El factor católico en la política española
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El factor católico en la política española

Del nacionalcatolicismo al laicismo

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El factor católico en la política española

Del nacionalcatolicismo al laicismo

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Tenemos la oportunidad histórica de construir la laicidad como ámbito de diálogo y articulación de la España plural. El factor católico, ¿va a favorecer o va a obstruir esta oportunidad? Este libro presenta claves sociológicas para comprender la realidad de nuestro país desde la evolución que nos ha llevado de la España nacionalcatólica a la España laica. Analiza el rol político del factor católico en la dictadura, la transición y los gobiernos socialistas. Aborda tres escenarios posibles para la relación entre religión y laicismo. Esta obra es una aportación a la cultura de la memoria histórica y a la cultura de la laicidad.

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Información

Editorial
PPC Editorial
Año
2009
ISBN
9788428822091
4
EL FACTOR CATÓLICO EN LA OPOSICIÓN Y DESLEGITIMACIÓN DE LA DICTADURA FRANQUISTA
Desde la sociología de la religión elaborada por Bourdieu, podemos analizar el campo religioso como un ámbito de producción y consumo de bienes simbólicos religiosos en el cual diversos actores mantienen relaciones de complementariedad o antagonismo conflictivo (Bourdieu: 1971a y b). La configuración del campo religioso depende del tipo de actores que sean hegemónicos en la producción de religión en una sociedad. El campo religioso no permanece siempre inalterado e inalterable, pues existen momentos en los que entran en él clases sociales, opciones políticas, ideologías y culturas morales que lo someten a una intensa reconfiguración. Algunos sociólogos que se mueven en la línea abierta por Bourdieu han analizado la interacción entre cambio religioso y cambio político producida en diversos países europeos durante las décadas de los cincuenta, sesenta y setenta, y han llegado a la siguiente conclusión:
Para comprender las relaciones entre las transformaciones de la Iglesia y las transformaciones del campo político hay que romper con la imagen ingenua de una Iglesia arraigada en la derecha que delega a la izquierda unos francotiradores o agentes dobles. Hay que sacar todas las consecuencias del hecho de que una parte de la Iglesia, sin duda la más importante, tiende realmente a pasar a la izquierda, y de que en la Iglesia las posiciones dominantes y las posiciones de avanzada han sido conquistadas por individuos y por grupos sociológicamente inclinados a la izquierda (Grignon: 1977, 25).
El catolicismo español experimentó transformaciones internas muy notables desde mediados de la década de los cuarenta, y este hecho tuvo importantes implicaciones para la deslegitimación de la dictadura franquista.
1. El cambio religioso en el catolicismo español y sus repercusiones políticas: los sujetos católicos en la lucha política contra la dictadura
Las anteriores afirmaciones de Grignon hay que someterlas al campo de verificación empírica de cada país y situarlas en series temporales precisas. Pero para el tema que nos ocupa, creo que son un buen punto de partida para analizar la realidad española entre 1945 y 1975. En este tiempo asistimos a una gran transformación interna de la Iglesia católica con repercusiones políticas que iremos viendo en este capítulo. Estas transformaciones fueron generadas por diversos actores religiosos que eran productores de una nueva religiosidad que se hallaba en las antípodas del nacionalcatolicismo (Díaz-Salazar: 2001).
Los actores de este cambio religioso en España son fundamentalmente seis: obreros que producen una religiosidad proletaria y adoptan posiciones político-sindicales de izquierda radical; sacerdotes demócratas críticos del nacionalcatolicismo; intelectuales que elaboran un nuevo pensamiento cristiano dentro del marco cultural de la Ilustración; universitarios influidos por los tres actores anteriormente citados e integrados en el movimiento estudiantil antifranquista; profesionales que se insertan en los partidos políticos clandestinos o crean iniciativas culturales y eclesiales críticas con la dictadura; campesinos que reelaboran la religiosidad popular tradicional y que desde un nuevo catolicismo desempeñan un rol importante en la creación de movimientos jornaleros y de un sindicalismo agrario democrático. Finalmente, en los últimos años del franquismo, surge también un sector demócrata dentro de los obispos que será importante en el proceso de transición de la dictadura a la democracia.
A pesar de que existe una amplísima bibliografía que muestra pormenorizadamente el rol tribunicio y la deslegitimación católica de la dictadura franquista desarrollada por movimientos religiosos (véase «La producción cristiana de izquierda en España», en Díaz-Salazar: 2001b, 127-134), este hecho no suele estar presente en el imaginario colectivo sobre esta época que mantienen ciertos sectores de la sociedad española. Sin embargo, los protagonistas más directos de la lucha antifranquista siempre destacan esta realidad:
La presencia militante de cristianos en Comisiones Obreras (CC.OO.), la Organización Revolucionaria de Trabajadores (ORT), el Partido Comunista de España (PCE) o la Unión Sindical Obrera (USO) hace que no se pueda escribir en serio hoy sobre la resistencia antifranquista sin tener en cuenta su esfuerzo. Es también espectacular la información que se encuentra en el Archivo General de la Administración (AGA) sobre sacerdotes y órdenes religiosas reunida por el Gabinete de Enlace creado por Fraga Iribarne, que recoge homilías y sermones, así como fichas de las actividades políticas de cientos de sacerdotes (Sartorius y Alfaya: 1999, 121).
Entre los muchos análisis políticos sobre este hecho llevados a cabo desde dentro de la resistencia antifranquista, destaca un informe realizado en 1965 por dirigentes clandestinos del PCE, titulado Los grupos políticos no comunistas y el nuevo movimiento obrero, en el que se afirma lo siguiente:
Los grupos políticos no comunistas que prestan una atención al movimiento obrero y tratan de influirle son esencialmente el Partido Socialista Obrero Español (PSOE), la Confederación Nacional del Trabajo (CNT) y los católicos. Hay otros grupos más reducidos, casi insignificantes, que se esfuerzan por lo mismo con nulos resultados. De estas tendencias no comunistas, quienes desarrollan una actividad más intensa y extensa en el nuevo movimiento obrero son, incuestionablemente, los católicos, y de estos, la HOAC y la JOC [...]; se ha formado un tipo de militante hoacista y jocista liberado del lastre clerical, resueltamente antifranquista, convencido de la necesidad de la lucha para defender los intereses obreros, opuesto a las injusticias de la sociedad capitalista e incluso inclinado favorablemente a las formas económicas y políticas del socialismo [...]. No es posible dejar de señalar el papel positivo que en estas modificaciones –que dejan muy atrás la época en que «católico» era en el movimiento obrero sinónimo de «amarillo»– ha tenido una serie de sacerdotes en ruptura con las tradiciones integristas dominantes históricamente en la Iglesia española, sublevados contra las injusticias escandalosas de nuestra sociedad [...], los militantes hoacistas y jocistas se han encontrado participando, desde su aparición, en el nuevo movimiento obrero, en las Comisiones Obreras. Puede decirse que conjuntamente con los comunistas son ellos los elementos más activos e influyentes en el nuevo movimiento obrero. A él aportan no solo su contribución valiosa, sino el apoyo de un considerable número de sacerdotes, cuya actitud está facilitando la acción obrera en centros importantes del país (en Nuestra Bandera 42-43 [1965], pp. 163 y 166).
Desde una perspectiva más académica, Víctor Pérez Díaz ha escrito en La primacía de la sociedad civil que «es evidente que parte de la generación política de los setenta procedía del activismo generado en torno a la Acción Católica [...]. Estas organizaciones y sus actividades fueron lugares de aprendizaje y entrenamiento para la acción política: para la formación de militantes, la acumulación de recursos organizativos, la redacción de programas y los juegos de alianzas. Con ello, la Iglesia comenzó a cumplir en el terreno de la izquierda la función “para-política” que había estado cumpliendo tradicionalmente en el terreno de la derecha (con la ACNP o el Opus Dei), pero a través de diferentes eclesiásticos y con distintas ofertas religiosas. La oferta religiosa que los clérigos hicieron a la “generación del disentimiento” fue una oferta que combinaba la religiosidad de la autenticidad religiosa y la del compromiso en la lucha por la justicia y la libertad» (Pérez Díaz: 1993, 196).
Pere Ysás, en su obra Disidencia y subversión, destaca «los problemas ocasionados al régimen por un disenso especialmente grave y con efectos deslegitimadores que le ocasionaron daños irreparables: el de clérigos y seglares católicos primero y el de importantes sectores de la jerarquía después con el apoyo del Vaticano» (XIV). Este historiador establece los cinco principales frentes de oposición al franquismo: movimiento obrero, intelectuales, universitarios, políticos y organizaciones eclesiales. Ysás ha analizado los informes sobre los opositores al régimen elaborados por el Servicio Central de Documentación de la Presidencia del gobierno, creado el 3 de marzo de 1972 y dirigido por el coronel José Ignacio San Martín. Estaba integrado por 200 agentes y 5.000 colaboradores, y uno de sus tres ámbitos de actuación era el religioso.
En las páginas de este capítulo, voy a analizar el rol de diversos sectores católicos en la deslegitimación de la dictadura franquista. El estudio sociológico de la nueva religiosidad que hizo posible este comportamiento político lo he desarrollado en mi libro Nuevo socialismo y cristianos de izquierda.
Los principales sujetos de la deslegitimación católica de la dictadura franquista fueron, en primer lugar, los miembros de la Acción Católica especializada (obreros y universitarios). Después de la desarticulación de esta por la jerarquía, surgieron dos movimientos importantes en la oposición católica al franquismo: las Comunidades Cristianas Populares (CCP) y Cristianos por el Socialismo (CPS). Justicia y Paz fue también una organización eclesial muy importante en la defensa de los derechos humanos durante la dictadura.
La estructura de este capítulo tiene en cuenta tanto los actores católicos en la oposición a la dictadura y la lucha por la democracia, como los tres ámbitos de deslegitimación de la dictadura: político, socioeconómico e ideológico. Al privilegiar un enfoque basado en el análisis de la acción colectiva de los diversos actores no se sigue una línea cronológica férreamente secuenciada; es decir, los actores analizados, por ejemplo, en el apartado seis o nueve se ubican en un tiempo que puede haber aparecido o no en apartados anteriores en los que se han analizado otros actores. En el orden de presentación de actores he seguido un criterio basado en una doble distinción: activistas/intelectuales y laicos/sacerdotes. En primer lugar analizo a los activistas según las clases sociales y las actividades productivas o no productivas (obreros, profesionales, universitarios, campesinos); después realizo el análisis de los intelectuales y, finalmente, abordo el estudio del rol de los actores insertados orgánicamente en los aparatos centrales de la institución católica (sacerdotes demócratas y obispos críticos de la dictadura). El lector comprenderá que las fases temporales de años aparecen y desaparecen en cada grupo de actores.
Desde el punto de vista político, los católicos antifranquistas se dividen ya a partir de los años cincuenta en dos grupos: los democratacristianos y los católicos revolucionarios. Esta pluralidad de posiciones se refleja claramente en el libro de Sergio Vilar Protagonistas de la España democrática. La oposición a la dictadura (1939-1969), publicado en París por Ediciones Sociales. En él se recogen entrevistas a católicos pertenecientes a estos dos sectores. Por un lado, M. Giménez Fernández, J. Ruiz-Giménez, M. Aguilar Navarro, M. Coll i Alentorn, A. Cañellas, M. Jiménez de Parga, F. Álvarez Miranda y Jordi Pujol. Por otro lado, A. Comín, I. Fernández de Castro, J. R. Recalde, E. Royo, J. Aumente, V. Martínez Conde, J. A. Nováis.
2. Los militantes obreros católicos en la deslegitimación y oposición político-sindical a la dictadura franquista
Tradicionalmente, la Iglesia española había carecido de una base obrera y sus miembros pertenecían a sectores de la oligarquía, la burguesía, las clases medias y los pequeños y medianos agricultores. Sus intentos de crear un obrerismo católico habían fracasado y, allí donde se habían constituido algunos grupos, tenían fama de «amarillos». El surgimiento e implantación de la HOAC (Ferrando: 2000; López García: 1995) y la JOC (Castaño: 1978; Martínez Hoyos: 2000) a mediados de los cuarenta introdujeron un cambio de tendencia radical. En 1953 se creó la Acción Católica Obrera (ACO) (Bada y Bellavista: 2003; Coscubiela, Milá y Malla: 2003) y su ámbito de actuación fue Cataluña. En 1954 los jesuitas fundaron la VOS (Domínguez: 1993; Kanzaki: 1994).
El tipo de religiosidad y la metodología de formación que adoptan estos cuatro movimientos apostólicos obreros se hallan desde el principio en las antípodas del nacionalcatolicismo (Díaz-Salazar: 2001). Además, la incorporación –especialmente en la HOAC– de algunos militantes comunistas, anarquistas y socialistas va a influir mucho. Estos militantes se habían convertido al catolicismo sin tener que renunciar a su orientación revolucionaria, aunque habían cambiado el marco metafísico en el que esta se situaba anteriormente. Hoy sabemos por el análisis de la correspondencia de Rovirosa, el promotor de la HOAC, que entre 1949 y 1950 este recibió informaciones sobre un plan del PCE para infiltrar militantes comunistas en la HOAC –no sabemos si se llegó a realizar o fue una falsa información ofrecida por la policía franquista para desacreditar a la HOAC–; pero este movimiento apostólico articuló un potente sistema de filtro y se cuidó mucho de que los procesos de conversión que tuvieran lugar fueran sinceros. No obstante, este tipo de militantes de procedencia comunista, socialista y anarquista fue minoritario. En todo este proceso de proletarización de la religiosidad y de un sector de la Iglesia fue muy importante la inserción en los ambientes obreros de los sacerdotes de estos movimientos. Todo el proceso de socialización religiosa cambió radicalmente desde la proletarización asumida por estos sectores católicos (Díaz-Salazar: 2001).
En 1946 se creó la HOAC y en 1947 se reactivó en España el movimiento internacional de la JOC. Estas dos organizaciones apostólicas fueron las que iniciaron un cambio radical en el catolicismo español, que tiene que ser analizado desde la sociología de Weber sobre «las consecuencias no queridas de la acción».
Dentro de la ideología del nacionalcatolicismo, estos movimientos fueron creados para una acción de reconquista católica de las masas obreras. Fue Pío XII quien pr...

Índice

  1. Portadilla
  2. Créditos
  3. Introducción
  4. El Nacionalcatolicismo, un fundamentalismo político-religioso
  5. Los roles políticos del factor católico en la España franquista
  6. El factor católico en la legitimación de la dictadura franquista
  7. El factor católico en la oposición y deslegitimación de la dictadura franquista
  8. El factor católico, la transición democrática y los gobiernos socialistas
  9. Las encrucijadas de la institución católica en la España democrática y laica
  10. Referencias Bibliográficas
  11. Siglas
  12. Otros títulos