El patio inglés
eBook - ePub

El patio inglés

  1. 160 páginas
  2. Spanish
  3. ePUB (apto para móviles)
  4. Disponible en iOS y Android
eBook - ePub

El patio inglés

Detalles del libro
Vista previa del libro
Índice
Citas

Información del libro

La nueva novela de Gonzalo Garrido es una historia íntima y universal sobre la vida, el desencanto y el dolor. El autor de Las flores de Baudelaire centra su atención en los conflictos familiares, en lo injusto de algunos planteamientos de nuestra sociedad, en la dificultad para afrontar nuestro propio destino.El protagonista, Pablo, es un joven de los años ochenta que ha comenzado Derecho y que vive con su familia en un piso que da a un patio inglés. Los fines de semana sale con sus amigos a emborracharse, ha tenido alguna novia y forma parte de un círculo literario que le ha permitido publicar un artículo bastante polémico en un periódico. Sus padres le notan distante, apático y a vueltas con el mundo, una actitud común en la gran mayoría de los adolescentes. Sin embargo, un día, ante el asombro e incomprensión de sus progenitores, abre la ventana del comedor y se lanza al vacío.El patio inglés combina dos monólogos interiores padre e hijo que relatan una dura historia familiar, mezclando pensamientos íntimos, reproches mutuos, crítica social y búsqueda de respuestas.Esta novela se suma a una larga tradición literaria como Carta al padre, de Kafka, o Demian, de Hermann Hesse, donde las relaciones paternofiliales son causa de incomprensión permanente.

Preguntas frecuentes

Simplemente, dirígete a la sección ajustes de la cuenta y haz clic en «Cancelar suscripción». Así de sencillo. Después de cancelar tu suscripción, esta permanecerá activa el tiempo restante que hayas pagado. Obtén más información aquí.
Por el momento, todos nuestros libros ePub adaptables a dispositivos móviles se pueden descargar a través de la aplicación. La mayor parte de nuestros PDF también se puede descargar y ya estamos trabajando para que el resto también sea descargable. Obtén más información aquí.
Ambos planes te permiten acceder por completo a la biblioteca y a todas las funciones de Perlego. Las únicas diferencias son el precio y el período de suscripción: con el plan anual ahorrarás en torno a un 30 % en comparación con 12 meses de un plan mensual.
Somos un servicio de suscripción de libros de texto en línea que te permite acceder a toda una biblioteca en línea por menos de lo que cuesta un libro al mes. Con más de un millón de libros sobre más de 1000 categorías, ¡tenemos todo lo que necesitas! Obtén más información aquí.
Busca el símbolo de lectura en voz alta en tu próximo libro para ver si puedes escucharlo. La herramienta de lectura en voz alta lee el texto en voz alta por ti, resaltando el texto a medida que se lee. Puedes pausarla, acelerarla y ralentizarla. Obtén más información aquí.
Sí, puedes acceder a El patio inglés de Gonzalo Garrido Ávila en formato PDF o ePUB, así como a otros libros populares de Literatura y Literatura general. Tenemos más de un millón de libros disponibles en nuestro catálogo para que explores.

Información

Año
2014
ISBN
9788415900740
Edición
1
Categoría
Literatura

1

tres pisos son muchos pisos incluso para un ser tan leve como tú, lleno de ilusiones nunca compartidas, sólo contigo, tal vez con tus amigos, no lo sé, pero existentes estoy seguro, aunque sea por intuición, ya que tu mundo me resulta extraño, quizá ajeno, pues nunca me has dejado entrar en él —¿o no he querido entrar en él?—, y muchas cosas han cambiado entre tu generación y la mía, las suficientes como para que me sienta desorientado y en alguna medida cobarde para afrontar lo que me espera
un mundo, el tuyo, sensible, rico, de una extraña fortaleza para tu edad, en el que te he visto luchar por aquello que deseabas con ahínco, con ciega voluntad, como cuando aprendiste a escribir con la zurda por el simple hecho de demostrar que eras capaz, o cuando ataste una mosca a un hilo y la enseñaste a la familia diciendo que era un globo animado, o aquella noche que te pasaste sin dormir dibujando cuadros minúsculos con ángeles negros que nada bueno presagiaban
pero reconocerás, querido hijo, que dieciocho años no son suficientes para decidir sobre tu vida, a pesar de que a ti te parezcan una barbaridad porque, al principio, siempre al principio, los días transcurren con lentitud extrema y nuestras vidas van a remolque de las horas, mas no te equivoques, eso sólo sucede en la niñez, en la infancia, incluso en la juventud, después, con los años, el tiempo se nos sube encima y nos jalea sin respiro hasta desembocar en las puertas del infierno
y digo infierno con conocimiento de causa, como lo oyes, porque iremos al infierno sin remedio, sólo tu madre, mujer íntegra, católica, quizá por su comportamiento y por sus amistades, se salve, pero desde luego yo no, y tampoco deseo que lo hagas tú, hijo mío, seguro, lo digo por egoísmo, prefiero que vayamos juntos adonde sea, adonde la naturaleza nos mande, sin pretensiones ni búsquedas de privilegios, que eso lo dejamos para esta tierra, para los tribunos de turno de nuestra bendita patria que tanto daño han hecho
la mayoría hemos cruzado en nuestra larga travesía vital por esa frontera tan delgada entre la vida y la muerte y hemos pasado por situaciones parecidas, desengaños, desencuentros, hastío, no tan dramáticas, claro está, entre otras razones porque en nuestra época la necesidad apremiaba y nadie estaba para cometer locuras de ese calibre que arruinaran a la familia, pero hacíamos nuestros pinitos y jugábamos a esperar al tren en las vías o a tirarnos de cabeza en los ríos con el peligro de rompernos la espalda, aunque al final siempre había un sexto sentido que nos ayudaba a recapacitar, a frenar, a parar unos segundos antes de la tontería última; bueno, no todos, porque tu tío Manolo se rompió la pierna por tres sitios y su padre, del enfado, le quebró un cuarto hueso
lo tuyo, sin embargo, Pablo, no ha sido un accidente, una vuelta de tuerca más, lo tuyo ha sido algo diferente, atroz, definitivo; ignoro el castigo que nos querías infligir a tu madre y a mí con ese salto al vacío que tanto nos ha estremecido

A

Estudio primero de Derecho, no por vocación. No tengo vocación por nada, quizá por ser feliz, pero sé que es imposible. No soy feliz porque camino sin descanso por rutas anegadas de incertidumbre sin llegar a ningún lugar. Me pierdo o me canso y parece que giro sobre mí mismo sintiendo una angustia difícil de explicar que sólo produce insatisfacción.
Soy una persona triste, con un futuro negro, que no aguanta la tristeza de los demás. Cuando salgo a la calle estoy con gente conocida, amigos, y pongo todo mi ingenio para animar la conversación, para hacer sonreír mientras por dentro me siento desdichado.
Mi paso de la niñez a la adolescencia fue un duro golpe. Yo había leído muchos libros sobre la amistad, el compañerismo, la solidaridad. Pensaba que el mundo era fiel reflejo de esas historias noveladas. Enseguida noté que no era así. Descubrí la decepción donde otros encontraban lo justificable. La convivencia fue compleja. Mis gustos no coincidían con los de mi alrededor y decidí encerrarme dentro de mí. Prometí que nunca enseñaría mis sentimientos a nadie. Hasta el momento lo he cumplido con creces.
Ahora soy un escéptico, sólo confío en mí y en mis fuerzas y dejo que cada uno haga lo que quiera; yo no soy nadie para juzgar, aunque a veces no pueda evitarlo.
Mi vida, por lo demás, transcurre de un modo anodino, de casa a la universidad, de la universidad a casa. También suelo participar en los actos que organiza un círculo literario al que pertenezco desde hace un año. Los fines de semana, los amigos solemos dar una vuelta sin un destino definido. Nos gusta deambular por las calles y beber mucho, cuanto más mejor, porque pensamos estúpidamente que así nos fortalecemos; lo único que conseguimos son grandes borracheras, más de una escandalosa vomitona y resacas bestiales.
No amo la vida, no deseo la muerte, ni le tengo miedo, únicamente respeto, pero no puede ser peor que un mundo lleno de miseria, de egoísmo, donde no hay paz, donde somos máquinas descontroladas. No me agrada lo que veo y no me conformo con decir que apenas se puede hacer nada.
Desearía estar en cualquier parte, en algún lugar, con la gente que quiero, si es que quiero, que está por ver, sin ruidos, ni humos, ni porquería. Sin mentiras, por favor.
Dudo hasta de la duda y no lloro, ya que no soluciona nada. ¿Por qué no estaré conforme con lo que me ha tocado? Siempre me entretengo en la parte negativa de las situaciones y puedo asegurar que cansa.
Ignoro si escribir mis pensamientos sirve para desahogarme o para acrecentar el regodeo en mis miserias. En cualquier caso, no quiero que nadie lea este diario hasta mi desaparición física, porque he aprendido que el poder de las personas está en una discreta ignorancia de sus sentimientos.
Mi madre dice que la vida es un don de Dios; yo no lo creo. No puede haber alguien tan equivocado como para consentir esta maldad. Y no me vale que esto sucede porque el hombre es libre. No es cierto. Desde que nacemos estamos condicionados. Yo puedo jurar que no he elegido ni mi color de piel, ni mi familia, ni mi idioma, ni mi país. Y ahora tampoco puedo cambiar nada, ni ser diferente. Si hubiese sido Dios me habría aplicado en poner más orden en la vida y algunos alicientes extras, no sólo sexo, aunque tampoco está tan mal, hay que reconocerlo.

2

lo de menos es que estés inconsciente en el quirófano, podría haber sido peor, quiero creer que podría haber sido peor, lo de más es que saltaste al vacío en nuestra presencia como un acto reivindicativo de algo que no logro entender, como un agravio sin límites, un ataque en toda regla, una penalización extrema
eso me asusta, me desencaja, hace que no sea capaz de sentir mi corazón, ese corazón desconsolado que tanto ha sufrido a lo largo de su vida y que ahora queda mudo del horror, petrificado ante el hecho en sí de buscarte la destrucción
si era un castigo, querido hijo, házmelo saber para que podamos corregir nuestros comportamientos, para que logremos entender y buscar alguna solución a este malestar que te causamos, que siempre hay soluciones para todo en esta vida, excepto para la muerte, pues todavía no somos capaces de entenderla por mucho que prediquen los curas
si no lo era, ¿por qué has tomado una iniciativa tan radical que ataca los fundamentos de la existencia del individuo?, ¿por qué perdiste el sentido de la vida y te desorientaste como las ballenas embarrancadas en la playa?, ¿qué te hizo despegarte de ti mismo y buscar la aniquilación propia como única salida?, ¿por qué te olvidaste de nosotros, de tus padres, de tu madre y de mí?
soy incapaz de entenderlo, pues sólo fanáticos o desequilibrados realizan acciones así, gente que se quema a lo bonzo delante de las cámaras de televisión reivindicando el Tíbet o que se explota con una bomba para extender el terror, personas que se aniquilan con un ritual meticuloso repleto de una simbología extraña; pero no tú, mi hijo, nuestro amado hijo, tú no

B

Desde la última vez que escribí han pasado varias cosas significativas; la principal, que salgo con una chica. La verdad es que no sé si la quiero, querer de amor. Tiene grandes virtudes, pero lo mío ignoro si es amor, deseo, necesidad de cariño o, algo peor, obsesión.
El hombre y la mujer deben llegar a un equilibrio entre amor y deseo. Es en ese punto donde debe encontrarse la felicidad. No resulta sencillo.
Reconozco que no es guapa, aunque yo tampoco soy muy atractivo con esta nariz torcida y mi horrible ceceo. Somos tal para cual. Creo que salir con una persona es algo serio. No se puede jugar porque se daña la integridad del otro. Sólo en el amor he encontrado cierta paz interior. Pero también sucede que el desamor es una especie de espada de Damocles. Menos mal que mi mente lo aguanta todo. Me estimula la soledad y la contradicción.
Si tuviera fuerzas para emprender algo digno, lo haría. Pero nada me interesa suficientemente, no sólo por desidia, tal vez por estupidez o por temor de probarte a ti mismo que eres un inepto, un fracasado. Quizá me haya refugiado demasiado en la mentira piadosa de un padre que un día afirmó que su hijo era más inteligente que los demás chicos de su edad. ¡Cómo he disfrutado y abusado de esa frase! Y qué poco he avanzado desde entonces.
No importa. Necesito ser libre, no amado. Tampoco soy un incomprendido porque me quieren, hay cariño por parte de mi familia, de mis padres. A su manera, que nunca sería la mía. De ser algo, soy un incomprendido de mí mismo. No entiendo la vida, el mundo, nada. Tal vez sea demasiado sensible, y ya se sabe, siendo sensible te hundes en la miseria; siendo duro te transformas en una persona sin escrúpulos, en un triunfador fanfarrón.
No pienso que viviré mucho. No sabría explicar la razón. Es como una luz de posición que se enciende de vez en cuando en el fondo de mi cerebro. Eso lo han dicho muchos honorables ancianos.
Soy una persona susceptible de lo que se me diga, aunque disimulo si algo me hiere. Generalmente soy respetado y creo que valorado, aunque esto último está sin determinar.
He llegado a la conclusión de que las personas inteligentes son las que prefieren una vida anónima, sin grandes expectativas, centrada en sus seres cercanos. ¿Quiénes son en mi caso?

3

estoy seguro de que hemos hecho muchas cosas mal, qué duda cabe, porque educar en estos tiempos no es tarea fácil, que ni los pedagogos se ponen de acuerdo en cómo actuar, aunque siempre hemos cuidado de ti, hemos estado pendientes de tus necesidades afectivas y, a pesar de que tú no hacías acuse de recibo —lo dabas por descontado—, pienso que en tu fuero interno te gustaba vernos ahí, muy cerca, delante de tus ojos, por más que resultáramos pesados, por más que estorbáramos en algunos momentos, como parte de un decorado conocido que procura seguridad al que lo posee y envidia al que carece del mismo
también soy consciente de que nos criticabas mucho, sentías que éramos unos padres anticuados, llenos de mezquindades, con muchos prejuicios sobre la vida y las personas; cuando no lo manifestabas de forma estentórea, que lo hacías muy a menudo, hijo mío, lo notaba en tus gestos, en esa forma de evadirte, en tu mirada huidiza, en esas mandíbulas apretadas y en el chirriar silencioso de tus dientes
eso es normal, al menos en mi opinión, normal y sano, porque cualquier generación piensa que la anterior hace mal las cosas y que se equivoca, parece mentira que no tenga en cuenta esto o aquello, o que se deje influir por sus rutinas y por sus miedos, aparte de buscar un espacio vital que no siempre es fácil de encontrar cuando los mayores, en un afán de soberbia o de egoísmo, ocupan todos los resquicios del poder y dejan muy poco espacio a los jóvenes, a los que vienen con ideas nuevas, con iniciativas originales; en definitiva, con ilusión
es más, los mayores solemos intentar neutralizarlos, convertirlos en mera repetición del modelo, como un famoso gerente de mi antigua empresa que seleccionaba a los mejores de la facultad para que no se los llevase la competencia, pero que, una vez contratados, los destruía a conciencia, pues no los necesitaba y los devolvía al mercado laboral tras una experiencia traumática
en ese caso el modelo no es tal modelo, es más bien el antimodelo, lo que no hay que hacer bajo ningún concepto, de lo que hay que alejarse a toda costa, a lo que no hay que parecerse por nada en el mundo, que si te pareces no eres más que un saco de defectos, de los peores defectos conocidos, los mezquinos, pero también he de decirte que pocos a mi edad podemos estar orgullosos de lo que hemos hecho, casi ninguno, ninguno, seguro
¿quién con tus años no hubiera reaccionado como tú? ¿quién no hubiera criticado con ferocidad?, yo a mi vez tuve el mismo tipo de comportamiento agresivo hacia mis padres, de crítica bestial, de sentimiento de incomprensión, de absoluto desprecio, en concreto hacia mi progenitor
por eso sabía que contigo iba a ocurrir lo mismo, y estaba preparado, lo había hablado muchas veces con tu madre, tranquila, mujer, sabremos afrontarlo, es un buen chico, tiene un temperamento algo difícil, pero con buenos sentimientos
ya lo habíamos notado desde pequeño, por eso le había dicho que debíamos ser capaces de soportar esa presión, de que vendrían mom...

Índice

  1. Cubierta
  2. Biografía del autor
  3. Resumen
  4. Título
  5. Créditos
  6. 1
  7. 2
  8. 3
  9. 4
  10. 5
  11. 6
  12. 7
  13. 8
  14. 9
  15. 10
  16. 11
  17. 12
  18. 13
  19. 14
  20. 15
  21. 16
  22. 17
  23. 18
  24. 19
  25. 20
  26. 21
  27. 22
  28. 23
  29. 24
  30. 25
  31. 26
  32. 27
  33. 28
  34. 29
  35. 30
  36. 31
  37. 32