El Poder del Amor
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El Poder del Amor

Herbert King 2

  1. 418 páginas
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El Poder del Amor

Herbert King 2

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Este segundo tomo de la Colección José Kentenich, una presentación de su pensamiento en textos, El Poder del Amor, quiere hacer consciente que el amor es para el P. Kentenich el fundamento de todo fundamento, el punto de partida de todos los puntos de partida, la fuerza primordial, el instinto primordial, la raíz de toda nuestra vida instintiva, la ley fundamental del mundo, de la vida y de la educación.De todos los temas considerados centrales por el P. J. Kentenich, incluidos el mariano y el patrocéntrico, el amor es el que ocupa el lugar más importante y central. El P. Kentenich llama al amor "la ley fundamental del mundo". El amor es el fundamento de todo fundamento. El "hombre nuevo" que él quiere crear es el hombre "animado por el amor".Con la acentuación del amor, el P. Kentenich retomó de manera creadora y elaboró el mandamiento principal del amor, formulado ya en el Antiguo Testamento (Dt 6, 5) y puesto por Jesús en el centro de su nueva visión. Para él, el primer mandamiento es: "Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas. El segundo es: amarás a tu prójimo como a ti mismo. No existe otro mandamiento mayor que éstos" (Mc 12, 30s, como también en Mt 22, 37-39 y Lc 10, 27). El P. Kentenich subraya una y otra vez la expresión "como a ti mismo".

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Información

Editorial
Nueva Patris
Año
2015
ISBN
9789562468114
1. Amar con toda el alma
1.Amar con toda el alma
En un primer punto presento aquí textos que exponen el proceso de vida del amor tal como se desarrolla en el hombre que ama. Las leyes o constantes psicológicas subjetivas del amor son en última instancia las mismas en el amor a Dios, al hombre, a la creación y a sí mismo, lo que no significa que no existan en los diferentes ámbitos dificultades y peligros específicos.
Se trata de desarrollar la fuerza del amor, tanto frente a los hombres cuanto frente a Dios. Los textos han sido escogidos desde el punto de vista del proceso personal y subjetivo del amor y ven como “objeto amado” algunas veces más al ser humano y, otras, más a Dios.
1.1. Desarrollar la fuerza del amor
Texto tomado de: Terciado de EEUU (1952), I, 123-124
En general, debo decir que todos nosotros somos inexpertos profesionales en el campo del amor. Amamos las ideas, pero es una miseria lo que tenemos en cuanto a profunda vinculación personal. Y por eso, si lo reflexionan en silencio en su interior, tendrán que decirse: mi naturaleza, también mi naturaleza masculina, no llega a plenitud primariamente por la entrega a una idea sino por la entrega a una persona. Sin una profunda vinculación personal, mi naturaleza nunca llegará a realizar su sentido ni a alcanzar su plenitud interior en una medida suficiente. Y realmente, a pesar de todo, en este sentido hemos seguido siendo en general inexpertos profesionales. ¿De dónde proviene que así sea? Dejemos esa pregunta de lado. Pero es preciso que aprendan a amar. Y si no lo he aprendido, no entenderé absolutamente nada del mundo del amor. Cuando san Juan nos dice: “Quien no ama permanece en la muerte” (1 Jn 3, 14), deben tomarlo literalmente. Si no amo, es decir, si no se ha despertado en mí el mundo del amor, todo lo que se diga del mismo seguirá siendo para mí un asunto vago y nebuloso. No lo entenderé. […] Aquel en quien se haya despertado el mundo del amor entenderá lo que quiere decir: “Quien no ama permanece en la muerte”.
Texto tomado de: Lucha por la verdadera libertad (1946), 196-197
¡Cuántas personas he conocido en las que no se ha desarrollado para nada lo más hermoso y profundo, la fuerza del amor! Para quien ha crecido en circunstancias normales, las cosas son más fáciles en este punto. No me atrevo a dar ninguna respuesta. En mi fuero interno lo sé, pero prefiero no afirmarlo con validez general.1
1.2. Comparación con el árbol
Texto tomado de: Fuentes de la Alegría (1934), 346-350
No debemos despreciar la fuerza creadora del amor. ¿Acaso no lo habremos hecho en demasía? Por supuesto, no pierdan de vista lo siguiente: si esto es verdad, ¡qué imperativo representa para mí, un imperativo que opera constantemente en mi interior para ponerme las más altas exigencias!
Ya tendrán claro —puesto que he hablado de nuevos métodos de pastoral—, es decir, sentirán que hay algo original y espontáneo que está palpitando en nuestro tiempo. Ya no hay entre mí y el pueblo un eslabón intermedio. Me encuentro con mi personalidad desnuda frente al pueblo desnudo.2 ¿Qué debo hacer? Conocer y observar las leyes de la naturaleza.3 ¡Por eso, conectar mucho más intensamente mi educación con la fuerza creadora del amor! ¡Pero, por eso, aprender también uno mismo a servir y a amar de forma más desinteresada! Ya sabemos: el amor sólo se despierta y se eleva a través de amor. si vis amari, ama.4[…]
Pero escuchen lo que sigue. Después de habernos convencido en líneas generales de la esencia del amor —a partir de sus efectos—, será muy importante para nosotros, que queremos educarnos al amor, que comprobemos cómo es el proceso de desarrollo del amor. […]
(Comparación con el árbol)
También aquí deben observar la vida5; o bien, si lo prefieren, observarse a sí mismos. Comparen el amor con un árbol. Totalmente en el sentido de la discusión que se desarrolló en tiempos de san Francisco de Sales, hablamos entonces de un árbol del amor. Esto lo encontrarán también en el libro,6 pero de forma ampliada, de modo que, después, tendremos más claro el contexto.
El árbol del amor. Distingo entre la raíz, el pie del tronco, las ramas y los frutos, de manera que el árbol del amor comprende cinco partes. ¿Cómo se desarrolla el amor? ¿Cuál es la raíz? Presten atención, por favor: ustedes observan la vida. La raíz es la igualdad y desigualdad en el sentido de una capacidad y necesidad de complemento mutuo.7 Deben grabarse ambas expresiones. Enseguida volveré sobre el tema. Esta es la raíz. ¿Y cuál es el pie? La simpatía. ¿Cuál es el tronco y cuáles las diferentes ramas? El movimiento del amor. ¿Cuál es el fruto? La unión de amor. Quiero explicarlo ahora en detalle.
(Raíz del árbol: capacidad y necesidad de complemento)
Estudien la raíz del árbol. Permítanme preguntarles, una vez más: ¿cuál es? ¿Qué presupone que dos seres humanos se quieran mutuamente? Véanlo y escúchenlo enseguida: la raíz y el pie del tronco no forman parte de la esencia del amor: son sólo requisitos previos para el amor, pero que deben darse con anterioridad. Por eso, ¡estudien la vida!8 Veo a dos personas que se tienen afecto recíproco. ¿Cómo se ha dado? ¿Cómo es posible que dos personas, un chico y una chica, se tengan afecto mutuo? Se han encontrado miles y miles de veces pero, de pronto, se encendió en ellos un fuego. ¿Cómo sucedió tal cosa? ¿Qué requisitos previos son necesarios para ello? […]
¿Qué presupone el amor? El amor presupone igualdad. La razón filosófico-psicológica es la siguiente: amor significa un “estar-uno-en-el-otro”. Si poseo una naturaleza diferente, el otro no puede estar en mí ni yo en él. Por eso, un gato no puede quererme; no puede hacerlo de forma espiritual, aunque sí en el nivel en el que tenemos un grado de ser correspondiente: en el sensitivo. Por eso, para el amor es necesaria la igualdad de naturaleza. Por supuesto, estoy hablando en primer término y sobre todo del amor espiritual-sensitivo. ¡Pero no pasar tan rápido por encima cuando escuchen estas expresiones y reflexionen sobre ellas! Yo debo hablar rápido porque el tiempo disponible es demasiado corto. Por eso, reflexionen más tarde de nuevo sobre todo esto, pues, de otro modo, se lo pasa rápidamente por encima.
Y lo mismo vale en cuanto a Dios: igualdad entre Dios y nosotros. Para tener una meta frente a mí, pregunto: ¿cómo es posible la igualdad entre Dios y yo?
Si el único requisito previo para el amor recíproco fuese la igualdad, todos deberíamos querernos muchísimo, ya que somos iguales en la naturaleza humana. Pero también es necesaria la desigualdad.
Sin embargo, tampoco esta última es suficiente por sí sola: somos desiguales entre nosotros, por lo que también en este caso deberíamos querernos muchísimo, si por ello fuese. No: no es así. ¿Cómo debe ser esa desigualdad? Debe tener el sentido de una necesidad y capacidad de complemento recíproco. Observo la vida: el colérico, por ejemplo, se enciende en su afecto frente al melancólico. ¿Por qué? El colérico tiene conciencia: esto lo tienes, aquello no lo tienes. Tiene, por tanto, un cierto complemento y limitación. Y encuentra así compensación en el otro: capacidad y necesidad de complemento. Así encontrarán ustedes que el amor recíproco presupone siempre una capacidad y necesidad de complemento recíproco. Y no estoy diciendo que se trate de un ideal, sino que hablo sólo del requisito previo, observo solamente la vida.9
¡Estúdienlo, por favor! Estoy vinculado con otras personas en un sano amor paternal,10 no en un amor de abuelo. ¿Qué significa esto, por tanto? Como educadores deben reflexionar ustedes sobre estos pensamientos a fin de encontrar una base acertada y también una relación apropiada. Miren a Don Bosco,11 uno de los más grandes santos. En él encontramos una conducción y educación realmente cordial. Si lo estudian, ¿no encuentran acaso que el educador necesita de un niño para que su paternidad pueda desplegarse? Por ejemplo, tenemos una joven que va a ser madre. ¿En qué se convierte la joven? Sólo la necesidad de ayuda que tiene el niño suscita en ella la maternidad. Ahí ven ustedes cómo debe entenderse la afirmación de la capacidad y necesidad de complemento por parte del educador. Capacidad de complemento: me está dado prestar ayuda. ¡Cuántas cosas se despiertan en mí a través del hecho de poder servir! Capacidad de complemento.12
Pero también necesidad de complemento. Lo duro que hay en mi ser debe suavizarse a través de mi servicio a los demás.13 Puesto en el lugar de ustedes, y más aún si hace tiempo que están actuando ex officio14 en la educación, yo reflexionaría con más profundidad estos pensamientos. Entonces, nos encontramos en un mismo plano con nuestros discípulos, tenemos la sensación de la relación y de la dependencia mutuas. La eternidad mostrará después quién tiene más para agradecer, si mis discípulos o yo. Cuando lleguen a más viejos hallarán, en la mayoría de los casos: ¡cuánto tengo que agradecer a mis discípulos espirituales! ¿No hay acaso personas que han despertado mis capacidades a través de sus necesidades? ¡Cómo habría seguido siendo yo un palo y una piedra [de no haber sido por ellos]! ¿Qué sería yo, entonces? ¿Cómo habría seguido siendo? No lo sé. Deben ver cómo se presupone aquí en la paternidad y en el amor de hijos una capacidad y necesidad de complemento mutuo. No entro ahora a considerar la medida en que se da este fenómeno. En este momento me interesa solamente aclarar conceptos.
(El pie del tronco: simpatía)
Entonces, donde existe una tal capacidad y necesidad de complemento, surge instintivamente algo así como simpatía. Uno se siente atraído. Este es el segundo requisito previo: una complacencia mutua. Allí tienen entonces los dos requisitos previos del amor, la raíz y el pie del tronco.
(Las ramas: el movimiento de amor)
¿Qué surge entonces? Ustedes ven la vida: surge un peculiar movimiento hacia la persona: un movimiento del corazón. Y ese movimiento impulsa muy a menudo a un movimiento del cuerpo, es decir, se quisiera estar también corporalmente junto a esa persona, y no sólo en forma espiritual. Pero el núcleo y la esencia es un movimiento. Ya nos lo dice san Agustín: inquieto está nuestro corazón, hasta que descansa en ti, hasta que tengo la conciencia de que ambos estamos uno en el otro.15 Igualdad, conciencia de identidad, tal es el objetivo. Francisco de Sales lo llamaría movimiento de amor. Si se encuentra en mí este movimiento de amor, este impulso del corazón hacia este o aquel, hacia esta o aquella persona, ese impulso urge entonces a realizar todo tipo de acciones: me agrada pensar en esa persona, quisiera estar junto a ella, quisiera verla. Queremos dar a esto el nombre de movimiento de amor y compararlo con las ramas del árbol.
(Los frutos: la unión de amor)
Y ahora vienen las hojas y los frutos. ¿De qué se trata? Como no encuentro tranquilidad ni me aquieto hasta tener la conciencia de que ambos estamos uno en el otro, lo denomino unión de amor.
(Aspectos fundamentales)
Aquí vemos también la diferencia entre santo Tomás y san Francisco de Sales. Tomás dice que la esencia del amor es la unión de amor. Francisco de Sales, que está orientado hacia la vida y la educación, dice que la esencia del amor es el movimiento de amor, y que la unión de amor es la coronación.16
Escúchenlo una vez más: todo por amor, todo mediante el amor, todo para el amor. Todo por amor: a partir de la raíz del amor. Todo mediante el amor: mediante el movimiento de amor. Todo para el amor: para la unión de amor.17
Ahí tienen, por ejemplo, un movimiento de amor hacia Dios. También podría ser un movimiento de obediencia o de humildad. Pero lo original en Francisco de Sales es que, como se sitúa con tanto gusto en el ámbito de observación de la vida,18 afirma: si quieres alcanzar la unión de amor, debes tener movimientos de amor. Junto a ellos puede haber también un movimiento de obediencia, pero eso no es lo primario; lo primario sigue siendo siempre el movimiento de amor.19
1.3. Relación entre amor volitivo y amor afectivo
Texto tomado de: Estudio 1949, 251-255
El portador inmediato del amor filial20 —como en todo amor— es la voluntad. Sobre eso no hay duda alguna. La dificultad comienza cuando hay que determinar la relación entre amor y sentimiento, entre amor de la voluntad y amor del afecto. Tres son los problemas con ...

Índice

  1. Portada
  2. Portadilla
  3. Créditos
  4. Contenido
  5. Prefacio al Tomo II
  6. Introducción al tercer Eje Temático: El poder del amor
  7. Bibliografía
  8. 1. Amar con toda el alma
  9. 2. Amor a sí mismo y desprendimiento de sí mismo
  10. 3. Unidad entre el amor a sí mismo, a los hombres y a Dios
  11. 4. Unión amorosa con Dios
  12. 5. El amor como punto de partida fundamental
  13. Indicaciones para la lectura de esta traducción
  14. Relación de las fuentes utilizadas