes haya una producción que consumir. Lo diré de una forma sencilla. Si nos dan dos caballos y una carreta avanzaremos, …siempre que pongamos los caballos delante de la carreta. Si pusiéramos la carreta por delante de los caballos no iríamos a ningún sitio. Con la producción y el consumo pasa algo similar: el consumo ayuda a crecer si antes se han producido mercancías listas para ser consumidas.
Cuando en la Universidad uno toma un curso de macroeconomía, lo primero que hace el profesor es escribir en la pizarra la “identidad macroeconómica fundamental”. La misma nos dice que, “por narices” tiene que cumplirse la siguiente igualdad:
PIB = Consumo + Inversión + Exportaciones – Importaciones
En España, en números gruesos (datos anuales de 2013), el Consumo equivale al 79% del PIB y la Inversión al 18%, mientras que el restante 3% es la diferencia favorable entre las Exportaciones (de mercancías y servicios, que alcanzan al 34% del PIB) y las Importaciones.
De la interpretación superficial de esa “identidad” surge la idea aparentemente obvia de que el estímulo al Consumo es la vía para el crecimiento y la prosperidad. Sin embargo, lo que en realidad nos dice la misma es que la producción (PIB) puede tener tres destinos: el consumo, la inversión o la venta al exterior. Las importaciones permiten consumir (o invertir) bienes no producidos localmente, e incluso hacerlo por encima de nuestras posibilidades (es decir, más allá de lo que hayamos producido).
El hecho es que si se estimula el Consumo y no la producción, puede ocurrir que aquel crezca y que al mismo tiempo lo hagan las Importaciones, quedando el PIB igual que como estaba. Un ejemplo sería un estímulo al Consumo que derivara en un aumento de compras de productos tecnológicos importados. A pesar de los beneficios que obtendrían los comerciantes que vendieran esos productos a los consumidores, el PIB de España no crecería, porque el aumento del Consumo sería compensado por el incremento de las Importaciones. Sí, en cambio, habría crecido el PIB de los países que nos exportaran esas mercancías.
En todo caso, si lo que se busca es poner en marcha una economía estancada, es mucho más efectivo estimular la Inversión. Mientras que con el Consumo el estímulo inicial se diluye en el corto plazo, incentivar la Inversión en maquinaria, por ejemplo, permite aumentar la producción durante varios años.
Si, en términos teóricos, el aliento al Consumo es cuestionable, lo es más aún en el caso español. La economía española está muy endeudada. La suma de las deudas pública y privada ronda el 300% del PIB. De la misma manera que una familia o una empresa, una economía muy endeudada necesita ahorrar. En macroeconomía, aumentar el ahorro significa que el PIB crezca más que el Consumo. O, de otra manera, que las Exportaciones y la Inversión se expandan más deprisa que el Consumo.
Así, lo aconsejable para acelerar el crecimiento es estimular la producción mediante incentivos a la Inversión. En lugar de subsidios (que siempre conllevan un grado de discrecionalidad), es mucho más sostenible y efectivo crear las condiciones para que la inversión resulte atractiva (rentable), tanto...

Índice

  1. Prólogo
  2. Sobre el autor
  3. De qué va este libro
  4. Medios en los que se publicaron los artículos (mencionados por orden alfabético)
  5. Agradecimientos
  6. Contexto Editoriales del informe trimestral Carta de Economía Española
  7. Artículos agrupados por temas