Redes sociales de adultos mayores que viven en situación de pobreza
LIVIA FLORES GARNELO
La señora CR llegó a Jalisco desde Michoacán hace más de 30 años para trabajar en una huerta; eligió vivir en Lomas de Tabachines, con esos espacios verdes que rodeaba un arroyo, alejada de la ciudad, entre cerros, una opción para quienes venían de otros estados. Hoy tiene casa propia con piso de cemento, con su hijo de 35 años, su nuera y dos nietos, en esta colonia ya sobrepoblada conformada por familias de bajos recursos económicos.
Un día común y corriente en su vida, la señora CR visita a su hija por la mañana, quien vive a pocas casas, donde se pasa la mayor parte del tiempo cuidando a sus nietos, mientras espera la noche para regresar a su hogar. Los viernes es cuando cambia su rutina, ya que asiste a un taller impartido por el Voluntariado Estamos Contigo, AC, en donde desarrollan diversas actividades y en la que desde hace más de 20 años está inscrita, en un principio para ayudarse con una despensa a un costo accesible.
Este testimonio nos relata cómo es la vida de un adulto mayor en Lomas de Tabachines, ubicada en el municipio de Zapopan, Jalisco, considerada una colonia marginada y con nivel de pobreza. Asimismo, CR es una de las 10.9 millones de personas mayores de 60 años en México, lo que significa que nueve de cada 100 mexicanos son adultos mayores (Inegi, 2012).
El Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval, 2014) indica que 45.9% de los adultos mayores se encontraban en situación de pobreza y 8.5% en pobreza extrema, lo cual habla de que uno de cada dos adultos mayores cuenta con un ingreso inferior o igual al valor de una canasta básica, quienes buscan otras formas de generar ingresos y obtener apoyos para solventar sus necesidades.
Los adultos mayores actuales participan en los hogares mexicanos: en 64.2% de ellos los hombres son jefes del hogar, en 34.6% son sus cónyuges (mujeres) y solo en 1.2% lo hace un hijo o una hija; asimismo, uno de cada dos adultos mayores (51.7%) que cohabita en un hogar ampliado o compuesto es considerado como jefe del hogar (Inegi, 2012), lo que habla de su influencia en la familia y del rol que conservan, así como su grado de influencia al tomar decisiones.
La familia se vuelve el eje central en la vida de los adultos mayores, puesto que brindan un soporte emocional, económico y social, en la que ellos tienen historia y referencia. La familia crece, los hijos tienen parejas, hijos, los cuales a su vez tienen más hijos, lo que hace que los sistemas familiares se complejicen.
Sin embargo, los adultos mayores se enfrentan en sus familias a problemas de rechazo, la impaciencia de las nuevas generaciones, la adaptación de las pérdidas, la confusión de los roles y su adaptación en familias extendidas. Uno de los retos en la vejez es la búsqueda de una nueva identidad, una compañía que produzca placer, así como una experiencia significativa (Estrada, 1997).
La familia forma parte de su eje central, ya que hay pocas oportunidades de establecer nuevos vínculos y obtener nueva información de sí mismos a través de otra persona. Sluzki (1998) explica que para un individuo que pasa por el último tercio o cuarto de su ciclo vital, su red social se contrae a causa de que sus vínculos se reducen por la muerte, migración o el debilitamiento de los miembros, y las oportunidades o motivaciones para renovar esta disminuyen progresivamente.
Tanto las redes sociales como la integración social y familiar son importantes para la identidad y salud del anciano. La ampliación de sus vínculos por la asistencia a cualquier tipo de actividad estimula estas redes al aumentar los recursos del adulto mayor y tener un efecto en su relación con la familia y las personas a su alrededor. A este respecto surge la interrogante: ¿cuál es el cambio reportado en las redes sociales por adultos mayores que asisten a un taller de la asociación civil Voluntariado Estamos Contigo de Lomas de Tabachines?
Este estudio permite una mayor comprensión de los adultos mayores en los hogares, ya que, así como las personas están envejeciendo, las familias también y por ende la población mexicana en general.
ENVEJECIMIENTO
Este es un proceso natural de los seres vivos. Ceberio (2013) define el envejecimiento como el conjunto de cambios que ocurren en los sistemas biológicos como resultado del paso del tiempo. Esta etapa del desarrollo humano es un estado gradual de cambios degenerativos que se manifiestan en el plano fisiológico, bioquímico y psicológico; no es una enfermedad y no por fuerza viene acompañada de angustias y padecimientos, contrario a lo que se cree de que la vejez es equivalente a enfermedades, sufrimiento y deterioro mental.
Ceberio (2013) coincide en que hay enfermedades que se presentan en este periodo, así como una mayor predisposición a ciertas afecciones, casi de la misma forma que las específicas a la infancia. Los autores indican que uno envejece desde que nace, que es un proceso natural, inevitable, parte de la vida misma.
Ahora bien, los recursos de adaptación en los adultos mayores se vuelven cada día más confrontados por diferentes factores: un cuerpo diferente al que estaban acostumbrados, falta de reflejos, de energía, cambios en la alimentación, enfermedades, variación en su memoria y atención, desgaste sensorial; se enfrentan a la adaptación de nuevas organizaciones familiares, generacionales y formas de convivencia familiar, así como redes sociales y de apoyo limitadas, pérdidas familiares y de amistades, de roles, poder económico y sensación de poca productividad. Ceberio (2013) menciona que a lo largo de la vida van disminuyendo los recursos de adaptación del ser humano, lo que contribuye a tensiones emocionales, cambios de humor, depresión y angustias no solo por variaciones del contexto sino por las propias limitaciones que impone la vejez.
LA FAMILIA EN LA VEJEZ
En la vejez, la familia constituye la más importante red de apoyo social, por lo que su satisfacción suele ser medida por la relación con los hijos y el resto de los miembros de la familia. Hay en juego expectativas mutuas entre padres e hijos donde operan muchos de los nuevos conflictos intergeneracionales (Eguiluz et al, 2003).
La relación entre los abuelos y nietos puede llegar a ser muy significativa debido a que no hay responsabilidad como es con los hijos en la manutención y crianza, lo cual favorece alianzas especiales. Estos vínculos contribuyen a la colaboración intergeneracional padres–hijos, abuelos–nietos, abuelos–bisnietos, que forja redes de apoyo que conforman una modalidad diferente de sociabilidad familiar que también implica intercambio en bienes y servicios.
Por otra parte, Kalish (1996) menciona que los hijos que han alcanzado la mediana edad por lo general les ofrecen diversos tipos de apoyos económicos, emocionales, cuidados en tiempos de enfermedad y ayuda para mantener la casa. A su vez, las personas mayores colaboran por medio de aportaciones de tipo material, afectivo y en servicios a los miembros más jóvenes.
Las familias envejecidas cuentan con características distintas a aquellas jóvenes, ya que manejan otro tipo de jerarquías, roles y tratamientos; se encuentran en etapas del ciclo de vida donde atraviesan cambios y crisis, ya sea por edad, sucesos o problemáticas personales. Algunos factores que hacen que su relación se complejice son: la partida de los hijos, la viudez, el retiro, las enfermedades, ser abuelos y la muerte.
PAREJA EN LA VEJEZ
Las parejas de adultos mayores pertenecen a otras épocas: cuando fueron formadas bajo algún tipo de convenios, se casaron jóvenes con la opción que tenían a la mano, muchos no lograban una mayor intimidad y donde las relaciones con la familia ampliada, los amigos y el vecindario era fundamental. Por lo general, la diferencia de edades en la pareja era de cinco, 10 o más años, siendo el marido el mayor. Para estas parejas, el nacimiento y la educación de sus hijos era el vínculo más importante entre los cónyuges (Camdessus, Bonjean & Spector, 1995).
Las parejas en las que el marido tiene mayor edad que la mujer pasan por la transición de la jubilación y su incorporación al hogar, lo que involucra una reorientación de valores meta y la redirección de energías, cuando la mujer tiene que atender a su esposo, compartir su tiempo, ya que el hombre por lo general interfiere en las labores que ell había aprendido a hacer sola (Rage, 1997).
Así también, cuando se produce la muerte de uno de los cónyuges, se pasa por el sufrimiento de la pérdida, no solo por la misma aflicción sino por los cambios en el rol familiar, la falta de compartimientos y la insatisfacción sexual, entre otras causas (Kalish, 1996).
En cuanto a las relaciones de pareja posteriores a la muerte del compañero, se dan con mayor frecuencia en hombres que en mujeres, porque ellos tienen mayores oportunidades de encontrar mujeres más jóvenes dispuestas. En cambio, ellas suelen centrar su atención y cuidado a sus hijos. Por otro lado, se da el caso de que el adulto mayor tenga problemas con los hijos en la aprobación de su nuevo matrimonio, por lo que esto, aunado a las restricciones económicas, son factores que contribuyen a que su relación sea en unión libre (Rage, 1997).
LA RELACIÓN CON LOS DEMÁS
Como se ha mencionado, la mayoría de los ancianos tiene como eje central a la familia. Así, quienes descuidaron otros lazos sociales se quejan de soledad; en cambio, las personas que tuvieron un círculo más amplio no ven a esta como un aspecto vital e imprescindible (Lehr, 1980, en Rage, 1997).
Sluzki (1996) menciona que la red social de los adultos mayores se contrae a causa de la falta de oportunidades para renovarla, a la vez que disminuye progresivamente la motivación y energía para mantener los vínculos activos.
La gente mayor se ve replegada cada vez más en las relaciones familiares, pero cuentan con amigos que neutralizan o contrapesan las viejas historias de lealtades, deudas y supuestos de retribución que tienen con sus familiares. Sin embargo, los anclajes de su historia personal se desvanecen cuando comienza la desaparición de vínculos con personas de su misma generación. Se puede decir que los viejos tienen menos ocasiones sociales para hacerse de nuevos amigos, aunque también un número menor de ellos están accesibles para generar nuevas relaciones.
RED SOCIAL
La red social es un grupo de personas, ya sean miembros de la familia, vecinos, amigos, entre otros, quienes son capaces de aportar una ayuda y un apoyo real y duradero a un individuo o una familia. Sluzki (1998) la define como la suma de todas las relaciones que un individuo percibe como significativas o diferenciadas de la masa anónima de la sociedad, que contribuye a su propio reconocimiento como individuo e imagen en sí.
TABLA 3.1 MODELO DE RED SOCIAL DE SLUZKI
Áreas / cuadrantes | Círculo interior de relaciones íntimas | Círculo intermedio de relaciones personales con menor grado de compromiso | Círculo externo de conocidos y relaciones ocasionales |
Familiares | De contacto cotidiano | Familiares intermedios | Familiares lejanos |
Amistades | Cercanas | Relaciones sociales | |
Relaciones laborales o escolares | | Profesionales | Conocidos de la escuela o el trabajo |
Relaciones comunitarias o de credo | | | Buenos vecinos Co–feligreses |
Fuente: elaboración propia con base en Sluzki (1998).
Modelo de red social de Sluzki
La re...