Investigación en artes
eBook - ePub

Investigación en artes

Una caracterización general a partir del análisis de creaciones de Eugenio Barba y el Odin Teatret

  1. 126 páginas
  2. Spanish
  3. ePUB (apto para móviles)
  4. Disponible en iOS y Android
eBook - ePub

Investigación en artes

Una caracterización general a partir del análisis de creaciones de Eugenio Barba y el Odin Teatret

Detalles del libro
Vista previa del libro
Índice
Citas

Información del libro

En la obra del teatrista Eugenio Barba, las relaciones usualmente indefinidas entre arte y ciencia han alcanzado una dimensión altamente valiosa, máxime si se tiene en cuenta que, a partir de sus investigaciones sobre el arte del actor y la dramaturgia de la puesta en escena, emergió una disciplina llamada antropología teatral. Esta se encarga del estudio del ser humano que utiliza su cuerpo y su mente según principios diferentes a aquellos de la vida cotidiana, en una situación de representación organizada. El objeto de conocimiento de tal disciplina será entonces el comportamiento fisiológico y sociocultural del ser humano en una situación de representación. Los espectáculos desarrollados por Eugenio Barba y su equipo del Odin Teatret han devenido procesos de creación dramatúrgica, en los que los principios y la metodología de trabajo generaron importantes aportes a la etnoescenología, permitiéndonos afirmar que, además de concebir toda una filosofía en torno al arte teatral y un discurso estético novedoso, dichas creaciones se convirtieron en productos donde gravitan aportaciones de las ciencias humanas y una interpretación del mundo a través de la escena.

Preguntas frecuentes

Simplemente, dirígete a la sección ajustes de la cuenta y haz clic en «Cancelar suscripción». Así de sencillo. Después de cancelar tu suscripción, esta permanecerá activa el tiempo restante que hayas pagado. Obtén más información aquí.
Por el momento, todos nuestros libros ePub adaptables a dispositivos móviles se pueden descargar a través de la aplicación. La mayor parte de nuestros PDF también se puede descargar y ya estamos trabajando para que el resto también sea descargable. Obtén más información aquí.
Ambos planes te permiten acceder por completo a la biblioteca y a todas las funciones de Perlego. Las únicas diferencias son el precio y el período de suscripción: con el plan anual ahorrarás en torno a un 30 % en comparación con 12 meses de un plan mensual.
Somos un servicio de suscripción de libros de texto en línea que te permite acceder a toda una biblioteca en línea por menos de lo que cuesta un libro al mes. Con más de un millón de libros sobre más de 1000 categorías, ¡tenemos todo lo que necesitas! Obtén más información aquí.
Busca el símbolo de lectura en voz alta en tu próximo libro para ver si puedes escucharlo. La herramienta de lectura en voz alta lee el texto en voz alta por ti, resaltando el texto a medida que se lee. Puedes pausarla, acelerarla y ralentizarla. Obtén más información aquí.
Sí, puedes acceder a Investigación en artes de Pedro Morales, Adyel Quintero en formato PDF o ePUB, así como a otros libros populares de Arte y Arte estadounidense. Tenemos más de un millón de libros disponibles en nuestro catálogo para que explores.

Información

Año
2012
ISBN
9789589882368
Categoría
Arte

1
Fundamentos
teoricos y metodológicos
de la investigación
En un primer momento, este capítulo hará una sucinta exposición en torno a las diferencias entre arte y ciencia, para detenerse seguidamente en la antropología como ciencia proveedora de un concepto de cultura, de miradas útiles para el acercamiento al objeto de estudio seleccionado. Seguidamente, se profundizará en la metodología de investigación adoptada.
La obra de arte es fruto de un impulso inmanente, hondo y subjetivo. Nace de la necesidad de comunicar cierta vivencia esencial, y se torna en una reelaboración objetiva de determinada percepción de la realidad. El artista no se satisface, como la mayor parte de los humanos, captando lo bello, majestuoso, feo o estremecedor de un objeto o fenómeno. Para él es obligatorio construir su propia imagen, su propio modelo de esa percepción, y entregar dicha imagen o modelo a otros hombres y mujeres. Lo logre o no, el artista siempre está movido por el anhelo de hacernos partícipes de su placer, su alegría, su temor o sus dudas frente a la realidad. Por tanto, como observador transforma su perspicacia en patrimonio de todos. Al compartir el resultado de su observación única, aumenta la expresividad estética de lo representado. Decía la escritora cubana Dulce María Loynaz, Premio Cervantes de Literatura 1992, que un poeta (un artista) es alguien que ve más allá en el mundo circundante y más adentro en el mundo interior; pero además debe unir a esas dos condiciones, una tercera más difícil: hacer ver lo que él ve.
En un valioso libro publicado por el Instituto Colombiano para el Fomento de la Educación Superior (ICFES), se nos hace saber que
las artes y las humanidades son espacios de creación simbólica en los que la subjetividad no renuncia a sí misma y en donde se plantean y se resuelven de distintos modos las contradicciones entre lo universal y lo singular, entre lo temporal y lo permanente, entre la libertad y la necesidad. Son espacios en donde se juega lo propiamente humano, en donde se establecen los vínculos y las tensiones entre las emociones, los valores y las ideas, en donde se rescata la complejidad y el misterio de la existencia (Hernández & López, 2003, p. 13).
En la elaboración y circulación del producto artístico se reconocen tres condiciones fundamentales: intencionalidad del/los creador/ es respecto al carácter artístico de su propuesta; situación de consenso o complicidad entre creador/es y receptor/es de esa propuesta artística; legitimación de dicha propuesta artística dentro del sistema del que forma parte.
Lógicamente el concepto de arte ha ido cambiando a través del tiempo: de medio de comunicación (con entidades superiores, por ejemplo) a medio de expresión (de poder, por ejemplo); de lo hedonístico a lo experimental; de lo experimental a lo participativo; de lo participativo a lo comunitario; de lo comunitario a las presencias compartidas, a lo relacional; de las presencias compartidas a la experiencia cualitativa del hacer. Estos no han sido exactamente los tránsitos sufridos por las prácticas religiosas, políticas o científicas, que constituyen otras formas de la conciencia social, si bien las mismas han tenido sus propios procesos de desarrollo, generando distintas alternativas de participación sociocultural.
Como el arte, la ciencia ha tenido un condicionamiento histórico que la define. Surge a partir de la división social del trabajo, entre trabajo manual e intelectual. La actividad cognoscitiva, la generación de nuevos saberes para comprender el mundo y encauzar mejor las fuerzas sociales, se convirtió en actividad específica, si bien esos nuevos saberes se elaboraban originalmente amalgamados con ideas religiosas. Las antiguas culturas del Oriente Medio y Lejano comenzaron a acumular conocimientos racionales de astronomía, matemáticas, ciclos naturales, vida social, ética y lógica, que más tarde fueron asimilados y transformados por la civilización griega.
En Grecia se sistematiza un pensamiento filosófico altamente refinado y plural, desligado ya de las tradiciones mitológicas y religiosas que alimentaban buena parte del legado recibido. Desde entonces, la ciencia ha venido cumpliendo una función explicativa para que el hombre comprenda mejor el universo que habita y su lugar en él. Primero la revolución industrial pautó e impulsó el desarrollo de la ciencia en función de la producción de bienes materiales, ante todo. Después la llamada revolución científico-técnica abrió el camino hacia otra perspectiva, sin dejar de prestar atención al incremento productivo de bienes materiales. Investigaciones iniciadas a lo largo del siglo XIX (por ejemplo, las encaminadas al tratamiento de enfermedades infecto-contagiosas o de patologías psíquicas, las evolucionistas en general, o el estudio de restos materiales de antiguas culturas en particular), unidas al impetuoso avance de la información y la infor- matización en el siglo XX, sentaron condiciones definitorias para un redimensionamiento del trabajo científico en función de la calidad de vida integral de las personas, la expansión de su espiritualidad y su cultura toda. La ciencia ha debido dejar de ser patrimonio de unos pocos, para democratizarse y ponerse en función de la formación y el desarrollo de potencialidades intelectuales garantes del reconocimiento de la diversidad tanto biológica como sociocultural y, sobre todo, de la vida en el planeta Tierra.
Jean Mitry (1998), uno de los grandes teóricos del cine, ha presentado de este modo las diferencias entre ciencia y arte:
si la ciencia y la filosofía responden a la necesidad de explicación, la una al «cómo», mediante aproximaciones cada vez más precisas, y la otra al «por qué», esforzándose hacia un sistema coherente tan razonable como posible, el arte no ofrece ninguna explicación y no tiene por qué darla. No se dirige a la razón, sino a la pasión. Su único designio es traducir sentimientos, emocionar y ofrecer un reflejo del mundo tal que permita al hombre superar su angustia, una imagen que lo tranquilice o lo afirme dándole la ilusión de algún poder sobre el mundo o sobre las cosas. Hay, pues, en el arte, a un tiempo, un fenómeno social, una necesidad psíquica y una realidad estética (pp. 9-10).
Precisamente por elaborarse desde las antípodas, esta mirada del gran teórico francés ayuda a comprender claramente lo que se desea explicar: los modos de ver, asimilar y comunicar los fenómenos del mundo son diferentes para el arte y para la ciencia, pero no por ello excluyentes.
La antropología sociocultural y su concepto de cultura
El origen de la ciencia antropológica se sitúa en la segunda mitad del siglo XIX, ligado a la formación de grandes imperios coloniales en pugna por expandir sus capitales (Inglaterra, Francia y Estados Unidos de América, fundamentalmente). Con independencia de ello, y de que la naciente antropología desarrollara un arsenal de métodos y técnicas para el mejor conocimiento de un otro, cuyas riquezas naturales serían saqueadas, hoy es innegable que esa ciencia promueve miradas múltiples, complementarias o alternativas, pero al cabo integrales, sobre un mismo fenómeno.
Esta concepción de la antropología preside el libro Teoría etnológica, del profesor mexicano Ángel Palerm Vich (1987). Para este especialista, la antropología no es la ciencia del hombre, puesto que -en puridad- muchas otras también lo son, sino que su real objeto sería la evolución físico-biológica y sociocultural del hombre: “La antropología estudia estas evoluciones (biológica, social, cultural) en sus interrelaciones mutuas. Es decir, como una unidad conceptual y real, que por razones de orden metodológico y analítico se ha separado en componentes diversos” (Palerm, 1987, pp. 21-22). Esos componentes serían la antropología físico-biológica, la sociocultural y un campo de auto-observación de la ciencia en sí.
Ratificando esta posición en cuanto a objeto de estudio y campos de la ciencia antropológica, David Kaplan y Robert A. Manners comentan en su ensayo “Antropología: métodos y problemas en la formulación de teorías”, lo siguiente:
La antropología es, con seguridad, la más ambiciosa de todas las ciencias sociales, no solamente porque considera a las culturas de todos los lugares y épocas como su campo legítimo, sino porque entre sus temas se cuentan el parentesco, la organización social, la política, la tecnología, la economía, la religión, el arte y la mitología, por citar solo algunos de los que enseguida vienen a la mente. Y además, es la única de las ciencias sociales que intenta decir algo sobre los dos aspectos de la naturaleza humana, tanto el biológico (antropología física) como el cultural (antropología cultural). (...) El problema central de la antropología es, entonces, la explicación de las semejanzas y las diferencias, de la continuidad y del cambio cultural en el tiempo (Velasco, 1995, pp. 15; 17).
Después de revisar estos planteamientos podrá comprenderse que, desde el punto de vista antropológico, resulta factible estudiar un mismo fenómeno sociocultural desde distintas disciplinas inherentes a esa rama (cada una de tales disciplinas tiene objeto de estudio, conceptos y métodos específicos). Como puede suponerse, el principio de la interdisciplinariedad intra-antropológica, incluyendo obviamente aportaciones de la rama físico-biológica, y de colaboración con las ciencias más afines a la antropología (sociología e historia), debe presidir este ejercicio de evaluación de un fenómeno desde los más diversos ángulos, en busca de la generalización a la que aspira toda ciencia. Al cabo, como ciencia del hombre y su evolución, la antropología debe conducir a una integración de las conclusiones obtenidas por aquellas ciencias o disciplinas científicas que investigan únicamente aspectos parciales del ser humano (Las razas humanas VII, p. 1199).
Sin lugar a dudas, el concepto de cultura y la óptica cultural propios de la antropología inundan cada vez más otras ciencias o disciplinas científicas como la geografía humana, la economía y la demografía, que a su vez tributan a la antropología. Ahora bien, ese concepto de cultura no ha sido inmutable, debido al desarrollo de la propia ciencia antropológica y especialmente al hecho de que estamos ante un concepto que se debate ampliamente en occidente, desde antes del surgimiento de dicha ciencia, esto es, desde el siglo XVII o siglo del iluminismo.
Al equiparar cultura con civilización, el pensamiento evolucionista decimonónico veía aquella como un complejo de conocimientos que incluía ciencia, artes, moral, derecho, costumbres y otras aptitudes y hábitos. Esta definición respondía a las concepciones totalizadoras y unitarias de la época: unidad psíquica de la humanidad, unidad de la historia, unidad de la cultura.
Desde fines del siglo XIX y más bien hacia la primera mitad del siglo XX, el concepto de cultura se torna particular y plural. Al perder interés el tema relativo a la evolución de costumbres e instituciones, la cultura se ve, en principio, como conjunto organizado y en funcionamiento inherente a un entorno local y, en consecuencia, como realidades plurales diversas que requieren ser comparadas para descubrir alguna posible unidad en lo sociocultural.
Hacia la segunda mitad del siglo XX el concepto de cultura adopta un carácter más sistémico, interactivo, descriptivo y reivindicativo.
Aparecen entonces las nociones de cultura como norma o modelo de conducta; como creación de individuos y grupos que interactúan entre sí y con el medio (biológico, psicológico, geográfico); como conjunto de valores materiales y espirituales en relaciones complejas; como conjunto de respuestas humanas a necesidades emanadas de la existencia y de la conciencia social.
En Conceptos claves de la antropología cultural, Ángel Aguirre y sus colaboradores (1982) reseñan con particular precisión lo ocurrido con este concepto dentro de la antropología:
En el desarrollo del concepto de cultura en Antropología sobresalen dos tendencias: materialismo e idealismo, que se coordinan con dos principios: universalismo y particularismo. Se producen, así, las siguientes correlaciones teóricas: un materialismo universalista (evolucionismo), un materialismo particularista (ecología cultural), un idealismo universalista (estructuralismo) y un idealismo particularista (antropología simbólica). Dentro de estas coordenadas predomina el concepto holístico de cultura, como un cuerpo integrado y homogéneo, el cual equivale a la unidad tribal o social. Deriva de ello el confinar la cultura a una sociedad folk, homogénea, y excluir de la antropología cultural las sociedades urbanas. A partir de 1930, se rechaza esta versión descriptivo-holística, o fenomenológica, a favor de una abstracción de carácter heurístico. La cultura se fragmenta en una serie de variables analíticas, o conceptos operacionales, y se organizan en términos sistémicos. Esta aproximación sistémica, basada en patrones de interacción social en situaciones diversas, pone de relieve la plurifuncionalidad cultural, y por ende las variantes subculturales. Se aplica este concepto de cultura al estudio de sociedades plurales y complejas, con énfasis sectoriales de carácter subcultural a nivel intracultural (cultura de bar), y a nivel intercultural (cultura de la pobreza) (p. 150).
Precisamente este libro Conceptos claves de la antropología cultural brinda la definición de cultura que aquí se sigue: “La cultura es un sistema de conocimientos que, a modo de modelo de la realidad, da orden, coherencia, integración y dirección a la acción social de los miembros de una sociedad” (Aguirre, 1982, p. 149).
No es ocioso recordar la posición de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) en torno a la cultura, recogida e...

Índice

  1. Portada
  2. Portadilla
  3. Créditos
  4. Prólogo
  5. Capitulo 1. Fundamentos teóricos y metodológicos de la investigación
  6. Capitulo 2. Creadores viajeros: los otros y el teatro
  7. Capítulo 3. Arte e investigación. La técnica vocal del actor como objeto de investigación desde el Odin Teatret, en el contexto de la tradición escénica contemporánea
  8. Conclusiones